Richard se hallaba de nuevo en casa del Sr.
Henderson, vigilando la inquieta Manú. Debían buscar la conexión de los hechos
sentían que esta joven sabía más de lo que decía.
En el departamento las cosas se
sentían inestables, con todo el paroxismo que desató el secuestro de la hija
del político y la posterior publicidad que el político sacó de esto. A cada
momento, se alertaba de la desaparición de cualquier persona, quien aparecía
poco después sin que pasara nada. Los agentes estaban al borde de la histeria.
Debían procesar cada información de una ciudad totalmente enloquecida y
obsesionada por la idea del secuestro.
Las denuncias de Henderson daban en el blanco las personas estaban
aterradas por sus vida.
Una de esas denuncias capturó la
atención de la policía, una mujer decía haber presenciado el intento de
secuestro de su hijo de diez años de edad, en sus propias narices, un auto
color vino lo tomó de la calle sin que pudiese ella hacer nada; mas afortunadamente
el niño pudo escapar de ellos y salir corriendo los dos de allí. Atendida por policías de la estación, quienes
trataban de calmarla, ella abrazaba al niño. Los agentes por su parte le
explicaban la cantidad de denuncias que recibían en un día y por lo tanto su
actitud no ayudaba.
-Yo
sé que quieren a mi hijo- repetía la hermosa mujer, de
melena rubia, alterada por la situación en la que se hallaba.
-Está
usted muy nerviosa, cálmese- dijo el policía, todo
el alborotó que se formaba alrededor de la insistente mujer, también llamó la
atención de agente Richard, quien fue hasta ella.
-Tranquilícese
señora, le juró que el departamento hará lo necesario por cuidar de su hijo.
Acá nada podrá pasarle. No hay indicios que estén desapareciendo niños.
-Usted no entiende agente, mi nombre es Fiona
Lombardo, soy la esposa del agente Chris Hudson –
gritó la mujer y estalló en llanto- sé
que quieren a mi hijo. Lo sé.
La cara de Richard entró en
sorpresa, le pidió que se calmara mientras buscaba ayuda. Él caminó hasta la
oficina, la que ahora estaba ocupaba por los sus dos compañeros. Los halló
revisando algunos papeles. Se dirigió a Stephen.
-
Necesito que vengas ahora mismo, allá afuera se encuentra una mujer que dice
llamarse Fiona Lombardo. Esta alterada y con un niño.
Kurtain caminó rápidamente por el
pasillo que llevaba a la sala principal del departamento de policías, no
entendía qué demonios sucedía. Allí la
halló sentada en una de las sillas de recepción, vestía un descotado vestido
marrón y se hallaba junto al niño de ojos color violeta, en cuanto lo vio
corrió hasta él, lo abrazó fuertemente y dijo.
-Kurtain,
el niño. Ayúdame. No lo soportaría.
Kurtain trataba de decir palabras
que la consolaran, pero ésta lloraba sin remedio, él le preguntó por qué
pensaba que eran los mismos que, días atrás, secuestraron la hija del
Beisbolista, a lo que ella respondió:
-Sabes
muy bien el porqué, quieren que les regrese el niño.
Él no entendía, por ello insistió -es absurdo lo que dices- dijo Kurtain
tratando de que entrara en cordura. –No
hay razón para que hagan eso, hace muchos años que sucedió. No tiene sentido,
repito,- se percató que nadie los escuchara- de que te lo quiten, si tienen algún problema en todo caso sería
conmigo y Hudson no te preocupes, nada pasará.
-No es así, no es la primera vez que intentan esto- y se sentó en
una de las sillas que allí se encontraban. Su mirada se ausentó por un tiempo.
Kurtain se sentó al lado de ella
sin querer preguntar lo que era obvio. Fiona se escondía del Dr. Moore y de la
tenaz Susan.-he venido a vivir con mi
hermano, huyendo de ellos, pero no fue suficiente. Están tras él, lo sé- Él
la abrazó fuertemente, de nuevo retornaban a las viejas angustias, aunque esta
vez hechas realidad. El niño a su lado también abrazaba a su mamá sin entender
que sucedía.
Kurtain, meditaba. Estaba siendo
utilizado para dar con el paradero del niño, si bien, le parecía extraño. No
había duda, Susan quería tener en su poder el hijo de Hudson. No soportó más, y
preguntó a Fiona qué demonios pasaba.
Ella contó como su matrimonio
comenzó a deteriorarse después de verse descubierta ante Hudson, había tenido
que salir de la vida de Hudson, quien se volvió totalmente agresivo en todo
momento. Convirtió su vida en un infierno hasta el punto que ya no lo pudo
soportar, hace como dos años comenzó a recibir llamadas de alguien que quería
hablar con el niño robado.
-Entiéndeme
Kurtain, me fue imperioso salir de San Francisco, alguien más sabía acerca de
todo lo ocurrido, estaba en peligro de perder a mi hijo-
comenzó a llorar. Aun así continuó su relato, explicándole a Kurtain las
penurias que había tenido que soportar para mantenerse en el anonimato, fuera
de alcance de alguien que quizás era bastante poderoso. Kurtain guardo
silencio, sentía cariño por Fiona, pero sabía que tarde o temprano todos podían
parar a la cárcel, incluso Hudson, si salía a luz pública todo lo ocurrido.
Para Kurtain fue fácil explicar
porque querían al niño simple venganza por lo ocurrido anteriormente.
La policía de San Francisco, con el
intento del secuestro del niño agente Hudson, volvía al caso del Dr. Moore. El
teléfono sonó y lo tomó Richard, era el Capitán que se encontraba en la otra
línea, daba instrucciones a Richard y éste a su vez repetía partes a Kurtain,
quien sentado a su lado, asentía con un movimiento de cabeza.
-
Están discutiendo la posibilidad…- Richard escuchaba
ahora Capitán en el teléfono.
-Traen
personar a Houston…- repitió Richard lo que escuchaba en
el auricular, Kurtain puso atención. Richard volvía a escuchar.
-Recibir
en el aeropuerto…- siguió diciendo, Kurtain señaló con el
dedo Richard, haciéndole ver que él iría.
- Perfecto- respondió
Richard al Capitán- eso dice el agente
Kurtain.- Luego de decir esto, el Capitán, dijo algo último al agente Richard, quien a su vez miró fijamente a
Kurtain esperando este último comentario– Agente
Chris Hudson…
Kurtain pegó ambas manos haciéndola
sonar fuertemente. Poco le importó lo que pensara el agente Richard, el destino
estaba siendo demasiado cruel con él. Justó ahora que todo estaba por
precipitarse en su vida, aparecía Hudson para hacerlo mortal. No podía
permitirse ese lujo en su vida. No podía volver a caer en la locura de tenerlo
cerca. Tenía que regresarse, no podía enfrentarlo. Debía hacer algo para hacer
que se fuera. El agente Richard sólo veía las diferentes caras del agente. Su
cuerpo parecía alumbrar con luces intermitentes que los rodeaban como si de un
árbol de navidad se tratara.
-¿Por
qué razón viene? ¿Es que viene por cuenta propia? - preguntó Kurtain a un
Richard cada vez más confundido. Éste a
su vez preguntó al Capitán y una vez que habló con él, comentó a Kurtain.
-Me
temo que no- hizo una pausa- viene a ponerse a las órdenes de usted- Kurtain entró en cólera,
dio otro golpe a la mesa arrojando lo que encima de ésta había. Sacó las llaves
del auto y las arrojó a Richard.
-
Por favor, ve a buscarlo, yo estaré en casa de Henderson, me necesitan más
allá, es la única clave que nos llevará a esos mal nacidos, no podemos estar
jugando con todo esto, los secuestradores están por allí y estoy seguro que
quiere una pieza más grande y no sé porque presiento que Hudson tiene que ver
nuevamente en ello. ¡Ese hijo de puta! Lo golpearé hasta que no le quede cara o
mejor aún le meteré un disparo en la cien, y esto seguro terminará-
su voz era realmente de enojo.
Kurtain decidió salir, afuera notó
a Fiona hablando con el sujeto que le prestó ayuda en terminal de autobuses, se
detuvo, con mucha curiosidad, fue hasta ellos, al verlo, el sujeto al lado de
Fiona, lo saludo con un apretón de manos.
Kurtain preguntó con quién tenía el
gusto y él simplemente dijo:
-
Julius Lombardo, el hermano de Fiona, - Kurtain quedó
perplejo, en el Terminal él sabía quién era, sabía que llegaría y fue acaso a
espiarlo, no quiso seguir pensando ya averiguaría que pasaba acá. Le agradeció
de nuevo por ayudarlo. El respondió que no era nada.
A ella también le pareció algo raro
que los dos se conocieran y preguntó de dónde, él contó el incidente.
Ella rió, el hermano de Fiona cruzó
la vista hacia ella y se disculpó:
-
Has hablado tanto de él que quise… simple curiosidad. Quise saber quién era el
tan hablado sujeto. Es diferente a como lo imagine. Para mí es un mequetrefe.
Kurtain se despidió, aunque no
entendió este último comentario, frunzo el entre seño, lo llamó mequetrefe…
Pero no estaba para responder a insultos, así se sentía, no podía evitarlo, de
repente esto lo notaba todo el mundo. Por primera vez hubiese querido tener una
pistola y vaciársela al prepotente sujeto, que la verdad no entendía porque
estaba tan a la defensiva y lo llamaba “mequetrefe”.
Montado en un carro de la policía, y ya en el
camino, dio golpes al volante, no coordinaba nada, estaba a la deriva. Sus ojos
se llenaron de lágrimas, después de tanto tiempo estaba llorando nuevamente por
Hudson. Recordaba la cara de angustia de Fiona y se sentía de nuevo culpable.
Esperaba que lo ocurrido con el niño hubiese sido sólo una amenaza. Aunque no
entendía para qué, era una situación que no tenía razón de ser. Siguió
conduciendo. Esto complicaba las cosas. ¿Mequetrefe? Pensó nuevamente en el
insulto que le había dicho el muy apuesto sujeto que hasta sólo ayer no
esperaba volver a ver. Fue un golpe bajo a su ego.
Recibió un mensaje del sujeto de la
terminal, ahora con nombre, Julios Lombarda, se sentía perseguido y acorralado,
que quería ahora, no quería contestar el teléfono…estaba siendo infantil, así
que leyó el mensaje:
-Lamento no haberte dicho quién soy, necesito hablar
contigo, no dejo de pensar en ti…
II
A la hora pautada Richard vio la
llegada del agente Hudson al aeropuerto, vestía una camisa blanca y vaqueros,
traía la barba sin cortar, pero no abundante, tendría algunos cuarenta y seis
años según pudo apreciar Richard. El agente venido de San Francisco buscaba,
entre los allí presentes, alguien del departamento. Richard se le presentó y le
señaló el auto que los trasladaría a la circunscripción de policía.
Durante el camino el agente Hudson
preguntó sobre el fallido rapto, el joven dijo algunas imprecisiones y a Hudson
le bastó esto. Calló, mientras mordía un cerillo moviéndolo de lado a lado.
La curiosidad de Richard crecía como la espuma
¿Qué se traían estos dos? Los edificios desfilaban a su lado sin que lo hiciera
hablar, solamente estaba con la mirada fija.
-¿Tiene
alguna razón por la cual su esposa esté tan segura de la posibilidad del
rapto?- preguntó Richard tratando de sacar alguna
conversación que liberara tensiones. Pero Hudson no era una persona de
conversaciones sociales, ni de irse por las ramas, sin embargo, esta vez quiso
ser algo cauteloso.
-No
lo sé, esperaré llegar, estoy separado de mi esposa hace ya bastante tiempo-
ni siquiera dirigió la mirada a Richard, quien
sólo pensaba en lo diferente de Kurtain, no era muy difícil terminar en
rencilla con él, por encima se veía el tipo de persona que era. Parecía la
Némesis de Kurtain, más bien tenía cierto parecido con el antiguo el antiguo
marido de Caroline, un patán en toda la extensión de la palabra.
Llegaron a la estación y
encontraron a Fiona sentada en el mismo lugar que Kurtain la dejó, no quería
abandonar el destacamento donde se sentía segura. Al ver a Hudson puso cara de
contrariedad, miró hacia otra parte, el Agente Richard los dejó solos. Para él
era más que evidente que estaba de más allí. Se dirigió a donde se hallaba la
agente Caroline.
La encontró haciendo algunas
llamadas, ella le pidió con la mano que cerrará la puerta, tapó la bocina y le
dijo moviendo los labios que tenía que hablar. Él le dijo que también tenía que
hacerlo. Ella se despidió y cortó la llamada.
-Está
muy extraño todo esto- dijo sin pensarlo la agente
Caroline- acá pasa algo y debemos saber
que es. De momento iré donde se encuentra Kurtain, intentaré que me aclare qué
cosa se traen los tres -. Richard asentó y ella salió sin ser vista por
Hudson o Fiona.
Pasada la mañana, Hudson preguntó
por su viejo compañero. A su lado apareció de nuevo Richard. Le explicó que
estaba en casa de los Henderson junto al otro agente.
-Los
Henderson…- Hudson pensó un poco.
Hudson miró a Richard de arriba
abajo, -no era él- se dijo. Sabía que
Kurtain se estaba divorciando. -Tendría
que ser alguien más ¿Quién?-. Apretó
los puños fuertemente. No era posible que pasara esto. Este “cabeza hueca” era
igual a Kurtain, sería difícil sacarle alguna información. Venían a la policía
con un sueño de justicia que a él le apestaba un poco.
-
Así que el agente Kurtain está a cargo de esto-
dijo mirando a otra parte, después preguntó- ¿Sabes sí aún corre autos?- esta pregunta tan sorpresiva sacó a
Richard de concentración ¿Qué demonios sucedía aquí? Su hijo a punto de ser secuestrado y él no
hace sino preguntar por las carreras de autos.
-Sí,
así es - luego lo pensó mejor- pero lo hace junto a un ranchero de la zona, algunas veces he sido su
copiloto, lo hace muy bien.
-
¡Claro! Un maldito ranchero- Hudson dijo esto y
movió la cabeza hacia arriba y hacia abajo, frotándose la barba a ambos lados
de la cara. Richard supo que había hablado más de la cuenta.
-¿Podemos
ir allá?
-Lo
siento, - respondió Richard cada vez más perplejo- no creo que podamos ir, está un poco lejos
de aquí y no debemos movernos hasta recibir alguna orden. Vigilamos la joven hija
Henderson ¿Recuerda?
-Tengo
que ir allá. Quisiera me dijeras donde pudiera tomar un auto que lo haga-
la cara decidida de Hudson hacía ver a Richard que nada podría desviarlo de su
objetivo. Quizás cometió un error, mas no sabía cuál era todo estaba muy raro.
Richard se sintió muy molesto. La
disputa de estos dos parecía tener grandes dimensiones, sin embargo, era algo
que no le incumbía a él. Le explicó cómo llegar y lo dejó en un sitio donde
podía hacerlo. Luego se dirigió al departamento, única conclusión que sacó de
este extraño momento, están todos locos.
Para Hudson el viaje se le hacía
demasiado largo. A lejos apareció la gran casa de Allen. El auto no lo llevó hasta ella, por el
contrario llegaron a donde se criaban cerdos.
El sol arreciaba y el olor tan
penetrante era un poco molesto, Hudson no sabía con qué se encontraría aquí,
sentía que la adrenalina colmaba su cuerpo. Quizás estaba a punto de conocer la
verdad. Respiró profundamente antes de preguntar. Escogió a unos de los hombres
que por ahí pasaba.
-Disculpe
¿William Allen?- preguntó Hudson. El trabajador de la
granja le señaló algunos galpones que se hallaba al fondo.
-
Espérelo allí, él tendrá que ir pronto - luego lo pensó mejor- ¿Quién digo que lo busca?
-Agente
Chris Hudson, estoy seguro que él ha oído hablar de mí-
dijo Hudson sin más y caminó hasta donde él señor le señalaba.
El terreno se hacía más arenoso,
era una tierra muy negra, adentró se alegró de protegerse del sol que era
abrasador. Aunque una vez allí no sabía si, efectivamente, fue realmente lo
mejor. Decenas de cerdos se apilaban en los chiqueros donde se criaban. El
sonido era fuerte, pero no veía nadie por allí, caminó entre los compartimentos
mientras esperaba a Allen. En algún momento sintió curiosidad y se subió a una
pequeña plataforma que se adentraba un poco a los espacios donde se criaban los
animales, de allí pudo ver mejor los grandes animales, eran de aspecto
sobrenatural, el suelo estaba cubierto de una gruesa capa de excremento.
Sintió unos pasos acercándose y
volteó, sólo para darse cuenta que detrás de él un sujeto, de muy buen porte,
lo observaba parado en el medio del galpón, el sujeto caminó hasta donde él se
encontraba y se paró a su lado a observar también los cerdos. Tenía una pequeña
risa que molestó mucho a Hudson, quien estaba con los ojos rojos de ira, quizás
por los celos.
-Tengo
tiempo que construí esta granja, – comenzó diciendo
Allen- pero es la primera vez que un
“puerco” pide verme.
Esto era lo único que estaba
esperando Hudson y se le fue encima al rancherito de pelo claro y sonrisa
sarcástica, Allen no lo esperaba y cayó en el piso con el primer golpe, se
levantó y lanzó lo propio a Hudson, que también se resintió, pero regresó otro,
cuando se percataron estaban rodando por la platabanda, dándose golpe tras
golpe. Un obrero de la porqueriza los vio pelearse y corrió llamando a otros.
Cuando llegaron no pudieron evitar que lo adversarios rodaran por ella y
cayeran enterrados en la capa de excremento, aún así seguían golpeándose.
Algunos de los empleados de Allen
bajaron hasta el fango, al final los detuvieron con dificultades, aún la cólera
se veía reflejada en la cara. Llenos de excrementos de marrano cada parte del
cuerpo. Los empleados sacaron al jefe allí, otros quedaron con Hudson y le
pidieron que se retirara, él, en el estado que se hallaba, no podía hacer nada,
apestaba a estierco de puerco, pero aún así tomó sus gafas oscuras del suelo y
caminó gallardamente hasta la salida de la granja, totalmente embarrado de
estierco de puerco.
Avanzó una distancia considerable
fuera de la granja y se sentó en una piedra del camino, le sería muy difícil
llegar a ningún sitio desde acá, encendió un cigarrillo. Quería llamar a la
estación, pero cómo explicaría el hecho de estar cubierto de estierco de puerco
y golpeado, no podría hacerlo.
Después de esperar un rato, escuchó
el claxon de una camioneta a su lado, se levantó y miró al conductor, para su
sorpresa era el mismísimo, William Allen, el granjero criador de cerdos, ya
bañado y con algunos rasguños visibles en su rostro. Viró de nuevo la cara e
hizo un ademán con la mano para que se alejara. Pero Allen le gritó desde el
auto que se montara, él no tenía opción; así que aceptó la ayuda. Sin embargo,
montó atrás del camión tipo pick-up.
Llegaron al mismo sitio donde,
tiempo atrás, hablara con Kurtain sólo que esta vez lo hacía con Hudson, sentía
que lo estaba traicionando, mas no podía abandonar al detective venido de San
Francisco en el desierto llenó de deyección de puerco. Hudson se bajó de la
parte de atrás del camión, llegó hasta el tanque y revisó si tenía agua, al ver
que sí era así, comenzó a quitarse la ropa, y lavarse. El agua cayendo le
quitaba lo sucio de su cuerpo, quedó en prenda interior. Una vez que estuvo
limpio comenzó a desempolvar la ropa, pero era inútil el olor jamás se
quitaría.
Allen caminó hasta él con ropa
limpia se la dio y Hudson se vistió, también tenía golpes en todas partes.
Allen estaba sentado en la cerca viendo el horizonte, a su lado se sentó
Hudson. Ninguno de los dos podía decir nada. La brisa soplaba volando algo de
polvo.
-
Tienes buena pegada- dijo Allen tocándose la cara.
-La tuya no está nada mal- respondió Hudson y también hizo lo mismo.
-
Hace sólo un día estuve con él en este mismo sitio. –
Allen cambió drásticamente la conversación-, me contó muchas cosas, que no repetiré. Sólo te diré: apartarte de él,
no puedes seguir pretendiéndole destruir todo lo que ha formado hasta ahora.
-Y eso que ha formado ¿Te incluye?- preguntó Hudson con un enorme
nudo en la garganta. Y sin poder evitar que algunas lágrimas cayeran por su
rostro.
-
Qué más da, si es así -contestó Allen. Se produjo un
silencio en el ambiente. El viento soplaba moldeando el paisaje.
-Pues
tendrás que darme más que estos golpes para hacer que me olvide de él, sé que
no puedo darle lo que quiere, mas ya no quiero vivir sin
él- se levantó, y miró todo a su alrededor.
-
Entonces lucharemos nuevamente, hasta que entiendas lo que quiero decirte. Eres
un mentecato si crees que aún Kurtain te ama. Apártate de él-
Allen puso punto y final a esta conversación.
Hudson sólo esbozó una pequeña
risa, mezcla de rabia e ironía.
En la noche Kurtain, Caroline y
Richard estaban preparados para el llamado, no se podía hacer nada más que
esperar que el grupo de antisociales diera el siguiente paso, sin una minúscula
pista que atender. Caroline estaba pendiente de la actitud de Kurtain, desde
esta tarde no había estado de buen humor. Sospechaba que se debía a la llegada
de este hombre a la ciudad. Quería saber que lo ataba a él tan fuertemente. Se
preguntaba si la hermosa mujer que estaba afuera sería el problema de sus
devaneos. No cabía duda que estaba trastornado por todo. Espero que, en cualquier
hora de la mañana, se retiraran a algún sitio.
Kurtain tomó algo de agua en el
dispensador y luego se dirigió a una silla apartada que daba a una gran
ventana, ésta dejaba ver lo más brusco de la ciudad, quería estar sólo, sumido
en sus pensamientos. Caroline y Richard se pusieron al lado suyo. Richard habló
de la llegada de Hudson.
-Fui a buscar a tu ex compañero, estuvo aquí toda la mañana, luego pidió
fuera llevado a donde tú amigo, el Sr. Allen.- Kurtain permanecía inmóvil y
le contestó moviendo la cabeza de un lado a otro.
- Otra vez a sus andadas, no sé qué trama; nada
bueno debe ser. – Estaba completamente llenó de odio
hacia Hudson o al menos eso parecía ser. No podía pensar, quería matarlo y que
todo su dolor se fuera tras su muerte.
Luego de decir esto salió a la sala
principal y se sentó al lado de Fiona que aún se hallaba allí, resguardada.
Ninguno de los dos dijo nada. Ella lo abrazó, no entendía dónde estaba Hudson
en momentos tan cruciales en su vida, nunca cambiaria, si alguna vez estuvo
segura de algo es de haberlo dejado de una buena vez y para siempre.
Caroline miraba desde la
dependencia donde estaba sentada con Richard y moría de celos por la escena que
presenciaba. Pero nada podía hacer, lo suyo con Kurtain nunca paso de un
apasionado beso. Vio llegar nuevamente el hermano de la mujer abrazada a
Kurtain.
Desde donde la bella pelirroja se
hallaba se pudo observar un pequeño altercado entre los tres, no sabía que
podía ser, el último sujeto llegado apartaba a Kurtain, mientras con un dedo le
señalaba a la cara. En un momento de la discusión el hermano de Fiona se fue a
golpes con Kurtain y fue hora de intervenir, Caroline llamó a Steel y juntos
desapartaron a los dos contendientes. Que tenían la cara partida por los golpes
dados.
Kurtain fue llevado a la oficina,
el hermano de Fiona se marchó muy mal humorado, Fiona quien, sentada al lado
del niño en la sala de la policía, nada podía hacer sino esperar a Hudson,
quien tampoco aparecía.
Abatido, Kurtain, y sentado en el
escritorio repasaba en su cabeza todo lo dicho por Julius el hermano de Fiona.
Lo acusó abiertamente de ser el único culpable de la separación de Hudson y su
hermana, en cara le hecho lo que ya para ese momento sabía Fiona e incluso el
pequeño Chris, Hudson fue su amante.
A la luz quedó toda su
homosexualidad, fue realmente cruel, lo acusaba de ser desleal, porque mientras
se hacía pasar por su amigo, la verdad era muy diferente. Lo último gritado por
Julius:
-¡Eres
un maldito y cobarde marica!
Últimas palabras que atormentaban a
Kurtain, no podía entender; estaba descubierta toda su relación con Chris
Hudson. El hermano de Fiona había sido enfático al decir que lo descubriría,
que contaría sus amores con el patán de Hudson.
Quería desaparecer, lo que tanto
había temido estaba a punto de salir a luz, pero cómo pudieron enterarse,
estaba atravesando uno de los momentos más triste de su vida, en su cabeza daba
vueltas para explicar lo sucedido, y lo que haría. De algo estaba seguro
necesitaba más tiempo. Por ello debía lo más pronto posible ver a los hermanos
Lombardo.
No podría luchar con todo esto que
sentía por dentro, quedar descubierto así sin más era terrible, que le diría a
todos, su vida una mentira. No, se dijo nuevamente.
Necesitaba más tiempo. En nombre de
la amistad que un día le profesó a Fiona debía esperar antes de acabar con
todo. Le rogaría si era necesario. Estaba fuera de sí.
Segui @LevisTorres1
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