6. Falsos Indicios.
Albany es una ciudad australiana y puerto del estado de Australia
Occidental. Se halla a 414 kilómetros del sureste de Perth sobre la costa sur
del oeste de Australia, en la ribera septentrional del puerto Real de la Princesa,
en el estrecho Rey Jorge. Sólo cinco horas la separan de la ciudad de Perth a
través de la carretera Highway (ruta 30) por medio de la cual se puede unir directamente las dos ciudades.
Albany tiene una población de 28.000 personas. Entre sus múltiples características
está en ser el sexto puerto más grande del mundo con respecto a talla.
Este puerto es parte
del enorme estrecho del Rey Jorge y entre algunos de los puntos importantes que
pueden mencionarse se incluyen Two People's, Oyster and Frenchman Bays;
aunque parece demasiados kilómetros, es exageradamente pequeña para albergar a dos traficantes de la talla de
Hayes y Makey; sin embargo, los dos habían aprendido a no molestarse en sus
negocios.
El negocio de Makey
estaba enraizado en más de la mitad de la ciudad sus linderos se extendía por
todo el puerto, no había en el puerto alguien que distribuyera mercancía de esa
forma, algunos nuevos traficantes, pero los tenía todos en el límite, claro sin
meter a Hayes, Makey heredó del negocio de trafico de drogas, después de morir
el cabecilla de una antigua banda a la cual perteneció, su sagacidad y crueldad
en los primeros años lo llevó a ponerse rápidamente a la cabeza y ser la mano
derecha, consiguiendo ser respetado una vez que tomó posición y control de toda
la zona, claro está, tuvo que hacer algunas cosas malas, uno que otro escarmiento a sangre fría
de varios aspirantes al puesto.
Gleeson estaba
convencido de que era Makey el culpable de las muertes y mandó a vigilarlo muy
de cerca, quería atraparlo. Sólo tenía que ser paciente y esperar que diera el próximo paso. En estos
días David se pasaba más en el puerto que en cualquier otra parte, el último
cargamento se esfumó sin dejar rastro alguno, para colmo con la llegada del
Brujo de nuevo a la ciudad crecía la posibilidad de una guerra entre estas dos
bandas. Y era su mayor temor la entrada de inocentes a una guerra sin sentido y
que estaba sobrentendida por la insistencia de Bass en creer que Makey mató a
sus amigos. Además de ello y por si fuera poco tendría que vigilar también a
Hayes el Inglesito.
Sentado en un café
de Albany, David y Jay vieron pasar
a Bass y su banda hacía a las
afueras de la ciudad, primero iba el auto de Brujo después todos los demás en
su motocicletas, inclusive el nuevo joven de la gasolinera, algo debían tramar
verlo moverse del hueco donde vivían era cosa muy rara, David llamó por radio a
una alcabala en esa vía y pidió fuera revisado los ya famosos personajes, luego
se sentó esperar. Minutos después le daban información de todo, llevaban algo
de ropa y cosas de acampar, se dirigían a un campamento de aborígenes cercano,
pasarían el día allí.
-¿Pero qué demonios sucede en esta maldita
ciudad? -Gritó
Gleeson que empezaba a desesperarse porque nada de lo que esperaba salía a su
manera. El proceso de investigación iba muy lento. Del mismo radio supo la
noticia de hallar mercancía de la robada a uno de los chicos de Makey.
De nuevo estaba
Makey en la policía, ya comenzaba a cansarse de esto, entró gritando a todo los
presentes allí, junto con él uno de sus abogados, para defender a su cliente, -…Es un pacifico trabajador amante de la vida
bohemia pero al día con todo sus impuestos- decía el sagaz hombrecito, David Gleeson explicaba que traer a su
abogado no era necesario, sólo quería saber el porqué uno de sus trabajadores
tenía en posesión de un articulo robado por los piratas de la carretera.
-Nos tendieron una trampa, es evidente que
alguien quiere vernos parecer como los autores de semejante pillaje, lo más
grave es que usted le sigue la corriente, es una lástima ver como la policía de
Australia pierde su tiempo enviando a personas tan inoperantes como usted a
hacer el trabajo de personas capaces, yo conozco mis derechos y nada podrá hacer que usted me meta preso-
se exasperó Makey, tuvo que ser detenido por policías los cuales lo trataban de
mantener en la silla del cuarto de interrogatorios, en otro cuarto era
interrogado el secuaz de Makey, sí era cierto tenía la computadora personal del
cargamento robado, pero él dice habérselo encontrado en la calle.
-¿Me crees imbécil o qué? Nadie se encuentra
un equipo de estos en la calle- preguntaba el cansado agente.
- Pues yo sí, y tengo testigos- sólo dijo
eso y en verdad muchas personas vieron sacar de una caja abandonada el
artefacto, entre ellas personas respetables, lo encontró en plena vía pública,
así que tuvieron que dejarlo en libertad mientras confiscaban el aparato.
De nuevo escapaban
de la justicia, Makey estaba muy satisfecho pero a la vez consternado, era
evidente que alguien quería perjudicarlo y ese no era más que Hayes con su
sequito de mal nacidos, nadie más sembraría evidencia en su contra para
eliminarlos del lugar, nadie más podría sacar ventaja de este particular,
tendría que escarmentarlo para que supieran quién mandaba en Albany y sabía cómo
podría hacerlo, por lo pronto tendría que cuidarse de Bass, seguramente a estas
alturas el incidente corría por toda la ciudad, creía saber que esa
tranquilidad de Bass era sólo aparente,
esperaba sólo el momento justo para la venganza.
-¡Maldición otra vez!- gritaba Gleeson que se sentía
con las manos atadas, -de que se trata
esto, ¿Quién podría beneficiarse de enfrentar las tres bandas y cómo?-
bueno era sólo dos porque la Bass sufrió un fuerte revés, pero él al igual que
muchos sabían que tenían muchos simpatizantes, que harían lo que fuera por
ellos. Por todos era sabido que secretamente este grupo de maleante se asocia
en grupos más o menos compacto que aunque nada tiene que ver entre ellos están
a la espera de cualquier incidente que los lleva a luchar por el control de la
zona.
El sitio de la
reserva aborigen donde habían ido a pasar el día, por idea de Bass, era más o
menos a la intemperie, Bass conocía a unos de los integrantes de allí, contó cómo
antes de llegar a Albany se quedó en muchas de estas comunidades que se
encontraban regadas en las zonas más inhóspitas de la llanura, quizás esto lo
llevó a vivir de la manera que lo hacía, era en parte aborigen aunque no
llevará su sangre, pasaron al centro del establecimiento aborigen y se sentaron
en el suelo junto a varios de los sujetos allí.
Bass paso tiempo viviendo entre ellos, conocía
como se organizaban, forma de vida e inclusive era un experto, tocando un
instrumento que tenía por nombre “didjeridu”
éste era un instrumento de viento mezcla entre trompeta y flauta, era hecho de
rama de eucalipto, Bass tomó uno en sus manos y empezó a inhalar a través de la
nariz mientras soplaba el instrumento. Todos mientras escuchaban a Bass se
hacían la misma pregunta: ¿Qué demonios hacían allí?
Luego de tocar el
extraño instrumento contó la visión del universo de los aborígenes, todo
aparentemente giraba alrededor de la era
de los sueños o “sleeping time”, un
concepto algo raro donde lo pasado, lo presente y lo futuro era uno solo,
incluyendo la etapa de la creación, al principio de todos los tiempos, cuando
unos seres místicos dieron perfil a la tierra. Los soñadores se retiraron al mundo
espiritual, donde guardaban el control de la fertilidad y de otros poderes para
crear vida.
Bass se sentía todo
un experto contando todo a sus tres acompañantes.
Después de
participar en varias sesiones espirituales donde se cubrieron de pintura al igual que los aborígenes y bailar, como
jugadores de rugby decidieron regresar,
al llegar a la ciudad algo raro había en
el ambiente, no podían saber que era pero ya lo sabrían seguramente, poco
después, esa misma noche escucharon la historia del incendio de una de las
bodegas de Makey, todos se retiraron temprano a dormir, el viaje había sido
agotador.
Al cruzar hacía su
casa Bass vio el auto de Nathan en la entrada, se alegró de verlo ahí, lo halló
sentado en una silla frente el lago. Vestía una chaqueta negra y una camisa de
cuadros a la usanza cowboy, estaba
medio dormido y se levantó al oír a Bass, estaba sucio de charco de la cabeza a
los pies.
-Creo que has debido informarme que no me acercara
al lago- le dijo Nathan mostrando sus dientes.
-Pensé que un nadador como tu podía haberse
dado cuenta de no acercarse al lago ¿Llevas mucho tiempo aquí?- no espero
respuesta y entró trayendo una toalla consigo- será mejor que te bañes, ese fango al poco tiempo huele al más fétido estierco-
le dio además una pastilla de jabón y le señaló la pipa que estaba a un lado
del trailer - Tendrás que bañarte ahí, es
lo único que hay acá, nada que ver con tu casa pero…
Nathan fue hasta
allá, no entendía como Bass podía bañarse en ese cuchitril, tenía una gran caja de esas que ponen para poner de
fondo en los camiones de carga, una pequeña manguera que seguía hasta a un tubo
donde estaba una gran ducha redonda, se quitó la chaqueta, la dobló y colgó de
la media pared, luego la camisa, el pantalón y quedo en unos bañadores color azul, seguramente de la práctica de natación,
se metió en el área de la ducha, en la noche una brisa fresca soplaba oliendo a
vegetación muy verde, era una noche realmente agradable, buscó como abrir la
ducha pero no había manilla. Bass se dio cuenta que Nathan estaba hecho un lío
buscando como abrir la regadera y se le acercó por detrás pegándose a él para
indicarle donde estaba la ducha, mientras le indicaba la posición de la llave,
unió su pantalón con las nalgas de Nathan, Bass se hecho hacía atrás recostó su
cuerpo de la improvisada pared que separa la ducha de parte exterior y lo contempló con mirada libidinosa.
– Eres el único hombre que ha levantado en mí
excitación, tienes muy buen cuerpo y tu piel es muy blanca, pero lo que más me
lleva a este estado es tu cara de
galancito, seguro tienes a tus pies, muchas nenas, por eso… me confunde que estés
aquí- se despegó de la pared y se quitó la franela que traía, abrió la
regadera tomó la pastilla de jabón y comenzó a quitarle lo sucio a Nathan,
quién no podía pararlo ni siquiera cuando le quito el pequeño bañador, Bass
comenzó por su gran espalda, posterior a ello, paso el jabón por sus tetillas, visiblemente recogidas, sus
manos se deslizaron por su marcado abdomen contando cada uno de sus músculos
abdominales, descendió por los abdominales externos hasta llegar a sus glúteos,
los apretó y trajo todo su cuerpo hacía
sí, quedo con su mirada en sus ojos, el agua que caía se sentía como un cuadro
color sepia, mojándolos a dos.
- Cuéntame tú historia- le dijo Bass y aún
con sus manos en su torso, le volvió a preguntar:
- ¿Qué haces aquí? Dejas que mis manos te
toquen como si fueras un gran durazno muy maduro,…-siguió echándole jabón- ¿Qué sientes cuando te tocó? ¿Es igual que
a mí se te eriza la piel?-Nathan seguía callado- si no hablas tendré que pensar, que esta vez no tendré que violarte,
sino que por el contrario te abrirás a mí.
La respiración de
Nathan y Bass se hacían más pausadas, mientras arriba en el cielo la Luna se
abría paso entre las nubes y un ave volaba por la llanura, Bass tomó las manos
de Nathan que estaba a su merced, y las subió hasta el tubo de la ducha, bajo
su lengua hasta sus tetillas y comenzó a lamerlas con lujuria, durante todo el
tiempo que Bass lo tocaba, Nathan no había podido decir nada, estaba
electrizado por la fuerte presencia de Bass, éste aunque aún traía los
pantalones se notaba lo elevado en ellos, Bass lo giró y recostó en la pipa
llena de agua con las piernas medianamente abiertas y seminclinado.
- Shh, esta
vez no te haré daño- y lo poseyó lentamente, Nathan se puso tenso y dio
quejidos muy bajos, con su rostro enrojecido.
- No Bass, no Bass-, Bass, no hizo caso
hasta que los dos terminaron en una explosión.
Bass se despegó de
él, caminado hacía una silla y se sentó con las manos detrás la cabeza, subió
los pies en un pequeño objeto, después dijo sin dejar de ver a Nathan -Así me gusta, sin violencia.
Nathan se metió
dentro de la regadera, mientras Bass lo seguía detallando, le gustaba su
cuerpo; lo desarrollado de sus músculos y su color piel. Nathan se bañaba,
tratando de no pensar, estaba hecho y nada importaba ya, salió de la ducha, se
volvió a poner la ropa sucia se montó en su carro y se largó a su casa, dejando
a Bass con una mueca de haber conseguido nuevamente lo quería; el deportista
más exitoso de la ciudad; el hijo del capitán de la policía el honorable señor
David Gleeson y por último un escalón más hacía la consecución de sus metas y
sólo para él, aunque éste último particular ya lo averiguaría sí existía un
posible rival, nunca le gustó compartir nada.
De camino a casa
Nathan no quería pensar en nada, su mente divagaba en una nube de donde podía
ver toda Australia, sintiendo tantas cosas encontradas.
Gleeson se
encontraba en su casa cuando supo la noticia del incendio de la bodega de
Makey, ante este nuevo suceso tendría que abrir la mente, algo estaba pasando
en sus narices y debía saber que era, lo mejor era infiltra alguien en una de
las bandas, si bien eso era muy difícil; debía pensar, poco después salió al
lugar donde ocurrió el acontecimiento.
Allí se encontraba
Jay con otros compañeros. La bodega estaba ubicada cerca de una gigantesca grúa
de carga y descargas de algunos barcos, el olor a hierro y mar era constante en
este lado de la ciudad, muy contrarío a la parte norte, donde imperaba un
ambiente más tranquilo y la llanura hacía olvidar lo alejado del mar.
Del galpón incendiado sólo quedaba una gran
escalera hecha de cemento, todo el interior era unas cuantas vigas paradas y
escombros de un negro mate. Los bomberos todavía apagaban el fuego y cerca de
él, se encontraba Makey con cara furibunda, hasta él se acerco Gleeson.
-Me imagino que no sabes absolutamente nada
de esto y por ello sería inútil preguntarte algo. Pero aún así tendrás que dar
parte a las autoridades, creo que tendrás que mudarte para la policía,- bromeó
el capitán tratando de aplacar la ira que poseía a Makey- ya que últimamente estas más allá que en cualquier parte- Makey dispuesto
a no tolerar ironías, dijo:
- No lo sé, es cierto, no sé quien quiere
sabotearme mi negocio, pero ya lo averiguaré, todo esto tendrá que reventar de
un momento a otro, y te juró que estaré allí para hacerle pagar al que sea el
autor de esto.
A diferencia de
Makey, Hayes, el dominante de la parte norte de la ciudad, tenía como máscara
de su negocio la venta de pinturas, por lo tanto estaba mejor cubierto que el
negocio de Makey, cualquier interrupción de la policía se debía hacer con mucho
cuidado. No era una persona nacida de las zonas bajas como Makey, era un ingles
entrado en años con mucho poder y lo sabía, su casa era una fortaleza muy bien
camuflada, ubicada justo detrás de su tienda principal, estaba al día con todo
y hacía tiempo que las relaciones con los “chicos
de norte” como a veces llamaba a la banda de Makey estaban en perfecta
armonía, los espacios estaban señalados implícitamente y se respetaban; pero lo
cierto era que este golpe de suerte le venía bien a él, con este revés de Makey
tendría que recogerse y dejar libre algunas zonas, con ello tendría más
espacios para su negocio, no bien le preocupaba las relaciones con Makey, lo
veía como un bárbaro sin la clase que se requiere para gobernar un negocio como
ese.
Hayes tendría que
prepararse para lo peor, una arremetida de Makey en esta guerra que lo más
seguro es que terminara con la destrucción de una de los dos bandas y por
supuesto no sería la de él. Haría lo imposible por quedar muy bien parado.
Necesitaba demostrar quién mandaba y quien sólo era un pelele.
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