7. En un Mundo de Nieblas

7. En un Mundo de Nieblas.




Paso otra semana y el padre, un poco nervioso porque quizás pudiese suceder de nuevo,  lo obligó a inscribirse en un gimnasio y practicar defensa personal, a él esto le pareció una locura; pero con la compañía de su amigo, quien estaba muy contento por todo el nuevo deporte y al cual no quiso desilusionar, pensó que no estaba de más algunas clases de pelea.


Otra semana después, el joven seguía inquieto, se estaba incorporando a la cancha; aunque no con la misma fuerza y pasión, un torneo se acercaba, pero un sólo pensamiento estaba en su cabeza y no podía sacárselo: Ver de nuevo al piloto.


Paso algún tiempo. Y aun[1] no recibía señales del piloto, decidió llamar, quizás no tenía su número y estaba al igual  que él deseoso de verlo. Llamó al número que él le dio, pero nadie contestaba.


Todo el día estuvo marcando el número, una y otra vez, necesitaba verlo, había pasado mucho tiempo. Una angustia se apoderó de él y fue al aeropuerto preguntó por él a su amiga, sin embargo, no le quiso decir nada, ella tenía una actitud muy extraña. Parecía como si se lo había tragado la tierra.

 Fue varias veces al hangar. Se quedaba sentado un rato por esperar que apareciera por allí, contemplando el lago y la vegetación que lo envolvía, vio peces en orilla.


Inclusive, en una de estas idas, su amigo, un joven bastante despierto quien no entendía del empeño del tenista por visitar ese lugar, también lo acompañó. Su familia fue enfática cuando le sugirió que lo acompañara y apoyará en todo lo que hiciera por estos días, cualquier cosa que lo ayudara a olvidar.


El joven lo acompañó también el siguiente día, se quedó toda la tarde en el lago, había llevado unas cañas de pesca y simplemente pescaron. El amigo no paraba de hablar sobre el nuevo deporte que practicaban. El joven tenista parecía prestarle atención pero por dentro sólo pensaba en el piloto. No era posible que no se comunique con él.


Atraparon algunos peces lo que alegró al amigo de nombre Jean-Paul, quien propuso que para la próxima vez traerían una radio y algo de bebida. Para animar el asunto.


Caída la tarde, Jean-Paul exclamó:-…Claro que vendremos otro día. Usaremos más cordel y visitaremos una tienda, ya ves que traeremos más peces.

-Que tal mañana,- formuló[2] el joven tenista.

-¿Mañana? ¿Y tus prácticas? ¿El entrenamiento?- preguntó un extrañado Jean-Paul.

-Pueden esperar un poco, - respondió François sin advertir que hasta tan sólo meses el tenis ocupa el único centro de su universo y que hoy no le importaba tanto-. La verdad es que necesito hablar con Alain  algunas cosas no quedaron claras y me gustaría verlo acá. Si deseas me acompañas sino tendré que venir solo.


El amigo extrañado por este comentario se asustó, quizás a esto era que se referían sus padres cuando le decían que tratará de sacarlo de ese limbo-¿Por qué no desistes de eso?...ya ha pasado varias semanas y tú todavía quieres hablar de esa experiencia, olvídalo ya, la vida continua, Alain, pues Alain…


El tenista lo detuvo, no quería que continuara eso no era asunto suyo. Él hablaría de eso lo que quisiera y esperaría cuanto tiempo tuviese que esperar.


Ese día planeado no vinieron, más el siguiente día, temprano estaba el joven tenista tras la búsqueda de su amigo para pescar en el lago, su amigo invitó a otros sujetos y algunas chicas, le empezaba a cansar la etapa marina de François, pero se imaginaba que aún estaba bajo el shock del secuestro. 


En el lago ese día las cosas estuvieron  muy animadas pero a diferencia de la vez pasada no pescaron nada, el joven François terminó la noche muy tomado, nunca se había puesto así, lo llevaron a su casa. Jean-Paul pensó que quizás el asunto de la isla dejó heridas muy grandes, no era el mismo desde que regresó y tendría que pasar algo de tiempo para poder ser el mismo. No habló de querer hablar con Alain y esto lo tranquilizó.


La mañana lo encontró con una resaca y él simplemente no quería levantarse, no entendía que había pasado, por qué el piloto no había querido atenderlo, por qué se escondía de él, que motivaba esta actitud, quizás no había podido terminar del todo con todo sus pendientes y era solo un inútil pensamiento, pronto lo llamaría. No quiso levantarse de la cama. Se sentía muy cansado y deseoso de dormir.

 Su amigo vino por él a primeras horas de la mañana: no se quiso parar. Jean-Paul le habló acerca de un amistoso, se haría con el héroe local en un juego de exhibición.

 El sujeto de quien le hablaba su amigo lo había visto algunas veces, era un pedante que, aunque no era muy bueno, se creía una estrella. Desde siempre tuvo una aptitud de altivez con él, posiblemente nunca le perdonó que vivieran los dos en la misma ciudad.

-No jugaré con él- fue su respuesta tajante.

-¡Estás loco te pondrás en evidencia con todo el mundo! – exclamó Jean-Paul.- Tienes que jugar, toda la localidad habla de eso, dentro de un mes será la fecha para que puedas jugar, así que levántate y vete a entrenar, necesitas ganar ese partido…- al ver la negativa de François de levantarse de la silla insistió- puedes por favor levantarte de esa cama.

-No lo haré, quizás mañana…-estaba resuelto a pasar el día acostado.

-No creo que Michael este dormido, sabe lo importante que es este juego y quiere ganar, la situación es personal así que piénsalo bien.

-¿Estás loco? –Se estaba empezando a cansar- ¿Quién dijo todo eso? Yo no he aceptado jugar acá con nadie, estoy concentrado en otros torneos, si el entrenador cree que puede pasar por encima de lo que decida creo que no hemos avanzado nada. ¡Yo acá soy él juego y quien decide con quien jugar!

-Eso lo dices porque no has visto todo lo que se formó por  este torneo. -Jean-Paul no quiso darle importancia a las palabras dichas por François, siguió hablando como si nada- Es un pandemonio todos los periódicos hablan de ello, incluso dan la primera plana, “el enemigo”, nombre con el que apodaron a tu rival,  vendrá dentro de poco a instalarse en la cuidad para aclimatarse. Y tú tirado allí.

-¡Déjame!- le repitió- no quiero saber nada de ese asunto, no jugaré y punto.

-Bueno te dejaré para que lo pienses.

 Antes de irse el joven preguntó si podía pescar el fin de semana. Para Jean-Paul las cosas estaban cada vez más raras.

 -¿Pescar? Realmente esa isla te afecto, olvida eso ya,  es tiempo pasado, si quieres que te acompañe tendrás que esperar  una semana.- Dijo  Jean Paul tratando de que entendiera que no quería hacerlo, no obstante nada lo amilanaba.

-Bueno es un trato, ahora déjame.

 Ante esto último dicho por François, Jean Paul quedo estupefacto -Te estás volviendo loco. – expresó.

-Aléjate de acá- le lanzó la almohada. Jean Paul salió confundido de allí. No entendía que caso era tan importante por querer echar su carrea por la borda.



 Ese día estuvo tirado en la cama todo el día, al igual que el siguiente. Nada lo haría levantarse. Se sentía cansado y sin ganas de levantarse.


Jean-Paul vino a saludarlo y ver como estaba, lo encontró nuevamente dormido, sin afeitar y con el cuarto en total oscuridad y en total desorden. No quiso levantarlo y salió.

 Necesitaba aclarar esto. No sabía que sucedía con su amigo. Quizás estaba más grave de lo que pensaban, algo pasó en esa Isla y por ello tenía esa aptitud, la clave seguro la tenía el piloto, pero ya él no estaba. Hablaría  con el entrenador André, eso haría. 


Esa misma tarde fue al encuentro con el entrenador, le preocupaba lo que pasaba a su amigo, quizás era normal después de un trauma de  tal magnitud, mas debía estar seguro que no rozaba la locura… éste se hallaba sentado en la silla de una oficina llena de trofeos, camisas, franelas, libros, papeles, un caos total. Al ver al amigo del tenista se alegró, el entrenador era algo maduro, tenía un porte atlético.

-¿Dónde se supone que esta tú amigo? ¿Lo raptaron nuevamente? ¿Por qué no ha venido a entrenar?

-Creo que esta vez se lo llevaron los extraterrestres, está tirado en su cama sin querer saber nada de nadie, he intentado que se levante y ya ves que sigue derribado. –Respondió jean-Paul.

-¿Le hablaste sobre el juego con Michael Juppé? Eso seguro lo animara y lo hará olvidar.

-Si le hablé de eso, - movió la cabeza de lado a lado- pero ni de eso quiere hablar, dice que no ha planeado ningún juego y que por supuesto no irá. Creo que algo le sucede, aún no ha podido salir de aquella Isla, sigue atrapado allá.

-En verdad se ha vuelto loco, - dijo al borde de la exasperación por esta nueva faceta del tenista. El entrenador creía conocer todas las artimañas de su caprichoso pupilo mas esta etapa escapaba de lo antes hecho-  ya verás cómo lo sacaremos de allí, no sé cómo lo haremos pero tendrá que salir de allí.

 -Justó ayer me encontré con Michael, - Continuó- ya está acá, dice que este juego es importante para él así que no se lo tomará a la ligera, sabe que el enemigo a vencer es fuerte y no quiere dejar detalles al azar. Tenemos tan poco tiempo para arreglar lo del  encuentro que esta actitud[3] no ayuda para nada- se quedó pensando y luego muy velozmente preguntó:

-¿Y qué crees que le pasa? ¿Por qué está deprimido? ¿Qué quiere? ¿Un auto mejor?, ¿una casa?, ¿un avión? ¿Qué demonios quiere?

-Señor este tiempo he hablado con él y lo que quiere es ir a  pescar.

-¡¿Ir a pescar?!- dio un puñetazo al escritorio y echó abajo todo lo que sobre él había- ¿Qué demonios pasa acá?... – quedo callado y luego trató de calmarse, -tráelo por favor acá, si quiere puedo comprarle pescado en una pescadería y llenarle el cuarto de pescado si eso es lo que quiere pero no voy a permitir que dañe su carrera. Está loco.

-Lo mismo dije, me parece extraño, se sienta a pensar y pescar, ausente de todo.

-Tendré que hablar con él, ¿dónde está ahora?- preguntó el entrenador resuelto a solucionar la situación.

-En su casa, señor. – respondió Jean-Paul como si estuviera en la milicia, intentaba suavizar la ira del entrenador a quien la cara le iba a estallar de la rabia. 

-Tiene un juego importante y  esto es lo que me ofrece, no puede ser así, debe estar loco si cree que voy a dejar que suceda… - miró la hora en su reloj- Bueno… hoy no haremos nada pero luego vamos a sacarlo de allí y escúchame bien: cero pescar- dijo esto, muy pausadamente. -No quiero escuchar nada de esto, mañana lo traeré arrastras si es posible. Ese estúpido de Michael no nos ganará. François saldrá de este estado y volverá a  ser el mismo eso me lo debe. 


Se sentó y con un lapicero en la mano se quedó dándole algunas vueltas entre los dedos mientras pensaba. Antes que el amigo se fuera preguntó -¿Y por curiosidad en dónde pesca?

- En un lago que está cerca de un hangar de aviones. Propiedad De Alain Derain- Respondió Jean–Paul moviendo sus enormes cejas.

-Qué cosa tan rara… realmente.- finalizó.


Más tarde el amigo insistió en visitar nuevamente al abatido joven tenista, y le contó su conversación con el entrenador, pero él no hizo caso de todo esto, seguía tirado en la cama sin querer moverse de allí.

-No debiste decirle lo de la pesca. –Reclamaba a su amigo- es asunto personal.

-No le hablé mucho de ello, sólo me preguntó en dónde lo hacías.

-Bueno no me importa, que venga cuando quiera. No me interesa. – trató de acabar la conversación.

-¿Por qué no salimos esta misma noche? y olvidamos todo esto, no quiero estar hablando contigo en este cuarto oscuro y deprimente. Debes respirar.

Se levantó y dijo: -¿Sabes qué? lo haremos.


En la noche se vistió y salió a buscar su amigo, en la ciudad comenzó a tomar y tomar no quería parar, el amigo no quiso detenerlo, pensaba que con esto, si algo tenía lo sacaría y volvería a estar bien nuevamente. Estuvo bailando hasta altas horas de la noche; muy ebrio manejaba hasta su casa, a su amigo le pareció  raro que ni siquiera haya hablado con ninguna chica, solo bailar y bailar. Estaba entrando en una etapa realmente extraña para él, no entendía que le podía pasar a su amigo para comportarse así. Pensaba en la cara del entrenador cuando lo fuera a buscar mañana y lo viera en ese estado: estallaría. Y por supuesto él tendría la culpa, más como saber que tomaría tanto.

 Llegaron a la casa  allí lo dejó. En este estado etílico que se hallaba simplemente le dijo -Mañana vamos a pescar.

-No, mañana  no nos podremos levantar y tú en ese estado menos que nadie así que acuéstate.

 Caída la tarde, Jean Paul fue a buscar a su amigo, le informaron que había salido y no sabían dónde. Él entonces llamó a su móvil pero no contestó; así que decidió llamar a su entrenador, seguro, se dijo, por alguna razón había amanecido de mejor humor y fue  a entrenar.


No fue así el entrenador dijo no saber nada de él, que no lo había visto, lo fue  a buscar en la mañana y lo encontró en estado deplorable así que lo dejó tranquilo. -Y tú – continuo,-¿no sabes dónde puede estar?

-Bueno, creo saber, pero no le va gustar, creo que está en el lago pescando.- respondió Jean-Paul.

-Vamos allá, quizás hallaremos alguna respuesta, aunque creo que,  tal como dices, no me va gustar.


Se pusieron en marcha, el lago quedaba realmente apartado de la ciudad, entraron en la carretera,  desde acá miraron al joven, sentado en el pequeño muelle con una caña de pescar y un sombrero de pescador de color verde. Ausente de todo.


Aparcaron y fueron a donde se encontraba; pero ni se inmuto, parecía alejado, se sentaron a su lado. El entrenador fue  el primero en hablar:

-¿Muy buena la pesca no?- tenía tres peces grandes al lado.

-Sí, algo de suerte.

-Pero has estado acá todo el día según me dijo tu familia.

-Es cierto quería un sitio donde apártame. Pero creo que no es posible.

-¿Cuánto tiempo  piensas estar acá?-Preguntó de manera irónica el entrenador.

-Bastante tiempo si me lo permites.

-Bueno eso es cosa tuya, pero recuerda que mañana tendrás que ir a entrenar, la partida con Michael  se acerca, él se lo está tomando muy en serio y a ti parece no importarte.

-Sí, me importa solo que no estoy de humor para eso, prefiero descansar un poco, siento como si hubiese corrido mucho, estoy muy cansado ahora.

-Seguro es otra cosa, hace tiempo que regresaste y en ese entonces estabas muy eufórico. Trata de buscar que te tiene así pero que no sea mucho porque necesitamos ganar ese torneo. – el entrenador dio unas palmadas en la espalda del tenista.

 El sí sabía perfectamente que cosa era lo que lo tenía así, se sentía estafado, sentía algo muy  grande por alguien a quien aparentemente no le importó nada, estaba realmente mal, no le dijo la verdad, nunca imagino que lo vería por última vez en ese avión, pudo haberlo abrazado para no soltarlo jamás.


En la isla sintió su amor; pero acá era otra cosa en el mismo avión ha debido saber lo que pasaba, estaba llorando por dentro, era demasiado doloroso para enfrentarlo, lo único que quisiera era un poco de sinceridad, era lo menos que se merecía, su esencia quedo en esa isla junto al farallón en la caverna, en las profundidades con los peces grandes y que… y que quizás nunca volvería a ver. Se acostó en el muelle, se quitó el sombrero y luego se levantó corrió hasta zambullirse en el lago.

 Nado un poco, para que sus amigos no vieran las lágrimas, ellos no entendían lo que le pasaba al deportista pero decidieron también tomar un baño si bien no habían traído bañadores así que con la ropa puesta se lanzaron al agua, estaba un poco fría más no les importó. Para el amigo del joven tenista el agua estaba mejor que nunca. Debían quizás darle algo más de tiempo. Esta etapa acabaría.

 Nadaron hasta el centro del lago, luego regresaron a la orilla, formaron una fogata y asaron los peces atrapados, quedaron allí hasta muy caída la noche.



[1] Aun. (Del lat. adhuc). adv. t. todavía (ǁ hasta un momento determinado). || 2. adv. m. todavía (ǁ no obstante, sin embargo).
[2] Formular1. (De fórmula). tr. Reducir a términos claros y precisos un mandato, una proposición, una denuncia, etc. || 2. recetar. || 3. Expresar, manifestar
[3] Aptitud. (Del lat. aptitūdo). f. Capacidad para operar competentemente en una determinada actividad. || 2. Cualidad que hace que un objeto sea apto, adecuado o acomodado para cierto fin. || 3. Capacidad y disposición para el buen desempeño o ejercicio de un negocio, de una industria, de un arte, etc. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. || 4. Suficiencia o idoneidad para obtener y ejercer un empleo o cargo.


1 comentario:

  1. Holaa, después de múltiples inconvenientes, que nos dejó dos meses fuera de la web, pues, pues, estamos de nuevooooo, felices para seguir con la historia,todo se vuelve muy triste, nuestro joven protagonista al borde de la depresión, sin saber que sucede, solo esperar la respuesta, en un laberinto mental que lo hace sentir naufrago en la sociedad, mucho más solo que en aquella isla... el miércoles 13 de Febrero de 2013 próximo capitulo "Viejos Combates" :O Síguenos, comenta y disfruta de la historia...Saludos a todos.

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