13. En Soledad
Dos semanas después de lo sucedido, el escenario en la
prisión se había mitigado, aunque no del todo. La extraña desaparición del Gurú
estaba dejando leyendas tras de él. Algunos juraban haberlo visto merodeando en
la noche oscura, otros decían escuchar su gritos salir del pozo, algunos
insistían que su alma le hizo un milagro, una mano aparecida en el retrete con
los tatuajes del Gurú, en fin, los comentarios iban desde los muy lógicos hasta
los más ultra terrenales, tan sólo un pequeño grupo sabía el verdadero paradero
del Gurú.
Entre ellos no se hallaba el director Simón, quien
estallaba en furia cada vez que se hablaba del tema, estaba cansado de la
mitificación del Gurú, el no saber nada acerca de lo ocurrido lo dejaba en
desventaja y encolerizaba a más no poder, pero trataba de llevarlo en calma.
El hallarse fuera del ojo del huracán una vez más, era lo
que realmente importaba, esta nueva situación de triunfo seguro sería vista por
sus superiores como un indicador de que este puesto le estaba quedando muy
pequeño y que ya era hora de avanzar a nuevos caminos, por ello estaba siendo
un tanto benevolente con la situación. Sus superiores dejaron de fastidiarlos con preguntas acerca
de la revuelta y todo parecía ir por buen camino.
En el patio, cada vez,
se hablaba de ello más esporádicamente. El Niño Coyote, volvía a ser el
dueño de todo el local y ahora mucho más, en parte se debía a que podía sacar
de quicio al director en el momento que quisiera. Aunque estaba seguro que no
iría más allá.
Le convenía tenerlo bajo raya al igual que Michael, quien
estaba siendo recompensado por su papel de espía del penal. Los altos jefes,
como eran llamados, le ofrecieron la dirección del penal y él se sentía
merecedor de tan anhelado puesto; así que sólo esperaba el que Simón fuera
votado por su ineptitud para llevar las cosas con arrojo, como él sólo podía
llevarlo. No importaba como pasaron las cosas ni quienes murieron.
De esto hablaba el director con el doctor Evans en la
mañana frente a la enfermería, extrayéndole cualquier información sobre lo
ocurrido, más no podía. El secreto de lo que sucedió con el Gurú, no sería
contado más. Preguntó al doctor algunas otras cosas, luego se levantó para
marcharse; pero antes de irse le enseño un papel donde se daba plena libertad
al reo Lewis, el doctor la miró detalladamente. A pesar de ser algo tan
importante el director parecía no importarle en lo absoluto.
Revisó el papel con ansia y era cierto, la boleta de salida
de Lewis, estaba en manos del director, una orden superior acabó con la
denuncia, todo estaba en un lenguaje que el doctor poco entendió, el director
le explicó que los involucrados, al final de todo, habían desmentido lo que
dijeron seguramente por coacción mayor. La enfermera también se alegró y quitó
la boleta de la mano del doctor,
igualmente la leyó y preguntó.
-¿Cuándo se hará
efectiva?
-Voy a eso mismo
ahora- respondió el director- Lewis
será libre, lástima que haya tenido que vivir todo esto acá, pero se convertirá
en otra leyenda más al cabo de pocos meses. Lo olvidará y esto será un mal
recuerdo.
-¿Y ellos lo saben?- preguntó el doctor. Algo confuso.
-¿Quiénes?- inquirió a su vez el director, su mirada indicaba desconcierto.
-Lewis y Pete- indicó el Doctor Evans, mirando a la enfermera, para observar la
reacción de esta.
- ¿Y desde cuando son
ellos?- dijo tranquilamente el Director, una vez que supo de quienes se
trataban.- La relación Spunk y Jocker, no pasa de ser un convenio entre dos
personas que requieren de ciertos servicios; uno de cuido y otro de placer, no
creo que pase de ahí, ellos son poco menos que animales, donde la afecciones
son cosa de otras mentes menos ociosas.
Estoy seguro que a Lewis le alegrará el marcharse de acá y Pete…, bueno ya
conoces a los de su tipo, buscará a otro que le haga el favorcito a cambió de
protección. No hay porque preocuparse. No creo que nos traiga a nosotros ningún
tipo de problema.
Para el doctor las cosas no eran así, aunque el Gurú haya
hecho cosas tan monstruosas, en eso tenía un poco de razón, Pete necesitaba
amar a alguien y ese resultó ser Lewis, durante todo este tiempo Pete había
salido de un jardín mustio sin vida a uno llenó de colorido, a donde el sol
brillaba todo el día. Todo esto gracias a Lewis, sabía muy bien el vínculo
estrecho que los dos habían creado, llegando incluso hasta confundirlo a él,
por sí no era verdad amor que se sentían mutuamente. El Doctor conocía que Pete
nunca fue un Jocker y que buscó algo más que simple desahogo sexual.
Los dos se unieron pensando pasar acá más tiempo; sin
embargo, no sería así. En estos días había hecho llamar varias veces a la
pareja, y los vio muy bien, Lewis pareció olvidar por todo lo que paso y eso a
él le hacía feliz. Ahora esa boleta cambiaba las cosas. No sabía la reacción de
Pete y tampoco la de Lewis, sólo sabía que los dos sufrirían por esto que
estaba sucediendo.
-Te acompañaré- dijo el doctor, sin pensarlo mucho- quisiera
despedirme y ver en que puedo ayudar.
- ¿Ayudar? Se está
volviendo extraño con el paso de los años- dijo el director, dándole un
golpecito en la espalda-, en serio, ya no
parece el doctor que no le importaba nada, ahora incluso activista del amor se
nos ha vuelto, quisiera creer que esto se debe a otra cosa y no a que ha
empezado de nuevo a creer en la gente. Su manera de rumiar el dolor me
divertía, y ahora véalo acá, preocupado por la separación de dos hombres me
sorprende- puso cara de extrañeza y dijo-
las cosas que tengo que ver.
Al doctor no le gustó el último comentario, sin embargo,
era verdad, estos últimos días su percepción del mundo cambió. El estar en la
búsqueda de Lewis y luego participar activamente en solucionar un caso en la
prisión le elevaron el ánimo y su mal concepto del mundo que lo rodeaba, vivió
de cerca la angustia de Pete, el dolor del Niño Coyote, incluso la solidaridad
del Gigante Tony, quizás todo esto lo conmovió.
Dijo al Director que se dejara de todo esto, y camino con
él por el pasillo de la enfermería, Simón le comentaba todo lo que faltaba: las
luces y otra pintura, el doctor le explicaba otros faltantes. Llegaron a las
celdas acompañados de dos guardias.
Encontraron a Lewis en ella recostado de la litera, tocando
la guitarra. Al verlo llegar se levantó y no pudo esconderle el instrumento, se
encontró muy nervioso, no sabía a qué se debía la visita de los personajes. El
doctor le pidió que se calmara, con un gesto hecho con la mano.
Lewis tenía el pelo muy crecido, diferente al corte
perfecto con que entró a la prisión, también traía una pequeña pelusa en la
cara, no podía llamarse barba, pero notaba el descuido y la transformación
sufrida en este sitio. La ropa estaba desordenada.
-¿Qué sucede?- preguntó Lewis. Mientras trataba de arreglarse la camisa que traía puesta.
-Recoge tus cosas, te
iras de acá- dio el Director señalando algunas cosas.
Lewis miró al doctor Evans y su cara cambió a una expresión
de terror.
-No quiero irme de
acá ¿a dónde me llevaran? No lo pueden hacer saben que yo no puedo sobrevivir
en otra prisión. No quiero volver a
pasar por lo mismo- Luego puso la cara de extrañeza, al mirar la cara
sonriente de Doctor.
- El director no se
explicó bien. ¡Estas libre, Lewis! –Esta última expresión la dijo con mucha
felicidad en su cara y abrazó a Lewis. Éste quedo estático, era algo que no se
esperaba. Luego también abrazó al Doctor y comenzó a gritar.
-¡Estoy libre! ¡Estoy
libre! ¡Estoy libre!- Le dio la
mano al director y leyó su boleta de libertad, no podía créelo.
-Sabía que pronto
saldrías de acá, no naciste para estar entre estos, lo supe desde que llegaste,
claro, casi lo haces pero muerto, y resulta que ahora libre.-Comentó el
doctor, aún eufórico por la noticia.
-¿Y cuándo puedo
irme?
-Si quieres ya- indicó el director a Lewis quien se puso pálido de improviso.
Luego un dolor se apoderó de su pecho, y se sentó para
poder tomar aire. Estaba libre de una pesadilla que jamás quería volver a
vivir. En pocos segundos, todo lo vivido pasó por sus ojos y llegó a lo peor de
su estancia, su verdadero verdugo. Sus ojos se aguaron y comenzó a palidecer
más, tanto que el director mandó a que se apartaran para que tomara aire.
Toda su alma quería salirse por los ojos, comenzó a
aumentar su llanto, hasta que llegó a un lamento desesperado. El doctor pidió a todos que salieran, y se sentó junto
a él. Sabía el conflicto que esto acarearía en su alma, principalmente por todo
lo unido que estaba a Pete.
-Nunca lo entenderá-
señaló Lewis, moviendo la cabeza de lado a lado.
-Estoy seguro que él
lo intentará- Dijo tratando de dar con la raíz del problema.- La realidad es que el mundo acá hace un alto
que comienza de nuevo cuando pisas la calle, mañana cuando estés afuera lo
entenderás. Acá quedarán todo lo que viviste, por supuesto que pasara tiempo pensando en ello, pero ya verás que el día
menos pensado estará olvidado. Aunque te parezca cruel, el mundo es así. Nunca
perteneciste aquí. A diferencia de ti él sí, creció madurando la idea que este
podría ser su lugar de estancia, aunque creo que nunca por tanto tiempo. Para
él las cosas fueron más fáciles. Así que
preparas tus cosas y marchémonos. Si no quieres despedirte de él, lo entenderé.
Se levantó junto a él y le ayudó a recoger sus cosas. Los dos
estaban acongojados. Pareciera mentira que a pesar de salir de ese lugar su
alma se negara a hacerlo. Tomaba todo su tiempo en ello.
Afuera en el patio la noticia se regó muy rápidamente.
Todos comentaban la buena suerte del “catire”,
nombre que le dieron al apuesto joven que era spunk de Pete. Para el Monstruo
Billy, esto era algo que esperaba y lo comentaba a varios de los acompañantes
entre los que se encontraba el Niño Coyote. Quién al final de todo fue quien
habló con Pete.
Lo halló en la carpintería, estaba entretenido haciendo
otra guitarra, esta vez contaba con mejores materiales, el Niño Coyote, lo
abordó y preguntó al instante si sabía la noticia. Sólo respondió que no era un
hombre de estar recogiendo noticias.
-…Si me la vas decir
dímela ya- dijo de mala manera Pete.
-Le dieron boleta
de liberación a Lewis, tu spunk.
Pete, al principio no le creyó y pensó que era una broma
del Niño Coyote, no obstante, éste insistió. Y Pete no le quedó más remedio que
ahondar lo dicho. Mientras caminaba por el patio el comentario le seguía, él
sabía lo que hablaban, pero poco le importaba, necesitaba llegar hasta Lewis.
Su paso fue de muy lento a casi correr para llegar a su celda.
Al ver las personas alrededor de la que había sido su lugar
de estancia por mucho tiempo, sintió un golpe en el corazón. Tanto que tuvo que
parar. Luego se armó de valor y llegó apartando las personas, hasta llegar a
donde el doctor y Lewis se encontraba.
-¿Qué pasa acá?- preguntó sin más. Con mucha furia. Miró en las manos de Lewis el saco
donde estaban sus cosas.
El doctor se levantó y le dijo a Lewis que pronto lo
vendría a buscar. Así lo hicieron también las otras personas que allí estaban;
aunque no del todo. El director dejó dos guardias custodiando la puerta y con
orden de disparar si Pete trataba de hacer cualquier cosa. Los dos guardias se
colocaron de tal manera que apuntaban a Pete sin que este pudiera verlo.
Lewis se levantó, ninguno de los dos quería hablar. Pete se
sentó con cara de fiereza en su litera. Miró como Lewis acomodaba lo poco que
tenía.
- Entonces ¿es verdad
qué te vas?- dijo sin querer ver a Lewis.
-Ya escuchaste al
Doctor- respondió Lewis. –tengo que irme hoy. Parece que los acusadores se retractaron y bueno…
tuve suerte, es todo. Me iré de acá.
Pete no siguió la conversación simplemente se levantó y
camino por el más largo camino que vio en su vida, al salir al patio sus ojos
sintieron el reflejo del sol, estaba llorando y algunos lo miraban. No sabía
que le sucedía, estaba perdido en un inmensa llanura de nada, todo poco le
importaba. Realmente no quedaba más en él, porque luchar. Encontró algunas
personas en su camino quienes se apartaban ante la cara de aflicción de Pete.
Uno de lo que trató de llegar a él fue en Niño Coyote, pero éste lo apartó, estirando
las manos.
Quería desaparecer, esto no podía estar sucediendo,
apresuró el paso paulatinamente, hasta que comenzó a correr topó con la reja
que dividía la parte eterna de la prisión. Puso las manos en la tela metálica,
al instante, bajó su cabeza y dio escapatoria a todo llanto. No sabía que
estaba sucediendo, su mundo se desboronaba sin que él pudiera hacer nada por
evitarlo, cuanta soledad albergaba en su corazón. Un dolor se afianzaba en él
de manera inhumana. Estaba poniéndose en descubierto.
El Niño Coyote, quizás veía el llanto de Pete como suyo
también, aún recordaba la muerte de Ralph; regresaba de despedirse de Lewis,
llegó hasta él.
- Tienes que
despedirte, te espera junto a los guardias, si no lo haces ahora creo que te
culparas por toda la vida. Supéralo.
-Déjame tranquilo- le pidió Pete, no quería decir adiós, esperaba estar viviendo un mal
sueño. Se recostó en árbol donde había hablado con Lewis. Escuchó a El Niño
Coyote alejarse, se sintió mejor. Estuvo allí cierto tiempo quería darle oportunidad a Lewis de que se fuera. No
sentía el suficiente valor para enfrentarlo.
Al caer la tarde se dirigió a su celda, aunque era el mismo
patio, no podía reconocer nada de allí. Pasó hasta su celda y la encontró
vacía, más que todas las veces que había estado allí. Su corazón se estrujó
nuevamente y comenzó a llorar sin consuelo alguno, ahora se halló más preso que
nunca. Una furia se apoderó de él y comenzó a tirar lo que estaba en la celda,
las literas, los libros y todo cuanto allí se encontraba. Su destrozada alma
debía hallar alguna razón de lo sucedido.
Algunos guardias al pendiente de la situación de Pete,
corrieron a detenerlo, pero él no le hizo fácil su labor, estaba incontenible,
los guardias tuvieron que hacer uso de su armas y lo dejaron, de varios
porrazos, tirado. Su rostro vía las paredes, miraba el piso y por un momento su
alma dejó su cuerpo y por primera vez se pudo ver totalmente desvalido y
solitario. Era un dolor inefable lo que su alma sentía. La celda lo asfixiaba.
Miró como los guardias dejaban su celda, escuchó lo que
decían entre ellos, incluso pensó descifrar su pensamiento. Su mente estaba en
la más horrible prisión imaginable. Estaba en una cárcel de soledad y no quería
pararse de allí jamás. Poco a poco se quedó dormido…
Semanas después de la partida de Lewis, Evans seguía con
cuidado la realidad de Pete, se encontraba acostado en la litera de su celda
sin querer salir, su ojos estaban vacíos, temiendo algún desmoronamiento, el
doctor había ido a visitarlo en las tardes de estos últimos días, se sentaba
junto a él y hablaba de cualquier cosa que creía importarse a Pete, pero
ninguno de los temas parecía sacarlo de allí.
Parecía en estado catatonía, sin decir palabra alguna.
En sus estadías junto a él, el doctor hablaba sobre el
poder de la sociedad, la imposición del miedo, lo socialmente excluyente y
comenzó a gustarle la charla, llegó a
formar una secuencia de ideas. Pete no respondía a nada de lo dicho por Evans,
seguía ahí volcado en su cama. Evans
algunas veces se cansaba de hablar sólo y quedaba sentado junto a él.
Luego de un rato seguía hablando sobre cualquier otra cosa.
Una tarde fue hasta su celda y se dijo que haría lo posible
por sacarlo de ese estado, más no fue necesario. Uno de los guardias entraba
por el pasillo trayendo noticias del reo a quien Evans visitaba en las tardes.
El guardia comentaba que éste había salido de su celda. Evans se quitó su bata
médica y pidió al guardia que lo llevará a donde se encontraba.
Lo halló sentado debajo del árbol donde semanas antes
llorara la ida de Lewis. Se sentó a su lado y le felicitó por salir de su
celda.
-Gracias por las
vistas- le dijo Pete.
-¿Te encuentras
bien?- preguntó el doctor.
-No lo sé, esta
mañana me pude levantar y ya ve donde estoy- al decir esto sus ojos se
llenaron de lágrimas, era muy raro verlo llorar, no parecía el sujeto que
desafiante entraba a la enfermería meses atrás. Estaba muy delgado y su cara
era triste, tanto que el doctor sintió mucha pena por él.
-Me alegra que hallas
querido salir, pronto me iré de acá y la verdad estaba un tanto preocupado por
tu situación. Quisieras que pudieras superarlo y que aprendieras a perdonar,
que tu alma se llenara de compresión. Quiero que veas en mí un amigo.
Pete tomó, de una grama que creía en el suelo, una paja, la
puso entre sus dientes y comenzó a girarla de un lado a otro. No sabía que
contestarle al doctor, estaba bromeando si pensaba que algún día saldría de
acá. Si ese día llegaba aún faltaba mucho, se estregó los ojos.
- Guárdese sus
palabras “valorizantes” para alguien que le importe, a mí no; y lo sabe muy
bien, usted lo dijo ¡Recuerda! -Esputó Pete- Yo
estoy seguro que cuando se halla ido de acá, al igual que Lewis, este lugar
será olvidado por usted y todo seguirá igual. Sólo que ahora estaré mucho más
encadenado a su mundo, el cual nunca será el mío. ¡Soy desvalorizado! – Al
decir esto acusó la mirada e hizo una pausa-
esa, estoy seguro, es su opinión y por la cual fui anulado de la sociedad,
encapsulado en este recinto, ya que mi mente no lo era.
Fui ingenuo al
aceptar la idea del Gurú, no hice sino aumentar mi pena en este condenado
lugar, porque la soledad que siento ahora se ha hecho interna, le juro que
nunca la había sentido anteriormente dolor parecido. Por un pequeño tiempo tuve
entre mis manos: el amor, la amistad, la comprensión, la justicia divina y el
valor, emanados de mi necesidad de amar sin que se viera afectado por
otra imposición. Por primera vez fui libre ¿Y para qué? Siento sufrimiento por
habérmelos arrebatados. Su régimen actuó bien, por qué no seguí su corriente de
poder, diría usted. Lo cierto es que estoy de nuevo preso.
Los colores perdieron
algo de su tonalidad a la ida de Lewis y ni siquiera sé si era amor. El porqué
estoy así; ni yo mismo lo sé, debería estar acostumbrado, mas ahora tengo que
acostumbrarme a esta nueva soledad. Pronto estaré de nuevo con los otros y seré
más duro y cruel seguramente, inhumano conmigo ya que “el no debo”, está
grabado en mi mente. Las relaciones no tienen cabida acá en este sub-mundo,
según su criterio de valores, una y otra vez me lo ha dicho. Pudiera ser que
alguno de nosotros amase alguna vez como yo lo hice; sin embargo, las cadenas
que lo atan al sufrimiento se financiarían más a su poder. No, no puedo
creerle. Maldigo a Lewis, a usted y al Gurú por hacerme vivir la pesadilla que
experimento ahora. –Se levantó y pegó con la reja que
separaba el campo- pero más me maldigo a mí.
Porque perdí mi libertad. Creí en sus valores.
Miro hacia a futuro y
sólo veo la extensa nada que representa mi vida para todos en este mundo, mi
alma se libera y sólo espero la muerte como única alternativa a mi dolor. La
vida es cruel y yo soy la confirmación al caso. No pude ni siquiera decirle
adiós, es tan doloroso; ¿Pero qué cosas no lo son en este maldito lugar de pena?
mi alma se desgarra con cada una de mis palabras, muerdo el polvo del
sufrimiento al dejar mi interior expuesto y veo la forma brutal que he manejado
mi vida, pervirtiendo mi existencia. Autocensurándome, dejando paso a los que
dictaminan la sociedad. Amó a Lewis y tarde me
di cuenta de la gran mentira que me atribuyó el pequeño grupo que impone
las leyes y encarcela para evitar que su mundo de mentiras se desbalance.
Toda mi vida he
creído la palabra de aquellos que me enseñaron “valores” y que me llevaron a esta condena, pero no es
solo esta cárcel que me ata, mi vida es incapaz de sentir amor, porque me
hicieron creer desde pequeño que debía darle el nombre exacto a las porquerías
que llenaron mi mente: virtud, libertad, honor, lealtad. ¡Infelices! Injurio su
sociedad, injurio su existencia y los maldigo a todos por todos, no existe tal
cosa que valga la pena resguardar. Siempre tuve la razón. La sociedad no es más
que la burda idea de quienes dominan las mentiras del control universal y allí
englobo a todos los doctrinantes.
Estoy metido en un
hueco muy profundo y siento que no podré salir jamás, me da asco tu ayuda y tu
compasión, quieres evitar que me subleve, no crees en mí y por lo tanto yo no
creo en ti. Déjame entonces de decirme palabras que me infrinjan más miedo.
Libérame de todo yugo. Di que te importó como soy y así, sólo así diré que
estoy libre de tu poder y del poder del mundo que aumenta el miedo para que
nada interrumpa su cadena de valores. Siento amor y el guió mis pasos hacía el
bien. Lo demás no puedo saberlo, porque para mí no existe.
Se despegó de la reja y volvió a sentar junto a Evans, Pete
continuo su plática.
-Me asomé al final del
mundo y mi alma se paralizó ante lo que vi,
el amor a Lewis me impulso a ese
abismo que representa la línea divisoria de la finitud de la existencia. ¿Sabes
que encontré?- se detuvo y giró a mirarlo- Nada. Estaba vació, tengo cadenas que me atan
y no son las impuestas por la sociedad,
son las impuestas por mi alma que me pide a grito existir. “Este un mundo
aparte” Le he escuchado decir. No
obstante pienso: Todo sitio es un mundo aparte cuando uno está coaccionado por
la moral que imponen los que infringen el poder. ¡Vallase a la mierda!
Pete lloraba; sin embargó, al notar que hacia ellos venía
alguien más, detuvo su llanto y limpio sus lágrimas. Era el Niño Coyote que se
acercaba. Miró a Pete y al Doctor y pareció extraña su presencia. Se dirigió a
Pete.
- ¿Qué hacemos?
esperamos tú orden.
El doctor sintió un escalofrió por todo el cuerpo, no sabía
lo que podía ser, se sintió desprotegido, acá estaba a merced de los reos. Se
acobardo por su intrepidez en asuntos que no le competían. Pero estaba lleno de
ese deseo de solidaridad y que después de pensarlo un poco se ruborizó. Pete
miró a Evans y notó su nerviosismo.
- No te preocupes, no
es nada contra ti, has hecho más por nosotros en este corto tiempo que el
director durante toda su estadía- luego se lo quedo mirando, quería saber
su reacción cuando diera la orden. – Respecto a ti- apuntó al Niño Coyote sin
dejar de mirar al doctor.- Creo que ya
fue suficiente. Corten lo queda de los brazos y las piernas, que solo quede de
un tronco, láncenlo nuevamente al pozo de cabeza, corten la cuerda que lo
sostiene y entiérrenlo vivo, luego tapen el hueco, no tiene caso tenerlo más
con vida. El Gurú ya pagó lo suficiente.
El doctor miró incrédulo a los dos sujetos que hablaban, era
muy cierto lo que decía Pete, estaban bajo sus propios valores, eran asesinos
despiadados, no tenían el concepto de valor que él tenía y que, como a Pete,
encarcelo por mucho tiempo, pero ya no. El doctor se retiró no quería escuchar
más nada. Esperaba llegar con rapidez a su enfermería. Esta vez ya nada lo
detendría, estaba libre nuevamente para llegar a donde quisiera sin que
importase nada para nadie.
Estaba convencido de la plática de Pete, no podía seguir
preso en estas condiciones, dejo que su vida fuera encapsulada por la moral. No
lo permitiría.
Al llegar la tarde se despidió de todos, incluso el
director quien, como detalle ante su ida, se portó amable, aunque siempre
acompañado de su secuaz. Paso muchos momentos extremos que quizás no olvidaría.
Una nueva vida lo esperaba, al lado de la enfermera que también había decidido
irse con él, a su nuevo empleo. Atrás quedaba lo vivido por los dos. Estaban
convencidos que su trabajo allí culminó, ya nada podían hacer por los presos.
Ellos necesitaban de personas que lo trataran con desprecio
y esos no podían ser ellos. Sus corazones se ablandaron demasiado, se
compenetraron con las suyas tanto que serían una molestia para cualquiera en la
prisión. Nuevos médicos ocuparían sus puestos. Y quizás un día descubrirían que
la cárcel una vez que aprendes a vivir allí, te perece como tu vida misma. Sólo
que tus barrotes son de otro tipo y tu verdugo tu propia conciencia.
Al montarse una vez más en el carro que los llevaría a su
libertad, decidieron nunca más regresar. La cárcel era lo que era, un sitio, no
para el perdón ni la reintegración de los individuos en la sociedad; sino, como
fuente de temor a todos aquellos que quieren ir contra la corriente del poder.
Y ellos no eran la excepción. La sociedad de nuevo imponía su poder ante ellos.
De camino en el coche vieron la figura de Lewis en la
adyacencia del penal, estaba sentado en un banco de una plaza cercana al
disciplinario, al verlo el doctor se detuvo y caminó hasta él, no lo podía
creer. Estaba sentado allí sin más. Su mirada estaba fija a las puertas de la
prisión. Vestía de una chaqueta de cuero y pantalones vaqueros, estaba con el
pelo perfecto y un aspecto rosado, sus
mejillas brillaban.
-¿Qué haces acá?
¿Quieres regresar?- preguntó el doctor un poco
irónico.
-No sabía dónde ir,
estaba perdido en medió de la ciudad, ni siquiera sabía quién era. Estoy muy
confundido, pensé que cuando saliera de allí me iría sin volver a atrás, pero
ya ves, estoy acá sin poder explicármelo. – él le hizo un espacio en el
banco y lo invitó a sentarse.
-Ya se te pasará
veras, lo que viviste allá fue en verdad muy duro, pero seguro pasaran cosas
peores- recordó, la escena antes de irse- ya vez, yo también me marcho de allí.
Lewis miró la prisión, sus ojos se llenaron de lágrimas.
-¿Cómo esta él?-
preguntó. El doctor quería no contestar esta pregunta. Pero luego recordó el
dolor de Pete y sus últimas palabras.
-No está bien, y
pasará mucho tiempo antes que vuelva estarlo. No voy a mentirte -Puso la mano
en su hombro- No regreses… Nada podrás
hacer por él. Más que elevarle la dificultad su estadía. Haz una nueva vida,
con la oportunidad que la sociedad te ha dado. Sé que piensas que le debes
muchas cosas, pero créeme cuando te digo que no es así. Estuviste bajo el
amparo del mal, de una persona que sólo te utilizó. Despertases en él muchos
sentimientos buenos y hermosos; así que
le distes mucho. Pero no te sientas en deuda con la persona que te violó,
golpeo y coaccionó, valiéndose del miedo que sentías. Pete culpa a la sociedad
de ese poder que da el temor, pero también está contaminado con su poder. No
creo en su buen juicio.
- No he tenido
pesadillas con el Gurú- dijo Lewis- te soy sincero, mi cerebro no ha tenido
tiempo, Pete ocupa todo mi espacio - dijo de repente Lewis- de noche,
cuando me levantó, una sola cosa está en mi mente, me parece estarlo
viendo como una sombra, creo que viene por mí y en cualquier momento me matará
por haberlo dejado. Quisiera volverlo a ver, acaso para gritarle todas las
cosas que tengo atoradas en mí y nunca más saldrán.
El doctor no entendía la conversación con Lewis, no sabía
que lo hacía estar allí, sentado viendo el penal. Era una cara de poder que
nunca había visto, este se alimenta del amor, como si de verdad fueran uno,
como si de verdad los dos fueran entes indivisibles. El miedo y el amor, el
odio y el poder.
El doctor lo invitó a levantarse y los dos se subieron en
el auto y junto a la enfermera emprendieron un camino que, quizás Lewis, jamás
retornaría. Un camino consumido por las llamas de una ilusa moral que mantiene
el amor en su máxima expresión y al poder seguro en el sitiar de honor.
Cinco años después la puerta del penal se abrió dejando ver
un Lewis más maduro, esperaba la salida de quien representó para él, el mal,
los dos frente a frente, cinco años sin verse, ni hablarse y amor intacto en
los dos, se abrazaron y caminaron hacia el auto, luego tomaron por el sendero
que los llevaría no se sabía a donde, el mal y el bien en copula eterna, los
dos una sola cosa.
Fin
Madre mia, esta mal que yo lo diga, pero esta bellisimo, ya lloré... la soledad de estar sin la persona que amamos, es la prision mas lugrube que existe...
ResponderEliminarMe encanto, es mi novela favorita . Gracias Levis.
ResponderEliminarGracias a ti por leernos...espero nos sigas en las proximas novelas, la segunda parte de Hudson,... diez años despues... el amor entre los dos intacto... "El rival de Hudso: la hija del beisbolista"
EliminarMe hizo llorar mucho :'( ese momento en que presentas a un Pete abatido y solo es terrible y saber que al final de todo pudo mas el amor fue genial, aunque espero haya una segunda parte al igual que la de "El amante de hudson" :D
ResponderEliminarSi te sirve de consuelo, alberto, yo, que lo escribí, también lloré mucho, jejeje, la trasformación de Pete por el amor fue total, paso de estar en jardín mustio a uno florido por el amor de Lewis, todos leemos entre líneas la intensidad de sus encuentros sexuales una vez que se abrieron al amor... se amaban...a mi me fascino escribir la historia...llore, me emocione.. investigue.. jejeje, bello en verdad.
EliminarTambién si, próximamente el Rival de Hudson, 10 años han pasado y Hudson va tras lo que alguna vez fue suyo, el amor de Kurtain, yo temo lo que pueda pasar entre los dos, el choque de dos trenes, unas ansias contenidas... la verdad al descubierto... la pasión, la locura... de un amor imposible... la segunda parte de Hudson y Kurtain... nuevamente unidos...:o "El Rival de Hudson: la hija del beisbolista"...
¡Oh!, se me saltaron las lágrimas. El amor rompe todas la barreras. No quise opinar hasta no leer completa esta novela, pero te puedo decir Levis, que me causó espanto al principio, pero floreció el amor, me dije: no todo esta perdido, te doy las gracias Levis por esta hermosa novela,. ¡Ah!, y esperando que llegue el final de este mes de enero, besos y abrazos.
EliminarGracias... me alegra que te gustara...si, el amor nos sorprende y nos cambia la visión de la vida, por lo menos en mi caso así lo hizo... siii, este 30 segunda parte de la historia de Hudson y Kurtain...:O y en septiembre una de monstruos marinos... llamada Liopleurodonte... jejeje variado, el amor gay en todas partes... jejjee Saludos Joshua, gracias nuevamente, cuídate un abrazo desde Venezuela...
EliminarPues que puedo decir ,literalmente lloré al ver la vida de los dos pasar y no retornar y ver que a pesar de todo el amor derriba muros mueve montañas me gusto mucho ya e leído algunas de las novelas que compartes y esta es la mejor eres un gran escritor que hace al lector adentrarse y perderse en a historia siendo las 4:15 am leyendo la historia y mucho éxito te seguiré muy de cercas a ver que de nuevo nos tienes gracias y gracias por aceptar mi solicitud en facebook
ResponderEliminarGracias a ti por seguirnos y formar parte de mi obra, hay muchas cosas en este trabajo que me impacta y una de ellas es que cosas que yo sentía mías pues gustan mucho a otros, ame a Pete... ame la forma que descubrió el amor, ame la manera que descubrió la esperanza en los ojos del pianista y me gusto mucho... igual que tu lloré... no sé si al final cuando Pete se hayo solo en la cárcel de la soledad ahí si. jeje gracias por leernos nuevamente, por comentar... y espero que hayas sacado algo positivo de la historia... nos comentes si te gustaron las otras ... un placer escribir... Gracias nuevamente.
EliminarDIOS!!!!!! QUE LINDO!!!!! Me gusto mucho el final...a decir verdad, jamas me espere tan lindo final
ResponderEliminarGracias a ti, y al final si apareció Lewis, gracias enormemente, me alegra que te gustaras y que corras la voz que te gusto el blog, todas son historias originales mías, me gustan los comentarios, por favor síguenos leyendo... si tienes alguna queja pues también estamos para eso.. para crecer juntos.... esta mal que lo diga, pero me encantó esta en especial... amo a Lewis y a Pete... saludos nuevamente... y gracias..
EliminarSiiii aperecio vivo!!! Que bueno, siempre me esperaba lo peor... La novela me dio muchas sorpresas al igual que náufragos. Me encantan tus novelas son muy adictivas, entretienen, son muy dinamicas y lo bueno de todo es que es talento venezolano
ResponderEliminarJaja.. si adictivas son para mi, que me divierto un mundooo escribiéndolas, imaginando, saliendo del laberinto... enmarándome de los personajes...sufro, lloro y rio con ellos, gracias por tus comentarios... ame náufragos shhhhhh.. la caratula me la hizo Kike Serroche... que lujo de trabajo. Un abrazo...
Eliminarsigo pensando que tienes un gran poder narrativo, llore el pensar que Lewis podía estar muerto, pero más por el dolor que esto representaba en Pete, simplemente me enamore de Pete, y el final me super encanto, después de tanto dolor el amor triunfando.
ResponderEliminarHola, gracias, he estado ocupado en otras cosas menos importantes que absorbe mi tiempo, y he dejado un poco apartado este mundo, cuanto amo escribir, aunque hace dos semanas empecé otra historia, retomaré mi blog... Y volveré a escribir... Y el mundo que reviente... Eso lo juro!!!
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