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usan, acompañada del doctor Moore, manejaba un auto
de tapicería aterciopelada color vino tinto, era dueña de una larga cabellera y
su mirada era tan penetrante como lo fue en otros días. Sin embargo, esta vez
su personalidad era más fría, atrás quedaba la titubeante persona maniatada por
Rhode Moore.
Su mente divagaba de un lado a
otro, lo que tanto le molestaba estaba por fin a punto de concluir. Manú le
resultó bastante tenaz, le representó horas de ofuscamiento y de angustia.
Pero, después de esto, dudaba que volviera a intentarlo. No podía interferir.
Las cosas no pudieron salir peor, lo que sería una operación sencilla se
convirtió en un dolor de cabeza, un error de niña rica, con esto aprendió.
Mientras manejaba, no pudo evitar
en observar a Moore y pensar en lo bueno para nada que resultó, una tarea
sencilla y lo daño tan pronto. Nunca vio con buenos ojos que se excediera con
todo, sacando siempre algo más, como si le faltara el dinero. Volver sobre los pasos dados era algo
totalmente estúpido. De todos modos no tenía ninguna importancia. Hablaría con
él, no le gustaba dejar cosas inconclusas, temía que estos eventos sin
importancia, tal como él lo llamaba, se convirtieran después en verdaderos
monstruos. Pero ahora no, simplemente se portaba con mucho sigilo. No estaba
tratando con una persona fácil, por el contrario le molestaba lo neurótico que
podía llegar a ser.
El doctor le daba las nuevas
noticias del departamento. Tenía los nombres de quienes se encargaban del
asunto, ella lo escuchaba con detenimiento, sin embargo, el nombre de Chris
Hudson no aparecía en ningún lado.
Ella sonreía, mientras él seguía
leyendo los nombres, su expresión cambio cuando escuchó un nombre que no era
nuevo para ella, Stephen Kurtain. Detuvo a su compañero.
-¡El
coleguita de Hudson!... No esperaba esto- dijo a su compañero. -Creía que mandarían a Hudson.-hizo una pausa- Pero para mí está bien, a éste seguramente me será más fácil dominarlo
y traer a nuestra verdadera presa, es un mequetrefe según recuerdo. No podrá
hacer nada. Pronto estaremos libres de todo.
-¿Quién
es él?- preguntó Moore.
-Uno
de los agentes que conocí en San
Francisco, –respondió Susan-
no sé qué diablos puede hacer acá,
de seguro enviaron a él en vez de Hudson- luego siguió repasando, no
recordaba gran cosa de él, a pesar de estar involucrado con Hudson, nunca lo
mencionó y ella lo vio pocas veces. Cosa bastante rara, seguramente lo protegía.
¿Por qué? no lo sabía. Alguna razón de peso. Lo poco que recordaba de él, no le
causaba ninguna inquietud, tendría que mantenerse con bajo perfil y tratar de
no ser vista por él y todo estaría de nuevo marchando muy bien.
Aún le dolía la muerte de Rhode
Moore, haberlo matado era algo que nunca se perdonaría, mas esta vez no sentía
miedo y pensaba que, igual que ahora, aquella vez hubiese podido salir airosa
sin llegar a extremos, fue una inmadurez que estaba pagando caro. Lo extrañaba
ahora más que nunca que necesitaba alguien a quien amar.
Sin embargo, nada de eso importaba ya. Con
todo el dinero que recogería alcanzaría para vivir holgada por unos cuantos
años. No cometería el error de continuar viviendo así. Luego agudizó los ojos y
dijo:
-
Henderson.
Llegaron a la finca que tenían
alquilada desde hacía algún de tiempo, era apartada de cualquier punto y
atendido por dos señores de avanzada edad, que alejaban cualquier sospecha
sobre ella y sobre su negocio.
Cuando se hubo instalado, y desecho
del molesto doctor Moore, llamó a Paolo, lo necesitaba para ya, quería hablar
personalmente con él, estaban extralimitándose, y desde este momento tendrían
que moverse con mucha coraje. Habló con él de algunos detalles. Él se excusaba,
diciendo que aunque cometieron ese pequeño error no lo harían más. Ella pensó-
“Pequeño error”- no consideraba el
estar volviendo sobre sus pasos era un error, estaba más que segura que debían
pensar las cosas mejor. Si quería que las cosas salieran bien necesitaba estar
más centrado en todo lo respectivo a esto.
Estuvo poco tiempo en la finca;
salió en su auto, tenía que recorrer la ciudad para pensar. Se perdió entre
carretera hasta llegar a la ciudad, visitó varios puntos y luego estacionó el
auto para sentarse en una plaza, desde allí llamó a un sujeto que utilizan para
las intervenciones quirúrgicas, le pidió encontrarse allí, no quería errores
del medicucho. Mientras esperaba, ella se dedicó a disfrutar del sol, llevaba
gafas oscuras.
Una vez que terminó la entrevista,
Susan salió en su auto y se detuvo frente la estación de policía. Un morboso
deseo la dominaba. Esperó a que su “viejo
amigo” saliera, lo cierto fue que nunca le dio importancia; no obstante,
seguro el verlo le traería recuerdo de Hudson y la llevaría a donde quería ir;
estuvo aparcada alrededor de veinte minutos, hasta que vio a Stephen salir y
más atrás una pelirroja muy atractiva, esperó que se montaran en su auto y se
fueran de allí, los siguió. Esta persecución la llevó hasta la casa de Stephen.
Se estacionó cercana a la misma y notó a los dos personajes entrando a la casa.
En verdad no estaba del todo mal,
pensó Susan, nunca lo vio así, era lo que llamarían un tipo guapo, con razón
Hudson lo cuidaba de ella con tanto recelo, pero el acercarse a él, no sería
posible. ¿Y la mujer? seguro era la otra que estaba en el caso. ¿Pero qué
hacían allí? ¿Serian amantes? Eso era una cosa que a ella no le concernía,
estaba segura que en pocos días acabaría todo.
Aunque esto no era necesario,
tendría que mantener cualquier pequeño detalle bajo su control. Tuvo una
extraña idea de mantenerse cerca de Kurtain. Requería acercarse a él de alguna
forma. Una vez que se fue la pelirroja, otro auto llegó, una camioneta,
bajándose un joven bastante apuesto, estuvo algún rato en la casa y luego
salió. Ella hizo lo mismo tras de él; y
a toda velocidad.
Una vez que se le adelantó lo
suficiente, estacionó y subió el capo de su auto, esperó que pasara y sin que
la intuición le fallara, él se detuvo a ayudarla. Estacionó la camioneta un
poco apartada, luego fue a donde se ella se encontraba. Sus facciones cambiaron
rápidamente, de mujer fatal paso a ser una desdichada dama que sufría los
abarrotes de la vida.
-Perdone
usted, es que estoy hecha un lió con esto, no creo saber nada, ¿Podría
ayudarme?- le dijo a Allen una vez que llegó.
-¡Oh!,
por supuesto la ayudare en lo que pueda, déjeme ver-
se metió de cabeza en el motor del auto. Revisaba los cables y aunque en pocos
segundos, acertó el inconveniente del carro, quiso hacer tiempo para conocer la
hermosa mujer a su lado.
-¿No
es usted de por aquí?- preguntó Allen, al momento que
hacía como si arreglara el automóvil.
-No
lo soy, estoy sólo de paso, no conozco esta ciudad que me parece muy
interesante.
-
Si quiere después le puedo mostrar la ciudad. Por lo pronto puedo invitarla a
almorzar, si me lo permite- dijo Allen.
-Aunque
no es mi costumbre, le aceptaré la invitación, igual tengo que hacerlo y usted
parece… buen joven- luego giro para cerrar el capo.
Ella se entretenía jugando con
fuego, no era que el rancherito estuviera mal, pero tenía otra presa en la
vista y hacia él iría. Aunque no entendía como podría llevar a cabo todo lo que
se proponía. Quizás estaba solamente perdiendo el tiempo. Un momento de diversión,
que importancia tenía. Su principal víctima estaba por llegar de un momento a
otro. Más debía apurar las cosas de alguna forma. A ese ritmo todo estaría
hecho antes de que pudieran apresarla y ella viajando a otro lugar en el mundo.
II
Kurtain, en su casa, se vestía
mientras pensaba en alguna clave que los llevará a los instigadores, era una
carrera furiosa, pero esta vez para encontrar la conexión con la hija del
Beisbolista, algo sabía acerca de su amiga y por ello seguían tras sus pasos,
escogió para ponerse algo que fuera mucho más cómodo, estaba montado en la ola
de las investigaciones, estos momentos daban sentido a su vivir y aunque
preocupado se sentía activo, lo que ayudaba a despejar su soledad, que se hacía
más evidente.
Encendió el televisor. En uno de
los canales regionales se hallaba Henderson culpando de la inseguridad al
primer jefe de la ciudad, lo llamaba “basura inservible” a la vez que derramaba
algunas lágrimas por la situación que se veía envuelta su hija y por la que
podría estar cualquiera de ustedes, está última frase in ritornelo. Después le
sucedieron imágenes de personas acampando en frente de su casa para demandar
por la hija del glorificado político.
-¡Maldito
hijo de perra! -esputó Kurtain frente al televisor- seguro te harás popular con esto, a estas
horas toda la nación debe estar compadeciéndote por todo lo que pasas y además
de ello temiendo por su seguridad. Es detestable que quieras hacer campaña con
esto; exacerbando las masas.
Mugió el teléfono… y recibió una
llamada de Richard que esperaba su relevo, aún faltaba más de una hora para que
amaneciera, y la idea de tener prestarle más cuidado a la hija de Henderson
llevaba sus inconvenientes, más que todo de tiempo inservible.
Además nada indicaba que quisieran
algo de ella. Conversó con él acerca de los últimos adelantos y se despidió
hasta primeras horas en la mañana; hora cuando lo sustituiría. Miró por la
ventana, la calle estaba despejada, tomó una taza llena de café bastante espeso
y se sentó en el pórtico de la casa, la luz bamboleaba de aquí a allá, se paró
a detenerla. Un perro aulló a lo lejos, buscó de donde podía venir y no vio
absolutamente nada.
Luego se sentó de nuevo en la sala,
quería seguir viendo las noticias, aun cuando no pasaban nada que pudiese ser
cierto; se molestó un poco y la apagó, el perro que anteriormente aulló se oyó
más cerca; este sonido lo puso nervioso, se pegó a la ventana levantó la
cortina y buscó a los lados de la casa, no vio nada. Estaba paranoico. Se sentó
de nuevo y esperó a que amaneciera, apenas la luz tocó el cielo salió de la
casa que lo atrapaba. Cerrando la puerta sintió un quejido muy cerca; el perro
que ladraba en la noche estaba ahora a su lado, era un Collie, similar a que
tenía en San Francisco.
Lo llamó y él fue hasta él, lo
acarició, era un perro muy bonito y bastante amistoso, se preguntó que quién
sería el dueño, buscó a ambos lados y no vio nada. Siguió jugando con el perro
y pensó que quizás tendría hambre, como aún tenía tiempo para el relevo de Richard,
decidió darle de comer.
Tomó un plato de la cocina, y le
agregó comida de la nevera, algunos embutidos, no sabía si quizás sería
aconsejable darle eso, mas él igual lo hizo, el perro comió con avidez todo en
el plato, le colocó más e igual lo devoró, salió con él al frente de la casa,
el sol había iluminado todo.
Un niño caminaba hasta él, tal vez
el dueño del perro, pensó, al verlo lo llamó: “Calígula” y el perro corrió
hasta él, Kurtain estiró la mano para saludarlo, no podía creer que también se
llamará como su perro, el niño le devolvió el saludo. Se sintió un poco
pesaroso y luego se montó en el auto, se marchó.
De camino una extraña sensación de
vacío le inquieto, estuvo pensando en el niño, su corazón comenzó a latir muy
fuerte; estaba sudando, detuvo el auto, tomó el teléfono y llamó a Caroline,
pidió que relevara a Richard, ella se extrañó de esto:
-¿Te
encuentras bien Kurtain?- preguntó Caroline al notarle muy
nerviosa la voz.
-Sí,
estoy perfectamente, sólo tengo que revisar algo y estaré contigo-
colgó el móvil y dio la vuelta en “U”, necesitaba comprobar algo, llegó de
nuevo a su residencia.
Fue directamente hasta la casa en
donde se metió el niño, lo pensó mejor y se dijo que era el mismo, no podía ser
casualidad. Tocó a la puerta, pero nadie salía, siguió insistiendo y apareció
el impúber de algunos algo más de 5 años. Al verlo se asombró y le sonrió.
-Hola,
jovencito- saludó Kurtain, el niño se quedó en la puerta. Él
lo notó bien y miró sus ojos, era así, un color bastante particular. Al igual
que J.P. estaba volviéndose este un color muy común dentro de su vida.
-¿Cómo
te llamas?- preguntó Kurtain, pero no obtuvo
respuesta. Sintió unos pasos en el interior, su madre salió lo abrazó y miró
fijamente al agente parado a la vera de su casa. Él quedó estático al verla- ¡Fiona!- dijo sorprendiéndose
alegremente por encontrarse con su vieja amiga la esposa de Hudson. Ella no
devolvió el saludo, sólo llevó al niño adentro y cerró la puerta fuertemente,
haciéndola sonar de un modo brusco. Quedó perplejo ante esta reacción que no
entendía. Allí parado buscaba respuestas y no las hallabas.
Kurtain llegó a donde se hallaba
Caroline; al instante ella notó un aspecto depresivo en él, no obstante, trato
de no darle importancia e informó los adelantos en cuanto al caso. A media
mañana decidieron calmarse y se sentaron, el área de la piscina fue propicia
para ello. Era la oportunidad de Caroline para poder hablar con Kurtain; mas lo
pensó bien y se dijo que de seguro sería inútil.
Así que sólo se sentó a su lado sin
hablar, el día era algo nublado, lo que no le gustaba a Caroline, ella se
percató que el motivo de sus sufrimiento no era por ella, debía haber alguna
otra que ocupaba su corazón y hoy más que nunca estaba consciente de eso. A pesar
del beso de las carreras, nada indicaba que quería avanzar con ella, tendría
que vestirse de paciencia y tratar de averiguar cómo podía saber todo lo que
pasaba y que le preocupaba tanto. Si él era para ella, lucharía por él contra
este fantasma que amenazaba con tragárselo entero pero debía aguardar a que él
lo decidiera.
-¿Dónde
fuiste esta mañana?- preguntó la hermosa pelirroja, él no
contestó de inmediato, sino que se lo pensó un poco.
-Creí
haber visto alguien que conocía y fui hasta allá- contestó
Kurtain.
-¿Y
es eso lo que tiene así tan abstraído?- preguntó de nuevo
Caroline.
-Oh,
no, es otra cosa, -mintió- asuntos del divorcio, ya sabes como es. Cometí un terrible error al
venirme para acá sin antes darle punto final a eso, he sido de muy poca ayuda
aquí. Tengo el mundo de cabeza y no razono muy bien, quisiera que esto
terminara y poderme marchar de nuevo a Los Ángeles, extraño a mi hijo, mi casa
y aunque me duela reconocerlo también extraño a mi esposa- luego se quedó
de nuevo pensativo.
Ante la insensibilidad de Kurtain
se sintió fuera de lugar y un manto de pesar la cubrió, se levantó muy molesta,
no podía entender como para el Agente ella no representaba nada, parecía como
si ella no existiera, era estúpido pensar él que quizás no entendiera las
cosas, ella le había hecho saber lo que sentía muchas veces, pero el parecía no
darse cuenta de nada de lo que pasaba, simplemente estaba sentado allí sin
moverse.
Para Kurtain la situación era otra,
lejos estaba de interesarse por los sentimientos de Caroline. Su mente
trabajaba a mucha prisa, no entendía la actitud de Fiona. Estaba furiosa por
algo no podía deducir, cuando salió de San Francisco las cosas estaban muy
bien, no recordaba algún altercado. No dejaba de pensar en todo, qué tenía
Fiona; miles de cosas pasaban por su cabeza, la última de ella, que pudiera
haber descubierto su affaire con
Hudson; mas luego pensó que esta posibilidad era absurda.
Una extraña sensación de
ambivalencia se apoderó de sí, dos fuerzas extrañas luchaban por partirlo en
dos. Un demonio alojado en su cuerpo luchaba por gritar, arrojándolo
diariamente más a un abismo. Quería desconectarse de todo. Una y otra vez
pensaba que no fue el mejor momento para venirse de la ciudad de los Ángeles.
Tendría que irse, la hija de Henderson no merecía su sacrificio, este lugar lo
asfixiaba, tendría que encontrar una sanación de su alma, sentía en el cuerpo
algo de temperatura. Parecía estar enfermo. Pronto se desmallaría.
Se disculpó con el grupo allí
presente y se retiró a tomar algo de aires en otro lugar, tenía que calmarse,
estaba siendo demasiado paranoico había quizás muchas razones por las cuales
Fiona tomó esa actitud. Quería llegar hasta ella y hablar sobre el porqué
estaba siendo tan cruel. Revisaba la imagen muchas veces pronto enloquecería,
el mismo estado de zozobra que lo marcaba.
Tendría que ir de nuevo a Hudson,
todo esto era por él, quería la verdad de sus sentimientos, quería saber a qué
se enfrentaba, si aún estaba siendo arrastrado hacia el vertiginoso vértice que
representaba el amor de Hudson. Tendría que ir hasta donde él se hallaba.
Encararlo nuevamente. Lo de Caroline fue una locura volver a cometer los
errores del pasado, no podía hacerlo. Pero lo cierto es que seguramente los
sentimientos había empezado a hacerse presente, su cabeza iba a estallar se
sentía oprimido, quería de una buena vez gritar al mundo lo que era, dejar de
vivir una vida falsa, quería dejar de sentirse así.
Pensó en bar gay, quería de nuevo
ir ahí y tener el valor de tomar algunos de esos hombres y hacerle el amor,
necesitaba drenar esto que sentía. Su pecho estallara, pensó en Caroline, en el
bien parecido sujeto de la estación, en Hudson… la angustia estaba llegando a
golpes de tensión…
Segui @LevisTorres1
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