6. Secretos
Ocultos
Llegaron
a puerto, la tarde caía. Una ola de luces alumbraba el pequeño puerto de
pescadores, anclaron en el muelle y con la efusividad de la buena pesca
decidieron salir a divertirse en una especie de fiesta popular. Estar en tierra era algo que no contaban, los
días de pesca en alta mar habían parado un poco. Varios grupos de personas se
reunían aquí y allá, Sobre todo en la plaza
central del pueblo
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El
puerto del pequeño pueblo estaba plagado de cantinas y gente corriendo de lado
a lado. Los marineros después de salir de sus negocios decidieron salir a
divertirse en la localidad, solo David no se sentía a gusto, sabía que en
cualquier momento la tripulación podía dejarlo en esa isla, claro que desde
allí no lo sería difícil regresar, pero eso era que no quería.
Así
que tomo la decisión de estar atento de cualquier eventualidad. La música comenzó,
el puerto estalló en un colorido cuadro de luces y movimiento. Por todas partes
había personas reunidas bailando, sobre todo hermosas mujeres quienes se
interesaban por los recién llegados, eran por así decirlo la novedad en el
pequeño puerto.
Ellos
decidieron disfrutarlo y sacar partido de ello. Estaban a gusto en el pequeño
pueblo, pronto todos se apartaron, cada uno tomo un rumbo, el marinero gordo se
largó con una mujer, el viejo se quedó en alguno de los bares contado lo que
había pasado en su travesía. Y el capitán junto con el cocinero y el joven
polizonte se apartaron en algún puesto a tomar de una botella. A avanzada la
noche, a pesar de estar algo ebrios, la tensión entre el polizonte y el capitán
parecía ir creciendo, el único que parecía tener una conversación vinculante
era el cocinero que trataba que las cosas entre los dos fluyera mejor. Más era
un tanto difícil. Simplemente no había un punto en común entre los dos.
Fue un acto sin importancia lo que desató las tormentas que dentro de los dos había. A ellos tres se acercó un aldeano, parecía un tipo común y decidieron conocerlo, lo llamaron y le invitaron tragos, el lugareño complacido le explicaba algunas cosas de ciertos festivales que se celebraban en el pueblo por esta época, poco eran los barcos que se aventuraban a navegar en esta época en especial y quizás a esto se debía su buena pesca. Ellos afirmaron y el lugareño siguió explicado los motivos de tan famoso festival que reúnen a muchos botes de las otras islas pero sin arriesgarse a mar adentro.
Fue un acto sin importancia lo que desató las tormentas que dentro de los dos había. A ellos tres se acercó un aldeano, parecía un tipo común y decidieron conocerlo, lo llamaron y le invitaron tragos, el lugareño complacido le explicaba algunas cosas de ciertos festivales que se celebraban en el pueblo por esta época, poco eran los barcos que se aventuraban a navegar en esta época en especial y quizás a esto se debía su buena pesca. Ellos afirmaron y el lugareño siguió explicado los motivos de tan famoso festival que reúnen a muchos botes de las otras islas pero sin arriesgarse a mar adentro.
-¿Y eso por qué?
– preguntó el polizonte que había estado callado.
-Dicen que algo mal le pasará a
quien en este tiempo ose internarse en las frías aguas del océano, pero yo creo que son solo habladurías del
pueblo ya ven como son, algunas embarcaciones perdidas se le atribuyen a este
hecho, pero la verdad todo lo sabemos, algunos piratas secuestran a nuestros
pecadores y no solo lo roban sino que también los matan y hacen desaparecer, es
posible que sean los mismo malhechores quienes corrieron el rumor y las autoridades
se creen este cuento. Solo tonterías de pueblo, alguna vez encontré algo.
-Si quieres puedo invitarte a
mi casa y enseñarte algo peculiar que
tengo allí - dijo el lugareño. El capitán se negó a ir, el polizonte se
interesó dejó al capitán y al cocinero solos en el sitio.
Pasado
un tiempo David no regresaba, así que el capitán entró en furia, una rabia
incontenida que el cocinero no sabía cómo frenar, estaba como poseído.
-Iré a buscarlo- se
levantó.
El
cocinero rió y lo detuvo, -no puedes
hacerlo, no es tu problema. Está bien grandecito, sabe que salimos en la
mañana, así que deja el muchacho divertirse, no te veo tanto interés por
nosotros, ni siquiera has preguntado por Aristóbulo.
-Ya le enseñare si es mi problema,
-y fue el comienzo de una discusión que se formó entre el capitán y el cocinero
quien conocía de sobra la verdadera razón del estado colérico.
El
viejo Lucas se acercó y el gordo
también, el cocinero no supo cómo explicarle lo que pasaba con su capitán. -¿Y donde esta David? -Preguntaron.
-Se largó por allí.
– dijo el cocinero, enseñando su gran sonrisa.
-Haa, y solo tiene eso
-dijo el gordo un tanto ebrio por la noche que llegaba a su fin.
-¿Qué dices? – preguntó
el capitán, solo allí el gordo notó que
quizás se había sobrepasado. No supo cómo
salir del lio, fue el viejo Lucas que lo defendió y quiso acabar con todo, que
no era hora de hablar de tonterías y que tendría que contarle lo que hoyó en el
bar.
Todos
lo miraron y él comenzó con cara muy seria. -Dicen los pescadores que este día celebran el festival por los
desaparecidos del mar.
-Sí, ya nos enteramos de eso- dijo
con cara de fastidio el capitán.
-No comas ansias, ya te lo contaré
algo que quizás no sepas,- apuntó el viejo Lucas - , en estas aguas durante esta temporada
afloran criaturas extrañas, aunque eso ya lo sabemos; pero hay una que convierte
el sueño en pesadillas a los lugareños, según dicen podría ser algo muy grande
que ellos no saben definir, dijeron que algunos pescadores hace mucho lo vieron
emergiendo del mar, pero que aunque no lo ha logrado ver más, saben que
continua en esa aguas, que se vuelven peligrosas por esta época.
-¡Qué cosas dicen!, ahora nos vas a
venir con el kraken vive en estas aguas, tú estás realmente loco.- esputó
el capitán, -no puedo con tanta tontería,
esto va acabar pronto, eran ballenas desorientadas.
-Yo no estoy loco-
contestó el viejo Lucas que su historia oportuna había echado al olvido a la
principal discusión- nosotros mismos
hemos visto como han sucedido cosas muy extrañas, la cortadura del biólogo, los
golpes en el bote, las especies marinas venidas de las profundidades, y sobre
todo jamás, y óyeme bien que ustedes son menores y yo he vivido más tiempo en
el mar, he visto una ballena partida en la mitad como la que vi en estos día, -
con voz pausada para dejar claro lo que pensaba- algo grande se escode por esas aguas
y no es que le tenga miedo , sino que me estaría con cuidado.
-Lo único que creo
–gritó el capitán -es que tienes una imaginación muy prolífica con respecto a las criaturas del mar, no
existe semejante cosas y mucho menos que nos siga a nosotros. Esas especies han
sido una coincidencia, no hemos visto ningún monstruo, si bien si muchas
ballenas, y solo una cosa es más grande que eso, tu cobardía- con esto dio por
finiquitada la absurda discusión.
Tiempo
después, el joven biólogo llegó apresurado y sudoroso. Estaba un poco sacado de sí.
-¿Qué te paso?-pregunto
el capitán.
-Allá, un marinero tenía un gran apéndice en
forma de garra y que posiblemente sea lo que me rasgó la pierna. Dice que lo
encontraron algunos pescadores junto a esto- y enseño una baliza
ensangrentada con el nombre “Panamá I”.
Todos
quedaron boquiabiertos, fue el capitán que quiso poner algo de cordura.
-Estamos siendo víctima de una alucinación, colectiva
eso es todo –insistió el Capitán, de mente algo más practica-, no existe ningún monstruo en estas agua,
no estamos siendo perseguidos y pronto, si
la pesca va muy bien regresaremos a nuestro pueblo, nos olvidaremos de bichos raros que se
encuentran en mar. Estamos siendo un poco paranoicos. Y este pueblo un grupo de
bromistas que asustan a los extranjeros tontos como nosotros. Esa baliza pudo
caérsele a los chicos en cualquier parte, no dudo que ella mismos lo dejaron,
son dramáticos.
El
joven moreno estaba con los ojos abiertos, entre todos era el más asustado que
estaba con las historias, se compró algunos amuletos de protección entre los
brujos del pueblo, collares y pulseras con poderes para enfrentar las fuerzas
del mal. Los marineros rieron al verlo con tantas cosas encima.
La
conversación se cortó allí con las risas de los marineros, y de nuevo los 5
tripulantes estaban tomando, conversando entre ellos, y riendo, el capitán
parecía más relajado, parecía empezar a disfrutar la noche… pasado un tiempo el
biólogo decidió pasear por allí.
El
capitán cayó, no rio más en el resto de la noche, estaba nervioso y tensó, no
podía explicar porque lo estaba, simplemente esperaba matar al biólogo, esa
molestia que se implantó en su vida y que poco estaba llevándolo a la locura en
una montaña rusa de felicidad y sufrimiento al unísono. Y así terminó la noche.
El
día después de la visita al puerto, los marinos comenzaron ver más el fondo del mar en busca de una
sombra, de alguna señal, de algo malo creándose una especie de monomanía que hacía
reír a los tripulantes. Cada cierto tiempo veían por el borde del barco
camaronero, cada nuevo arribo de camarones ponía cuidado con las cosas que podían
encontrar. Las especies nuevas… el humor del capitán no cambiaba para nada,
varias veces hubo que lanzar al biólogo al agua y rescatarlo.
Anque
le parecía una locura también era cierto
que sentía curiosidad de saber qué cosa era, que cosa estaba oculta,
estaba convencido que el festival, el científico y supuesto monstruo estaban unidos, pero no sabía de qué forma. Aprovecho una reunión casual con el cocinero preparando el
terreno para decírsele al capitán sobre la
pérdida de su submarino y el verdadero motivo que lo llevaba a esas islas, le
dijo al cocinero lo que quería hacer. Le explico un plan para que fuera el
Biólogo que le dijera y él no se lo negara.
-¡Tú estás loco! ¿Quieres
sumergirte en aguas profundas para busca que cosa? Estas empezando a enloquecer
como David, no sabemos que hay allí, ni que quiere ese chico.
-Pero yo quiero saber -
expuso secamente el viejo marino.- siento
que hay algo grande allí y quiero averiguar, tu igual que yo sabemos que eso no
fue una ballena, y que algo corto la ballena en dos, lo mismo que rajó a David,
lo mismo que nos ha estado siguiendo.
El
biólogo le repitió la historia que contó
al cocinero.
-Si quieres que te acompañemos tendrás que
decir algo mejor que eso porque no haremos semejante cosa de llevarte a esas
islas, como dices que se llamaban. “Hoyos
azules”, nunca en mis años de marineros oí sobre semejantes islas. – se
quedó pensativo. -Te diré algo que creo, me parece que lo que dicen esos lugareños es
cierto. Algo raro pasa por aquí. Y yo…yo no quiero averiguarlo.
-Necesito su apoyo para buscar ese
submarino y necesito de su ayuda para convencer el capitán. –Imploró
David.
-Creo que eso no te será para nada
difícil, y al capitán lo tienes en tus manos, o por lo menos parte de él, así
que me iré preparando para algo que seguro no me ira a gustar.
-No sé de qué hablas, que cosa
sucede con su capitán, no creo que lo tenga en mis manos. Es un patán y
déspota.
-Ya lo sabrás –
dijo secamente el viejo marinero. –ya lo
sabrás y lamentablemente nosotros también, esta noche preparare las cosas, tu
solo hazme caso.
-¿Qué te pasa?-
le preguntó el cocinero al polizonte absorto mirando al mar.- No creo que pueda llegar hasta él.
- ¿Que dices ya llegaste hasta aquí?,
te juro que él, al igual que Lucas, esa idea no le gusta mucho, pero…no creo
tapar el sol con un dedo. Ve hasta allá- le dio algo que
darle para tratar de suavizar las cosas, preparo un rico postre, salido no sé dónde.-
el hombre se conquista por el estómago.- dijo
y entregó el postre preparado.
-¿Sabes manejar un bote?
– preguntó el capitán.
-No la verdad es que nunca he tomado un
timón, ¿me dejas pilotear el viejo Serpiente Marina?
El
capitán lo pensó y le dio el timón, luego se sentó a terminar su postre. El
chico piloteaba con algo de dificultad, pero seguía las instrucciones, luego se
sintió abrumado.
El
piloto dejo el postre de lado y le empezó a buscar la mejor manera de que
piloteara el viejo Serpiente Marina. Se pegó a él, y le tomó las manos mientras
señalaba el rumbo que debía tomar.
Su
olor era agradable, se pegó más a él. Su pantalón se agitaba, no podía detener,
le hablaba muy bajito, tratando de dirigir el viejo barco, en el horizonte el
sol se ocultaba. Se sentía feliz en esa posición.
El
joven se deba llevar por los brazos del capitán pegados al timón, se sentía
como trasportado, el capitán era brusco, pero entendió lo que decían los
chicos, era muy buena persona, solo receloso.
Sintió su respiración cerca de su cuello, no opuso resistencia, luego lo
sintió pegarse más a él, incluso algo duro entre sus nalgas, separados solo por
el bañador.
Sintió
su respiración más profunda, y más
agitada, lo sintió dejar el timón y abrazarlo por la cintura, acariciar su
pecho, el giró intempestivamente y lo miró a los ojos, ya no era el capitán
brusco que lo lanzaba al mar, era la mirada de un hombre enamorado. Lo acercó y le dio un beso, el
capitán se separó un poco, luego lo beso con pasión, no podía parar. Abrieron
el pequeño camarote del capitán y se metieron en él.
A
cargo de la tripulación quedo el viejo Lucas, que evitaba pensar, solo los vio
entrar al camarote, que malo tendría de ello. Posteriormente se hizo del
control del timón. El cocinero tenía razón. Su mirada se perdió en el horizonte
mientras meditaba los años vividos, primero con su padre luego con el hijo de
este, no parecía para nada una persona extraña, era serio, preciso y nada tenía
que ver con la visión homosexual que siempre había tenido, comenzó a
hiperventilar, quizás las cosas
cambiaran de ahora en adelante, -Maldito
Polizonte- pensó, luego miró al mar serenamente.
Lo
hicieron varias veces hasta quedar exhausto ambos acostado en el estrecho
camarote. La noche avanzaba. Estando acostados el uno sobre otro, el capitán
preguntó:
-Antes de dar tu veredicto escúchame…-se
giró, miró fijamente al capitán tratando de sacar de lo más profundo de su alma
las palabras, quería decir la verdad a este hombre que lo abrazaba tan fuerte,
quería despojarse de su capas como una cebolla para quedar expuesto ante él, y
se iba a morir al menos se lo debía.
– Hace tiempo fui con algunos
compañeros de trabajo a realizar una investigaciones de algún reporte, que
ahora no viene al caso, en estos hoyos azules, durante el viaje vimos algo, que
podría hacernos ricos, pensamos que nos dejaría mucho dinero además del interés
científico que tenía, nadie más lo sabía y ahora te lo contaré a ti…se
detuvo allí quería obtener una respuesta del capitán.
El
Cocinero, vio salir al polizonte enojado, y luego el capitán cambiar el rumbo,
se rió para sus adentros- lo tiene.
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