13. Una extraña Cuidad

13. Una extraña Cuidad

Kurtain salió del coma, todos los allí presentes daban gritos de júbilos, poco a poco iban perdiendo la fe y esto fue toda una sorpresa, pasaron varias semanas y su estado mejoraba a cada momento, Alessa siempre estaba cercana a él, nunca lo dejaba solo.

Para Hudson la presencia de la novia de Kurtain en el hospital era incomoda; así que dejó de visitarlo tan a menudo, algunas veces sólo llegaba al frente de la clínica y se sentaba en las áreas verdes sin pasar a verlo. Él aún seguía viviendo en el departamento alquilado porque su relación con Fiona estaba terminada, esta borrasca de cosas pasadas dejaron en todos estragos difíciles de superar, sus idas al trabajo se volvieron esporádicas, pasaba todo el día con una botella en la mano, se convirtió en una sombra de lo que era, era común verlo en bares de mala reputación y sitios de juego, dentro de él una transformación se llevaba a cabo, un desmoronamiento profundo de todo aquello que creía y que para él era importante, nuevas escala de valores se formaban en su cabeza, empero,  él se aferraba a las viejas sin querer soltarse produciéndose un shock emocional que lo mitigaba degradando su persona: barba crecida y ropas un poco menos que harapientas.

No quería reflexionar sobre nada, huía de quien le criticaba por su conducta, beber y entender que le pasaba era lo único que le hacía falta; mas se emborrachaba y poco aclaraba su mente, por el contrario una mayor confusión se formaba en él, lo que terminó por convertirse en un círculo vicioso.      

Las cosas en el departamento de policía mejoraron ante el excelente desempeño que tuvieron durante la resolución del caso de las ventas humanas, todos felicitaban al cuerpo por tan excelente desempeño, hubo la entrada de nuevos recursos y nuevo personal, Miller volvió a Los Ángeles, satisfecho por el trabajo realizado.  El Capitán Jeremy dejó que lo de Hudson pasará, aunque nunca se entero del bebe comprado por Fiona. Todo esto fue olvidado ante las felicitaciones de todos los otros departamentos del país.

Al mes Kurtain pudo salir de la clínica, le extrañó el ver a Hudson tan pocas veces en todo ese mes, Alessa se instaló en su casa definitivamente, así que resolvieron fijar la boda de nuevo para dentro de dos meses, fueron de nuevo repartidas las invitaciones, esto distrajo a Alessa, quién adelgazó mucho desde que empezó todo esto, la amistad con  Fiona aumentó y se convirtió en su confidente ante la extraña actitud de Hudson. Era frecuente verlas juntas arreglando lo de la boda.

Pasado mes y medio, Kurtain daba pequeños paseos por el jardín, algunas veces tenía que detenerse porque aún le dolía algunas partes del cuerpo, en uno de sus paseos de la mañana se sentó en el mismo lugar donde alguna vez conversó con el Halcón Miller, se rió de esto, parecía haber pasado varios años desde entonces, la mañana era gris debido a algunas nubes que anunciaban lluvia, a lo lejos vio a alguien sentado en la acera del frente, lo detalló bien y se dio cuenta que era Hudson que estaba allí sentado sin más, llevaba un pantalón de mezclilla, una camisa también de mezclillas y un extraña chaqueta color marrón, lo que le causó risa, lo vio pararse, ante la sorpresa de verse descubierto e ir hacia él.  Al acercársele pudo verlo mejor, cargaba una botella de licor y la barba sin afeitar aún más delgado y más envejecido que la última vez que lo vio.

Hudson se sentó junto a Kurtain y no dijo nada, dio un sorbo a la botella, pareciera que sin hablarse los dos tenían un mayor acercamiento, porque era un hecho que las palabras nunca le resultaron buenas, siempre terminaban en discusiones.

-¿Te encuentras bien?- rompió el silencio Hudson y aún mirado hacia ninguna parte.

- Me está costando el volver a caminar, pero el doctor dice que voy respondiendo bastante rápido, aún siento dolores muy fuertes en el pecho, claro está – Aquí se detuvo y miró intensamente a Hudson- éstos son menores que los causados por ti, al ver como me tratabas, no te vi ni un solo día por la clínica, -su voz iba creciendo- he preguntado por ti a Fiona y a Alessa; a los muchachos, nadie quería darme razones de ti, te veo y ahora sé el  porqué no me decían nada ¿Qué demonios te pasa? podrías decirme.

-¿No sé qué te puedo decir? – respondió Hudson- Ante tu ingenua pregunta, pensé que eras el único que sabias lo que demonios me pasa. Cuando te vi en suelo durante el tiroteo, derrumbado, sentí que me vida también se acababa con la tuya y no pude siquiera llegar hasta ti, en la clínica tampoco se me permitió ir a verte, estaba destrozado  y sabes el  porqué, los hombres no lloran tanto por un amigo, como yo lo hice por ti.  Miller me hizo ver muchas cosas que para mi fueron como un shock, la realidad es que somos hombres y si queremos las mejores cosas de la vida debemos despedirnos de ciertas otras cosas, si solo te amará a ti, hoy en día estoy seguro que mandará todo al infierno, sólo por estar contigo, pero el problema es que también quiero a Fiona y al pequeño Chris tanto como a ti, igual creo tú debes sentir por Alessa. Pero no puedo luchar más con este sentimiento de confusión, has lanzado mi vida por un despeñadero, no duermo, no como, sólo pensando en ti y como demonios hacer frente a esta situación –Sus ojos se llenaron de lágrimas- Júrame que aún me amas, en este momento creo estar  completamente solo.

 - Sí, todavía te amo y te entiendo como te sientes, porque yo también siento lo mismo, comenzamos un juego con algo que es sagrado en la vida, y hoy debemos pagar el castigo de jugar con nuestra intimidad.  Te extrañaré tanto- se limpió la nariz por el llanto que comenzaba a salir -este sitio debe estar maldito, aquí hablé con Miller, siento haber hecho eso sin consultarte, era un secreto de ambos,  espero que me perdones.

-No importa ya, Miller me prometió que quedaría entre los tres,  lo que debemos es darnos cuenta que tenemos que recuperar nuestras vidas  y eso solo es alejándonos, ya no puedo sufrir más, he venido a menudo solo a verte caminar por el jardín sin atreverme a dar este paso ¡No se qué debo hacer!, sí sigo así todos se darán cuenta de que lo que me pasa.

Comenzó a caer una fina lluvia y se abrazaron, por largo rato. Alessa en la cocina y al ver la lluvia, salió a ver que retenía a Kurtain, se llenó de ternura al ver a Hudson y Kurtain, porque desde acá se veía como un abrazó fraternal entre amigos, así que los dejó solos y cerró la puerta, poco después se escuchó un golpe y la puerta se abrió dejando ver a Hudson con Kurtain cargado, lo sentó en la sillas de la mesa de la cocina, Alessa le dio café a los dos y tuvieron sentados allí gran parte de la mañana.

Hudson no se dejó ver hasta dos semanas después en el matrimonio de Kurtain, llevaba Frac, al igual que los dos padrinos Miller y Jeremy Church, él seguía con la misma dejadez que Kurtain lo dejó la mañana que hablaron, pero esta vez afeitado. Todos se preguntaban si los problemas de Hudson se resolverían alguna vez, nadie lograba entender que pasaba con él.

Llegó la boda y mientras esperaban la ceremonia Kurtain miraba por la ventana a los invitados y se preguntaba ¿Qué debía hacer?, aún no se ponía el frac estaba en ropa interior, se miró al espejo y se dejo caer en la cama como un crucificado echado al suelo, anhelaba que nada de esto hubiese pasado. Su mente estaba realmente confusa, esto era una locura que seguro aumentaría con la ida de Alessa a la ciudad de los Ángeles donde consiguió empleo. Una cosa era dejar de querer a Hudson y otra muy diferente el estar reviviendo su pasado una y otra vez. Se paró en la ventana y por una rendija pudo ver parte de los asistentes en los que se encontraba Hudson. Seguramente allí estaba sintiendo el mismo dolor que él ahora, comenzó a llorar, lo extrañaba hoy más que nunca, se le antojaba mandar todo al demonio e ir a buscarlo.  

Los invitados esperaban. Miller muy atento vigilaba la escena, miraba a Hudson y sabía que  aún estaba enamorado de Stephen Kurtain,  no se detendría hasta destruirlo como lo hizo con Fiona, debía hacer algo para parar a estos dos. Como todos los novios, haciéndose esperar, al fin entró Kurtain saludó a los padrinos y se colocó en el altar, buscó a Hudson pero no lo vio, él estaba sentado en la última fila.

 Todos se pararon al llegar la novia, haciendo arrancar una sonrisa de emoción a Kurtain, esa era la mujer con quien se casaría y con la que en ese momento decidió ser feliz, en ese momento lo supo. La ceremonia avanzaba, Hudson comprendió que nunca más seria lo mismo, aunque muy dentro de él esperaba que Kurtain saliera del altar corriendo en busca de él, pero sus ilusiones acabaron cuando oyó a Kurtain decir el sí.

Todos pasaron al brindis, una vez terminada la ceremonia, Miller se paró en el medio de la resección y llamó la atención de todos, haciendo sonar una copa.

-En vista de que saben que Alessa tendrá que irse atrabajar a Los Ángeles, tengo otro regalo para los novios, hable esta mañana con el Capitán Jeremy y está de acuerdo conmigo de trasladar al agente Kurtain a la ciudad de Los Ángeles. -Los novios se abrazaron y los aplausos no se hicieron esperar. Nadie se dio cuenta de la sombría figura que se deslizaba por puerta y hacia su carro, un Mustang rojo modelo 1964. 

Kurtain sintió el ruido del encendido del auto de Hudson, podía distinguirlo entre muchos, se excusó y fue directo a la entrada, pero sólo pudo ver a Hudson cruzando la esquina, con desesperación cruzó en sentido contrario la casa, dobló la esquina y cruzó la calle posterior a su casa, era obligatorio que Hudson pasará por allí. Lo vio venir se quito el moño del frac para poder respirar mejor y corrió parándose en medio de la calle con los brazos extendidos en forma de equis. -Por favor detente- pensaban para sí Kurtain, a  Hudson un nudo se le formó en la garganta al ver a Kurtain parado en el medio de la calle.

Hudson se estacionó a un lado de la calle, se bajó de auto caminó hacia el lado de la carretera donde estaba Kurtain y lo abrazó con mucha fuerza, su corazón se iba a destrozar de puro dolor. –No te vayas, por favor, quédate a mi lado, perdóname- rogó Stephen.

- Stephen no puedo hacerlo, no puedo quedarme a tu lado, hoy me he dado cuenta que te amo más que a  mí mismo, perdóname por ser tan cobarde, pero es demasiado doloroso, todo esto. -Cayó de rodillas en el suelo- maldita sea -   Kurtain también se hecho de rodillas y lo abrazó con fuerza y le preguntó.

-¿Nos volveremos a ver?

-Seguro que sí- y un cristal se partió en su garganta, porque de antemano sabían lo que nunca más serian. Se levantó, limpió su rostro y se despidió de Kurtain, quién quedo estático viendo partir a Hudson.

Allí iba un extraño hombre que desequilibró su mundo, haciendo realidad una fantasía que en su mente estaba sin pensar, ni en sus más recónditos sueños, sacarla, ni mucho menos vivirla tan ardientemente y de manera tan vertiginosa como lo había hecho, allí junto a él esperaba que esa historia desapareciera de su vida y con ello todo lo que sentía y que ahogaría en su matrimonio con Alessa.

  Mientras Hudson conducía su ser estallaba en llanto, tanto dolor no podía ser una realidad, esperaba que cualquier cosa lo despertara de este oscuro sueño y le dijera que todo era una triste mentira, comenzó a llorar sin poder evitarlo, sólo movía de un lado a otro de manera nerviosa el palillo que traía en la boca y se decía - No puedo continuar amando una utopía, nunca hubiese sido feliz solo un estado de eterna pérdida y frustración, que no acabaría nunca, repitiéndose una y otra vez. - Sabía que fue una etapa extraña, pero muy bonita dentro de su ser, quizás removió esa fibra de humanidad que él tenía y que perdió, amó tanto que no se sentiría tranquilo si no volvía a sentir el pleno amor que tuvo alguna vez con Kurtain.

Se propuso nunca volver a verlo, esperaba limpiar su alma, desearle que fuese feliz, por siempre. Soñaba con verlo convertido en una gran personalidad, este último decreto lo hizo pisar de nuevo una mina del recuerdo al caer en cuenta de un futuro sin Kurtain. No entendía este tipo de situación en donde el dar  no podía ser correspondido. Por el amor de un hombre vivió un infierno que lo despegó totalmente de la realidad, sabía que aún Kurtain lo amaba y lo que hizo fue pensando en los dos y en el amor que se tenían, sacrificarse de esa forma representaba para él lo más sublime en amor.

-Es lo mejor, no volverlo a ver jamás, qué estaba pensando.- dijo, en voz alta, Hudson mientras manejaba, fumando un cigarro, cambiando las emisoras de la radio sin detenerse en una especial, con los ojos llenos de lágrimas, pero una sonrisa de triunfo en los labios, a lo lejos se veía  el puente de San Francisco y dejando detrás lo que para él se convirtió en una extraña ciudad.

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Fin