4. El Halcón Miller
Al momento de llegar a la jefatura de San Francisco, Hudson y Kurtain, tuvieron que recibir toda clase de chistes y felicitaciones de parte del restante grupo de detectives que operaban en el cuerpo; contaron lo sucedido a todos los compañeros y además presentaron al agente de los Ángeles, el ya mítico Halcón Miller, quien se hallaba ahora en un escenario contrario, entonces era Hudson quien se ocupaba de gastar las bromas, esto fue hasta que el capitán Jeremy hizo llamar a su oficina a los recién llegados, valiéndose para ello de un fuerte grito, primero se portó osco, pero al terminar dijo:
-¡Gajes del oficio muchachos! ahora tenemos que lidiar con la publicidad que se suscitó en este caso, no se preocupen que en San Francisco ya hemos tenido que combatir con todo esto, en lo que va de mañana hemos recibido más o menos 20 llamadas, porque, aunque no lo crean este tipo estaba siendo buscado en tres estados por extorsión y apuestas ilegales, trabajaba en un taller y allí lo vieron hablando con una joven que coincide con la descripción de la Sra. White y con otra dama que pensamos era la amiga de ésta- concluyó.
Hudson pasó a su oficina seguido por Miller, Kurtain y Bill e hicieron una suerte de sala de investigación, situaron una cartelera con un mapa de la zona, y las pistas que hasta ahora recolectaron, querían establecer alguna secuencia lógica al rompecabezas. Se empezaron a manejar algunas hipótesis; pero todas estas sin ninguna fuerza, necesitaban algo que los ayudara. El Halcón Miller también aportó ideas muy sorprendentes, era un tipo muy inteligente e instruido, lo que molestó enormemente a Hudson, ya que éste era su caso y su ciudad. Aunque avanzaban en algo aún no contaban nada que pudiese aportar la principal idea. Estaban de nuevo en el comienzo, más preguntas que respuestas y eso lo sabía la prensa que pasaba a toda hora información sacada de no se sabía dónde, parecían estar siempre un paso adelante y hacerlos parecer como inoperantes. Afortunadamente, una de las huellas halladas en el cuerpo correspondía al sujeto muerto en la ciudad de Los Ángeles y por allí se aplacó un poco la controversia.
Con todo lo sucedido, decidieron volver a revisar los interrogatorios de los empleados de la empresa. Trabajarían a contra tiempo. El agente Miller y Kurtain irían a verse de nuevo con la hermana de Karen, a la vez que Hudson y Bill deberían hacer lo propio en la empresa; eran conocidos nuevos indicios de una persona que vio a tres sujetos en un contenedor de basura a tempranas horas de la mañana, también habría que interrogarla.
La decisión de Capitán Church para nada alegraba a Hudson, no le gustaba la idea de poner juntos a Miller y a Kurtain y mucho menos que fueran al hogar de Susan -¿Tendré celos? se preguntó, lo único que falta es que ese Halcón sea una verdadera ave de presa- pensaba Hudson y se rió al sorprenderse así mismo pensando como si fuera el amante oficial del agente Stephen Kurtain, Bill lo sacó de su cavilar.
- ¡Agente! ¿Está enamorado? ¿Todo bien con el bebe de la Sra. Hudson ? -Le preguntó, mientras conducía el auto en dirección a la empresa, Hudson le respondió:
-No sé, mañana debe llegar de viaje, decidió venirse y no sé el porqué, me dijo que el bebe tenía muchas complicaciones, pero posiblemente nazca en estos días… ¡Buen momento para nacer! - se gritó así mismo- El papá le dijo que diera a luz acá, según me explicó, pero no entendí a que se debía que tomase esa decisión- se acomodó las mangas de la camisa y prosiguió- Los médicos no dan mucha esperanza de vida al bebe, posiblemente mañana en la tarde tenga que acompañarla. Sólo hay que esperar, y por si fuera poco a esto le tengo que sumar el aguantar todos los gritos de mi suegro, que me culpa por todo lo que a ella le pasa, la relación con él nunca estuvo muy bien y ahora la antipatía se ha acrecentado- Finiquitó.
Hudson se puso a pensar en el niño y todo lo que pasaron los dos por culpa de algunos problemas que presentaban Fiona para concebir, primero se hicieron pruebas muy molestas con las llamadas “relaciones dirigidas”, luego estimulación del ovario, monitoreo de los óvulos, introducción de semen y otras cosas más, que Chris trataba de olvidar, ya cansados pensaron en la posibilidad de la fecundación “in vitro”, y a cada falló una nueva decepción, ya se iban a dar por vencido, e inclusive él pediría el divorcio, debido a todas las discusiones, que lo enloquecían, cuando sucedió el milagro de quedarse embarazada, todos los problemas quedaron atrás a luz del futuro nacimiento. Sólo tenían que cuidarse, porque, según palabras del Doctor, el feto no soportaría el mantenerse en el útero.
Llegaron a la empresa pero no entraron, fueron primeramente a la casa Nº 72 donde vivía la Sra. Rose, vecina en el sitio, ésta le indicó que tres mendigos, el día del asesinato, registraban la basura, a continuación, los describió y uno coincidía con la descripción de Jonhas Nichols- hombre caucásico, poco cabello, ojos café- los otros dos vivían en el basurero cerca de una venta de autos usados, uno era muy joven y el otro tenía aspecto de mecánico, grasa en la uñas, en el pelo en la ropa, averiguado esto, ambos se dirigían en su carro a ese lugar.
Al llegar, Bill y Hudson, a la venta de chatarra, ésta parecía desolada, dos portones muy grandes servían de portada, exhibían un candado; aunque para ese momento estaba abierto, al igual que el candado de la puerta, ambos tocaron y se escuchó algunos ruidos dentro del recinto, no obstante, no salía nadie. Decidieron entrar. El interior era un amplió patio con pilas de carros, muy bien ordenados: dos hileras laterales y otras hileras colocadas horizontalmente del punto donde se encontraban los detectives, lo que hacía muy difícil mirar la parte posterior, la oficina estaba colocada en la zona delantera y hacia la veces, ya de depósito, ya de lugar de negocios, ya sala de estar, muy al fondo se observaba la “comprimidora de autos”, no parecía haber nada extraño ahí. Revisaron por los cristales y sólo se observaba papeles tirados, como si el lugar hubiese sido robado. Siguieron echando ojeadas al lugar, se disponían a revisar entre las pilas de autos, cuando oyeron que los llamaba un señor, desde la parte de atrás, quien se hallaba lleno de grasa y polvo.
-¿Quiénes son? y ¿qué quieren?- gritó desde donde se encontraba.
-Somos de la policía- respondió Hudson y posteriormente enseño su placa.
- Queremos hablar con usted- se acercó al señor- venimos a pregúntales sobre dos trabajadores que nos dijeron eran empleados en esta venta de chatarra.- mientras, se iba acercando, Hudson, recuperó su voz normal.
- Ellos no trabajan más aquí se fueron hace días- dijo el chatarrero con dejadez y se puso a amontonar unos cauchos viejos a la vez que hablaba-se fueron de la ciudad, según supe, y no sé donde pudieron ir, ¿por qué no pregunta? y sabrá que es verdad- su mirada estaba moviéndose a una velocidad extraña, tenía una barba en forma de candado y pelo color castaño, rizado con grandes entradas en la frente.
-Está bien, no se preocupe le creemos ¿Nos podría dar sus nombres?- dijo Hudson, a la vez que Bill se quedó viendo la parte de atrás de la chatarrera, hasta donde los carros le dejaban ver.
-¿Usted que busca allí?- el dueño de la chatarrera gritó a Bill.
- No, nada- respondió Bill y caminó hacia Hudson, el chivero dio los nombres de los presuntos indiciados.
- Bueno, nosotros nos retiramos- señaló Hudson y se fueron a la puerta, el extraño sujeto tiró los cauchos y fue a la oficina, fue lo último que pudieron ver los agentes antes de salir.
Ya afuera los agentes repasaban lo sucedido:
-Sé que miente- le expuso Bill a Hudson- creo haber visto un movimiento en la parte de atrás y todo esto no huele bien ¿Tanto nerviosismo por botar dos empleados?- Hudson arqueó las cejas mirando a Bill y agregó:
-¿Sabes qué? tienes razón, tendremos que hacerle una visita nocturna a nuestro recién encontrado amigo.
Se quedaron estacionados en la acera de atrás, planeando la forma de poder hacer su inspección nocturna, todo el sitio estaba despejado, sólo tendrían que saltar la malla y estarían adentro. Revisaron los alrededores, preguntando por los dos otros supuestos mendigos a vecinos de la zona. Caía la tarde y aún se encontraban dentro del carro, estacionados en la calle del frente del local. Bill comía maní salado, el estar inactivo, esperando, no le gustaba y se mostraba algo impaciente, Hudson llevaba mejor el tiempo, lucía muy relajado.
-Esta noche vendremos a las 9:00 pm, creo que la cerca a saltar es muy alta, Kurtain sería el indicado para poder saltar por la cerca, es muy hábil, lo he visto montarse en los carros que conduce y es realmente veloz, de los tres es él que en mejor forma está - apuntó Hudson.
-No podrá ser así- respondió Bill, engullendo maníes- podría enterarse Miller; puesto que, según escuché, dormiría, mientras esté aquí, en casa de Stephen Kurtain, ya sabes algo de hospitalidad californiana.
La noticia sacó de quicio a Hudson y pegó con potencia un puñetazo al volante a la vez que decía- ¡Ese hijo de perra de Miller! empeorándolo todo, como si no tuviéramos suficiente con el caso, hay que aguantarnos a este supuesto Halcón de mierda, que no encuentra que más joder, ese cabrón, hijo de puta…
Bill lo miró acusadamente y se extraño de tanto odio por parte de Hudson, pero ya estaba acostumbrado a este lenguaje utilizado por él, así pues, que le dijo:
- Debes sacarle el lado bueno, ese Miller es bueno… tiene ojos para todo y una ayuda más no está mal, puede ser que hasta llegue a agradarte, incluso si tienes suerte, puede ser tu ayudante- dijo Bill, quien pegó una carcajada, la misma que tuvo que frenar ante la mirada inquisitiva de Hudson, quien estaba a estallar.
-Graciosito el muchacho… el circo se está perdiendo de tanto talento- dijo Hudson, al tanto, encendía un cigarro, aún debía hacer otras cosas; así que puso en movimiento el auto. Ya regresarían.
En el departamento de policía se recibió la noticia del extravió de una muchacha embarazada, su madre reportó que llevaba todo el día perdida y ella nunca se marchaba tanto tiempo, los policía pareció no importarle y le dijeron que tenía que esperar el tiempo reglamentario, tomaron sus datos; se marchó una angustiada madre, de inmediato corrieron a la oficina del capitán, el cual llamó a los agentes Miller y Kurtain. Estaremos pendientes por si alguna novedad, así mismo se le avisó al agente Bill y Hudson.
A Miller y Kurtain las cosas le salieron bien, se enteraron de muchas cosas, entre ellas que Hudson ya se acostó con la hermana de la victima; el día de la segunda visita cuando quedaron solos, claro este particular se enteró sólo Miller, en una confesión que le hizo la maestra, aprovechando que Kurtain se fue a revisar el carro.- Un policía bastante corrupto- pensó Miller.
Karen creyó ver a su hermana hablando con esto dos sujetos, pero hasta ahora ella no le daba importancia, pensó que eran unos mendigos que Susan daba limosna. De regreso a la estación Miller tomo con mucho profesionalismo el desliz de Hudson, no haciendo ningún comentario y olvidando el asunto, todos se reunieron de nuevo en la improvisada “sala de inteligencia”.
Kurtain y Miller, terminado el día, estaban comiendo en su casa, se escuchó el claxon del auto del agente Chris Hudson, Kurtain se asombró, muy nerviosos se levantó rápidamente de la silla, Miller notó su nerviosismo.
- ¿Qué no acostumbra a venir? ¿Qué querrá?- Preguntó a Kurtain a lo cual éste respondió:
- No lo sé, mejor voy a averiguar, quizás es algo sin importancia - y salió a fuera donde estaba el carro de Hudson.
Apenas llegó Kurtain a donde Hudson se hallaba este le gritó:
-Móntate- Kurtain accedió.
-¿Pasa algo?- Preguntó Kurtain, en tanto se montaba en el carro.- Miller está allí- añadió, al mismo tiempo que Miller hacía un ademán como de saludo a Hudson.
-Eso lo sé- También él saludo a Miller y puso en marcha el auto. Miller pensó en seguirlos, aunque después se dijo:
– Mejor no, siento que hay algo entre ese par, pero si no es del caso, tal vez no es cosa mía-. Entró a la casa y se preparó un emparedado.
[…]
En la noche se veía la pila de carros, como un manto protector para los agentes Bill y Hudson, saltaron la alambrada con relativa facilidad, ya adentro de la venta de chatarra; no se oía nada, pasaron la primera fila de carros con precaución, se detuvieron en la segunda esquina de esta fila, tan sólo quedaba un cruce con salida no se veía adonde, al llagar al final de línea del frente, se detuvieron en el margen, y observaron al final una casucha de un cuarto con una puerta y una ventana lateral, estaba encendida una luz y personas discutiendo. Bill y Hudson, agazapados, llegaron hasta la ventana, algunas piezas de autos, tirados en derredor, le proporcionaron un escondite, aunque de allí no se podía escuchar con claridad, sólo cuando alzaban la voz; no podían acercarse sin correr el riesgo de ser vistos.
-Whis, whis, whis… la joven… whsi, whis, tú la asesinaste… whis.
Para Hudson y Bill, todo estaba claro, los asesinos se encontraban allí, si bien no hubiesen podido escuchar gran cosa. Del cuarto salieron cuatro personas fuertemente armados, uno de ellos el dueño de la venta de autos usados que vieron en la tarde; otro muy joven y dos más con apariencia de rudos, todos fueron a ponerse en sus puestos de vigilancia.
-Tuvimos suerte- dijo muy bajo Hudson a Bill- ¿Tantas armas para qué? creo que dimos con algo grande.
Los cuatro sujetos se fueron cada uno por diferentes caminos a custodiar la chivera, uno tomó hacia la parte de atrás, otro hacia la puerta del frente y dos a los laterales.
-Estamos rodeados, cómo saldremos de aquí- susurró Bill- no podremos estar toda la vida aquí, yo necesito comer varias veces al día- y se rió.
Hudson observó la situación y la única forma de salir era montando por el techo de la casucha, en ella todavía se escuchaban movimientos, lo que llevaba a pensar que algunas personas aún permanecían en el interior de la casilla, sigilosamente se pararon. Adelante Hudson, puso un pie en la ventana y con sus brazos se levantó hasta llegar al techo, por una rendija pudo observar al interior. Allí se observaba una mujer siendo golpeada por un hombre hasta sangrar, tenía la boca cerrada con una cinta adhesiva de embalaje, Hudson se detuvo y su mente voló a la joven perdida, reportada esta mañana. En acto de locura, aún agarrado por la baranda de la ventana, se impulsó en forma de péndulo, con los pies tumbó los abatibles de madera y con ellos al sujeto que golpeaba a la chica.
Todo fue gritos y del fondo regresaron dos de los cuatro guardias, Hudson tenía al “castigador” apuntando a la sien y Bill, que pasó luego de Hudson, desataba a la chica, sacó su pistola y disparó a los sujetos que venían, un tiro dio en la pierna de uno de ellos cayendo al piso, el otro corrió a esconderse y realizó varios tiros a la casucha, trató Bill de calmar a la chica que no sabía que pasaba en los últimos momentos, en shock corrió y se escondió debajo de la mesa que allí se encontraba.
Bill se asomó por la ventana y vio venir los otros dos sujetos. El sujeto preso por Hudson pudo escapar de éste y corrió hacia la puerta, dejando caer de su bolsillo ciertos instrumentos entre ellos un bisturí y algunas jeringas, Hudson corrió; sin embargo, no lo pudo asir, cerró la puerta y se colocó junto al agente Bill al otro extremo de la puerta, de todas partes comenzaron a escucharse disparos. Los dos detectives se lanzaron al suelo y una ráfaga de balas atravesaba la casucha, pero ninguno de los plomos hizo blanco en los tres ocupantes de la casucha, dejaron de escucharse descargas hacia ellos; no obstante, se escuchaban detonaciones a otra direcciones.
-Creo que llegaron refuerzos ¿Tú los llamaste?-Preguntó Bill.
-Nadie sabe que estamos acá, algo más debe estar pasando-respondió Hudson.
Miller trepó junto con Kurtain por la alambrada, en el momento que se escucharon las detonaciones, de una posición resguardada dispararon a uno de los individuos que, a su vez, disparaban a la casilla, adonde se encontraban Bill, Hudson y la joven secuestrada. Los otros tres corrieron al creerse rodeados, haciendo disparos, y arrastraron al herido de bala en la pierna y se guarecieron en la oficina de la empresa, Hudson y Bill se asomaron por la ventana y vieron a los hombres correr, hicieron disparos y recibieron otras descargas que dieron en la región torácica de Hudson cayendo éste al suelo, Bill por su parte volvió de nuevo al resguardo.
Miller y Kurtain, dispararon hacia la casilla, dando en la humanidad de otro de los delincuentes, momento en el que se escuchó un ruido de puertas sonar y de un carro que se escapaba con los tres sujetos restantes, entre ellos el dueño de la venta de autos usados.
Antes de irse lanzaron un objeto explosivo que dio en la parte lateral de la casucha, produciendo una explosión, que tumbo una de las paredes, próxima a caerle a Bill encima, Hudson se paro y arrojó a Bill fuera del alcance de la pared; aunque él no pudo escapar de ella y quedo, una de sus piernas, atrapadas entre los escombros, fue lo último que Hudson vio ante de quedar desmayado por la sangre perdida producto del disparo.