1. La Gran Vía del Norte


Capitulo I

1. La Gran Vía del Norte

La gran carretera se pierde en el infinito del lejano horizonte, la bordean grandes árboles de diferentes especies; entrelazados con éstos  muchas plantas silvestres de menor tamaño que ostentan flores, aunque pequeñas, de modesta belleza; piedras salidas de la tierra y senderos anexos que se pierde en ondulantes vías.

Al imponente paisaje le sirven de fondo algunas nubes y grandes montes de un color rojo fuego, fuego ardiente como la misma tierra que los bordean; pero nada que, agregando algún extraño toque, pueda quitar la triste soledad, la cual se hace constante durante toda su extensión, causando en el pecho de cualquier transeúnte, que descuidadamente allá llegado a su dominio, un vació que persiguiera tragarse el corazón. En la escena, el sol se oculta en la distancia provocando un atardecer radiante que se despliega en colores  rojos, naranjas y morados opacando los ya existen tonos del ambiente natural y dándole a todo el cuadro el  color surrealista de la añoranza misma.

Carretera de Albany, Australia
A medida que esto pasa, la sombra avanza dejando algunos rayos colados por las nubes pereciendo destellos que se abren agonizantes, pero que aún bañan las secas arenas, barridas por ráfagas del viento provenientes del mar y por las ruedas del auto del Brujo que, a su paso, va dejando una verdadera nube de polvo y que pronto es atravesada por las motocicletas de sus otros compañeros de juerga, todos gritando ante la imposibilidad de respirar ese aluvión que baña el aire.

 Los corredores prosiguen, bajando sus gritos y recobrado un poco de la razón perdida en una de esas carreteras paralelas a la Gran Vía, y así como llegaron, al desolado cuadro, así mismo se pierden en la inmensidad del camino tantas veces recorrido por este grupo, les queda poco tiempo para llegar al punto de reunión antes que la noche los alcance, las ráfagas de vientos han bañado toda la carretera de tierra y sus rueda apenas tocan la Gran Vía, nadie quiere quedarse atrás y tragarse el polvo esparcido por los otros, nadie quiere ser el último, las motos rompen su formación y varían en moviendo zigzagueante, haciendo piruetas alrededor del auto color mostaza, decorado con flamas que, a manera del explosión, salen desde la parte delantera del  propio y llegan hasta la mitad, Bass líder del grupo se pega al auto y da una patada previniéndole que debe dejarlo pasar. Todos ríen ante la astucia; mas nadie reclamaría.

Tal cual, como la tarde muere, la música de la noche comienza como tambores sonados con mucha furia, llamando al viento frío que, rápidamente, espanta el calor de toda la tarde y encuentra a la banda de Bass en la gasolinera de Joe, el único lugar que encontraras en “La Gran Vía del Diablo”, como es llamada la carretera del norte, con su única torre que se alza varios metros y una casucha donde venden lo usual encontrado en la ruta de cualquier sitio de éstos, lo atienden Joe su propio dueño y un sujeto muy callado, de aspecto desaliñado, con ropas sucias llamado por todos “Salvaje”, la historia de él hace mucho la olvidaron, es empleado de Joe y es todo lo que necesitan saber.

El ruido de la natural música sirve de escenario a los cinco hombres quienes beben cervezas pegados del carro color mostaza; que mezcla su color con tonos terrosos de lo viejo y roído, todos están mirando al hombre sentado en el capo del automóvil, sus conversación un poco en broma y en serio describen La Gran Vía del Diablo o Vía del Norte, una desviación utilizada muchas veces como atajó a las cinco horas de camino que le llevaría por la ruta 30, desde Albany hacia la ciudad de Perth en el oeste de Australia.


-Esta vía es lo más bello que he visto en toda mi vida, parece la puerta al infierno,  siempre se ven animales muertos dejados por todo el derredor- cuenta John “El brujo”, un sujeto de más de treinta años y de corte de pelo al rape, toma su bebida, se acomoda los lentes de cristales azules y prosigue su relato- se que no lo pidieron; pero les contaré una vez más lo impresionante de esta vía, comienza desde la maldita localidad, en la plaza 3 de Junio, con la efigie de un aborigen oteando el horizonte, la estatua tiene la mano puesta en la frente haciendo las veces de una visera y en la otra una gran vara, su expresión deja ver a quien deja el pueblo lo alejado que esta la gran ciudad y que sólo los dioses los protegerán después de pasar por su bifurcación, a menos que lleven algo para ampararse, allí comienza el sendero que sólo veras por dos horas y media, un monótono pasar de árboles más o menos iguales. Contadas son la vallas de aquí a la conexión con la ruta 30, la primera la de “Shell”, punto de la primera desviación hacia las cercanías de la lagunas y lugar donde se encuentra la casa rodante del gran Wade Davis conocido como Bass y ubicado aquí a mi lado- lo señala con ambas manos, haciéndolo sonrojar, todos ríen y el Brujo, con un toque de picardía, continua- pero no es allí donde vamos, así que sigamos, no podrás ver más nada de la gran vía, porque viene el monte del elevado que culmina al final de los depósitos abandonados del gran almacén y la segunda valla, de allí en adelante solo a 25 minutos hasta la gasolinera de Joe, donde nos encontramos y luego una recta que entre ascensos y descensos llega a la alta la  colina de donde divisaras los montes que bordean la gran ciudad del lago, con su puerto y sus lindas chicas, -hace con la manos una curva en forma de cintura de mujer, y saca un mapa dibujado con lápiz que guarda en el bolsillo, señala un punto en la hoja.

Aquí- comienza hablar Adams, el más joven de los cinco, de pelo rubio y con dos aretes que enmarca su cara de chico malo, - nuestro dolor de cabeza, el jodido puesto de policía.
-Sí,-  interrumpe el Brujo, moviendo la cabeza de lado a lado  -a pocos minutos de aquí, siempre están tres efectivos en la casucha de vigilancia o cerca de las señales que colocan en la carretera- en este punto observa a todos los presentes, le gusta sentirse el centro de atención.-Nuestro segundo punto de peligro; el desvió hacia el norte, una encrucijada, y para mi,- colocó su mano derecha en el pecho, arqueando la palma -la única posibilidad que tenemos de atacar en la noche es sólo desde la alta colina hasta los montes –llegado a este momento hace una reflexión- aunque no me parece del todo acertado, allí es donde la vegetación es espesa,  podremos estacionar la camioneta y las motos en  la cuesta - y concluyó con una reverencia hacia Bass- a menos que él tenga otra solución- y lo miró a  los ojos.

-¿Qué dices Brujo? Yo noo tengo ninguna objeción, ahh si una sola cosa, si esto es para ti lo hermoso… supongo que habrás visto muy pocas cosas en tu vida, este sitio te tragará vivo hasta que de ti quede sólo un sucio esqueleto comido por la arena en la gran Vía del Diablo y formes parte de todos los animales que ya describiste- le contestó Bass, hombre blanco con el pelo poco más arriba de los hombros, de treinta años y de facciones muy marcadas para su edad, lleva siempre unas gafas de colores, azules, rojos o amarillos, hablaba con la tartamudez impertinente que utiliza cuando quiere llamar la atención:
 – Aunque… se me ocurre algo que pudiese ser más eficaz- todos rieron porque, aunque tratara  de disimularla, conocían la astucia de Bass para planear cualquier robo- si nos ponemos antes de hacer el cambio de la siguiente guardia en este condenado punto- y con el fondo de la botella apunta el mapa que tiene el Brujo en la mano- podremos retrasar un poco el relevo, y eso nos dará tiempo para abordar el camión y apuntar el conductor, “pedirle el favor que habrá atrás”, sacamos lo que podemos haciendo sólo énfasis en el objetos de mayor valor y burlar a la policía, ayudados, claro está, por los matorrales que allí son altos, evitaremos que nos vean hasta que ya sea muy tarde.

-¿De veras crees que podrás hacer eso sin  llamar la atención de la policía?- Interrumpe Adams-;  aunque lo hemos hecho, antes era sólo en rapiñas menores…-quedo pensativo, luego agregó-, eso sin dejar de pasar por alto, que la policía anda tras de nosotros, en toda la ciudad se habla de los “Piratas de la Carretera”, desde aquel fatal accidente con la Sra. Phelps.   

.-¡Cállate Adams! Tú lo has dicho, fue un accidente, recuérdalo- dijo  Mod, el más volátil de los cinco, vestido con el gorro pasamontañas, el cual, algunas veces, hacia a las personas que lo conocían, preguntarse si tenía cabello, debido a que era todo un secreto; y la barba en forma de candado, tomó a Adams  por la camisa y lo alzó- si vuelves a repetir eso te mató, ¿Tú me entiendes? sí no estás de acuerdo por lo expuesto por Bass te puedes marchar a joder a cualquier otro lado, pero no esperes que te demos parte del botín, y anda a ver si el sueldo que te pagan en la empresa te alcanza para el mes, grandísimo hijo de puta- lo soltó y todos trataron de calmar a Mod.
-¡Bueno, bueno basta ya!- grito Bass- tenemos que, antes de matarnos entre nosotros,  ver cuales son las posibilidades de planear una huida si algo sale mal, podremos meternos hasta la laguna y llegar a la casa rodante, tendremos que meter algunas ropas en la camioneta, para irnos a la vecina localidad-la senda que señaló se abría por todo el sitio hasta llegar a la laguna, mientras movía una astilla que siempre traía en la boca- cruzaremos en la cueva del perro, en este terreno nos separamos y volvemos al trailer, si nos siguen no podrán probar que somos nosotros. Adams y Mod vigilaran, se colocaran en el elevado, mientras que El Brujo y yo daremos el golpe, nada podrá salir mal. -Dijo esto y tomó el último sorbo. Luego tiró contra la carretera la botella vacía que estalló en mil pedazos, los gritos de Joe no se hicieron esperar, todos rieron y salieron formando curvas que levantaban aún más polvera, se despidieron de Joe:
-Nada saldrá mal Joe, lo afirma el gran Bass- fue lo último Bass dijo.

La noche continuaba, haciéndose la música más estridente, se fueron a una taberna de la localidad, donde, a menudo, se reunía toda la escoria de la ciudad, allí tomaron y fumaron hasta muy entrada la noche, el ruido del lugar era infernal, pero sus mentes no podían coordinar nada, el golpe de mañana era algo demasiado riesgoso que no habían hecho desde que empezaron a robar en la Vía del Diablo, la banda interceptaba la victima cerrándole el paso y obligándolos a orillarse, una vez allí los apuntaban con una pistola, todos se cubrían  para ocultar la cara con pasamontañas de color negro, esto, para todos, era poco más que un juego que acababa con lo cotidiano de la región.

Sin embargo, hacía  dos semanas que dejó de ser así; tras escuchar por casualidad dicho, por el mismo camionero Steve Ashton, en esta taberna algo que cambiaria sus vidas. Hablaba en esa oportunidad de como el banco atravesara serios problemas con los blindados e iban a utilizar su camión como medio de transporte para trasladar mucho dinero hacía la gran ciudad, el Gigante Rojo, como llamaban a Steve Ashton se vanagloriaba de lo arriesgado de la operación.

La música en la taberna de Tom era ensordecedora y los cuatro jóvenes drogados no paraban de gritar en el lugar, a ellos se le unió Joe, después de cerrar la gasolinera, a su llegada la risa del delgaducho invadió todo el lugar, el color de su piel era de un blanco anormal y su delgada tez hacía parecerlo una persona consumida, su aspecto era de un aquejado con alguna enfermedad crónica. Se sentó al lado de Adams, éste atrajo hacia si de la bufanda hasta hacerlo perder el balance de la silla, mas no cayó, se rieron los dos, eran muy amigos de mucho tiempo antes de unirse a la banda de Bass.

Tom, barman y dueño del local, conocía muy bien a estos revoltosos, unos buenos para nada que sólo venían aquí a formar escándalo, de todos únicamente el Brujo terminó estudios; pero cayó en las drogas y se unió a esa cuerda de calcinados que no podían tramar nada bueno, con sus mediocres empleos, de modo que no les despegaba la vista de encima.

La camarera del bar se le acercó a Bass y comenzó a bailarle en el regazo de forma lasciva, todos comenzaron a seguir con aplausos la canción para proseguir el espectáculo, traía sólo una franelilla muy corta y un pantalón de color blanco, igualmente de corto que la franelilla, Bass la tomó de la cintura y arrancó la pequeña blusa quedando la joven con el pecho al aire, comenzó a lamerle los pezones, todos los cliente del bar formaron una alboroto en el local lo que hizo salir a Tom de su guarida con expresión furibunda; no obstante, esto ya se lo temía.

-Es mejor que te calmes Bass, éste no es un bar de ésos que acostumbras a visitar - tomó a la joven por el brazo, asiéndola con fuerza y trayéndola hacía así
-Y tú, compórtate- le gritó a ésta.  
-Suéltame sabandija- la joven mesera dio un empujón a Tom -no eres mi papá, para venirme a gritar-. Bass se paró y dio un golpe sorpresivo a Tom que calló de bruces.
-Maldito desgraciado, deja a tú hermana, ya está grandecita,- gritó Bass, visiblemente drogado y alterado -¿Qué te traes? ¿Quién te crees?- le cayó encima y comenzó a golpear con furia una y otra vez.

 Todo en el recinto gritaban, a la pelea se unieron otros camareros y los amigos de Bass, con exención del Brujo que no era un tipo de peleas, solamente se quedó en un banco viendo como espectador lo que estaba ocurriendo, con el ingreso de nuevos púgiles la contienda se amenizó con botellas y sillas, las demás personas salieron corriendo del local, alguien llamó a la policía y toda la banda decidió huir, antes de irse pegaron las sillas contra un gran ventanal, que se hallaba en el frente del loca, haciendo pedazos el cristal, el que voló por toda la calle. Salieron gritando como sí fueran una horda de hienas del desierto y haciendo sonar los tubos de escapes de sus vehículos.

Bass se hallaba perturbado, mientras corría en su motocicleta. Tom no era de su agrado y ahora menos que antes, ya que le quitó una conejita que tenía casi segura. Esa perra sería suya tarde o temprano, se decía, los demás lo seguían muy cercano haciendo zigzag por la carretera que bordeaba la ciudad, la pelea los puso muy agitados, decidieron terminar la noche en el viejo faro junto al muelle, compraron bebidas y recogieron a unas íntimas en una taberna cercana, conocían toda la ciudad y sitios circundantes.

Este mal humor de Bass lo acompañaba siempre o por lo menos desde que llegó en su casa rodante, hace diez años atrás, cuando se estacionó en uno de los aparcamientos de la ciudad, nadie sabía de donde llegó ni que pretendía, la ciudad nunca tuvo una casa rodante estacionada por ahí, todos lo hacían en el sitio destinado para esto, así que todos los altos mandos de la ciudad de Albany se pusieron de acuerdo para evitar que cualquier remolque se ubicará en zonas urbanística, llegaron con papeles para desalojar al indeseado inquilino.

Bass los enfrentó y conocieron por primera vez el ímpetu del recién llegado, se enfrentó a cada uno de los allí presentes, día tras día, luchó con policías, dueños de locales y ediles de todo tipo, hasta que se cansó y se mudo a una laguna, ubicada en los linderos de la ciudad, desde allí se hizo conocer por su Harley Davidson: (Fxstbi Sotftail Night Trarind) y su taller, una verdadera cuna de ratas.       

El húmedo ambiente en el faro, ubicado en la entrada del puerto era calmado, una brisa muy fresca soplaba, haciendo sentir que la música en la naturaleza se hacía monótona, las olas se oían furibundas cuando estrellaban con las rocas y silenciosas cuando se retiraban, toda la banda se estacionó cerca de una especie de malecón que construyeron para proteger el viejo faro, buscaron troncos secos en varios lugares cercanos para hacer una gran fogata.

Faro de Albany, Australia
No obstante, toda esta actividad no disminuyó la cólera de Bass, que sólo pensaba en vengarse, el Brujo trató de calmarlo recordándole el “trabajo” que tendría mañana en la noche y para ello se hacía imperioso estar en sus cabales y no debían perder el tiempo en tonterías, Bass no le gustó el reclamó y lo empujó hacia las piedras del malecón, todos corrieron a parar la locura de Bass, pero éste se encontraba muy tocado y posiblemente era presa de un mal viaje.

Cuando Bass se ponía así lo mejor era dejarlo tranquilo hasta que se le pasará, todos le huían porque ya conocían estos ataques, parecía poseído de pura ira. Nada lo apaciguaría hasta que se quedara dormido, otras veces trataron  de detenerlo y lo único que hacía era empeorar su condición. Así que lo sentaron e hicieron como sí no estuviera ahí. Pasado cierto tiempo Bass se quedo dormido, todos reían del “Hulk”, pero nadie se atrevía a ofenderle a su líder, sabían que él podría despedazarlo si le antojaba, la furia de hace diez años aún se manifestaba en él.

Los jóvenes reían alrededor de la fogata  colocada en una gran pipa vacía que se encontraba en el lugar. Al fondo se observaban las grandes chimeneas de empresas. Con sus motos organizaban carreras y hacían unas que otras cabriolas, todo esto destinado a bajar la adrenalina en sus cuerpos. Las jóvenes aunque nerviosas sentían también el poder euforizante que dejan las drogas y simplemente se dejaban llevar. A menudo recibían los malos tratos de los “chicos”, sin embargo, ya  estaban acostumbradas a este tipo de denigro. Cada una lo único que deseaba era pasársela bien y nada  más, sabían muy bien que nada sacarían de esto.

El suave himno de la mañana los encontró regados por la periferia del faro, el primero en pararse fue Bass, se montó en su moto e hizo vueltas esparciendo una nube de polvo, la que levantó a los otros compañeros, todos se desperezaron, algunos salieron con las chicas de lugares remotos, el sol todavía no salía pero ya se dejaba ver algo de claridad, se montaron y atravesaron el pueblo a toda velocidad. Bass quería llegar hasta su trailer para poder comer algo, todos se dispersaron en varias direcciones, Bass tomó hacía la vía del Diablo y cruzó en la primera valla.

II

El trailer de Bass estaba colocado frente un árbol que lo protegía del sol, a su lado los próximos grandes árboles eran contados, sólo los arbustos no más altos de un metro eran abundantes, arrimados al trailer se hallaban gran cantidad de chatarra que hacían el enmarcado de la casa rodante, muebles viejos, cauchos, refacciones de motos, hasta partes de un auto destartalado, éste seguramente una antigua posesión de Bass, pipas y otras cosas de hierro, todo daba una sensación de ser un sitio desmantelado. Frente a la puerta del trailer un pequeño tordo hacía las veces de pórtico con sillas de plásticos en mal estado.

El trailer más o menos grande, poseía tres ventanas en la parte frontal, incluyendo la de la puerta, por dentro era poco menos que una pocilga, más que una casa era una guarida, con una mínima cocina que únicamente dejaba espacio para el refrigerador y la mesa del comedor, un baño que se encontraba dañado, haciendo que el habitante de la morada pusiera una vieja pipa cerca del trailer para usarla como: lavadero, ducha, lavamanos y contenedor de agua.

Una cocina y un gran sofá color ocre era el eje central de todo el interior. En sus paredes se observaban afiches de autos y mujeres desnudas con exuberantes senos, un ventilador que anunciaba el fin de su girar en cualquier momento. Las cortinas en las ventanas no habían sido removida para su lavado desde hacia mucho tiempo. Un viejo televisor que encendía a fuerza de golpes, era lo único que conectaba esta casa con la modernidad, la ropa dejada al descuido en todas partes, una verdadera calamidad. Era el típico lugar para alguien que el fumar y beber era primordial.

Al lado del trailer, Bass levantó un parapeto que servía de taller, allí colgado en una pared rines, refracciones de autos, tubos de escapes y demás objetos de esta clase de locales. Tenía adentro capacidad para dos autos y normalmente un motor colgaba del puente. El negro del aceite cubría todo el local, inclusive el puesto de las herramientas.

Muchas mujeres pasaron  tratando de arreglar la vida de Bass, pero la historia era siempre la misma, soportaban sólo pocas semanas ante la impotencia de poder cambiar las peculiares mañas de Bass, entre las que destacaban insultar y golpear a cualquiera que lograra acercársele.

Por los momentos, en trailer, se hallaba su última mujer, una joven de pelo negro de corte medio y ojos grandes que Bass conoció en una peluquería cerca del centro de la ciudad, Kim, nombre de ésta, limpiaba cuando Bass entró, lo miró y comenzó a gritarle, él no quería comenzar ninguna pelea con nadie sólo quería acostarse, la mandó a callarse y la discusión empezó con sus palabras de siempre, -puta…, sabandija…, zorra…, -etc. Bass se detuvo repentinamente cuando vio las maletas de la joven preparada.
-Me voy Bass, no puedo contigo- lloraba la mujer, mientras metía lo último que le quedaba en la maleta.
Será que tienes otro, puta!- le gritó Bass a lo que ella respondió:
- Vete al demonio, maldita basura.
-Si te vas, no regreses, perra- le volvió a gritar Bass mientras escuchaba el portazo que lanzó  Kim tras de sí, cuando salió aún se limpiaba las lagrimas, desde que se mudo con Bass su vida fue un infierno perdió su empleo, el padre de su hija no dejaba de reclamarle y su familia no la apoyaba. Esta mañana lo pensó bien y llegó a la decisión de no quedar a la deriva con ese infeliz, aunque era una persona a la que amaba se dio cuenta que nunca podría vivir con él, no era persona que nació para amar a nadie más que a él mismo, sus constante golpes no lo soportaba más, parecía que ella nunca estuviera allí más que para el sexo, nunca se comprometía con nada ni con nadie, sus motos, sus trajes, la droga y sus amigos, en su vida no cabía  más nada. Ella como otras trató de hacerle ver lo importante de establecerse, pero de nada valió su esfuerzo él seguía igual y hasta peor.
 
Después que Kim salió, Bass se quitó la chaqueta y la tiró en el sofá junto con su demás pertenencia, abrió la nevera de mala gana, sacó una cerveza, la abrió, la puso en la mesa y encendió el televisor con un golpe, puso a freír un huevo y sacó pan de la lacena, algunas veces este lugar le asfixiaba sobre todo en días como estos, donde la brisa es seca trayendo consigo polvo.

Una vez que hubo comido salió a revisar su  motocicleta, lo único que valía la pena en tan desbastador panorama, sacó diversas herramientas y comenzó a desarmar algunas partes para limpiarlas con aceite, se sentó en un pequeño taburete muy cerca del árbol que acompañaba el trailer, desde donde se hallaba se veía a lo lejos la figura del indio oteando el horizonte, este estratégico puesto lo salvó  muchas veces  de caer en manos de la policía. Encendió un cigarrillo y con un cepillo de alambre lavaba las piezas de su moto mojadas en aceite.

Pasado tiempo Bass escuchó el ruido del carro del Brujo que se acercaba, siempre venia por dinero o comida, donde él vivía era un sucio cuartucho alquilado, algunas veces vivió con Bass, pero ya no lo hacía. Estacionó el carro, se bajó de él, saludó con un ademán a Bass y pasó directamente al trailer, posteriormente salió trayendo consigo el televisor, lo puso frente una silla y se sentó a ver la programación, Bass lo miró y movió de un lado a otro la cabeza aún con el cigarrillo en la boca.
- ¿Aún tienes de la pasta de ayer?- Le preguntó el Brujo.
- Sí, aún tengo, me quede dormido y no supe de más nada en la noche. Estuvo buena la refriega de ayer, ese Tom no se salvara de que le parta la cara de un solo golpe, quizás ganó ayer, pero te juró que no siempre estará defendido por sus amigos, no será el primero que le abra el estomago de una sola puñalada.
-Saca la pasta de una buena vez, que no tenemos todo el día para hablar -  rezongó el Brujo que ya estaba cansado por tanta lata de Bass- sólo déjame escurrir por acá- a continuación se paró y fue hasta un arbusto a orinar, mientras, con mucho profesionalismo, Bass preparaba los dos cigarros  de rara hierva.

 Se fumaron los dos cigarros con una botella de licor y, con el estupor que produce la droga, hablaron entre otras cosas del robo, sabían lo peligroso que sería esta vez, debido a que el botín seria grande. Procurarían estar mucho más calmados que la última vez, cuando se le fue la mano. Afortunadamente la región estaba llena de bandidos a los cuales acusar porque a ellos hasta ahora no se les probó nada.

Esto dicho por Joe, quien era cercano al Capitán de la policía,  su madre era intima amiga de su esposa la Sra. Gleeson y algunas veces la madre le contaba lo sucedido con estos casos y éste en particular por supuesto que le interesaba a Joe, los principales sospechosos, era la banda de Makey Masser, un traficante de drogas y amante de los carros, a Makey varias veces se le hizo allanamientos a su casa, sin que, por supuesto, se le encontrará nada, incluso cuando el accidente de la Sra. Phelps, Makey estuvo preso por varios días, luego de salir juró vengarse de aquél que estuviera detrás de esto.

A Bass y los otros poco le importaba estas amenazas ya que sabían que si los atrapaban nada lo salvaría de varios años de cárcel, y eso era lo de menos, todos llegaron hace mucho tiempo a la conclusión que sus mundos eran una mierda. Una brisa sopló llevándose papeles con que explicaba lo del robo y pegaron contra el remolque, el Brujo se paró y los tomó maldiciendo y balanceándose por lo colocado que se encontraba.

Bass sacó una pistola y puso varias latas encima de un refrigerador dañado que se hallaba colocado a corta distancia de la casa; disparó, sin embargo, éstos pasaban muy lejano de su objetivo, el Brujo lo veía y reía por la mala puntaría de Bass o por lo drogado que se hallaba, no estaba seguro. Una sombra se vio a lo lejos, era Mod quien venia en su motocicleta, la tiró en unos arbustos y caminó hacía ellos sacando un envoltorio con más droga del pantalón.

Al medio día los tres se encontraban tirados por todo el lugar, Bass se encontraba en un montículo Mod y El Brujo sentados con los brazos colgándoles a ambos lados. Llegó Adams el hermano de John y los levantó a todos, se lamentó por no haberse unido a la fiesta, querían ir donde Joe para ultimar los detalles del atraco que pretendían hacer.

Todos, ya montaron en sus vehículos, llegaron a la gasolinera de Joe, lo primero que hicieron al bajar fue revisar la camioneta guardada en el garaje, un carro que armaron con piezas viejas y que utilizaban para hacer los atracos en la Vía del Diablo, esta era de color negra. Allí la escondían de la policía, la única vez que tuvieron a punto de descubrirla fue tras un intento de revisar la gasolinera de Joe, por un cargamento de drogas que supuestamente permanecía en poder de ellos, los agentes cometieron un error al dejar la boleta de cateo lo que dio tiempo de desaparecer la camioneta junto con la valija de drogas, después de esto decidieron dejar por un tiempo este arriesgado negocio, la distribución se hacía muy tediosa por lo afianzado que se encontraba Makey en la región, todos sus intentos se veían frustrado, eso sin contar lo peligroso de meterse con su banda, tendría que desaparecer todo para ellos, para siquiera tener una posibilidad.

Todos se hallaban sentado en el mostrador del local, Joe permanecía bastante excitado por el plan a desarrollar, nunca estuvo tan involucrado en los otros golpes, quería estar en todo lo planeado, él mismo revisó la camioneta, la moto y las pistolas a utilizar, se reía mientras fumaba y hablaba con la banda, ya los demás estaban acostumbrado a sus carácter como de “chispa eléctrica”, ese estado ponía muy nervioso al Brujo quien sabía en que podía parar esto.

 Joe sufría de epilepsia, las convulsiones no eran tan seguidas pero si más de una vez tuvieron que correr a colocarle una cuchara en la boca para evitar que se la partiera, a menudo comenzaba un grito involuntario, luego perdía  la consciencia, todo el cuerpo se veía afectado por una contracción muscular espástica. A pesar de tener un color bastante anormal la cara se ponía más lívida, la respiración se le detenía y arqueaba la espalda. Cuando la convulsión cedía, quedaba exhausto y profundamente dormido, siempre estaban tratando de evitar que Joe se involucrara; empero esta vez Bass decidió que necesitaban una quinta persona para ponerlo a cuidar que los policías no se les ocurriera salir a dar una vuelta de reconocimiento.

Bass pensó que este trabajo no representaba ningún peligro para él, pero para el Brujo no era tan simple, un ataque en ese momento y mandaría toda la operación por la borda.  Así que le reclamó:
-Nunca piensas en nadie Bass, sabes bien que no podremos meter a  Joe, algo podría salir mal.
Bass lo quedó mirando y esputó- Hasss, - sonido característico cuado quería callar a quien hablaba de cosas que no gustaba- aquí se hace lo que digo, yo veo quien puede o no puede participar, no creo que cause ningún mal… tranquilízate ya verás que son sólo nervios tuyos.

Para John lo dicho no lo satisfizo, pero nada podía decir, estaba acostumbrado a esta reacciones de Bass, su terquedad era de características monumentales, si ya se le metió eso en la cabeza nadie podía hacerlo cambiar, lo pasado a la Sra. Phelps fue producto de algo que pudo evitarse, empero  el carácter inmaduro de Bass complicó todo, quiso recordarle esto pero se aguantó, por menos de eso Bass rompió la boca a cualquiera, era como un niño grande que tomaba todo lo que quería y haría de todo para lleva acabo esa absurdo juego que tiene con la vida.

Joe se acomodó una gran bufanda de colores tierras que tenía atada al cuello, no le gustaba ser el motivo de la discusión por su incapacidad, apreciaba a Bass más que nada en el mundo, siempre estaba comprando los medicamentos que necesitaba para su enfermedad, el día que le dijo que podía participar en la operación para él fue una oportunidad de pagarle todo lo que hacía por él, en la noche no pudo dormir esperando que llegará el día.  La enfermedad que lo acosaba apareció un día hace más de dos años y transformó su vida para siempre, dejó sistemáticamente de tomar en los bares y el concentrarse para él era una tortura  colosal, sólo Bass parecía entenderlo. Así que estaba dispuesto a que ocurriera lo que fuera, no daría vuelta atrás, así perdiera la vida en ello.

Toda la banda precisó la hora que darían cada paso, a las 8 pm. Saldrían en la camioneta a esperar que el camión se viera, normalmente pasaba cada mes por el mismo lugar a la misma hora, 8:05 pm.  hora del cambio de guardia y motivo por el cual esperarían  que el camión hiciera su primera entrega, Joe se colocaría en la alta loma, debía estar alerta con los policías, cualquier error podría costar caro y no se quería esto, Adams y el Brujo se prepararían en la camioneta colocándose en la vía como si estuvieran accidentado en lugar del preciso encuentro con el camión, si todo salía bien, pasado diez minutos, la camioneta tipo pick- up pasaría por ese sitio Mod y  Bass saldría de los matorrales del lado izquierdo pegándose del camión y abordándolo para luego apuntar el conductor, nada podría salir mal, luego sacarían toda la mercancía e irían al remolque de Bass.

En la gasolinera de Joe la tarde comenzó con suaves toques de tambor color sepia, la suave brisa baño las lejanas macetas, todo el barniz de la tarde indicaba que nada saldría mal para la banda, Bass salió a sentir este último calor de la tarde, se paro con vista al infinito abrió sus brazos, era en esos instantes que se sentía que estaba vivo, comenzó a taconear en la arena como un aborigen más, preparándose para el gran ceremonial la entrega a los dioses oscuros, detrás de él llegaron los otros y observaron la Gran Vía del Diablo perdiendo la claridad y esto les causaba angustia, Joe destapó cinco cervezas y se puso con todos a brindar esperando que el mañana también trajera este agradable sonido escuchado sólo por ellos, de nuevo el viento agitó la molesta arena del lugar. Se taparon lo ojos para evitar la arena que entraba en sus vidas.