4. Extraños Caminos



4. Extraños Caminos


A la mañana siguiente Pete se levantó y ya Lewis había salido, se dio una larga ducha para estar en el patio. Puso algo de cuidado en su apariencia, se afeitó esmeradamente, lavó su cabeza con abúndate jabón y sin  notarlo estaba silbando una canción. Parecía que toda una mugre de años deslizaba por su cuerpo y como nunca se sintió limpio. Se olió las axilas y se agregó una colonia, de muy fuerte olor. Nunca notó que junto al olor del calabozo era realmente una tortura para cualquiera estar allí, pero para él estaba sensacional, tal como se sentía ahora.

En el patio las cosas estaban como siempre, pero no para él, se sentía observado por todo el mundo y, sin saber cómo, saludo a varios de sus compañeros, llegó hasta al Niño Coyote, quién notó su alegría. No dijo nada, conversó con él algunas cosas, hasta que Pete comenzó a ponerse tenso y mirar para todos lados, todos sabían qué buscaba Pete, era un libro abierto para todo el mundo.
- No, no lo he visto hoy- dijo sin más el Coyote. No hubo la necesidad que le hiciera la pregunta.
-¿A quién?- preguntó Pete, inconsciente de lo que el mismo quería. El Niño Coyote se rió, y él enrojeció.
- ¿Lo buscaste en el taller de carpintería?- continuó el Niño Coyote diciendo. Pete no pudo ocultar más su preocupación. Y miró a la puerta por donde se llegaba al taller.

A pesar de no saber mucho de carpintería, Lewis era de mucha ayuda, tenía un don natural por el corte, los del grupo le indicaban como hacerlo y el trataba de aprender, Ralph estaba muy complacido con su posesión. Sentía algo de presión por quien era, pero trataba de olvidarlo, era agradable hablar con alguna persona que no fuera un ignorante. Aunque eso en la cárcel traía demasiados problemas.

En toda la prisión, Ralph era conocido por sus locuras, era de los que podría llamarse sujetos extremos, algunas de sus excentricidades llegaban a ser una estupidez, como la vez que bajo las escalinatas en una tabla de surf que él mismo construyó en el taller, la aventura no pudo terminar peor, un hueso fracturado y varios hematomas. Luego en la revancha, construyó una tabla pero de diseño “ergonómico” según decía el mismo, con ésta podría terminar mejor su odisea, el resultado fue peor que el intento anterior.

Otra de las cualidades de Ralph era su afición a las apuestas, era él que encabezaba cualquier tipo de evento donde rodara el dinero, era poseedor de un sexto sentido para conocer todo lo que sucedía a su alrededor. El caso de Lewis no era la exención, conocía los detalles del asedio del que era objeto todos los días y esto a diferencia de Lewis lo divertía, lo que no conocía y que pronto quería averiguar era su relación con Pete. Tenía algo de curiosidad por la posición en el trato Jocker- Spunk.

Pete no era un sujeto que se conocía por ser un “Jocker”. Nunca estuvo envuelto en esos devaneos y ahora de la noche a la mañana lo hace, eso parecía algo raro. Pensó al igual que los otros que estaba recibiendo dinero por ese “cuido”. Para nadie era un secreto que quizás Lewis provenía de buena familia, su porte así lo hacían ver. Y según dijo la televisión un famoso concertista, no estaba seguro que por ello pagaran buen dinero, pero era lo más probable. Así que era mejor tenerlo de su lado.

Lewis con la nueva actividad se olvidó un poco de donde estaba. Quizás ya todo acabaría, se sentía extraño después de dejar que Pete fuera más allá, comenzó a sentirse culpable, sostuvo una relación homosexual, incluso al final de la misma, lo disfruto, sintió vergüenza por ello, la intensidad con que Pete lo tomó llenó su alma de lujuria, no podía entenderlo, estaba cabizbajo, sentía que quizás no podría  dejar que continuara, por momentos se ausentaba y esto Ralph lo notó, le preguntó qué le pasaba, le contó su preocupación por todo el hostigó al que era sometido y su desasosiego por la suerte que corrían los nuevos en este sitio. Además de ello le contó los pasos nocturnos y como sentía que pudiesen ir por él. Pero sin mencionar lo que en verdad lo avergonzaba y lo hacía sentir culpable.

-Nadie puede salir en la noche y deambular por la prisión, estás un poco paranoico- dijo Ralph llevándose todos los dedos a la oreja. Después de esta afirmación Lewis se quedó pensativo, en verdad estaba perturbado, como podía pensar que estuvieran deambulando por allí, debían ser policías, luego recordó la escena del beso y posteriormente lo asustado que estaba.
-¡Maldito Pete!- dijo después de hilar todas las conclusiones. Ralph y los otros se quedaron atónitos. Lewis se sintió observado, siguió en su aprendizaje; sin embargo, por dentro se sentía burlado. Estaba siendo utilizado, le infundía miedo para que cediera. No iba a confiar más, desde ahora trataría de mantenerse al margen, siguió trabajado en lo suyo.

La carpintería era un sitio más bien desolado, algunas hojas de sierra de marquetería, era el instrumento de mayor peso, sólo podían hacer especie de  portarretratos, algunas figuras y otros artículos pequeños, servilleteros, bandejas, tenedores de cocina, cucharas. Algunos eran lo bastantemente elaborados, tanto que Lewis pareció no aprender a realizar nunca, pero ya le quedaría tiempo y valla que bastante.

Dos mesones hacían el lugar de trabajo, en él varios sujetos realizaban estos trabajos siguiendo un orden más o menos determinado. Se sentía a gusto en este lugar. O por lo menos mejor que en la celda. 

Ralph le hablaba como siempre de muchas cosas, hasta que llego a algo que conocía, -sabes que frente a tu celda aparecieron dos de los chicos muertos, el muy hijo de puta le mutilas los brazos y las piernas, no se para que querrá esto, y de su interior sale un líquido verde pestilente, esto definitivamente es obra del diablo, los spunk en jaque ante esta situación.

Lewis no quería prestar atención, su alma estaba en zozobra, había escuchado mucho ruidos en la noche, personas arrastrándose, había jurado que en algún momento alguien lo miraba des el suelo en la celda, movió la cabeza de lado a lado, nada le pasaría al lado de Pete, pensó.

Continuó haciendo algunos intentos por perfeccionarse, en cierto momento se distrajo y se encontró solo. No le dio importancia, mas vio entrar a varios sujetos; a pesar de que trató de no hacerles caso, se comenzó a intranquilizar, los sujetos se acercaban conversando entre ellos alguna cosa que él no entendía. Lewis dejó lo que hacía y se puso alerta, vio la puerta de salida del lado de los sujetos, a medida que avanzaba los notaba tensos. Estaba realmente asustado, tomó una de las hojas de sierra de marquetería y la apretó en el puño.

Veía como podía librarse, pero parecía inútil, en ese instante se preguntó y los otros ¿Dónde fueron?, hora de la comida seguramente, tendría que arreglárselas solo, dentro del grupo se hallaba uno de los compañeros de El Niño Coyote, lo reconoció porque estaba en los que evitaron que fuera violado por el Gigante, el verlo allí aumentó su tención. Comenzó a sudar pero trataba de que los prisioneros que se le acercaban no percibieran eso de él. Sentía el miedo del animal casado, esta vez era atacado por hienas. Maldijo internamente y empuñó en su mano la hoja de  sierra de marquetería. De esta no saldría.

Se levantó tratando de salir, pero varios de los sujetos trancaron su paso, él trató de apartarlo, pero ellos pusieron algo de resistencia, Lewis fue más fuerte contra ellos, haciéndose paso con los hombros, acción que dio resultado y pudo separarlos y pasar; sin embargo, cayo de bruces en el suelo, luego se paró y salió con velocidad del área de carpintería, en el patio unos cuantos se entretenían con varias cosas, Lewis se limpió el sudor de la frente y buscó entre ellos a Pete. Se sorprendió de este comportamiento en él. Estaba realmente asustado.

Sentado junto al aro de basketball, y luego de sentarse en uno de los bancos, vio riéndose a Pete junto a los sujetos que hasta hace poco habían acorralados. Su ser entró en furia, nuevamente era birlado por el sucio sujeto que era su compañero. No soportó más y se dirigió hasta donde él se encontraba, con la hoja de sierra de marquetería se abalanzó sobre de él. Estaba jugando con él un juego demasiado morboso.

Pete supo esquivar la primera envestida pero no la patada que le fue posterior, cayó en el suelo, se levantó con la velocidad de un bólido y asentó sobre Lewis un golpe que lo arrojó por el aire hasta caer tirado en el suelo. Todos reían ante el espectáculo que presenciaban. Hicieron circulo alrededor de los dos y alentaban a Pete que lo pateaba, así lo hizo una vez, mientras se reía, después lo dejaron tirado allí.

Lewis se sentía raro, todos en el patio lo observaba como se retorcía por el golpe que le propinó su propio Jocker. Para ninguno era raro la frecuentes peleas, aquí era cosa de todos los días, nadie fue a levantarlo, estuvo tirado allí hasta que llegó Ralph quien lo levantó y llevó hacia al banco donde antes estaba sentado. Lo sentó allí y luego se sentó él.
-Amigo, si quieres sobrevivir aquí, tienes mucho que aprender. – Comenzó diciendo Ralph- sí, es verdad, que acá todo es frustración y pareces sentirte extraño, pero si adaptas podrás estar con nosotros. No será lo único que soportaras… 

Pete, colocado en un rincón, no perdía de vista las dos personas que se hallaban conversando, le hizo señas al El Niño Coyote y este a su vez a Ralph, quién se levantó del sitio y dejó sólo a Lewis. Sumido en sus pensamientos, estaba a reventar de ira, sus pasos, su vida su intimidad era puesta al descubierto en esta maldita tierra, comenzó a llorar sin poder evitarlo. Jamás se preparó para nada de estaba padeciendo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario