5. La Negativa.


Coroline se hallaba pensativa sentada en su escritorio, tendría que moverse muy serenamente si quería mantenerse a la cabeza del departamento, este sujeto la inquietaba, sentía algo de nervios por la manera que se tomaba las cosas, y no era porque estaban mal ni bien, solo era porque, y aunque le costaba aceptarlo,  le agradaba la forma que lo hacía, el único inconveniente; su extraña personalidad, era algo apático, aunque preciso en todo, tomó un bolígrafo de su escritorio y sin percatarse estaba escribiendo su nombre.


Esto también la molestó, esperaba que sólo fuera una ilusión pasajera; enfrentar el hecho que pudiese estarse metiendo en la vida de una pareja era complicado para ella. Su matrimonio terminó por esta razón; así que esperaba no cometer el mismo error, sólo que ahora ella como causante de todo. Estaba volando de nuevo por una serie de ilusiones. En este estado de letargo y cavilación, llegó Richard con la solución a su dilema.

-Tal vez tendremos un viaje hasta San Francisco- dijo sonriéndole la hermosa mujer-, debemos investigar la posible conexión entre los pasados hechos y los nuevos, aunque no queramos verlo así, esto nada tiene que ver con ventas de fetos, es algo mucho más complicado, las jóvenes involucradas eran de personas adineradas y quizás esto es lo que nos tiene dudando un poco… Tenemos un pequeño problema, y escucha esto- aquí hizo una pausa grande, buscando las palabras exactas-. Nuestro compañero no le gusta mucho la idea, se puso muy nervioso y visiblemente consternado cuando le dije que iríamos allá. Hubiese deseado que estuvieras allí para verlo. Creo que conocemos el punto débil de Kurtain. Tiene una historia demasiado larga en San Francisco. Tan pesada que el solo mencionarlo lo enloquece y se transforma.

En este punto Caroline se quedó pensando, sabía que algo tenía que ver el hecho de que Hudson estuviera allí, su cabeza empezó a dar vueltas, no quería meterse en problemas que no eran suyos; pero poco podía evitarlo, creía tener la experiencia suficiente para solucionar este altercado. Era su oportunidad para investigar sobre este hombre tan enigmático para ella, no entendía que cosa podía volver rivales a dos amigos. Así que quiso ir más allá:
-Y… ¿Por qué piensas que puede ser eso? - preguntó a Richard.
- Creo sea por su divorcio, todo allá le recuerda a su esposa y ahora que está a punto de terminar su historia, debe, me imagino, ser molesto para él enfrentarse con su pasado. Aunque tal vez sea otra cosa. Lo vi realmente perturbado. Tanto que casi pensé que se desmallaría.

Esta respuesta no le satisfizo a Caroline, sino que por el contrario avivó su curiosidad, ella había pasado por un divorcio antes y en nada se parecía a un entierro. Se quedó observando la libreta con varias anotaciones hechas sobre varios aspectos.

Algo más debía haber y eso tenía que averiguarlo, el único que tendría la respuesta era ese tal Chris Hudson, antiguo compañero de Kurtain. Quizás lucharon por el amor de mujer, pensó; luego se rió al especular sobre esto, ese romanticismo empedernido la había llevado a su última ruptura y parecía que no se había curado del todo. Mas debía moverse con cuidado, no debía arruinar un posible romance entre Kurtain y ella. Buscaría la verdadera razón.

Hoy, sin percatarse, Caroline estaba más adornada que nunca, sus niveles hormonales le jugaban una mala pasada. A solo pocos días del arribo de Kurtain estaba perdidamente enamorada. Seguramente su temor a los hombres estaba desapareciendo en parte, buscaba una pareja que pudiese poner fin a todo lo que antes paso, o simplemente un desahogo a su vida llena de sin sabores.

-¿Dónde está él ahora?- dijo sin pensarlo mucho y revisando algunos papeles. Richard volteó rápidamente a donde ella estaba, esta indiscreción ponía en evidencia algo mucho más allá que un simple interés de su parte. Se sonrió.
- Últimamente se ha vuelto muy curiosa, agente.  Pero se lo diré, está en el rancho de ese sujeto, Allen, parece que están organizando una carrera para esta noche, me invitó a participar de copiloto junto a él, tiene un carro; antigua propiedad de Allen que lo quiere estrenar en uno de esos piques del rancho.
- ¿Autos?...  ¿Carreras?... –preguntó, quedó pensativa y, sin esperar respuesta de Steel continuó- ¿Sabes qué? voy a acompañarte; pero no le digas nada, por favor.- después de esto se quedó de nuevo absorta, a Richard se le ocurrieron miles de cosa que decirles, pero tenía miedo a su reacción. Esta era una faceta nueva que él no entendía muy bien, lo único que era cierto es que quizás estaba enamorada de este sujeto. Él pondría de su parte para que esto funcionara le agradaban los dos y merecían quizás encontrarse, sabía que no debía involucrase; empero eso no significaba que debía apartarse.     

 Mientras Kurtain viajaba, hasta el rancho de Allen, su cabeza estaba pensativa y ofuscada a la vez, nuevamente pensaba en Hudson, a pesar que la pasada noche se había propuesto no volver a pensar en ello no podía evitarlo del todo. Necesitaba hablar con alguien para aclarar lo que sucedía en su cabeza, estaba aterrado ante la posibilidad de regresar a San Francisco, el mantenerse alejado para siempre de Hudson fue su única prioridad desde hacía mucho tiempo y ahora podía hacérsele realidad la pesadilla de encontrarse nuevamente con su recuerdo y el dolor causado, no sabía que sucedería.

Luchó demasiado por convencerse de que ya lo había superado y que su amor por él estaba muerto. Temblaba por esta mínima posibilidad. –No iré- se dijo- debo ser fuerte y no ir-. Pero seguía con esta angustia que lo colmaba de zozobra. Sacó un cerillo de la guantera del carro y comenzó a masticarlo con los dientes, este comportamiento no lo había notado hasta ahora; era el mismo que tenía a Hudson, recordó lo que lo desesperaba esta manía, y ahora estaba él inconscientemente haciéndolo lo mismo. Con gran premura botó el cerillo por la ventanilla y siguió manejando.  Poco a poco se convertía en esta persona que le robaba el alma, su voluntad y, según parecía, hasta su personalidad.

En un punto de su viaje no soportó más y, detuvo el auto, se bajó y comenzó a dar patadas al aire, estaba furioso, furioso, furioso consigo mismo, esta mañana cuando Richard le asomó la posibilidad del viaje, se descontroló enormemente, pero, muy adentro de él sabía que eso era debido al miedo que tenía de que su vida fuera una mentira y que posiblemente su psiquis nunca dejó San Francisco al unísono que su cuerpo. No entendía, si todo estaba olvidado, porque el destino le jugaba esta mala jugada. Sabía que si lo veía pasaría de nuevo por todo el dolor sentido. Enfrentarse con sus viejos fantasmas, encontrarse de nuevo con todo lo que significo Hudson en su vida. Sentirse sin fuerza ante lo fuerte de su pasión.    

Tiempo después llegó al rancho de Allen, quien lo vio bastante alterado y quiso calmarlo, le dio la mano y dijo:
-Tranquilízate… ¿Qué tienes? Espero que no sea problemas con Caroline, ¡Esa mujer te va a sacar canas verdes si sigues sin enfrentártele de…! - dijo Allen, pero dentro de la cabeza de Kurtain ningún problema podía ocupar más espacio que Chris Hudson. Detuvo a Allen a mitad de su frase y le preguntó:
- ¿Podemos hablar en otro sitio?

Allen quedó paralizado, recordó la primera noche en la que llegó Kurtain, la conversación que los dos entablaron, en donde le confesó su amor por otro hombre, temía que fuera sobre esto que quisiera hablar. Desde que Kurtain regresó se habían hecho de nuevo muy amigos, y esperaba que lo de Caroline se hiciera realidad para poder salir de sus dudas. No obstante, parecía que esto no sucedería y él volvía a sus antiguas andadas. Le sugirió cierto sitio muy apartado en el que podían hablar y que además le gustaría enseñarle. Subieron al auto y fueron hasta allá.

Llegaron al término señalado, era una extraña plaza al lado de un corral pequeño, seguramente algún lugar para practicar la monta de toros o caballos salvajes, estaba al lado un tanque de agua que, en las alturas, amenaza con derrumbarse de un momento a otro y más allá un molino de viento giraba muy lentamente. Allen comenzó explicándole que algún día quería montar una fábrica aquí mismo, en donde él procesara su carne en productos de larga duración, Kurtain miró el sitio y no se imaginaba una fábrica en ese lugar, algunos toros se veían en el firmamento pero del resto más nada, Allen le siguió explicando de como ampliaría el lugar en un futuro e incluso barajaba la idea de internacionalizarse.

Para Kurtain era una verdadera locura, pero sí pudo montar la cría de cerdos allá, esto no le sería muy difícil. Caminó hacia un árbol solitario al cual el viento había moldeado dándole una forma de parecer estar abatido por un huracán en quietud, al igual que alma.

En algún momento de su exposición Allen calló, vio a Stephen apartarse hacía ese árbol pegado a la cerca, se acordó la razón por el cual vinieron a este lugar, estuvo un momento en silencio y esperó que Kurtain empezara la conversación, sin embargo, no podía hacerlo, estaba al punto del colapso, solamente apartaba la arena con su zapato de un lado a otro ausente de todo. Allen entendió y comenzó a hablar ante la negativa de Kurtain de hacerlo.
-Cuando te conocí –comenzó Allen- disfrutamos aquel beso que para mí fue importante, pues en esos días sentía algo bastante grande por ti, podría decirse que era amor. Al verte de nuevo acá supe que, tal vez fue así pero, estaba equivocado, yo esperaba que para ti fuera igual que para mí. Seguramente quería verte feliz al lado de una mujer que te quisiera y que tú quisieras; tanto como yo a mi esposa, - Kurtain continuaba sin hablar- hemos compartido más en estos días que todo el tiempo aquella vez; cuando te veía entrenar en los carros y reías, quería que nunca volvieras a pensar en aquello. Pero… ¿sabes qué?

Pienso que soy egoísta en mi percepción, no puedo estar con un hombre porque sencillamente no sería feliz, me ahogaría y quizás tú también sientes lo mismo - en este punto, sintió que estaba perdiendo a un gran amigo, no podía vitarlo-… y yo no puedo verlo así y según veo tu tampoco lo sabes, porque percibo que sigues encerrado en un mundo en el cual, y me perdonas si me equivoco, no eres feliz.

Allen se detuvo un momento, para dejar este punto a la vista de Kurtain- a medida que has ido superando tu divorcio con Alissa un vació se apodera de ti y que seguramente es esta angustia que te envuelve y que, seguramente; aunque trates de evitarlo, hoy traes hacía mí, - Allen miraba a Kurtain esperando ver en su rostro cualquier expresión, pero era inútil, sólo escuchaba –veo mejor que tú, que debes aclarar eso de una buena vez, ya no somos jóvenes, debemos entender las cosas tal como son y enfrentarlas, tomando una decisión. Las mujeres no son tontas Kurtain, lo que yo descubrí en pocas semanas, tú esposa ha debido saberlo por tantos años, seguramente te alejaste de ella hace ya mucho y este es el resultado. Quiero hacerte una pregunta y quiero que me contestes con la verdad ¿Tú aún lo amas? ¿Qué maldita sea sientes por él?

Kurtain caminó hasta la cerca y se apoyó en ella con los brazos sobre la madera, bajó la cabeza para poder pensar, la vasta llanura se extendía solitaria y casi sin vegetación y así estaba su corazón, nunca estuvo tan solo como estaba ahora, Allen puso de manifiesto algo que él se negaba a aceptar, cayó de rodillas ante la cerca, tomó tierra y la esparció por todo el aire. Levantó la cara y con los ojos rojos de ira maldijo a Hudson.
-Maldito seas Hudson, maldito seas, maldito cobarde- en ese momento supo la gran realidad que se había empeñado en negar por todos estos años, no podía hacer nada por dejarlo de amar, estaba aún enamorado de ese ser que nunca lo amo y no lo amaría, toda una cascada de reacciones atravesó su cabeza, se sentía como atravesado por una flecha en su corazón, Allen se acercó junto a él, aun cuando nada podría hacer por traerlo a la razón.

Allen trató de sacarlo de su sopor:
-¿Amaste alguna vez a Alissa?- preguntó Allen para tratar de encontrar un punto de equilibrio donde apoyar el des balance de su alma.
- Hoy que todo acabo, no sé si la ame - contestó- con ella hubo momentos de gran felicidad. A pesar que mi corazón guardaba el recuerdo de Hudson. Sin embargo, hoy para mí es muy duro aceptar que no me quería en lo absoluto. Sí lo hubiese hecho habría luchado como yo lo hice, siento que poco le importé. Y eso para mí es demasiado doloroso, tanto que no puedo respirar. Sentir que me vida se ha convertido en un amor platónico me ahoga, no puedo evitarlo. He estado alimentando un fantasma.
 
En este sentido Allen se sentía que no tenía mucho que decir.
-Trata de buscar otra persona a quien entregar ese amor que traerá la paz, olvida y perdona de una buena vez, Caroline se ve muy interesada en ti, puede ser algún comienzo y pensemos que este descalabre emocional es porque tienes miedo de enfrentar de una buena vez el pasado- dijo esto y dio una palmada en su hombro- seguramente veas con malos ojos esto que te diré, pero pienso que es una maravillosa oportunidad de enfrentarte de una vez por todas a este monstruo que tienes alojado en tu vida y pareciera que nunca saldrá de allí. Enfréntate a él y libérate. Luego sólo allí, sabrás que tan perdido estas. Fue malo dejar las cosas sin terminar.- Allen guardó silencio y Kurtain le agradeció la ayuda, y fue hasta el auto.

Más tarde serían las carreras; Allen veía muy mal a Kurtain, no sabía qué hacer, poco faltaba para verlo llorar. Nunca pensó que Kurtain sufriera de esa manera, si al llegar estaba bien y hoy estaba irreconocible. Se recostó en el asiento del auto casi hundiéndose en él. Lo dejó tranquilo pero seguía pensando que hacer.

Kurtain estaba desecho por dentro, era un recipiente fracturado, cualquier intento por sanar se convertía en más preguntas y más preguntas... sin respuestas aparentes.

En la noche el circuito estaba lleno de muchos visitantes, era la noche de los mejores y uno que otro neófito en este tipo de auto, entre los cuales, por supuesto se encontraba Kurtain. Allen se hallaba con su grupo y a medida que la noche avanzaba un Kurtain más sereno; aunque con cara de mandarlo todo al demonio, su máquina estaba a tono. Una de las primeras carreras que se correrían era la suya, otros competidores se acercaban a la meta. Algunos corredores él los conocía, entre ellos el contrincante de Allen la otra noche, esté lo saludó con cierto tono de burla, Kurtain no le dio importancia y quiso probar el sistema de su coche.

Buscaba entre los asistentes a Richard; sería su copiloto, pero no aparecía por ningún lado, fue a dar una corrida para revisar que no estuviera por allí sin que él lo haya visto, prendió su auto y anduvo por todo el circuito, apartados en una de las curvas se hallaba el sujeto de la granja de Allen, detuvo su auto allí y vio algo que no esperaba, la hija del beisbolista abrazada a un hombre de color que no era de ninguna manera el novio descrito por su padre.

Se acercó a investigar cubierto por el auto. Ella reía y tomaba, abrazada al sujeto. Una que otra vez daba un beso.

 Algo muy extraño pasaba allí, si eran amigos por qué no dio primero parte a ella del hallazgo del auto, sino que por el contrario lo indicó a las autoridades. Miró fijamente y mucho más allá se hallaba escondido, detrás de otros autos, Richard observando de cerca, lo mismo que él se sonrió de la astucia de su compañero, él que sí conocía el auto de Kurtain hizo señas. Richard se apartó y fue a un lugar alejado de la pista; hasta allá llevó su auto Kurtain. Una vez fuera del campo visual de los jóvenes se entrevistaron los dos efectivos.
-Esto está muy raro Richard- dijo Kurtain- creo que debemos vigilar a ese grupo por sí algo se nos escapara de las manos, sabía que algo se tejía en este asunto, no puedes perderlos de vista- terminó Kurtain.
-Pero recuerda que te acompañaré en la carrera…- luego se quedó pensando- aunque vine con alguien que podría sustituirme- y una vez dicho esto, una sonrisa asomó a sus labios- espérame allá te mandaré al sujeto perfecto para ser tu copiloto.

Kurtain fue a donde estaban alineándose los otros autos, serían sólo tres, esto esperanzaba un poco a Kurtain, se colocó en la línea de partida y Allen le hizo señas apuntando a un hombre de casco que iba hacia él. Kurtain pensó que era quien Richard había mandado, lo saludó y los dos entraron al auto. A estar preparados para la carrera el joven extraño volteó y Kurtain se sorprendió al ver allí Caroline. No lo podía creer pero no era el tiempo de sorprenderse. “Yegua” la joven que anunciaba la salida tomaba posición y Kurtain sabía en que acabaría todo esto.

La carrera fue vertiginosa y los tres autos luchaban por imponerse, Kurtain sorpresivamente la ganó a bordo de un Corvette. Todo el circuito fue a saludar al nuevo corredor y Allen se enorgullecía de presentar al intempestivo ganador, también fue una extrañeza el hallarse una mujer como su copiloto. Todo un espectáculo, la primera carrera ganada por Kurtain, en medio de la multitud Kurtain tomó a Caroline por la cintura y en frente de todos le dio un gran beso.

Toda la inquietud de la tarde había desaparecido al probar los labios de Caroline, una tigresa vestida de negro. Quiso guiarse por las sugerencias de Allen y entregarse al amor de otra persona que hiciera desaparecer a Hudson de su mente para siempre. El romance debía acabar con el vestigio del mal. Sería feliz a costa de lo que su corazón sentía. Debía obligarse a ello. No había decidido ser homosexual y no aceptaba una imposición de tal magnitud. Lucharía sin cuartel.

Tanto Richard, Allen y la propia Caroline se sentían feliz por el arrojo del tímido policía, esperaban esto desde hacía mucho y por fin descansaría de la tensión que le producía; aunque los tres por razones diferentes.

II

Manú se hallaba en estado de depresión, necesitaba una válvula de escape, drogarse y acabar con esta angustia. Sin ser vista por su padre ni por sus cuidadores, se escabulló de nuevo de la casa, tal cual lo había hecho todos estos días, tomó un vehículo rustico y salió rumbo a los suburbios, a casa de Jean Dalton, el mismo joven que la abrazaba la noche anterior en las carreras de autos.

Al llegar allí, Jean la esperaba apoyado de su auto blanco, frente a la casa, en donde se habían visto varias veces. Él cruzado de brazos y con ganas de mandarlo todo al mismísimo demonio. Ya no le parecía tan divertido el hecho de acostarse con una niña de papá, Manú simplemente estaba fuera de control y el nada podía hacer para que volviera a sus cabales.

Ella, en cuanto lo vio, le exigió algo de droga. Él la tomó del brazo y le pidió que se calmara, a lo que esta respondió histéricamente.
- ¡Maldito bastardo, Hijo de perra! Yo he llegado muy lejos por tú amor y es hora que aprendas a respetarme y retribuir de alguna forma todo lo que estoy dispuesta perder por ti, eres como lo demás, eres como mi padre- le decía esto, al tanto estiraba su mano para dar un golpe en mejilla, él lo paró y miró a su alrededor para asegurarse que nadie los veía. Forcejeó con ella hasta que estuvo calmada nuevamente. Pasaron hasta la casa.

Una vez adentro, se sentaron en la pequeña sala, ella se tumbó en el sofá; él explicaba muy preocupado del agente traído de Los Ángeles por el caso. Contaba como un día lo vio en las carreras junto a Damián, un error que quizás podría ponerlos al descubierto, anoche también estaba en el circuito y de nuevo seguramente los vio, así que necesitaban alejarse por un tiempo hasta que todo pasará. Al decir esto el horror se reflejó en los ojos de Manú y se salió de nuevo de sus casillas.
- Eres un hijo de puta, no volveré atrás- le gritó.
-…Creo que, – le sugirió Dalton, en la frontera de su entereza -no puedes seguir escondiéndote, debes enfrentar a tu padre y detener todo de una buena vez, seguir así sería una locura estas desquiciada y obsesionada por todo esto.  Mira por todo lo que has pasado. Reacciona, llevar esto más allá, sería acaso una locura. Tú lo sabes bien. Hemos hecho demasiado, no quiero hacer más nada de esto. Son gentes realmente poderosas y peligrosas no entiendo porque te ayudan; eres una marioneta, estoy seguro que van tras algo más. Si me hostigan lo diré todo.
-Sólo necesito tiempo es todo.- dijo ella tratando de serenarse.- Esos infelices no me tendrán de nuevo en sus redes, estoy segura que puedo cuidarme sola y puedo esquivarlos muy bien. Me prometieron devolvérmelo y lo hemos hecho tal cual lo planeamos, lástima que no ha sido lo rápido que esperaba.
-Maldita sea Manú, no puedes estar hablando en serio. No podrás hacer nada. No creo que quieras eso. Estás loca y yo no quiero seguir - esputó Dalton fuera de sí.


Ella no contestó, estaba decidida, y en su cara se leía la determinación.