10. Siempre el Mismo
Cuando Kurtain se levantó se
hallaba aún atado aún al poste que sostenía toda la estructura, no tenía
claridad en cuánto tiempo había pasado, ni en donde estaba, luego que su mente
se fue aclarando, recordó hallarse en el taller de J. P., a su lado algunas
refacciones de autos y otros utensilios mecánicos le corroboraban el hecho. No
podía moverse, poco a poco fue tejiendo los acontecimientos, hasta que la
lucidez estuvo en su cabeza.
Pensó que, tal vez, también Allen
estaría en esto. No confiaba en nadie. Él lo había llevado hasta J.P. no había
duda estaba siendo engañado por más de una persona. Después lo pensó mejor y se
dijo a si mismo que estaba siendo exagerado. Allen no tenía motivos.
Fue un tonto, al no darse cuenta de
lo que sucedía, no podía confiar en el político. Mas ahora necesitaba calmarse
y buscar la forma de salir de allí. Quizás llevaba mucho tiempo encerrado,
quería saber lo que sucedía con los otros. Sería cuestión de tiempo para que
Caroline también fuera a casa de Henderson.
Escuchó un ruido en el taller y
pronto la puerta se abrió, allí estaba J.P.
Y el sujeto de cejas pobladas, juntó lo llevaron a la maleta del auto,
él no opuso ninguna resistencia, creía saber hacía donde era llevado.
Caroline por su parte, una vez que
salió de las declaraciones a la prensa se dirigió a la oficina, necesitaba
hablar con Kurtain pero el teléfono no repicó. Eso encendió en ella cierta
suspicacia, y posterior llamó a Richard quien tampoco respondió, de inmediato
salió en su auto a casa de los Henderson. Estaba segura de algo estaba pasando.
Pero no podía hacer de una corazonada un escándalo.
Antes de salir, Allen le dio la
solución, buscaba a Kurtain, ella lo tomó y se brindó para llevarlo a donde él
se encontraba, este extraño ofrecimiento, no esperado por Allen lo puso atento.
De camino a Casa de los Henderson,
Caroline, estaba absorta, Allen a su lado simplemente se dedicaba a observar
los diferentes estados de la Agente. Él presintiendo que algo sucedía preguntó
que la tenía tan nerviosa. Ella no pudo decirle lo que sospechaba; simplemente
le dijo que era nada; siguieron hasta la casa.
Cuando llegaron encontraron el auto
vino tinto de Susan estacionado frente a la casa, cosa que pareció bastaste
rara a Allen. Caroline no se bajó sino que, por el contrario, espero un poco
observando hacía la casa, era algo que no estaba bien, le pidió a Allen que
esperara mientras ella hacía ciertas llamadas, lo cierto: estaba llamando a
Kurtain, pero él no le contestaba.
Por su parte, una vez que fue
llevado a la casa y atado en uno de los cuartos, Kurtain escuchaba los gritos
de Fiona, sabía que la tenían a ella y seguramente al hijo de Chris Hudson,
luchaba por salirse, mas era inútil, en cierto momento escuchó también una voz
que le resultaba inconfundible, motivado a que estuvo pensando en ella por varios
años, era incuestionable, Hudson también se hallaba entre el grupo, no
obstante, no podía adivinar qué hacía allí.
Su desesperación subió y de nuevo
trato de desatarse, quería enfrentar Hudson, quizás, y aunque él no quisiera
estaba ayudando de alguna forma a los secuestradores, en este punto su cabeza
estaba llena de incógnitas. Miró hacía le ventana, una sombra se fue formando y
como enviado por el cielo, Allen se asomaba por ella. Más atrás vio a la agente
Caroline.
Con sumo cuidado trataron de abrir
la ventana; aunque no fue necesario, algún ruido dentro de la casa ahogo el
sonido de la ventana, Kurtain cerró los ojos y pidió que lo desataran, era
necesario actual rápidamente. Podía haber heridos.
En una de las habitaciones se
hallaban los integrantes de la familia Henderson y Susan, discutían ante la
premura de quedarse con el niño.
Susan harta de tanta lata, pidió
que se calmaran que no eran cosas que discutir ahora, lo importante era saber
cómo saldrían del aprieto en que estaban, habían secuestrado cuatro personas y
por si esto fuera poco dos eran policías. No pensaron bien las cosas. Ella sólo
quería su dinero para marcharse, no le interesaba, ni el nieto ni la hija de
Henderson. Fue una estupidez, ahora todo su plan se había ido al suelo. Tendría
que matar a Hudson y a Fiona.
Dilan, el doctor de cejas pobladas,
trataba de calmarlos, era una estupidez discutir por eso ahora, ellos sólo
debían entregar el niño, lo que se hicieran con él era problema de ellos. Miró
por la ventana, notó un auto que, estacionado en la acera del frente, no había
visto antes. Preguntó a J.P. por el auto. Él dijo tampoco conocerlo, fue
Henderson quien supo que era el auto de Caroline.
Si bien no estaban seguros de que
pudiera estar allí; revisaron las habitaciones que estaban ocupadas por los
secuestrados; pero parecía estar en perfecto estado, Dilan tomó la habitación
de Kurtain, Susan la habitación de Hudson y J.P. la última habitación, ocupada
por Fiona y el niño Chris. Debían actual rápido.
Dilan encontró atado, si ninguna
novedad al agente Kurtain, posteriormente miró por la ventana, desde allí aún
se observaba el auto de Caroline; mas ella no se veía por ningún lado.
En el cuarto donde se encontraba el
agente Hudson, Susan, no podía matarlo. Para intimidarlo contó que tenía al
joven Stephen, pero Hudson atado en la silla no quería dejar su hijo.
Dilan sitió un ruido dentro de la
casa, miró por la puerta; sin embargo, no halló a nadie, seguro sus nervios
reventarían. Llamó a Henderson; no lo halló, también hizo lo propio con Manú
pero tampoco contestó. Algo estaba pasando, decidió salir a inspeccionar, fue
hasta la cocina donde se hallaba Henderson y Manú, allí tirado en el suelo sólo
encontró a Henderson, él corrió a socorrerlo, sólo desmayado de un fuerte golpe
en la cabeza que lo hacía sangrar un poco.
Lo tomó y con él a cuesta partió
hasta el cuarto de Hudson. No lo halló allí, dejo a Henderson y siguió
buscando, lo encontró en la sala de la inmensa casa, ya libre junto a Kurtain,
Allen y Caroline. Su desespero creció y en un ataque de última furia arremetió
contra todos ellos, fue Hudson que de un disparo certero tumbo al frenético
joven, quien se desangraba en el suelo. Susan había partido con la joven Manú
en su rustico.
Debían escapar, están acorraladas,
no sabían que había pasado con Henderson, solo vieron a los dos sujetos
muertos… llamaron al doctor Rhode, él tendría que socorrerlas, llegaron a la
finca. Todo había salido mal, Henderson estaba descubierto. Susan maldijo.
[…]
Hudson llegó al departamento y
todos alababan su empuje y destreza para concluir el caso, ante todos quedó
como la primera persona que llegó a los dos secuestradores, Paolo y J.P., Steel
lo miraba atento, sabía sólo en parte que lo llevó hasta ellos. Aunque en honor
a la verdad era la única parte que quería escuchar, no conocía la verdadera
razón de su furia con Allen y mucho menos con Kurtain, desde que llegó sólo
hubo el cruce de pocas palabras entre los dos.
Para Steel, Kurtain y Hudson se
comportaban de manera ilógica; sin embargo, hoy Hudson estaba muy cordial,
contaba lo sucedido con mucha emoción, incluso él se sentía trasportado en su
conversación se dejaba llevar por la manera heroica que se presentaron los
hechos.
Kurtain por su parte, a pesar de
tener mucho peso, se quedó apartado de toda la fanfarronería de Hudson. Sentado
en la silla se decía, allí está el Hudson que todos conocían, el niño grande
que provoca proteger, él que manipula todo a su antojo; único fin, lograr ser
aprobado, el insensible, él que sólo ama así mismo. ¿Y de esta persona estaba
enamorado? En nada se parecía a los ideales pasionales que forma en su mente.
Un contraste total del pensamiento y la realidad. No podía entender la razón
por la cual lo amaba aún. Pareciera que la historia en San Francisco se mantuvo
inmovible todos estos años y que el dolor y la desesperación sentida revivieron
tal cual estaban en ese tiempo.
No estaba dispuesto a pasar por
todo nuevamente, necesitaba escapar. Se levantó y sin ser visto se alejó del
departamento, pensaba que aunque no atraparon a los cabecillas quizás con esto
se acabaría el caso que los unió nuevamente. Tomaría sus maletas y volvería a
Los Ángeles para olvidarse de todo. Allen estaba en las afueras del
departamento, al verlo salir se acercó a él.
-¿Todo
está bien allá dentro?- preguntó a Kurtain y miró por los
ventanales como varias personas rodeaban al héroe Hudson. Se rió, porque sabía lo que sentía Kurtain,
alzó su mano y la colocó en la espalda de Kurtain.
-No
cambiará, pero tú si tienes que hacerlo, debes formar una nueva vida ya sin él.
Por mucho tiempo ha estado como un fantasma alimentándose de tu vida. Todo lo
que haces y todo lo que eres está ligado de alguna forma a él.
Kurtain destrozado montó en el auto
y marcho.
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