Capitulo I: Anterior a la Boda



Capitulo Uno

1.  Anterior a la Boda




En la mañana, Glauber, se levantó con el sonido del despertador, un inmenso y brillante sol lo saludaba, lentamente abrió los ojos para adaptar la vista a la intensidad de luz. Sus brazos en alza estiraron todo su cuerpo, haciéndolo sentir lleno de una energía. Las preocupaciones de la noche anterior habían quedado atrás, parecía que, con el descanso que da el sueño, todo estaba más claro para él, su mente, de seguro, trabajó con la tregua. Se estiró de nuevo y agradeció internamente el que su novia le regalara sabanas de seda. Eran bastante acogedoras.

Se levantó de la cama y tomó un baño, esto lo hizo con todo el ceremonial de las mañanas: lavarse la cara; cepillarse los dientes; afeitarse la recién nacida barba; meterse a la ducha; secarse. Posterior a esto fue al closet en donde tenía sus trajes ordenados para cada día de la semana, los elegía previamente para evitar el retraso que daba el seleccionar la ropa. Nunca le daba importancia a este aspecto, simplemente escogía la que fuera más cómoda, procuraba que su tiempo no estuviera repartido en la manga de la camisa y lo ajustado del pantalón, consideraba esto menos que cursilería. Afortunadamente, contaba con su novia, y se sonrió por otra vez pensar en ella, para mantenerlo al día con estos detalles. Toda su vida le costó seguir los parámetros de la moda; una cosa menos que preocuparse en la vida.

Se preparó el desayuno, el cual consistía de  dos rebanadas de pan, un huevo frito y jugo de naranja. Todo en perfecto orden, como lo eran todos sus actos, incluso hasta el café lo tomaba con marcada severidad, el número exacto de cucharas de azúcar, para luego degustarlo con mucho placer, sentado en su terraza en compañía de su periódico y toda la vista de su congestionada, pero amada ciudad. A pesar de todos los días salir al balcón se maravillaba cada vez que se paraba. El tráfico de su ciudad era para él, canto de pájaros, lo cogestionada una nota graciosa. En fin, toda São Paulo, constituía su perfecto mundo.    

Conocía cada edificio de su sector. Desde su balcón con una mirada lo veía todo, sí algo cambiaba lo notaba de inmediato: incluso alguna vez llamó a uno de los edificios cercanos para indicarle que habían puesto uno de sus cristales en mala posición y que podría romperse. El dueño de la residencia se extraño y le dio las gracias; corrió a cambiarlo y él simplemente se sitio orgulloso, de nuevo su mundo volvía a estar perfecto. Sin ningún cristal con posibilidad de caerse; bajo ningún aspecto que pudiese turbar su concentración.

Leyó del periódico sólo lo que para él tenía importancia, no podía permitirse pasar tiempo ojeando cosas que no pudiesen servirle más adelante, le atañían los índices, la política, aunque poco le gustaba, y en especial entrevista a grandes empresarios; copiaba alguna de sus frases y las hacía suya, imitando incluso la pose, si salía una foto del empresario. Una noticia lo alarmó y la repasó con detenimiento, colocó la taza en una pequeña mesa cercana a él para poder leer mejor, se acomodó los lentes que utilizaba para la lectura, más después de leer algo de la noticia, notó que la reseña no lo implicaba ni a él ni la compañía en la que trabajaba; así que perdió el interés en ésta, se levantó, tomó las llaves del llavero, colgado muy cerca de la cocina y salió rumbo al trabajo.

Saludó al ascensorista como todos los días y delante de él se cerró la puerta del elevador, instantes después se volvía a abrir, mostrando la cara consternada de Glauber De Sá, abrió el apartamento y recogió la taza olvidada en la mesita de lectura, la lavó y la ubicó junto a las demás en la alacena, luego salió del departamento. Un poco contrariado por devolverse, no podía evitar sentirse así.

La mañana, en la empresa, estuvo bastante ajetreada con todo el nuevo cargamento llegado a las bodegas, algunos containeres desembarcaron lo que era la lance más arriesgado que la empresa hizo ninguna vez; sin embargo, esto constituía un nuevo reto para el joven futuro presidente de la compañía e hijo del único dueño, vestido de traje gris y corbata color vino con rayas azules, debajo una impecable camisa blanca de rayas, su sonrisa dejaba ver que, a pesar de ser este un día critico, parecía tenerlo todo bajo su control, caminaba con paso lento, por el largo pasillo de la bodega, disfrutando cada segundo, cerciorándose él mismo de que la mercancía estuviera un buen acomodo y lista para empezar la producción, con un cuaderno en la mano anotaba con empeño todo lo llegado, docenas de cajas requerían su más estricto control. Esta tarea la delegaba a  sus empleados, pero siempre bajo el ojo atento del buen amo. Parecía un general dictado órdenes y eso era, su empeño y decisión harían de esto en pocos años una de las empresas más importantes de todo el continente.

 Mientras revisaba lo acompañaba en su labor su asistente y amigo Gilberto Rocha, con quién desde muy jóvenes compartía una gran afinidad, ambos pertenecieron a la misma casa de estudio y parecían tener los mismos gustos en casi todo, empatía que se consolidó con el posterior arribo de los dos a la empresa que por años perteneció a la familia de De Sá. Para el padre de Glauber, Gilberto, era un excelente muchacho que podía ayudar como mano derecha a su hijo a llevar  tan grande empresa. Tenía un apego casi obsesivo al joven. Le parecía perfecto en todo. Sobre todo en venir de clase baja y llegar a donde llegó por sí sólo, cuidando en su paso de los suyos y de quienes quería, el Padre de Glaubel se sentía orgulloso en decir que ese joven era como él.

En los hombros de los dos, seguramente, quedaría el futuro de muchos trabajadores y hasta el de muchos negocios anexos, que dependían del desempeño de la rutina habitual en el comercio de esta Cosmopolitan y poblada ciudad,  la cual no parecía ser parte del gran país sudamericano.

Muy al contrario de otras ciudades brasileñas São Paulo era, vistas desde los imponentes rascacielos, un inmenso bloque de concreto y hierro, interrumpido sólo por sus incontables canchas de fútbol de arena roja, y al final de este marco gris las innumerables favelas apiladas una sobre otras, las cuales pululan por la periferia de la ciudad creando lo que se denomina “barrios pobres”, visión que contrasta con áreas elegantes escondidas detrás de un muro de concreto como resguardo. 

Pero para cualquier habitante de São Paulo, a pesar de los múltiples problemas que la aquejaban, esta era su ciudad y no vivirían en más ninguna parte del mundo más que en ella, así se asfixiaran entre los más  de dieciochos millones de personas que formaban la población de esta gran urbe mundial, en donde el problema del tránsito vehicular, la ratería, la violencia y los conglomerados habitacionales generan un verdadero caos vivencial. 

Quizás la suma de todo esto hacía de la metrópoli algo divino de apreciar. La ciudad que no se planteo con anterioridad, aunque los planos digan lo contrario, se retuerce entre cientos de calles que generan un aspecto bullicioso que, como pasaba en otras grandes urbes, hacían que  las clases pudiente abandonaran el centro de la ciudad y se fueran a las áreas verdes de las periferias, haciendo aún más marcado el distanciamiento de clases y un verdadero suplicio para cualquier líder.

En esta caótica pero interesante ciudad la actividad de la empresa De Sá era como un río, empezaba en la planta de ensamblaje y terminaba en una gran cascada de agua que impresionaba con la fuerza de su cause, entrelazándose en la ciudad; punto culminante de su delta. Muchas personas comenzaron a llamarlo el río De Sá a la par del río Tietê, que divide la ciudad en dos, utilizando una jerga fluvial para todo lo relacionado con la empresa. Los involucrados en esta actividad estaban pendientes de cuanto sucedía en ella y por supuesto la ascensión del joven hijo del dueño a la cumbre de la presidencia no era la excepción, los más viejos dudaban de la pericia para aumentar la escorrentía que aumentase el caudal de la empresa, llegando, incluso, a hacer apuesta sobre el desempeño del hijo de papá. No lo veían como cabeza de nada; pero quienes eran ellos para opinar era una sucesión monárquica que desde el nacimiento estaba establecida.

Para algunas personas al joven le faltaba la cordialidad de su difunta madre, estaba sumido en un mundo muy personal de lujos y comodidades, por lo tanto no se tomaba el tiempo para dedicárselo a cada uno de los ramales que lleva el río, aunque mostraba gran habilidad para los negocios, el saber acerca de toda la cuenca era crucial para el desenvolvimiento y éxito de la empresa, lo que más desesperaba a los pequeños integrantes de este “sistema fluvial” era que el llegar a él se volvía para algunas personas imposible, nadar corriente arriba, su estricta rigurosidad no dejaba cabida a ningún detalle humanista, muchos buscaba aún a su padre para pedir ayuda, o tratar algún problema concerniente a la dirección que necesitase un punto de vista menos riguroso, porque, para él joven, no estaba dentro de su mundo la realidad de saber disfrutar de las pequeñas cosas si se tiene un poco menos de lo que se requiere para adaptarse a este mundo.

Para él todo tenía una razón de ser y un punto de vista único, desde la compra de un  bolígrafo hasta la distribución de la mercaría a cada uno de los distribuidores mayoritarios, muchos comenzaron a salirse en pos de encumbramiento de Glauber a la presidencia. Su caudal se volvió muy negro y podrido para su tránsito, este tipo de agua llamaba las pirañas que sacan ventaja de un cauce descuidado. Para alimentarse de la carroña que sobraba de la falta de cuidado.

Para Glauber De Sá la realidad era otra, al final de la tarde con un bolígrafo entre los dedos, señalaba las últimas cajas almacenadas, dio gracias a Dios que fuese así. Hoy estaba especialmente apurado, pensaba que el tiempo le faltaba a la hora de poner detalles sobre la boda que pronto se llevaría a cabo. Afortunadamente todos los pormenores de ésta estaban a cargo de su futura esposa, quién por ser hija de uno de los hombres más poderosos de la ciudad y con gran cúmulo de matrimonios fracasados en su haber, conocía de sobra los menesteres de una unión nupcial. Así que en cuanto hubo terminado de dejar todo concordado, se dirigió a su hogar sólo para cambiarse y reunirse con su prometida en un restaurante exclusivo que anteriormente habían reservado para esta noche.

Mientras se realizaba el casorio, vivía en el departamento de soltero en la zona central de la ciudad. El interior de éste era bastante severo, al igual que todo él, la pequeña sala se hallaba ubicada al frente de los grandes ventanales que daban paso a la terraza, sitio donde esta mañana se tomó el café y que mostraba una vista al casco más nutrido de la ciudad, los muebles eran de color gris al igual que casi todo el resto de las cosas, todo colocado en su justo lugar. Poseía el departamento una cocina muy pequeña datada con lo necesario, en conjunto distaba mucho de ser de aspecto étnico, sino que por el contrario ostentaba el aplomo de una decoración vanguardista. Glauber al entrar colocó las llaves en el llavero que colgaba justo al lado de la puerta y siguió hasta el cuarto, ya estando ahí, se desvistió y puso con cuidado la ropa sobre la cama, cuando iba a meterse en la ducha, escuchó el teléfono sonar.
Rayos! - exclamó, no le gustaban las interrupciones de su autómata ciclo diario. Era dueño de una propia manía de suministrar el tiempo como sí de  una despensa escasa se tratara. Siendo avaro, con cada minuto de su vida.

Con lo ajustado de tiempo y ahora debía contestar lo que quizás era una molesta llamada. Pero para su sorpresa era su amigo Gilberto Rocha, le pareció muy extraña su llamada, casi nunca lo hacía, sí algo tenían que hablar lo hacían en el trabajo; sin embargo, no fue tan rara la llamada como lo fue la conversación en sí, le preguntaba donde quedo en verse con su novia Ligya, él le indicó el sitió y luego éste se despidió y colgó.

-Qué raro- se dijo y quedo pensativo un rato, mas luego se le olvido al darse cuenta lo atrasado que estaba, salió corriendo al baño. Le quedaban sólo pocos minutos de los que llevaba programado. Mientras se bañaba pensó en colocar otro estante a los ya existentes, era altamente irritante el tener que tener el jabón y toalla en una misma repisa, pensaba  que debía ir posiciones tal que permitiera  al que se baña tomarlo sin que para ello rozara la toalla. Hubiese deseado tener la pieza que faltaba para reponerla en ese mismo momento.

Para él quedaba claro que la implementación del orden era la única salida al caos, la resolución era inversamente proporcionar al desconcierto producido por los pendientes y en cualquier situación los imponderables sólo un mal manejo del tiempo y finalmente la crisis un producto de la falta de coraje en la toma de decisiones. Era así sin más, vivir para crear y crear para vivir. Se sentía orgulloso al pronunciar estas palabras. Que lo conceptualizaban de sobremanera.

Una vez en el carro, se serenó un poco, o por lo menos lo que el tránsito de la ciudad le permitía, ya sólo tendría que llegar al sitio señalado, le quedaban apenas pocos minutos para estar puntual, cualidad que había perfeccionado con el tiempo, desde que era chico la corrección era su norte y eso se notaba en su buen vestir y cortesía con la que siempre se había caracterizado. Respiró profundo y sacó de su bolsillo un pañuelo con él que se limpió la cara, se miró en el retrovisor y se dijo a sí mismo que ya estaba listo.

Al mismo tiempo que conducía, pensaba en asuntos pendientes con la empresa, llamó a su padre y conversó con él sobre los adelantos que se generaron esta mañana. Obtuvo el visto bueno de la operación,  cosa que lo alegró enormemente. Un escalón más, hacía la aprobación de su padre. Soñaba con este particular, el consentimiento en todo lo que hacía, y de quién más que su mentor y modelo a seguir. 

Era evidente que la constancia y disciplina era lo único que para él daba fruto, su mente se amoldó a la idea de pensar que los errores eran sólo fruto del descuido de los detalles, cosa que él trataba de evitar a toda costa. La improvisación sólo llevaba a la anarquía y a la pérdida del control en los actos, todo estaba esquematizado para obtener el máximo rendimiento y esto es aplicable a todos los aspectos de la vida, paciencia y constancia en los trances es lo único que lleva a la realización de los objetivos, el involucrar  los sentimientos sólo confunde el escenario y lejos de ayudar perjudica la calidad de vida de los partícipes; implicándolos en un interminable hilo de reacciones que sólo lleva a una misma conclusión, el mangoneo en problemas ajenos a tu responsabilidad, lo cual constituye el inicio de un estado de zozobra. Quizás pudiese aparecer algún elemento ajeno al orden que pudiese poner sabor a lo establecido, pero seguro con riguroso diseño de actuación éste es sintetizado al mínimo y no pasa de allí.

En el estacionamiento del restaurante recibió la llamada de su novia, le pedía que la disculpara pero no podía llegar a la cita convenida.
-Y lo dices hasta ahora que estoy en el sitio- reclamó intensamente.
-¡Perdóname! Sí, - le suplicaba ella- pero salieron algunos inconvenientes que requieren mi presencia, tú me entiendes.
-Está bien, pero ya que estoy acá cenaré yo solo, lo veré como un repliegue temporal de actividades y nada más- colgó y se sintió un poco decepcionado cuando entró al restaurante, no quería pensar que pudo haberlo evitado de alguna forma. Pidió lo de siempre. Se lamentaba de esta falta de seriedad de Ligya en los compromisos dejarlo esperando en una comida era,  para él, una de las cosas más detestables y terribles que persona alguna pueda hacer alguien, digno de un severo castigo. Pero una vez que hubo traído la comida su furia pasó un poco y se sintió mejor.

Después de la cena se retiró a su apartamento, necesitaba poner en orden ciertos papeles que necesitaría mañana, aún no podía hallarle solución a la distribución del material, estimaba poner en la Web su producto, pero aunque recibía asesoría sobre esto, no se hallaba cómodo poniendo el futuro de la empresa en este tipo de ventas, llamó a su asistente para hablar con él, era algo relacionado con la contratación de nuevo personal, no quería perder tanto tiempo en este particular y necesitaba que Gilberto se ocupará a primera hora de esto.

 Se sentó en la terraza con los papeles de la  improvisada oficina que utilizaba cuando traía trabajo a casa, lo cual era habitualmente. Tomó el celular y contactó a Gilberto, de primer momento no podía hablar con él, debido a que la bulla era infernal, música salsa se escuchaba al fondo, rió imaginando a Gilberto tratando de hablar para contestar su llamada entre el bullicio.
- ¡OH! Perdona no me di cuenta de la hora, estaba tan metido revisando estos papeles que a veces me olvido que las personas tienen otras actividades- se disculpó Glauber, un poco apenado por la situación que se encontraba, pero Gilberto le dijo que no importaba, que ya se estaba yendo del lugar, una voz femenina se oyó al fondo, lo que puso más sonrosado a Glauber y se volvió a disculpar, al final comentó con Gilberto su idea y estuvieron de acuerdo, luego colgó y siguió trabajando.

Marcando en rojo aquí, en azul allá, cada vez que llegaba a una llamada a realizar se sentía afectado. Miraba el reloj intentando darse animó que hoy nada podría hacer. Parecía tener el eje del mundo en sus manos. Nada podía avanzar sin él.

Al día siguiente, a la hora exacta de entrada, se hallaba Glauber en la empresa, le encantaba todo el trajín que implicaba el comienzo de las actividades, para él este trabajo y su novia constituía su única fuente de distracción; además del tenis que practicaba muy de vez en cuando acompañado de su amigo Gilberto, que por suerte no era amante de fútbol como todos los demás en la ciudad. El conocer a Ligya fue un golpe de suerte para él, a pesar de ya estar cercano a los treinta, sus experiencias en este departamento no habían sido del todo satisfactorias, primero porque necesitaba terminar sus estudios lo más pronto y luego que los terminó por lo absorbente que era el trabajo de la empresa, pero un día jugando tenis Gilberto le presentó esta joven y desde el momento que la vio no hizo sino pensar en ella.

En seguida que la  conoció la invitó a salir, y desde entonces se hicieron inseparables, eran como almas gemelas que se encontraron un día y quizás nunca más se separarían de nuevo, al principio fue ella que llevó la relación a niveles más elevados, pero luego él se enganchó y continuó con las riendas de ésta. Se veían muy a menudo y ella quedo fascinada con las atenciones que él le propiciaba, era caballeroso y unos de los mejores partido que pudiese encontrar, además estaba de acuerdo con su trabajo de modelo que era lo más importante para ella.

 Ligya era perteneciente a una de las familias más importante de la ciudad, aunque últimamente venida a menos por las excentricidades del padre de ésta, que en todo momento ocupaba los encabezados de la prensa con sus múltiples amores con personas no adecuadas siendo él uno de los parlamentarios más queridos por la gente, quienes le seguían tras sus descabellados amores y desamores, era un hombre bastante carismático con tres matrimonios hasta ahora, Ligya era hija de su primer matrimonio y único que según él, le dio satisfacciones, ahora mismo salía con una joven estrella del espectáculo, que enervaba a Ligya, la trajo un día desde Río de Janeiro y ya llevaban seis meses juntos, siendo la comidilla de toda la ciudad, primero por lo joven de esta y luego por el olor a puta que destilaba.

Glauber aunque no entendía ni aceptaba esto, trataba de mantenerse al margen de los acontecimientos, como era su costumbre, se sentía enamorado de Ligya y era todo para él, compartían muchos gustos. La afición al tenis, una vida juntos y sobre todo su pasión por el trabajo, ella  era una muy bonita modelo de ropa de catalogo y siempre estaba tratando de destacar en ese campo, su logro más significativo y momento que él estuvo presente fue un comercial de televisión que hizo promocionando lencería fina, recibió muy buenas criticas por su trabajo y, en ese momento, Glauber supo que nunca la dejaría. Luego vinieron propuestas para trabajar en otros eventos y ulteriormente Europa le abrió sus puertas.

Glauber se sentía orgulloso de todos los logros alcanzados por su novia, aunque no dejaba de sentirse abandonado y preocupado por lo seguido de sus viajes al exterior. Así que otro día la invitó a cenar y le pidió que se casará con él, ella lo pensó un poco y luego le dijo que sí, abrazándolo fuertemente, él también dio la fecha lo que a ella pareció muy poco tiempo, sin embargo, esto no le preocupaba a Ligya, sino que por el contrario le apasionaba la idea. Sentirse casada y no repetir los errores de su padre.

Puso un cese a su trabajo de modelo internacional y sólo se dedicó a desfiles y presentaciones dentro del país, decisión que celebró Glauber, no le gustaba estos viajes de Ligya hacía otros continentes. Esperaba que ya casada su actividad disminuyera. Aunque no habían hablado del asunto él esperaba tener hijos lo antes posible. Tenía dispuesto que para las próximas vacaciones podría dedicarse a ellos, ya que faltaba once meses, calculó dos de  convivencia, los nueve de embarazo y justo en vacaciones el parto para lo cual se quedaría con ella, a los cincuenta quería ser abuelo. Ni un año más. Esperaba ser un abuelo cariñoso.

Al medio día Glauber y Gilberto se hallaban sentados en el comedor hablando acerca de lo complicado de los negocios en la Web, vieron venir a Ligya, nunca llegaba hasta la planta, así que a Glauber le extraño, la bella mujer de mirada intensa y caminar pausado levantó una algarabía en el área, gritos que tuvo que calmar Glauber, le dio un beso y notó su mirada algo cansada, se notaba que estuvo llorando, no quiso preguntar el porqué, ella estaba algo nerviosa. Él se imaginó que sería por lo cercano de la boda, parecía mentira que únicamente faltaran contadas semanas, seguro iba hacer el pandemonio, así que atesoraba una actitud diferente, se lo tomaba con calma, por lo menos hasta ahora. La invitó a la oficina y hasta allá lo siguió Gilberto.

Ligya comentaba todo lo respectivo a la boda, aún quedaban mucho detalles de que ocuparse, desde la flores hasta el pastel, incluso había dejado muchos de los aspectos más importantes para el final, pero lo que vino a hablar con Glauber, era la posibilidad de un trabajo en Colombia, este fin de semana, lo que pondría las cosas más complicadas. Glauber cambió su rostro, no le causaba mucha gracia que su novia estuviera fuera días antes a su boda, pero Gilberto lo tranquilizó, diciéndole que estaría bien que nada pasaría.
-Pero… ¿Colombia?- preguntó algo extrañado Glauber, había escuchado muchas cosas sobre la guerrilla y el narcotráfico; visión errada del país. Tenía en su cabeza, guerrilleros con armas y sombreros verdes; carros en llama, en fin todos los prejuicios de alguien que nunca ha tenido una opinión personal acerca de nada.
- No quisiera que fueras sola ¿Quién te acompañaría?
-Lo harían  socios de la agencia para la que trabajo, es una buena oportunidad y no la desaprovecharé- dijo tajantemente Ligya, lo que hizo sacar de quicio a su futuro consorte. Y fue de nuevo interrumpido por Gilberto.
-Sí, quieres yo la puedo acompañar, quisiera tomarme un descanso y esta oportunidad sería muy conveniente y así me cercioro que tú prometida no corra peligro y paso unos días de relajación fuera de ti.
-¡Perfecto!- grito Glauber- No se hable más del asunto – y dio la mano a su amigo, un sujeto muy bien parecido, de ojos azules, facciones finas y gran elocuencia al hablar, capaz de comerse el mundo en una sola bocanada.

Glauber se sentía muy bien, desde que conoció a Gilberto, y aunque coincidían en muchas cosas, había aspectos de su personalidad que le disgustaba, entre ellas su afición a los juegos de envite y azar casi rayando en lo ludópata, era dramática la forma en que su rostro cambiaba cada vez que de apuestas se trataba. 

Era de procedencia humilde, e innumerables veces Glauber lo acompañó a la casa de sus padres, una favela ubicada en unos de los sitios más pobres de la ciudad, por más que él insistió nunca quisieron mudarse de allí. Esto lo veía Glauber de muy buen modo, le parecía muy correcto este proceder, digno de una persona equilibrada a su parecer. Aspecto que resaltaba cada vez que lo presentaba o hablaba de él, su gran calidad humana. Era una persona excepcional. Como muy pocos él conoció. Y se sentía afortunado de considerarlo su amigo.

En todo el día Glauber no hizo sino pensar en el repentino viaje, dio de nuevo las gracias a Gilberto, seguro estaría más calmado con él allí. Miró de nuevo su oficina y el gusto que se sentía allí. Amaba su escritorio, sus cuadros, su ordenador y hasta sus bolígrafos.

El día terminó sin mayores pormenores, la mercancía aún esperaba ser desembalada, debían esperar el tiempo justo en que la producción estuviera lista, mientras esto pasaba Glauber seguía metido en la computadora tratando de ponerse al día con este nuevo proyecto del que algunas veces dudaba; pero estaba dispuesto a triunfar en este nuevo reto y nada lo podría frenar. Hurgaba entre el ordenador cualquier error que le frustrara sus propósitos, ayudándose con el experto.

El sábado temprano en la mañana llevó a Ligya  y a Gilberto al  aeropuerto, se despidió de ellos efusivamente, luego se apresuró a llegar a la empresa, debía estar pendiente  de ello todo el tiempo, en la tarde paso por el sastre mediándose el traje con que casaría, pensaba que luego quizás no habría tiempo. En el taller del sastre se paró en una habitación habilitada con tres espejos, se deshizo del traje que traía puesto, luego se colocó el esmoquin y por primera vez se vio vestido así, se emocionó por lo que pronto sería el comienzo de su felicidad al lado de Ligya. Su padre estaría orgulloso de él y se afincaría más en la dirección de la empresa.

Era el sueño de toda su vida, estar casado y ser presidente de la gran empresa que un día heredaría de su padre. De quién trataba de copiar todas sus peculiares mañas, desde la forma de saludar, hasta la forma de despedirse. Lo amaba realmente por todo lo que significó para él. El verse vestido así era indudablemente la guinda del pastel de una impecable vida que su padre soñó para él.

A pesar de ser esto cosa de mujeres, como bien se lo repetía, estaba, realmente, lleno de emoción. Incluso habló con el sastre, quería que su padrino se hiciera el traje con él, lo consideraba excelente desde todo punto de vista.

Se miró vestido, como muñeco de torta, se sentía dueño del mundo y en ese momento lo era. Imaginaba a todos los altos empresarios que invitaría a la boda felicitándolo por la excelente vida, que a costa de sacrificios y de escuchar los buenos consejos que todos le daban, se había hecho. Sin mácula alguna, siguiendo los pasos correctos que la vida había tomado para él. Estaba en la cumbre. 

 

7 comentarios:

  1. buen comienzo.
    este chico es algo temático y loco con las cosas jejeje pero su amigono se me da malas espinas con la su futura esposa hay algo extraño alli desde q lo llamo para saber donde se veria con su esposa, juummmm y ahora ese viaje a colombia con ella, ahyyy muy extraño

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    1. Gracias amigo por tu comentario,esperemos el segundo capitulo, es su futura esposa, él sabra que hacer, digo yo, de todos modos estemos pendiente, quizá ese perfecionismo le lleve solo a la hecatombe....proximo capitulo Miercoles 14 de Marzo...Saludos a todos.

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  2. Es excelente que tengas un modo de narrar que hace que la lectura de la novela no sea tediosa..... y ok concuerdo con Alegonzales y es que el tipo es maniático eso si jajaja y también tengo cierta duda de que algo salga bien de ese viaje a colombia de la novia con "el amigo" pero bueee si algo es seguro es que lo seguiré leyendo !!
    !!

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    2. Gracias Jesús por tu lectura, bueno existen muchas personas así, obsesionadas por el orden y con tener toda su vida bajo control, son dueños de todo lo que sucede en su mundo, eso no está mal... solo que a veces...suceden cosas..

      Espero tenerte en los comentarios del blog, y bueno que disfrutes de la novela...saludos. Próximo capitulo el Miércoles...que vamos por el Nueve.

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  3. La lectura se hace muy amena y la descripción de los personajes se hace cercana. Reconozco en personas cercanas esos comportamientos en los que intentan demostrar el control de sus vidas y situaciones de manera obsesiva.
    Te seguiré leyendo¡¡¡

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    1. Si, es común encontrarlos por ahí, controlando todo, viviendo estresados, nuestro personaje descubrirá de una manera brutal, lo impreciso que es la vida, muchos cosas no están bien, es incapaz de verlo y pagara el precio.... espero continúes leyendo...y nos comentes. Saludos David. =)

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