Capítulo 2. De Viaje




2. de viaje

Después de un atareado fin de semana. La nueva  semana comenzaba muy bien para Glauber, todos los detalles al lanzamiento de la campaña de expansión estaban casi arreglados, este producto pondría muy buenas ganancias a la empresa y quizás pudiesen propagarse con otras sucursales en todo el país, Glauber cuidaba los detalles previos al gran día del lanzamiento, para la parte técnica de la ubicación de la empresa en la red, contrató los servicios de un joven genio en la computadores, llamado Iberê Veloso, tenía veintiochos años, siempre estaba metido dentro del computador, él se ocupaba de manejar lo respectivo a la página principal y publicaciones de material propagandísticos en otras páginas.

Desde el momento que Glauber lo contrató se sintió fascinado por la pericia que poseía con el computador, pero su personalidad era un aspecto que no soportaba, se comportaba muy tímidamente y algunas veces resultaba un malcriado imsoportable, no le gustaba recibir órdenes ni ideas de otros en su departamento, en el cual se sentía confiado, después de varias disputas con él por este particular, Glauber optó por dejarlo a sus anchas, sólo lo molestaba para preguntarle como seguía el proyecto, muchas veces lo encontró jugando en el ordenador. Pero se imaginaba que así son los creativos, despistados con la vida.

 El padre de Glauber tampoco veía con buenos ojos el nuevo joven, le parecía excéntrico, opinión que compartía con Gilberto, quién lo detestaba por la competencia que representaba en la amistad de Glauber, para él esa cara, de no matar ni una mosca, era toda una falsa. Sobre esa antipatía se había enterado Iberê justo llegar, él notó de inmediato esta animosidad  con Gilberto, pero poco le importaba, debido a que sólo rendiría cuentas a Glauber, aún así lo observaba de reojos y tenía sus movimientos al pendiente, no confiaba en él, los encontronazos con su rival eran constantes y algunos cruentos. Sentía, con el poco tiempo en la empresa, que Glauber le daba demasiada confianza a alguien con tan alto grado de oportunista.

Todo el tiempo llenaban a Glauber de ideas el uno sobre el otro,  al joven presidente esto lo divertía, como para él Iberê estaba sólo de paso, no le importaba la cantidad de quejas.  Escuchaba a los dos sin omitir ninguna opinión, fiel a su filosofía de no intromisión en asuntos que no fueran de carácter laboral. Lo cierto era que necesitaba alguien a su lado en quién confiar y era Gilberto que ocupaba esa plaza, aunque a veces lo hacía molestar refiriéndole mayor importancia a Iberê. Glauber sintió muchas veces que Gilberto exageraba sus celos de amigo.

Él los entendía y perdonaba, nunca se imaginó cuanto lo apreciaba Gilberto; hasta ese entonces, incluso a la hora de tomarlo como padrino bromeó un poco con eso. Cuando se fue con su futura novia se conmovió profundamente y se prometió así mismo no bromear de ningún modo. Era para él un hermano que nunca tuvo.

Para Glauber el estar sólo lo desesperaba, afortunadamente Gilberto regresó del viaje con Ligya y los dos trabajaban con ahínco, sobre el viaje Gilberto poco habló, aparentemente estuvo metido en la jungla buscando con el equipo buenos escenarios que él le pareció una perdida total de tiempo, en parte a que, aunque eran en realidad paisajes hermosos, en las fotos solo salían sólo partes de la vegetación, algunas piedras y por supuesto la modelo, seguramente era más barato traer las plantas y crear un ambiente ficticio, pero esto eran sólo especulaciones, esa no era su área.

Después de lo contado por Gilberto, Glauber agradeció no haber ido, aún tenía varias cosas aquí que solucionar y el fin de semana le fue realmente productivo, tanto que en la tarde descasaban de los ajetreos. Los dos fueron al club, donde practicaban tenis, Gilberto estuvo especialmente agresivo con él, lanzaba todas las pelotas con furia hacía su persona, Glauber veía esto como un poco de estrés acumulado por la responsabilidad que tenían encima. Las pelotas una y otra vez daban contra su humanidad, hasta que llegó un punto que Glauber tuvo que parar.
-¿Qué te sucede? ¿Por qué actúas así?- Preguntó Glauber algo enojado.
-Perdóname, pero estoy algo cansado, quisiera dejar esto hasta aquí, si no te molesta.
-Para nada, veo que éstas algo tenso, a pesar de que el viaje era para justo lo contrario, aprovecharé para salir con Ligya, la he visto muy poco desde que regresó de Colombia- se apartó de Gilberto y llamó a su prometida, su teléfono repicó varias veces hasta que él se cansó, decidió ir hasta su casa, se despidió de Gilberto, quién fue directo a las duchas.




e*fe*f

De camino a casa de Ligya estuvo haciendo algunas llamadas, entre ellas, volvió a llamar a su padre e inclusive a varios antiguos amigos que quisiera fuesen a la boda, en su cabeza nuevamente repasó los pendientes, todo iba saliendo muy bien otra prueba más a sus teorías sobre los preponderantes, minimizó los descuidos y los inconvenientes no dejaban de ser sólo meros hechos vadeables, esperaba que Ligya tampoco tuviera ningún percance. Al llegar a su casa, la encontró sentada en el área de la piscina, tomaba una bebida de color azul con algunos paraguas, estos eran del mismo color de su amplia pamela color naranja y unos pequeños bañadores, Glauber la notó ausente, quiso darle una sorpresa y se acercó por detrás proporcionándole un susto que la hizo sobresaltar de su asiento.

-¿Qué haces, éstas loco?- lo miró con su cara de niño bueno y luego lo abrazó, Glauber sintió en su abrazo algo raro, le preguntó por su viaje a Colombia y ella contó lo mismo que le dijo Gilberto, lo molesto de los mosquitos; lo alejado del sitio; la premura de las fotos, en fin cosas que él no le prestó mucha atención.

A él le interesaba más hablar de la boda, próxima a realizar, a lo que ella no estuvo muy entusiasmada como otras veces, él quedo paralizado, sí semanas atrás no hacía más que hablar de eso, ahora no quería ni siquiera hablar con él. Ella se disculpó.
-Es que he estado tan metida en ese asunto que ya estoy realmente cansada, además de ello he tenido pesadillas con esa boda, creo que los fracasos matrimoniales de mi padre han hecho que en parte me sienta así, un poco insegura, mejor porque no nos escapamos y casarnos sin tanta parafernalia.- Glauber estaba abismado, no creía lo que sus oídos escuchaban. 
-No creo que me este diciendo eso. ¡No somos unos niños que podemos hacer esas cosas!, debemos responsabilizarnos por todo lo que invertimos, y ¿El compromiso que tenemos con todas las personas que creen en nosotros?, no seas tonta y piensa con claridad, dentro de días estaremos casados y todo esto quedará olvidado, ya veras, como tú dices afortunadamente nos antepusimos a muchos cosas y hoy está casi todo resuelto. Así que no te preocupes, descansa esa cabecita que todo saldrá bien, de lo que falta, que no es mucho, me encargaré yo- a continuación sacó una lista llenas de marcador fosforescente donde tachaba todos los pasos cumplidos, ella al ver el papel se sonrió, así era él, un cofrecito de perfecionalismo en los detalles.

Glauber comenzó a leer todo lo que le faltaba completar que, afortunadamente,  no era gran cosa, según palabras de él, pero para Ligya era bastante. Ella lo escuchaba sin pronunciar ninguna opinión, él sólo hablaba de ir primero aquí, luego allá y después acullá, en cierto momento ella lo abrazó fuertemente lo que cortó la lectura de la lista.
-¿Qué te pasa? No te preocupes, todo estará bien, ya verás- sobó su cabeza y siguió con la lista en la mano.

Glauber salió rumbo a casa de su padre, estando allá él le explicaba las complicaciones que traía este tipo de decisiones tan arriesgadas, eran muchos los años y la experiencia que él tenía y sabía de lo que le hablaba, le pedía mucha cuidado, un solo error y todo estaría acabado, la empresa había estado en la familia por muchos años, desde que el abuelo de su madre la fundó, en tiempos donde  todo era muy difícil para un emigrante. Llegó a este país lleno de ilusiones que se destrozaron apenas tocó tierra, tuvo que sustituir primero en los puertos, desembarcando mercancía, luchando noche y día por lo que quería, su padre siguió ese sueño y ella continuó la tradición de la familia… para Glauber esto no era nada nuevo, esta historia era contada todos los días de su vida. Como si de un casete musical se tratara.

Glauber creció escuchando esto una y otra vez, cuando tuvo que estudiar no titubeó, la administración de empresas fue la única opción para él, llegándose a graduar con excelentes notas, esto a su padre le alegró la continuidad estaba salvada.

Claro, el que fuera esta la rama escogida, para el Sr. Villa-Lobos, ahora llamado Sr. De Sá y la Sra. De Sá, no era una sorpresa, ya que no fue producto de la casualidad, desde pequeño lo guiaron enseñándole los más estrictos patrones de conducta, ni un solo momento dejaron nada al azar, el colegio, la universidad, incluso, una vez que su esposa murió, él siguió la labor; la boda, por supuesto, fue idea de su brillante mente, debía poner una mujer que representará algún beneficio para él y para la empresa que pronto seria presidente, que otra persona que la hija de un sobresaliente político, ésta le daría empuje a la empresa y cuando él se retirara Glauber estaría listo para ocupar su lugar.

Dentro de los problemas  que tuvo que sondear estuvo la aparición de una don nadie, según palabras del dominante padre, hija de una familia de bajos recursos. Apenas lo supo, la sacó del camino, dándole suficiente dinero para que se mudara donde él nunca la volviera a ver, así quedo todo solucionado. Pero hacer esto no fue tan fácil como pensó, para ello tuvo que valerse del apoyo de Gilberto que poco a poco fue manipulando a Glauber para que se desenamorar de ella. Y posterior que el trabajo estuvo hecho minimizó una nueva posibilidad de un percance similar y puso en su camino una joven escogida por él.

Glauber, quien siempre dijo estar muy seguro de lo que quería en la vida, no pudo darse cuenta del camino trazado por sus padres, siempre obtuvo el apoyo de todo él que lo conoció, su bella fisonomía le abrió muchas puertas, en verdad era un joven apuesto, siempre destacó por esta particularidad, pero no se podía decir de él, que era un mujeriego, porque nunca lo fue, más por el contrario siempre fue algo tímido, aunque tuvo muchos encuentros amorosos durante sus días de estudio, sobre todo después que conoció a Gilberto, quien era muy versado en las artes amatorias.

 A Gilberto las mujeres le sobraba e incluso era bastante cruel con sus conquista, Glauber supo de algunas chicas que aún le guardaban rencor por cómo se portó con ellas, esto ponía algunas veces de malas a Glauber que para nada era de este tipo de sujeto, pero lo poco que le pudo enseñar Gilberto le fue de mucha ayuda en sus conquistas amorosas. Ese comportamiento frió le llevó a no apasionarse tanto en el amor.

Ya fuera de casa de su padre, necesitaba ocuparse de otros asuntos, sólo quería que esta semana llegara a su fin, en la tarde paso de nuevo por casa de Ligya, ésta lo esperaba en frente de su lujosa casa, más calmada, y los dos fueron a un restaurante a cenar. Él contaba los pormenores del lanzamiento internacional, ella lo escuchaba atenta, en cierto punto del relato la sorprendió viéndolo entretenidamente, él detuvo su relato y también la contempló, cayó en cuenta seguramente igual que ella  que  se casarían dentro de una semana y nada los pondrían separar nunca más, a los dos se le llenaron los ojos de lagrimas Glauber pensó que fue por lo mismo.
- Quiero hacerte una pregunta y no sé cómo empezar- dijo ella entre lágrimas y un tanto nerviosa.
- Claro que puedes hacerla, cualquier cosa que me pidas ahora yo te la daré- le dijo él mirándola a los ojos y a su cabellara rubia, su corazón latía con fuerza por el momento compartido por los dos, ella bajo la cabeza y quedo un rato callada, como sacando fuerzas para decirle lo que tendría que decir, luego movió la cabeza a ambos lados, en señal de arrepentimiento.
-No te preocupes, son tonteras mías, no me hagas caso, no era nada- pero él insistió que le dijera lo que fuera a lo que ella respondió.
- No en serió no era nada, sigamos comiendo, son nervios de la boda, ya ves que no se casa uno todos los días, bueno no si no eres mi padre- no volvieron a hablar más durante la velada, una lluvia invisible cubrió a los dos. Sus cuerpos se estremecieron ante este hecho.

En la tarde del día siguiente, Glauber corrió a la tienda y compró unos cuadros que había pedido con anterioridad, había amueblado en secreto la casa que ocuparían e iba a darle esa sorpresa a su esposa, contrató un decorador que adornó muy bonito la casa, puso muchos aspectos étnicos en la decoración, esto a sugerencia del decorador, porque él no se arriesgaba a ello, así mismo puso colores fuertes que reflejaban la diversidad de la región, era una casa de ensueño, en el frente tenía un hermosa área llena de árboles en una pendiente.

Cuando destapó los cuadros se emocionó mucho  y ayudó al decorado a colocarlos, uno de los que compró era un óleo muy impactante de un artista de un país vecino, ese quiso ponerlo encima de la cama que compartirían los dos, en él se veía una persona bastante voluminosa, vestido de traje formal, sentado junto a una ventana, lo acompañaban otro grupo de personas de exagerado volumen, su mirada era triste como apresado en el inmenso cuerpo y queriendo volar por esa gran ventana, al verlo él recordó la escena en la cena de la noche anterior, se preguntó -¿Qué pensaría Ligya en ese momento? ¿Qué quería decirle?- puso el cuadro en el suelo y se sentó en la cama, por primera vez él también sentía un miedo que le recorrió todo el cuerpo, estaba seguro que algo pasaba pero no podía saber que podría ser, sentía que su subconsciente sabía algo que para él era desconocido, su pecho latió fuertemente y el aire comenzó faltarle.

-¿Esa mirada que significaba?- El decorador al verlo un tanto pálido le preguntó que le sucedía, sólo hasta entonces él se dio cuenta que estaba sudando,  se mareó un poco y tuvo que aguantarse del sujeto a su lado para no caer desmayado.

Aún cuando sabía que era quizás por lo que ella había dicho, nervios de la boda. No pudo continuar con el trabajo de amueblar la casa, pensó que seguramente estaba pagando los excesos que tomó durante estas dos últimas semanas, no había debido poner ambos aspectos con tan corto tiempo de separación, seguramente lo que paso era producto de ese cansancio, se retiró a su casa a descansar. Al llegar al departamento se acostó y de inmediato se quedo dormido pensando en lo feliz que sería con Ligya, era una tontería estar pensando en otra cosa que no fuera esa alternativa, el rostro de ella le dio vuelta una y otra vez en su cabeza, se levantó en la noche sudando, se preparó algo de tomar que lo relajara y se puso a pensar que quizás todo se debe a un ataque de ansiedad, le provocó llamarla en ese instante, pero lo pensó mejor y no lo hizo, se dio un baño y se acostó de nuevo, notó que quizás tendría algo de fiebre, se arropó bien y pensó en que mañana seria otro día.

Sin embargo, al levantarse no paso su zozobra algo le inquietaba y no podía saber que era, esa mirada de Ligya le angustiaba, no fue a la oficina sino que por el contrario se desvió a casa de su novia, no la halló, estaba desde la mañana en una sesión de fotos para la campaña de la que era imagen. Glauber se sintió un poco pesaroso, estado que le duro todo el día, mientras cuadraba todo lo respecto a la exportación del producto, quería mayor rapidez en la transacciones pero todo se daba a su ritmo, un compás que para él era muy lento, Gilberto trató de animarlo mas era inútil algo en su cabeza no estaba bien. Sentía que algo estaba mal.

Iberê le dio buenas noticias sobre el progreso del trabajo. Habían podido colocar su producto en los mercados internacionales y sólo era cuestión de esperar los pedidos para comenzar los preparativos para la exportación, dependían mucho de esta alternativa, informó de esto a su padre quién pese a no entender demasiado le parecía excelente, sólo sabía que la empresa ganaría cuatro veces lo que normalmente ganaban  y eso era suficiente para él, felicitó a Glauber y Iberê muy a su pesar, quién se convirtió el engranaje central de la operación o como lo dirían los pobladores de la ciudad, el cause central por donde pasa los mejores barcos.

A la hora del almuerzo Glauber más animado se reunió con Gilberto y le contó su experiencia en el restaurante, él no le dio importancia, por el contrario le dijo que era cosas normales por la cercanía de la boda, que estaba seguro que Ligya solo vivía por él y nunca lo abandonaría, muchas veces había podido comprobar eso.

Quizás ella estaba lejana por no interrumpir su trabajo, pero que estaba de igual de emocionada. Al momento de que Gilberto le hablaba sobre este punto recibió la llamada de Ligya pidiéndole que la viera  en la tarde para escoger el modelo de las alianzas que utilizarían en la boda eclesiástica, irían con su padre aprovechando que estaba en la ciudad. Gilberto le reafirmó lo que le decía.
-Ves lo que te digo, son cosas tuyas, todo está, bien no te preocupes.

e*fe*f
El padre de Ligya era muy diferente al padre de Glauber, éste era un señor mucho más práctico, cordial con todos, su celular no dejaba de sonar en todo momento, hablaba de manera jocosa y era de aspecto bohemio, contrastaba mucho con la personalidad de Glauber, quien se desgastaba tratando de seguirle el paso a sus conversaciones, la política no era algo que él dominase, más bien le aburría, muchas veces cuando estuvo con él llegaba exhausto a su casa con tensión en la espalda. Ligya la pasaba muy bien con los dos, su padre era el centro de atención en todo momento, conocía la ciudad muy bien, saludaba a cada comerciante con afecto y camaradería. Cosa que nunca podía hacer su novio, era más bien de tipo cerrado.

Estuvieron caminando por un conocido centro comercial de la ciudad, llegaron a la tienda que Glauber escogió para comprar las alianzas, a Caetano, padre de Ligya, le gustó unas alianzas bastante sencillas y éstas fue la que a final escogieron, los jóvenes le agradecieron su buen gusto.

A Caetano le gustaba Glauber como esposo de su hija, anteriormente ella se liaba a buenos para nada que le daban dolor de cabeza, el último un mecánico vividor y jugador, así que cuando Glauber llegó lo vio como un verdadero ángel, aunque un poco soso para su gusto. Glauber era tan recto, que de antemano se sabía que jamás tendría problemas con él, nunca se imaginó a su hija envuelta con un sujeto así, pero bueno era una agradable sorpresa. Alguna vez jugó tenis con él, congeniaron muy bien, pero ciertas veces resultaba muy orgulloso y pretencioso, sus teorías del cuido de los detalles le inquietaban mucho, se decía para sí mismo -ya aprenderá.

Lo escuchaba hablar de esa forma tan apasionadamente que a veces lo compadeció. Tener todo tan estipulado en la vida sería para él un verdadero suplicio, además de una verdadera pérdida de tiempo, pero esto lo respetaba y si era así mejor para su hija, ya necesitaba  alguien que le pusiera en el carril. Casi nunca hablaba pero cuando lo hacía era de forma tan esteriotipada que a Caetano le parecía salido de cualquier libro de finanzas.  

La tarde terminó sin ningún otro inconveniente, terminaron en un café, el padre de Ligya propuso terminar celebrarlo con unos tragos, sin embargo, era inútil, Glauber no acostumbraba a tomar, así que hasta allí lo dejaron. Sentados en el café el sol se metía en el horizonte llenando la tarde de fuerte colores que alejaba de Glauber todo lo que antes pensaba.

La jungla de concreto se encontraba en su más alto nivel de actividad, los trabajadores volvían a su casas y el trafico se convertía en un verdadero caos, a lo largo de las calles los vendedores ambulantes dejaban poco espacio a los transeúntes, era un comercio informar que no se mezclaba ni se comparaba a los realizados en los enormes rascacielos que abundaban por la ciudad, las colinas tomaban vida y muy lejos las favelas tenían sus propios problemas que resolver.

Glauber ensimismado en su mundo desconocía un mundo aullante y suciamente competitivo, en donde las clases luchaban o simplemente se ignoraban del todo. La fuerte cantidad de dinero que gasto en su anillo seguro habría resuelto los problemas de muchos. Pero no era él culpable. Ni él la solución había en esta dinámica de ciudad algo que no podía utilizar la lógica sino más bien la visión del conjunto integro.

Su corazón estaba atado al de Ligya en algo que muchas veces se preguntó si sería amor. No era el tipo de felicidad desbordante pero sí era que le brindaba tranquilidad, amaba sus gestos, sus detalles, como era ella con él, lo cuidadoso de su trato, lo fino de sus modales. Se preguntaba si su madre estuviera viva apoyaría este romance.

 Claro que nunca le pediría consejo a una mujer que estaba ciega por el amor, como en efecto estaba su madre. Tantas veces luchó por este hecho que ya al final fue superior a sus fuerzas. La criticaba en silencio por dejarse llevar por la pasión y no por la razón. No es que fuera una mujer sin valor, en negocios era un pantera, pero en el corazón otra más del montón, su padre dominó siempre a su antojo. 



4 comentarios:

  1. Me alegra que te gustara; la vida de nuestro protagonista se complica mucho, presiente cosas que no estan bien, pero se empeña en no verla, Gracias por tu apoyo Fernando, es un placer tenerte con nosotros...Saludos.

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  2. felicidades por el segundo capitulo q bueno cada vez la cosa se pone mas intrigante q habra pasado en ese viaje a hizo ligya es algo q me tiene en suspenso pero buee veremos q pasa en proximo capitulo flicidades

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  3. Gracias, si la verdad muchas cosas estan pasando, la boda se aproxima, el nuevo producto, la familia, los amigos...y él cree controlarlo todo. Suerte a nuestro protagonista y esperemos el tercer capítulo que se llama, "Una extraña rivalidad" yo disfrutando mucho y cantando "cada dia por la carretera, noche madrugada entera y mi amor aumenta más" la canción de Roberto Carlos, canción presente en la historia. Saludos Alejandro y por favor no dejes de comentarnos.

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