5. Traslado a La Clínica Lombarda



5. Traslado a La Clínica Lombarda.


L
a joven rescatada tenía por nombre Mia Collins, veintiochos años; provenía de un ambiente bastante modesto, y según las declaraciones hechas, se encontraba en un supermercado haciendo algunas compras, al momento de ser abordada por dos sujetos, que la seguían. Ella notó su presencia al cruzar la calle; mas sus esfuerzos por escapar fueron inútiles, la subieron a una camioneta: amordazándola y tapándoles los ojos, de allí no pudo saber nada más, hasta que estuvo atada en la casucha de la venta de chatarra. Sólo pudo oír varias voces; pero, sin poder aclarar ninguna palabra, estaba demasiado asustada y no pudo identificar ni cuantos habían ni quienes era, sin embargo, escuchó que éstos tenían una discusión que seguramente fue la que también escuchó Hudson, el resto lo conocían los agentes mejor que ella.  Mía dijo no poder más información, porque carecía de ella; así, pues, poco podía ayudar a la investigación. La joven  quedó muy perturbada después de lo sucedido, sobre todo por encontrarse en avanzado estado de gestación.

Hudson se encontraba en el hospital y observaba las paredes pintadas de un tono verde claro; percibía un penetrante olor a formol, un biombo con cortinas lo separaban de la cama continua, cual se encontraba más próxima a la puerta. No podía dejar de pensar en lo ocurrido con Stephen Kurtain, le gustaría que estuviera aquí para hablar con él; mas sabía que, a estas horas, estaba en la estación dando declaraciones que, seguramente inventadas, justificara la presencia de los cuatro detectives en el lugar de los acontecimientos.

 Desde las ocho del día de ayer no lo volvió a ver, pero recordaba muy bien como pasó todo… Kurtain estaba sentado mientras él conducía el carro, sin decir una palabra, molesto por la hospitalidad que tuvo con el Halcón Miller, notó que a Kurtain este silencio lo volvía loco, hizo que parara en algún sitio cercano a la vía y allí, comenzó una discusión sin sentido, cuyo único escenario era el amor que se tenían ambos, le reclamaba a Kurtain cosas sin sentido. Luego de un rato, él pudo comprender que sus tontos celos eran insubsistentes, lo abrazó y dio un largo beso… Abrieron la puerta del cuarto de hospital, sacándolo de su ensueño, Susan White, vestida de negro, entró en la sala en donde se encontraba recluido Hudson, comenzó a darle besos en la cara y él le explicaba lo sucedido y devolviéndole algunos besos, se oyeron unos pasos por el pasillo, ella, rápidamente, se separó de él, y se escondió detrás de las cortinas del biombo. Suavemente giró hasta quedar del lado posterior, entraba Kurtain; fue hasta donde estaba Hudson y no vio salir a Karen de detrás de la cortina y dirigirse fuera del habitación.
-Casi te matan, infeliz…- dijo Kurtain, sin poder evitar que sus ojos se humedecieran,- allá abajo está la prensa valiéndose de todos los medios para poder pasar, pero hemos dado la orden de no dejar  filtrarse a ninguna persona, creo que dimos con algo grande y tenemos que estar al pendiente de todo,- continuó Stephen, quien se paso al otro lado de la cama quedando de frente a la puerta.- Tenemos al herido en la pierna, seguro él nos dirá algo; quizás de una vez por todas desenmarañar de lo que se trata esto. Bill se ocupa de ello, ya vendrá en cualquier momento.

Hudson lo miró con ojos de incredulidad, para él, el asunto no era tan sencillo, esa historia no encajaba, el sujeto que estaba en la casucha no era diestro en la pistola, parecía, más bien, un medico u otra cosa, todo menos un malhechor de calle, quizás se equivoca pero era mejor tomar esto como alternativa.
-¿Y Miller? ¿Cómo llegó allá?- Preguntó de imprevisto Hudson, un poco exasperado.
-Cuando me fuiste a llevar, me preguntó que a dónde fuimos, le dije por ahí, luego me sugirió que te siguiéramos, algo no le cuadraba-. Explicó Kurtain.
-¿Tú crees qué pudo habernos seguido y visto la primera vez?-  se incorporó precipitadamente Hudson.
-No, - lo pensó un poco- no lo creo, cuando llegué estaba bañándose, es prácticamente imposible que le haya podido darle tiempo…-Respondió rápidamente Kurtain.
-Ese Miller, indudablemente, un Halcón, no quisiera que fuera  como tal- gruñó Hudson.

En ese mismo instante se apersonaban Scott Miller y Bill.
-Ya se despertó el héroe de la ciudad- dijo sonriendo Miller.
-Siempre que esto pueda hacer que te vayas…entonces  si me llamaré el héroe de la ciudad. -Respondió Hudson a modo de broma; que acaso no era tanto.
-Creo que te costará más que eso, sí en verdad quieres que me largue de acá.

Todos rieron, Bill preguntó si recordaba algo que pudiese identificar a los sujetos, puesto que él no pudo ver nada que ayudara a esclarecer quienes eran los otros tipos, Hudson respondió que si se acordaba de algo… vagamente, pero sí.
-¿Ya identificaron los individuos  muertos? y ¿La chica hallada qué dice?-preguntó Hudson.
-Aún no lo hemos identificado y lo de la chica te lo contaré… después- respondió Miller- pero esperamos noticias del forense, al parecer tenían poco tiempo de instalarse con el dueño de la venta de chatarras, que ése, por supuesto, era una maldita inmundicia, desafortunadamente  perdimos sus rastros.

Hudson comenzó a toser y a colocarse la mano el pecho.
-Será mejor que te dejemos descansar, ya luego te pondrás en eso - agregó Kurtain.

Todos salieron del cuarto de recuperación donde se encontraba Chris Hudson, tiempo después éste, ya más tranquilo después de hablar con Kurtain,  se fue durmiendo poco a poco, pasaron unos minutos y entró un medico de raza caucasiana, apariencia fuerte, con cabello negro, de corte medio, quien apartó suavemente la cortina,  reviso el catéter con el que se introducía el suero,  inyecto una sustancia, regularizó el flujo y se despidió.
-Hasta nunca, entrometido policía - dijo el médico quien se notaba triunfante.

Cuando salió, Hudson abrió los ojos y arrancó el catéter del brazo, mientras llamaba a la enfermera, al momento de ésta entrar, Hudson, le explicó lo sucedido. Pero la enfermera expresó que no tenía revisiones de un ningún médico, que eran ideas suyas; nadie vino aquí, cambio el suero y aplicó un sedante a Hudson, que, entre gritos, no pudo evitar quedarse dormido, sabía que ese medico era el sujeto de la venta de chatarras.

La enfermera volvió a su puesto; aún cuando quedó un poco erizada por lo ocurrido, comenzó a revisar unos papeles. No podía concentrarse y colocó un espejo en posición a la puerta de cuarto de Hudson para poder vigilar mejor; pasada media hora, y al no ver a nadie, se dijo: - son ideas mías, y de ese paranoico policía- se calmó, estaba dormitando… una sombra la despertó, vio pasar un medico que no era de esa sección hacia el cuarto donde se encontraba Hudson, comenzó a llamar al policía que se localizaba en la puerta de la sección, y junto con él fue hasta el cuarto, al llegar el médico tenía una almohada puesta en cabeza de Hudson y presionaba su cabeza, el policía sacó un arma y gritó:
- ¡Deténgase!

Sin embargo, el médico se volvió rápidamente y sacó una pistola con un silenciador, disparó al policía custodio  hiriéndolo en una pierna, la enfermera comenzó a dar gritos.
-¡Auxilio, auxilio!- gritaba sin parar.

Al escuchar los gritos vinieron otras asistentes que se hallaban en el área y encontraron  a la enfermera tirada en el suelo desmayada por un golpe que al salir dio el agraviador.

Toda la zona fue rastreada por la policía, Hudson ahora sí estaba seguro que era uno de los tres sujetos que se escaparon durante la intervención, todo los demás departamentos mandaron refuerzos, el incidente avivó más a los reporteros. Kurtain, Bill y Miller también estaban tras la búsqueda.

-Tenemos que pedir fotos de todos los doctores a fin de que podamos hacer un reconocimiento, si la guardia era tan estricta, no cabe duda,  tiene que ser de este mismo hospital ¡Qué pequeña es la ciudad! Tantos hospitales…- apuntó Miller risueño y tratando de disminuir la angustia de Hudson.
-Quizás esperaron el momento preciso para atacar, y fue el supuesto doctor que metió hasta allí al asesino, aunque  creo sea él mismo- acotó Kurtain.
 
De inmediato el agente Chris Hudson fue trasladado a otro centro de mucha más seguridad, pocos en la policía sabían adonde fue trasladado, en el sitio se estableció una zona de máxima seguridad; cuatro policías rodeaban el cuarto, sólo se encontraba una cama, una mesita y un televisor. El edificio también se encontraba vigilado. Estando las visitas tan restringidas, Hudson, no podía estar al tanto de Fiona y su embarazó, se preguntaba como estaría y si se enteraría de todo lo ocurrido, tendría que pararse de ahí para estar con ella.

Tiempo después, pensando en lo sucedido, Hudson, tenía ciertas dudas: por ejemplo, se preguntaba si Susan pudo ver al asesino al salir, seguramente se topó con él en el pasillo. A Hudson le fue llevada una computadora personal con un banco de datos que incluía todos doctores del hospital. Buscaba alguno que le pareciera, hasta que lo encontró Nº 72 Dr. Rhode Moore, profesión ginecólogo de la unidad de obstetricia del hospital.
Bingo!- exclamó e inmediatamente llamó a Kurtain.
-Tengo el nombre del tercer sujeto  ¡Lo tenemos!- dijo a Kurtain.

Hudson pudo leer en los datos: Ginecólogo, sección de obstetricia, cuarenta y seis  años de edad…
 
Una vez que Hudson dio el nombre se inició la búsqueda del sospechoso, algunas patrullas fueron en la búsqueda del  Dr. Moore, primer sospechoso en el extraño caso, el Capitán Jeremy no daba mucho por esta búsqueda, puesto que seguramente, con todo el revuelo que se formó en el hospital, era lógico que ya se hubiese escapado, la noticia y los reporteros pusieron de malas a todos en la comisaría; pero al menos con la localización del Dr. Moore, Hudson estaba fuera de peligro.

Hubo pasado poco tiempo desde que Hudson se encontraba en el cuarto de seguridad recluido y ya eso empezaba a molestarle, no sabía que avances tendrían con respecto al caso y estaba preocupado por lo próximo del parto de su esposa, la extrañaba; recordaba cómo se conocieron: ella era una muchacha de sociedad y él aún era policía de una barriada, una noche ella fue interceptada en su carro y llevada por unos antisociales a una casa abandonada en esa localidad, el participó en el rescate de la joven Fiona Lombardo y se enamoraron a primera vista, después vinieron los verdaderos problemas, su padre, su edad, su empleo y por supuestos los lujos que él no podía pagarle. Los primeros años fueron en verdad difíciles; pero se amaban y eso soportó todas las malas cosas pasadas y los constantes ataques de su padre, dueño de una de las más prestigiosas clínicas de la ciudad, el Sr. Lombardo.

 Aunque siguió teniendo muchas aventuras amorosas con ninguna le fue infiel, a su modo de pensar, porque sobre todas las otras mujeres la amaba a ella; mas esta vez estaba yendo demasiado lejos con lo de Kurtain. Comenzó a arrepentirse de ello.

Hudson leía el reporte que tenía en la mano; empero, no le era suficiente sabía que, aunque pareciera que estaba resuelto, esos reportes se alejaban mucho de la realidad. Vio por el televisor del cuarto, la noticia de lo ocurrido, pasaban la fotografía del Dr. Rhode Moore y contaban de lo ocurrido en la venta de chatarra, asegurando que eran, seguramente, sicarios profesionales, vinculando la chica de la empresa Wiscon inc. como un ajuste de cuenta, también reportaba de lo sucedido en Los Ángeles y pasaban una escena de Miller dando declaraciones, esto enfureció a Hudson, la reseña terminaba con un retrato hablado del dueño del local, en donde se realizaron los disparos, llamado Dinsel Douglas “El Douglas” y el otro sujeto que logro escapar. 

Uno de los guardias custodias anunció a Hudson la visita de Bill, así que Hudson apagó el televisor, para atender a Bill.
-Tu esposa ya está dando a luz,- entró diciendo Bill- está en la clínica del papá, el Dr. Lombardo, todo está bajo control,  Kurtain ha estado con ella todo el tiempo, ayudando en lo que puede,  desde anoche está en proceso de parto.
-Maldición, tengo que ir allá- se incorporó súbitamente Hudson; pero tuvo que acostarse a causa de un dolor en pecho, sonó el teléfono y Bill lo contestó; era Kurtain y pedía hablar con Hudson, quería contarle que fue un varón y que, afortunadamente y por cosa de un milagro, se encontraba bien, aprovechó Hudson de darle las gracias y de saludarlo también a él, ahora sí que estaba en problemas, justo cuando Fiona daría a luz estaba él en esta situación, tendría que estar allá con su esposa y no aquí tendido en esta cama, maldecía a cada rato. 

Según le explicó Kurtain la trasladaron de urgencia de San José, esa misma mañana hasta la clínica Lombarda. Con ella se encontraba el padre quién le dijo que dos días antes de nacer todo se estabilizó y podrían traerla hasta San Francisco, cosa que le parecía demasiado rara a Hudson; pero él no entendía de estas cosas, lo mejor será tratar de ir lo más rápido que pudiese a la clínica, le urgía estar con ella y con su hijo.

  En el hospital, Kurtain estaba con Fiona en el cuarto de maternidad; está con el niño en brazos, era un niño hermoso, muy blanco, seguramente tendría los ojos  de un color azul muy bonitos.

A Kurtain no le dejaron estar en el cuarto donde dio a luz, cuando le notificaron él fue directamente al hospital y apenas llegó, ya Fiona entraba a la sala de maternidad;  por esto sólo pudo verla cuando estaba en recuperación,  salió muy bien, no tenía cara de haberla pasado mal. A pesar de que toda su familia estaba allí, él contaba los por menores a Fiona que está en calidad de parturienta no pudo ver. Fiona aprovechó que salieron todos sus familiares al cafetín para hacerle una pregunta importante a Kurtain, lo observó, con una mirada, que perturbó mucho a Stephen.
-Quisiera preguntarte algo- dijo Fiona, ante la mirada de asombro de Kurtain- ¿Sabes quién es la amante de mi marido? -Le preguntó sin más, con la intensión de observar la reacción de éste ante la pregunta.

Kurtain no pudo evitar un cierto tartamudeo que le imposibilitaba responder ni pensar, puso al niño en la cuna y se sentó junto a ella.
-¿Dee queé hablas?-preguntó Kurtain fingiendo extrañeza.
-No trates de negarlo, se que lo sabes, se que se ha estado viendo varias veces con la Señorita. Susan White, hermana de la joven que fue hallada asesinada la semana pasada- los ojos se le hicieron agua a Fiona - desde la semana que la conoció, no ha pasado un día que no vaya a verla, encontré evidencia en su ropa, antes de venir al hospital - esta vez Kurtain no tuvo que fingir, nada sabía, quedó perplejo ante la declaración de Fiona.
-Veo por tu cara que no sabias; pero es así, mi marido me engaña.
- Como bien dices no puedo decirte nada al respecto, para mí era totalmente desconocido, pero lo que hablemos quedara entre los dos,- respondió Kurtain, también a él le hacía falta saber más sobre ese “affaire”.
-Nada más puedo decirte sobre eso, se bien que, aunque trate de negarlo, Hudson me ha engañado muchas veces, sin embargo, está vez es diferente ha estado ausente y  pensativo, yo ya ni le importó ni mi hijo mucho menos, quisiera que mi amor por él desapareciera y pudiese estar libre de esa escoria,  perdona que sea tu amigo, pero no puedes contrariarme en mi opinión.

Kurtain en shock no supo que decir. El padre de Fiona hizo entrada en la habitación, los encontró tenso a los dos, el agente se quedó pensativo un rato atendiendo al bebé, luego se despidió, excusándose del papá de Fiona, estaba muy cansado, dio un beso al recién nacido y uno a Fiona y se marchó.

  Mientras manejaba todo se fue aclarando en su mente, de eso era lo que hablaban Miller y Susan, cuando él salió, pero: ¿Por qué pasaba esto?, sentía que Hudson engañaba a los dos, de sus ojos comenzaron a salir lagrimas sin que él pudiese contenerlo, lo que dijo Fiona era cierto, se enamoró de un ser inmaduro incapaz de amar a nadie, el cual actuaba por instinto, quizás él como Fiona estaba ilusionado por sujeto que parecía un cáncer y que se extendía por todo el cuerpo causando mal, manejó sin rumbo por un buen rato.

La ciudad estaba en pleno bullicio; así que decidió seguir hacia las afueras, era totalmente inútil el daño que se estaba haciendo por nada, y más ahora, con esta declaración que le hizo Fiona Lombarda, -¿A quién amaba?, ¿con quién estaba?, ¿a qué jugaba?- nunca fue una persona de no gustarle hablar de sus problemas, de encerrarse por tan pocas cosas, pero es que ahora todo era diferente, no dejaba de pensar en Hudson, sabía que la conciencia le decía que debía acabar con todo esto -¿Pero con qué?- cuánto dolor sentía su alma y su corazón, su humor cambio de triste a totalmente irritado.

La noche estaba llegando, y tal vez varios años caerían sobre su alma, se fue a su casa, no quería saber nada de nadie, estacionó el carro en la cochera, se notaban sus ojos hinchados, sacó unas bolsas del supermercado que guardaba en el compartimiento de atrás. Cuando  fue a cerrar el capó notó de imprevisto que  Miller estaba allí, quien quedo estático por lo demacrado de su rostro.
-¿Pasa algo con el bebé de la Sra. Hudson?- preguntó Miller al verlo a los ojos. Sabía que venía de allá.
-No, nada, con el niño y ella no pasa nada, salió mejor de lo que esperaba, su bebé está muy bien.
-Y esa cara entonces ¿Por qué es? Si se puede saber- Preguntó Miller.
- No te preocupes, son sólo cosas personales- respondió Kurtain, para el Halcón todo estaba claro; así que decidió desviar la conversación:
-Hoy hemos hallados muchas nuevas cosas del caso- le dijo a Kurtain, mientras ayudaba a cargar las bolsas, que sacó del baúl del carro.
- El médico, desde hace tiempo, tenía mala fama, pero, al igual que los sujetos de la venta de autos usados,  hemos perdido su rastro y quizás tengamos que seguirlo hasta Seattle, ciudad donde lo vieron la última vez.
- Aja, eso haremos- fue la única respuesta que obtuvo de Kurtain, éste subió y preparó un arma, la puso en la mesita de noche, en la cama giraba de lado a lado, paso bastante tiempo antes de quedarse dormido. Aún seguía llorando sin desahogo, apretaba una almohada contra sí, nunca se sintió así, esto tendría que terminar por su seguridad emocional, pensó soportar todas estas cosas; pero era hoy que se enteraba cuan enamorado estaba de Hudson, su cara venía una y otra vez, el calor lo sofocaba y la ira se apoderaba de él. 

fefe

El lugar era decorado con el mal gusto de un diseñador del infierno, era un baño con tres cubículos,  tres lavamanos y un gran espejo, desde la puerta se observaba una gran mancha de sangre que, espaciada en forma de impacto, cubría toda la pared, luego una gran ruta de sangre hasta el último cubículo, donde fue encontrado el torso de la joven. Todo el retrete se hallaba cubierto por resto del cuerpo, los zapatos se encontraban en un esquina, junto con su bolso, eso fue lo que vio el aseador cuando entró esa mañana de febrero al baño de la compañía y esa misma imagen estaba en la pesadilla que, empapado en sudor, despertó a Kurtain de su sueño, se levantó y descubrió que ya Miller se había marchado, tomó su chaqueta y se dirigió, no como todas las mañanas a la estación, sino que esta vez fue donde se encontraba Hudson, debía hablar seriamente con él.

No sabía cómo abordar la situación, estaba en terreno totalmente desconocido para él, comenzaba crisparse por todo, no quería creer lo que Fiona decía; pero había demasiadas pruebas de ello, su mal humor acrecentaba a medida que se acercaba a la clínica donde estaba recluido Hudson.

-¡Buen día Hudson!- Kurtain entró saludando a Hudson, de improviso, lo asió de la camisa del pijama con las dos manos y lo alzó.
-¡Maldito bastardo! te voy a hacer picadillo, ¿Desde cuándo te acuesta con  Susan White?- lo empujó y éste volvió a caer en la cama.
-¡Te volviste loco! ¿De qué hablas?- dijo Hudson sorprendido por los reclamos de Kurtain.

Kurtain no soportó el cinismo de Hudson y le metió un golpe en la cara, al cual éste respondió y lanzó otro a Kurtain, los dos cayeron al suelo, dándose golpes, tras los ruidos, entró el policía custodio, Hudson sangraba por la herida y Kurtain tenía serios golpes en la cara.
-Alto deténganse los dos ¿Qué les sucede?- gritó el policía, separó a Kurtain de Hudson y lo inmovilizó en el suelo.
-Te voy a soltar, espero que te calmes, ¿qué les sucede?, cualquier cosa que tengan que arreglar creo que es mejor que lo hagan después- dijo el policía custodio, Kurtain se levantó, se acomodó una camisa blanca que llevaba y salió de la habitación, sin decir ninguna palabra, su cara iba estallar de pura cólera, se montó en su carro, de camino a la estación pasó por una farmacia, comprando banditas y antisépticos, a pesar de éste estar enfermo, los golpes que recibió de Hudson, comenzaron a hincharlo.

Cuando Kurtain entró a su cubículo, Bill lo miró, parecía haber pasado tres días sin dormir, tenía parches en la cara y un ojo visiblemente hinchado, la camisa estaba sucia, dio a todos una explicación de un accidente en casa muy temprano, pero para todos era innegable que se trataba de una mentira, claro a nadie le importaba. Todo el día se lo pasó revisando papeles, tenía que hacer cualquier cosa que le hiciera olvidar. Miller para sacarlo de la evidente depresión que se encontraba, lo invitó a tomar en un bar cercano, allí estuvieron hasta muy entrada la noche, a las tres sonó el celular de Kurtain, era Hudson; mas no quiso contestarlo, lo dejó repicar y ya.