7. Un Gran Error

7. Un Gran Error



Todos los comentarios apuntaban a un solo fin, describir a Hudson como un hombre sin escrúpulos, un patán que hace lo que sea por poder saciar sus instintito de hombre a cualquier precio, pero con todo y esto que se decía Stephen Kurtain estaba aún enamorado de esta persona, mientras lloraba, como un niño, sentado en un mirador a orillas de un acantilado  en las afueras de la ciudad, al que siempre venía cuando estaba deprimido y desde donde se veía el puente de San Francisco.

El paisaje era muy relajante y estar sentado en el borde lo hacía metafórico, y así se sentía “Al paso del barranco” el dolor  en su pecho era muy grande y nada podría mitigarlo, sentado allí no podía poner nada en claro, lo amaba era lo único que para él era importante, y eso era demasiado difícil  poder superarlo, primero porque no existía nadie a quien culpar, no era culpa de Hudson, no hizo nada para que él se enamorara; así que nada tenía que reclamarle, olvidar y perdonarse así mismo era la única solución, haber escuchado todo lo que de Hudson se decía en la estación, le valía un pito, cuando estaba allá tuvo que salir corriendo antes que alguien se diera cuenta de todo su dolor, pero tampoco esto ya le importaba. Su corazón estaba destrozado a pesar de haber acabado todo con Hudson.  

Sentado allí, escuchó el sonido de unos pasos acercándose, alguien venía, era raro, por aquí no venía nadie, así que apresurado limpió las lágrimas de su rostro, aunque ya no podía, de sus ojos el llanto brotaba sin que nadie lo pudiera contener, así que le dio igual y siguió llorando y mirando el precipicio, los pasos se acercaban. Escuchó su nombre dicho por Hudson, bajo la cabeza y amplió todo su dolor, de todas las cosas inimaginables que pudiesen ocurrir ésta era el máximo tope, encontrarse aquí con Hudson era una burla muy cruel del destino, con la cabeza gacha sintió como Hudson se paró a su lado, pero no dijo nada, se quedó ahí acompañándolo por un largo tiempo, hasta que Kurtain decidió hablar.
 - No sé porque lloro aún, si ya lo sabía, no te puedes imaginar cuanto me duele haber caído en esta situación donde no existe un problema y por consiguiente una solución, es simplemente una cadena de equivocaciones que desembocaron en lo iluso de un amor platónico que acumulo por ti. Mi pecho se desangra ante tanta rabia por no poder controlar todo lo que siento por ti, estoy metido en un hoyo negro que yo mismo cabe, y eso me duele en el alma. No sé luchar con este amor, es más fuerte que yo, no puedo sacarte de mi memoria ni por un solo instante. Revolucionaste mi mundo.  

 Kurtain miró a Hudson, lo detallaba, en verdad cambio desde aquella tarde que le confesó su amor, el pelo corto y muy en muy mal estado, estaba flaco y en su cara expresaba mucho sufrimiento y confusión,  claro que nada podía hacer por ayudarlo, porque simplemente no sabía que persona era esa que estaba sentado junto a él, lo amaba era cierto, pero aún resentía su traición y lo bajo que llegó, pensó que él también debió cambiar mucho en las últimas semanas.
- No es cierto todo lo que dicen, Kurtain, aunque no me creas  yo siento por ti algo muy fuerte, que como tú dices, pareciera no tener un concepto, pero lo que sí sé, es que real y quisiera que me creyeras.- Respondió Hudson y comenzaron a caer lagrimas de sus ojos.
-Rara forma de amor ¿No crees Hudson?- preguntó Kurtain y en ese momento una brisa fría sopló entre los dos, parados al borde del acantilado.

Kurtain conocía que estaba montado en un auto sin frenos y la única manera de pararlo es con una gran pared que se encuentra en el camino, sin embargo, nadie que esté en su sano juicio se lanza contra una pared sí sabe que va a hacerse daño, prefiere ir dando la vuelta en el carro hasta que algo diferente pase, condiciones que nunca se darían en éste, así que vio la pared y decidió lanzarse contra ella y luego ya vería. Junto todo su valor y decidió irse.

Hudson dijo entre dientes.
-Por favor quédate-, aún enfrentando todo por lo que estaba pasando, su orgullo no cedió del todo, pero este nuevo intento de Hudson tampoco amilano a  Kurtain, dio media vuelta y se dirigió al carro, se montó y se fue a su casa, Hudson pensó que otra vez se lo hacía, se quedó por un tiempo más en el acantilado y luego se marchó, aún con lagrimas en los ojos.

La pasada noche dejó demasiados cabos que resolver, todo el equipo estaba conmocionado por todo el giro que tomó el caso, con el descubrimiento de todo, los rastros de la investigación concordaba, la venta de autos usados, la muerte de la joven, el presunto padre del niño, en la mañana todo el equipo estaba al borde corrían de una parte a otra, los agentes estaban reunidos en la oficina y esto le daba la conexión final del caso, de improviso, y para dejar totalmente clara la hipótesis a la que llegaron,  en el servicio se recibió una llamada, contestó Church, era un esposo angustiado por el raptó de su esposa, también de un supermercado e igualmente en estado.
Church, grito, -¡Es que toda la ciudad se ha vuelto loca! ¡Qué demonios pasa!

 Fue Kurtain que dio el reporte final en la oficina de Church.
- Creemos señor hay una red de tráficos de niños arrancados del vientres de madres de bajos recursos, es encabezado acá por el doctor Moore pero que se extiende seguramente por todo el país, creemos que Susan White, participó en el alquiler del vientre de su hermana y por consiguiente en la muerte de ésta-Church se quedó estático escuchando a Kurtain, las piezas fueron armándose en su cabeza, sabía que esto era aún más grande de lo que parecía, esto seguramente era sólo la punta de un gran iceberg, para el Capitán Church, Hudson era el elemento que cuadraba en todo, empero, aun no tenía idea de cómo, eso lo iba averiguar. 

Jeremy hizo llamar a Hudson a su oficina, por su parte, ya él se esperaba esto y entró anteponiéndose a la prediga de Jeremy.
-No sé porque demonios me haces esto, sabes que yo le he dedicado más que nadie en resolver este caso y ahora quieres echarme a un lado, no creo merecer esto que me haces.
Jeremy no mordió el anzuelo y le gritó.
Por favor Hudson siéntate! nos has estado en tus cabales, sino por el contrario te comportas de manera extraña, no creo que hayas estado al nivel de las circunstancias, has vuelto de todo un caos, sino me explicas la que te pasa como crees que pueda ayudarte,  y no me dejas otra alternativa que sacare del caso…

Cuando Hudson salió de la oficina azotó la puerta con mucha fuerza, todos voltearon al ver a Hudson con la cara hinchada de la cólera. Tendría que poner su cabeza en orden, era cierto todo lo que dijo Jeremy, no estaba en su mejor tiempo.

La prensa no dejaba de dar informes, dando reportajes de historias sobre madres a quienes le fueron arrebatados sus niños, todo se convirtió en un pandemoniun que se hacía cada vez más grande, nada podía resolver, con Miller en la zona de los Ángeles, Bill se marchó a Seattle y Kurtain fue enviado a New York, todos a buscar conexiones, era el mayor operativo que organizó el pequeño departamento en el que Hudson se encontraba.

No solo la prensa estaba destruyendo el departamento de policía, sino que peor aún para Hudson era todo el drama que se estaba  convirtiendo su vida, todo se estaba viniendo abajo, “el manda más” lo amenazó con despedirlo si salía de su una sola palabra de lo sucedido con la señorita Susan, entonces era tan solo cuestión de tiempo que la atraparan y todo su trabajo se iría por la borda, el matrimonio con Fiona también estallaría en lo que se enteraran de lo sucedido,
-¿Por qué no tuvo la brillante de no contárselo antes que se enterara por otra boca?- se decía Hudson. Su infidelidad esta vez llegó al colmo. Trato por enésima vez de hablar con ella, pero no pudo. Sentado en su oficina y como guinda del pastel tenía en su mano el sobre con la invitación de la boda de Kurtain. El sobre lo rompió con furia, tiró al piso los pedazos y comenzó a saltar sobre ellos, presa de una neurosis descontrolada.