6. Luz de
luna
Llevaban varios días
repartiendo madera de un cargamento que no se acababa nunca, Glauber se cambió
y utilizaba un overol azul marino, conseguido por João en una de las tantas
carpinterías, los dos congeniaban muy bien. Glauber había dejado de pensar
tanto en Ligya, esperaba llegar a Brasilia para llamar a Iberê, necesitaba
comunicarse con él, deseaba enterarse como marchaba todo en la empresa, su
teléfono estaba muerto, el desértico de la zona le aburría un poco, esperaba
llegar a la civilización, en estos días había pasado por tantos lugares que no
sabía muy bien quién era.
En las noches bebían en bares del camino,
todos similares, el olor a licor y música eran tan fuerte que Glauber esperaba
tener un dolor en los oídos de un momento a otro. En la noche del cuarto día
llegaron a un sitio “más elegante”, Glauber
respiró al no ver las mesas en desorden y los borrachos esparcidos por doquier,
este sitio estaba igualmente poblado de camioneros pero aparentemente los
tenían más a raya, allí se instalaron en la barra, otros conocidos de João lo abordaron, éste contaba algunos de los
chiste ya escuchado por Glauber, pero igual tenían el mismo efecto en la
concurrencia, algunas veces lo dejaban
participar en la conversación pero luego de un rato se sentían aburrido por las
conversaciones de Glauber, a nadie le importaba cosas de ricos, ellos tenían
sus propios problemas. Glauber también pronto se fastidió de la conversación y
dejó a João con los otros, se sentó algo apartado del grupo.
El barman se acercó
a donde estaba el apartado joven, era difícil encontrar a una persona como él por
estos lugares, le sirvió una copa y se puso a conversar con él:
-¿Vienes con João “el panadero”?- preguntó
el barman, tenía un collar formado de cuentas de colores, que le rodeaba el
cuello.
-Sí, soy su copiloto o algo así, no estoy
seguro- respondió Glauber- lo conocí en el camino y bueno ya ves. Me
embarqué con él. Me pagará algo al terminar, que no sé cuándo será. No sé
cuanto puedan ganar los acompañantes.
- Pero no eres una persona de servir de
copiloto, por encima se te ve tienes
estudios y la verdad es que no sé cómo es que dejó que lo acompañaras, es muy
recelosos y nunca hasta hoy lo vi con alguien más, tú has debido caerle muy bien. Créeme.
-No me parece que muy bien, me “embarcó” en el camino y desde entonces
estoy con él, lo demás no lo sé- respondió
Glauber mirando a João al fondo, luego cayó en un pensamiento profundo, en
verdad era agradable, sus ojos aceituna y ese cuerpo de camionero quizás le
permitió ser muy popular para las mujeres, aunque era un poco rudo en su forma
de ser; sin embargo, era un pancito, era una persona especial. João al
presentirse observado miró hacia la barra, lugar donde se hallaba Glauber, se
sonrió al notar que era su compañero, levantó el vaso en el que tomaba en
actitud de brindis. Glauber al verse descubierto se sorprendió, sonrió y
también levantó la copa. Siguió tomando y conversando con el barman, empero, ya
era tarde y deseaba dormir, mañana llegarían por fin a Brasilia, luego de dar “ochocientas mil quinientas vueltas”.
Esa noche igual que
la noche anterior, durmieron en las hamacas tendidas debajo del camión. Glauber no quería pensar y el estar tomado le
producía ese efecto placentero de no rumiar por nada ni nadie, su corazón se
acongojaba algunas veces y terminaba llorando, más de una vez tuvo que
ocultarse de João para que no lo viera, pero seguramente algo sabría, porque lo
mantenía ocupado mientras hacían el desembarco de maderas. Le daba trabajo,
bromeaba con él, y pocas veces tocaba algo de su vida pasada.
La noche estaba
fresca muy tranquila, Glauber en la hamaca acostado no sabía que rumbo tomaría
de nuevo su vida, el viajar así era sólo un pequeño escape a una realidad que
lo esperaba cuando tomará de nuevo su vida, daba vueltas una y otra vez, vio
una botella cerca de João la tomó y se bebió dos grandes tragos que le hicieron
muy bien, y luego otro y otro, hasta que no recordó más.
Muy temprano se
levantaron a ponerse en camino, el frió se colaba en los huesos, atrás quedo la
calurosa noche, llegaron esa misma mañana a Brasilia, ciudad capital de Brasil,
construida como escape al caos urbanístico de São Paulo, ésta fue diseñada
siguiendo mejores lineamientos de acomodo de los espacios, su forma parecía un
avión, según veamos el plano con la que fue pensada, pero no era allí donde se
dirigía João sino a la periferia en donde el crecimiento era mayor, ciudades
satélites que la rodean y que junto con está parecían aumentar muy rápidamente.
Lo primero que hizo
João al llegar fue buscar un teléfono para que Glauber pudiese comunicarse, lo
dejó en un café de la ciudad y fue a descargar nuevos pedidos. Pero al doblar
el camión en la esquina un estado de intranquilidad se apoderó de él, se bajo
del camión y escondido lo vio como se desenvolvía, tal vez él que pudiese hacer
algo loco, lejos de su presencia, esto fue lo que disparó su pánico. Se recostó
de una pared y allí lo estuvo observando por largo rato, hasta que se dijo a si
mismo que nada pasaría y se marchó para repartir lo más rápido posible.
Glauber por su parte
dio gracias por alejarse un momento de el infernal móvil, se sentó un rato a
ver pasar la ciudad y luego hizo una llamada a Iberê, quería saber cómo estaba
todo, el joven informático se alegró de recibir la llamada de Glauber, le
explicó que su padre no había dicho nada de su renuncia aunque muchos le habían
visto discutir con él, lo único que dijo era que se tomó vacaciones y no más,
las cuentas dejaron de moverse, según pudo ver por un descuido de presidencia,
Gilberto sigue con los ataques de celos pero ya con menor grado, sabe que no
soy más una amenaza.
-¿Y los negocios con el exterior?- Glauber
necesitaba escucharlo todo- ¿Ya se
hicieron los primeros envíos?
-Por supuestos, pero los clientes preguntan
por ti, al igual que muchos de los empleados. Se hablan por allí ciertas cosas
que quisieras que la supieras pero en persona por supuesto, ¿Cuándo regresas a
São Paulo?
-No lo sé aún, estoy en Brasilia, creo que
iré luego a Anápolis, no estoy muy seguro, dentro de poco estaré allá, bueno
quisiera que mandaras por Internet los últimos movimientos de la empresa.
-¿Eso para qué lo quieres? ¿Qué piensas
hacer?- preguntó
extrañado Iberê.
-Algo se me ocurriría, por los momentos sólo hazlo así- se despidió de
Iberê y colgó, al hacerlo se vio sólo en la ciudad y un sobresalto se adueño de
él, comenzó a ver el reloj para calcular la hora en que regresaría a buscarlo
João, aún quedaba mucho tiempo, para calmarse se dirigió a un restaurante,
necesitaba comer algo de calidad, una vez allí el encontrarse otra vez en su
mundo le devolvió al dolor sentido, y aunque él seguía vestido con el overol,
como escudo a todos ellos, algunas personas pasaban a su lado le herían, todos
lo veían con altivez, se rió al ver que fue esa persona hace solo poco tiempo,
seguramente pronto estaría comportándose de nuevo como ellos, tan diferentes a
otros mundos que conoció en este viaje, todos con diferentes problemas y en un
mundo personal.
Él por supuesto
huyendo de nada, porque nada era real, ese mundo lo creó en su mente y allí
sucedían cosas inexistentes que sólo en su cabeza tenían lógica aparente, los
animales no entenderían que hacemos, hacemos transacciones, depósitos, retiros
y demás sin que muchas veces utilicemos ese dinero, es algo de locura.
Ahora mismo él
estaba sentado comiendo, sin que ello tuviera un sentido natural, más que el de
alimentarse, el pagar, el dar propina el recibir el cambio, todo estaba en su
cabeza, no debía preocuparse por lo demás, que no era más que hacerse dueño de
una manada, debía reponerse y pensar con claridad y maliciosamente, cuantas
veces dejo escapar señales que venían anunciando que entre Gilberto y Ligya
algo raro pasaba, incluso el viaje, en este punto se detuvo en su pensar sus
ojos se aguaron y su corazón se estrechó, ninguna excusa podía desviar algo que
aunque no era decisivo en su supervivencia sí lo era crucial para seguir
viviendo.
Pagó y caminó por la
ciudad, los grandes edificios le reconfortaban su estado de soledad, pensó en
las grandes pirámides y lo sólo en el desierto que se han debido sentir ellos
para tener que recurrir a estructuras tan grande que llenaran ese vació.
Caminaba sin que su pensamiento se detuviera en algo que no fuera borrar su
dolor, en un momento pensó en tomar el tren que lo llevará a São Paulo y
reencontrarse con Ligya, más luego se dijo que no podía ser, estaba delirando,
miró de nuevo a su alrededor, y los edificios empezaron a asfixiarlo de una
manera extraña, todos comenzaron a dar vueltas sobre él, el aire le faltó y se sintió
mareado, sudaba, estaba perdido, se sostuvo de una pared para no perder el
conocimiento, moriría si no hallaba una solución, un silbato de camión le dio
la respuesta, allí estaba João con su gran sonrisa y su invitación a seguir
sondeando un mundo, que sí bien quizás era diferente a todo lo que su palacio de cristal le
proporcionó, le proveía la paz y la libertad que nunca experimentó.
Cuando el camión
paró Glauber se montó rápidamente, estaba deseoso de volverlo a ver a João, él
lo notó y le preguntó.
-¿Me extrañaste?- Glauber no respondió muy al
contrario estrecho su mano, tenía que aferrarse a algo y eso era João, mientras
le daba la mano el camionero lo miro tan pálido como un papel y con cara de
angustia. Lo tomó fuerte y lo abrazó. Glauber comenzó a llorar como sí de un
niño se tratará aferrado a João.
João por primera vez se sentía nervioso con
Glauber, desde que habló con él por primera vez, se apoderó de él una ternura
al verlo tan indefenso, y tan vulnerable. Ahora mientras lo abrazaba ese
sentimiento lo confundía aún más y sin pensarlo mucho le dio un beso en la
frente, por lo que Glauber no hizo nada, sino que al contrario aumento su
llanto, esto puso más tenso a João que lo tomó de los pómulos y beso en la
boca. Esta vez Glauber si lo apartó y dejo de llorar, se limpió los labios
y le dijo.
-¡Estás loco! ¿Por qué hiciste eso?- João
lo miró y saco su enorme sonrisa. Glauber volvió a mirarse llorando como la
primera vez por algo que no valía la pena y João de nuevo lo volvió a la
realidad, se limpió los ojos y comenzó a reírse de él mismo, esto apartó un
poco la tristeza de hallarse solo.
João encendió el
camión sin volver a mirar a Glauber, se lamentaba el darle ese beso, porque lo
que hizo fue aumentar la confusión, qué sentía por Glauber, un beso que lo dejaba
al descubierto. Luego de un tiempo volteó la cara y ya Glauber estaba metido en
un sueño profundo. João respiró profundo, esta vez llegó demasiado lejos.
Afortunadamente su compañero lo tomó a manera de chiste o al menos eso pensaba
él.
El camino en un
punto se hizo selvático, lo que eliminó un poco la monotonía del sitio, Glauber
llevaba varias horas durmiendo y él estaba cansado, en un lugar de la carretera
estaba un cruce que daba a una carretera de tierra, decidió tomarla, después de
rato en ella llegó a un riachuelo que bajaba por un elevado y caía por una
pequeña vertiente hacia un lago formado por piedras y vegetación de selva, el
sitió era agradable y le peso el que Glauber estuviera aún dormido, estacionó
el camión, montó los pies encima del tablero, hecho el mueble hacia atrás, miró
a Glauber durmiendo y en pocos minutos se encontraba él también en un profundo
sueño. La tarde caía.
Algunos mosquitos
picaban su cara y él trataba de espantárselo con las manos; recordó donde se
hallaba estacionado se levantó rápidamente, miró a su lado y el puesto de
Glauber se encontraba vació, la noche había caído dejando sólo la luna
llena reinar en el cielo, estaba
enmarcadas por algunas nubes que dejaban escapar rayos de ésta por las
esporádicas aberturas, uno de ellos se coló por el pequeño lago reflejándose
contra una piedra que se hallaba en su centro, João se estregó los ojos para
tratar de enfocar mejor y buscar rastros de Glauber; sin embargo, no lo halló.
Pensó en el arma y decidió bajarse del camión apresuradamente.
A pesar de hallarse
ya avanzada la noche, el aire era bastante calido, inclusive los mosquitos que
una vez lo fastidiaron, desaparecieron asombrosamente, caminó en dirección del
lago y escuchó el llanto de Glauber, aunque seguía sin poder verlo, una vez que
sus ojos se habituaron a la penumbra, lo pudo observar, su figura se contornaba
sentado en la inmensa roca que bañaba la luna en la mitad del lago. Se preguntó
-¿Cómo habría llegado hasta allá?- su
ropa en la orilla le dio la respuesta.
João también se
quitó sus vaqueros y su camisa a cuadro sin mangas, pensó en quedarse desnudo,
luego se acordó del beso de esta mañana, lo pensó mejor y opto mejor en
quedarse con unos pantalones cortos blancos que traía abajo del vaquero.
Primero nadó un poco en el lago y luego hasta donde Glauber se hallaba, éste al
verlo se sorprendió un poco; no obstante, siguió en su dolor, el gigante se
sentó a su lado y de nuevo se atrevió a abrazarlo.
-¿Que extrañas de ella?- le preguntó João a Glauber.
- Creo que todo, estoy perdido en una noche
oscura y nada podrá alejarme de este dolor, me siento traicionado y humillado
por todos, no puedo volver y mirar como todos ven mi derrota. Era un estúpido
que creía tener el mundo a mis pies y tan sólo soy nada, agonizaré en este
estado sin que pueda evitarlo, ya nada me importa.
-No sé, que puedo decirte, -le dijo João,
envolviéndolo más fuerte - pero no
entiendo lo que dices, porque crees que las personas que te quieren desearían
tú mal, estas siendo un poco injusto contigo mismo, eso que dices sólo está en
tú cabeza, tus enemigos sólo se regocijaran con tu derrota, si sigues acá le
darás la razón y el gozo de ella- Glauber seguía llorando sin poder parar,
nada de lo que decía João tenía sentido tampoco para él, estaba convencido en
ser centro del universo, así que acrecentó su llanto.
João lo abrazó aún
más fuerte, lo tomó de la barbilla y le limpió las lagrimas, Glauber parecía no
reaccionar, dejaba que João lo tomara, le parecía un extraño momento, quizás
nunca contaría esto, pero era cosas de los dos, sólo quería que João no lo
soltara, este último con la cara aún
tomada de la barbilla sintió el besó de Glauber. João quedó fuera de sí. Qué significaba esto.
No hubo reaccionado
y él también respondió a su beso, primero sólo colocó sus labios en los de él y
luego fue haciéndose más intenso hasta que sus lenguas se unían.
Ninguno de los dos quería pensar, sólo se
llevaban por algo que quizás pusiera fin a todo. Glauber estaba en ropa
interior debajo de un João excitado que recorría su cuerpo con sus manos.
Recorría su cara, pecho y cintura al llegar a su interior la rompió en un solo
arrastre.
En Glauber se
encendió la alarma y se dio cuenta lo que hacía, quiso apartar a João de sí,
pero éste lo abrazó con más fuerza impidiéndole cualquier movimiento. Las manos
de João bajaron hasta su pierna y la alzaron, para luego con brusquedad buscar
su orificio, la lucha de Glauber se hizo mayor hasta que ya no luchó más, sino
que bajó la mano hasta su entrepierna y se dejó llevar por la pasión, sintió la
envestida de João una y otra vez mientras lo besaba, él gemía y batallaba al
verse vejado por un indolente João, hasta que sintió su jugo dentro de sí, João
cayó tendido de cansancio encima de él,
que se abría ante la intimidad de sus cuerpos.
Glauber se aferró
más a él, sentía algo de dolor en su parte baja, pero no le importaba, su
depresión lo estaba llevando a lugares realmente infames, con esto había pisado
fondo. Posterior a ese momento para João
la felicidad estaba llegando, lo besó nuevamente una y otra vez, su corazón
galopaba por este nuevo sentimiento que lo apresaba, estaba enamorado de un
hombre que encontró en un camino, con un clima lluvioso y con una pistola en la
mano dando lugar a la posibilidad de matarse. Nunca se envolvió antes en una
relación de tipo “homosexual”, pero
no era un hombre de mucho pensar, hacía lo que sentía y punto, luego quedaría
suficiente tiempo para deliberar.

Estando acostado
volvió al momento que João entró en él, un sentimiento oculto se apoderó de su
ser, era la posibilidad de encontrarse enamorado o confundido, de temer
sentirse atado y liberarse sin que ninguna barrera lo detuviera, era un abismo
tan profundo que el sólo asomarse a su
orilla creaba un vértigo en sus entrañas tan grande que aire era insuficiente
para respirar. Recordaba su cuerpo siendo despojado de una forma que nunca
pensó ser amado. Compenetrándose con un
alma en cúpula imperfecta, pero en donde halló un desenlace tan intenso que contrariamente sintió tan completo.
Muy bueno el capitulo, lo estaba esperando, queria leerlo. Felicidades por el blog y gracias por este gran aporte. Si de leer se trata es algo de que me gusta muchisimo y hace rato que tengo ganas de leer novelas gay.
ResponderEliminarGracias por tu lectura, me agrada que gustara, nuestro protagonista carcomido por los deseos de venganza, humillado, el próximo capitulo el miércoles 18 de abril "enloquecido" . Me gustó mucho escribirlo, y disfruto también trayendo un capitulo cada semana, me gusta saber lo que piensan... Gracias nuevamente saludos.
EliminarExcelente historia, ya quisiera tener diez capitulos mas jeje saludos desde venezuela
EliminarGracias por tu comentario, claro que hay mas historias y más capítulos, por lo momentos mañana miércoles 18 de Abril el capitulo 7, "Enloquecido" un entrega que no pueden perderse...y que esta muy hot, nadie detendrá el amor... Saludos a todos lo que nos leen y siguen semana a semana.
EliminarDios que buena historia,es genial, no ed una básica y sordida historia gay, sí no quw tiene un porque y no gira en porno al sexo. Te felicito está fantástica
ResponderEliminarGracias, bueno me alegra que te gustara. Espero que los momentos intensos de la historia sean del agrado de todos, son importantes para entenderla. Espero tenerte por acá en la próxima novela...Saludos.
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