5. Sobreviviendo a Pete
El día terminó, atrás quedó el suceso de la carpintería y
los golpes dados. Lewis y Pete estaban de nuevo en su celda, acostados en sus respectivas
literas, desordenadas, y mal olientes; dejaban pasar el tiempo, cosa que sobra
en las penitenciarías, el más joven se notaba aún ofuscado por la reciente
coacción a la que fue sometido, en alguna hora del día pensó seriamente en el
suicidio, no quería seguir sufriendo los reveces del destino, estar padeciendo
el continuo asedio de la población penal lo atribulaba de manera extrema, su
hombría no existía; había desaparecido, era señalado como “ella” por los más viejos, y sobre todo debía enfrentarse al hecho
de que quizás era un marica, estaba expuesto a su homosexualidad, todo esto
para él era un desatino. Posiblemente nunca encajaría en este sitio sería
estigmatizado para siempre, tal como dijeron los amigos de Ralph.
Una nueva escala de valores se formaba en su cabeza, esta
era, sin temor a equivocase, una época de mucha intensidad, estaba viviendo
acaso cosa que jamás pensó vivir, se dijo que no debía pensar, porque no habría
nada que hacer, soportaría sin que esto lo afectara y después lo olvidaría. Y
por otra parte, era víctima de todos estos pensamientos que lo angustiaban,
notó como no quería hablar y se sentía con mucho desgano a punto de un colapso
emocional. Su cabeza divagaba constantemente. Algunas veces caía en periodo de
verdadero autismo. Tenía miedo de hacer esto puesto que estaba tratando de
sobrevivir o simplemente le gustaba.
Recordaba lo dicho por el doctor, acerca de las muertes
acaecidas en el penal, seguro era sólo
la punta de iceberg, probablemente lo acontecido era en mayor número. Luego
recordó a Ralph y lo que le exhibió acerca de la suerte de estar con Pete. - Ser violado-, se dijo. La noche se tornó
calurosa y quiso quitarse la camisa, pero esto no lo calmó. Quiso quitarse el
pantalón, mas no lo hizo, de cierta manera tuvo miedo, empezaba a desesperase y
sólo habían pasado pocos días.
-¿No fumas?- preguntó su compañero de celda al notar de éste alguna incomodidad.
-No- respondió Lewis, volteándose en su cama y dando la cara contra la
pared. – déjame tranquilo.
- Debo pensar que
estas molesto conmigo- luego encendió un cigarrillo y continuó hablando- no quiero que vuelvas a ir a ninguna de las
áreas sin que yo te lo ordene ¿Está claro?- No recibió ninguna respuesta.
Pero por dentro Lewis quería gritarle muchas cosas.
A media noche, algunos ruidos levantaron a Lewis y aún con
mucho sueño lo vio, era un sujeto de apariencia extraña, tenía un pelo
excesivamente largo y anudados en trenzas que, por lo enmarañado, al parecer
nunca se había peinado, ojos de un claro anormal, casi llegando a blanco,
miraba bajando la cabeza y dejando ver sólo un poco del iris. Lewis notó como
si algo lo tomaba de los pies y vio que
era él; así que reaccionó rápidamente y se halo hacía atrás, él sujeto pegó de
la reja con el moviendo brusco y posteriormente se alejó tranquilamente. Lewis
estaba bastante asustado, su terror no lo dejaba concentrarse.
Levantó a Pete arrojándole una toalla encima. Éste lo halló
arrinconado en la esquina de la celda, se aproximó hasta él.
-¿Qué demonios te
sucede ahora?- le preguntó Pete,
pero no recibía respuesta. Se volvió a acostar. Lewis caminó hasta él, y se
puso en la misma posición de la noche anterior juntó a él. Estaba temblando. No
dejaba de pensar en la extraña figura que vio.
Pete le quitó los pantalones y la ropa interior, lo dejó
desnudo y comenzó a abrazarlo, e incluso lo beso, primero suavemente y luego
aumentó la pasión, lo poseyó, sin que Lewis pusiera la menor resistencia. Al
terminar lo abrazó y quedaron así rodeados. Tiempo después volvió a intentar
con éxito la penetración a su ya afectuoso y medroso compañero de celda.
La mañana encontró a todos reunidos en el patio, el
director los convocó para decirles algunas palabras. Dejaba en claro, en esta
alocución, que no tendría piedad con los responsables de los sucesos
acontecidos las pasadas semanas, y exhortaba a la población a mantener la
calma. Mientras lo hacía, caminaba de lado a lado con las manos puestas en la
espalda, su presencia, impecable, como siempre, vestía de azul. Se notaba tan
frío como una plancha de acero. Junto a él su perro guardián, quien se reía a
sus espaldas.
Para los presos el comportamiento del director Simón
escapaba de toda razón, nadie se imaginaba qué pretendía, estaba fuera de sí,
intimidar a la población, nadie conocía el porqué de las de las muertes dentro
del penal, nada se hablaba al respecto. Muy por el contrario estaban tan
asustados que una suerte de paroxismo corría por el penal, todos, al igual que
Lewis, afirmaban escuchar ruidos y pasos, ver sombras y luces extrañas, durante
la noche. Los reos luego de escucharlo se dispersaron sin que esta conversación
halla significado nada para ninguno o para casi nadie.
Esta reunión representó la oportunidad de Lewis de ver al
extraño personaje que estaba en frente de la celda la noche anterior, apoyado en
un rincón lo reconoció rápidamente, esta vez pudo detallarlo mejor y notó todos
sus tatuajes, los mismos le cubrían gran parte del cuerpo, estaba realmente
desaliñado, los dos se observaban, sin que éste se intimidara, llevaba
perforados las orejas por múltiples aros. Lewis no pudo resistir mucho tiempo
su mirada y buscó a Ralph entre la multitud, lo cual no fue difícil, una fuerte
algarabía y allí estaba. Haciendo payasadas, como siempre, esta vez imitaba al
director del penal ante un grupo de reclusos que antes no había visto, sujetos
con los cabellos largos y maneras afeminadas, sintió un poco de temor, no quería perder su naturaleza, al
igual que ellos.
Algunos reclusos, después de la momentánea interrupción, fueron
hasta su celda, esconderían todo lo que no debía estar por allí, puesto que lo
único que quedó evidenciado en esta conversación del director es que no sabía
absolutamente nada de lo que pasaba y de alguna forma tendría que averiguarlo. Para
los presos este diálogo no era común, lo único que importaba era que había un
loco matando jóvenes novicios en sabrá Dios que sitio.
Navajas, picas, droga, jeringas y otros elementos no
permitidos eran cuidadosamente escondidos para evitar ser hallados, dejando
sólo a la vista, ciertos objetos, con el fin de hacer creer a los guardias que
era un cateo exitoso. Era todo un mundo
de cosas que escondían los presos en sus escondrijos. Es bien sabido que el Dios
bíblico propone el cielo a los desposeídos, los que sufren, lo mansos de
espíritu, algo realmente paradójico si se ve desde toda perspectiva. Si alguien
conocía el desapego eran definitivamente estos sujetos. Habitantes del trasero
de del mundo.
A media mañana Lewis se presentó en la enfermería. El
doctor lo hizo sentar, él inmediatamente le preguntó por el extraño personaje
de pelo largo y mirada penetrante. Al oírlo mencionar de nuevo el doctor se vio
alterado. Le explicó algunas cosas que había escuchado del Gurú, como era
conocido, rituales dentro de la prisión, toma de pociones, en fin mucha
charlatanería. Después de una pausa le preguntó qué creía que hacía allí.
-No lo sé, sólo
estaba allí a media noche, tocándome los pies. Este es un mundo extraño-
terminó infiriendo Lewis. -Tal vez, y
ahora que dice lo del Gurú, pienso que podría utilizarme para cualquier hechizo -. Se rió de esto último.
El doctor se quedó pensativo y luego dijo.
-Como sea, es
curiosos ese hecho, él es el responsable de que ahora estés con Pete, le
sugirió que tomara una chica para su cuido. Digamos que no es mala persona,
sólo desequilibrado, si él quiere también cuidarte, qué más da, más protección
para ti, despreocúpate. - Concluyó. Al mirar a Lewis lo encontró
desalentado, tal vez el terminó de “chica”
fue bastante fuerte, era evidente que ahora Lewis se encontraba en una lucha
interna por preservar su identidad y
estos comentarios no ayudaban mucho.-
¿Cómo vas con eso?- preguntó el doctor, tratando de que hablara sobre el
tema y no lo acumulara internamente.
Los ojos de Lewis se llenaron de lágrimas, sentía algo de
vergüenza por todo lo que estaba sucediendo. De cierto modo él estaba seguro
que su cobardía era la responsable de este desliz. Así lo notó el doctor y trató de consolarlo. Comenzó
recordándole la expresión que el mismo utilizó.
“Este es un mundo raro” que
nada de lo que pasa aquí es real, el único fin que tenía era sobrevivir, lo
demás no contaba, cuando regresara al mundo real, todo acabaría y sólo él decidiría
sí esto es importante, le recomendaba que abriese un paréntesis en su vida,
únicamente eso….-No des importancia, -decía. -No sé si ya te distes cuenta, pero como tú
hay muchos. No es una relación de tipo “homofilial”, de hecho dudo que él te
vea como su amor, sólo descarga en ti tensiones sexuales. Seguro eres sólo un
objeto. No eres una chica y recuérdale siempre eso- terminó.
Para Lewis esto último no encajaba, recordaba que era víctima
de besos apasionados y caricias que iban mucho más allá de un simple objeto
sexual, sentía que Pete lo amaba. Quizás no era con el doctor que hablaría de
eso, Ralph sería la persona indicada. Sentía en su entrega algo más que eso. Lo inquietaba, pero que le gustaba que fuese
así y esto no se lo perdonaba.
Luego el Doctor le hizo varias preguntas tratando de no
tocar el momento de la violación.
-¿No ha tratado de
venderte?
-No- respondió
Lewis.
-¿Utiliza jeringas
para drogarse?
-No.
-Debes estar muy
atento a este hecho, sabes que tienes que lidiar con el sida u otras, es
importante que exijas, si trata de venderte o prestarte, que sólo realices el
sexo oral. Hay menos posibilidad de que te infectes. Con el sexo anal las
rupturas pueden ser mortales. Práctica este tipo de relaciones y seguros
tendrás más oportunidades de sobrevivir. Tienes que estar preparado- Por último dio algunos profilácticos para su uso, y le sugirió que
investigara con otros spunk, el cómo negociar, poco podía ayudarle en este
particular, que era dominio sólo de otros presos.
-No sé qué halla
pasado con él hasta ahora, pero es posible que te halles confundido por todo lo
que en tu mente pasa, sí de algo te sirve, él estar con una persona íntimamente
es una experiencia bastante intensa, sea hombre o mujer, tus órganos sexuales
responden al roce, sin importar en algunos casos la procedencia de esas
caricias, es posible que hallas tenido incluso cierta excitación, es normal que
tengan estas dudas. Sólo te pido que busques en ti y no dejes falsificar ese
sentimiento.
Lewis no respondió a este último comentario y se retiró de
la enfermería.
De nuevo en el taller de carpintería, se volcó a la
realización de instrumentos musicales, había visto a algunos sujetos trabajando
en esto, sentía nostalgia por lo que había sido su vida anteriormente, y
decidió aprender a construir una guitarra. El sujeto que las hacía estuvo muy
complacido en que lo intentara. Mientras
lo hacía hablaba con Ralph, quien a su vez realizaba una tabla de surf de gran
tamaño. Le pedía que le explicara el mundo de los spunk, expresión que había
utilizado el Doctor y que él desconocía.
Para Ralph esta pregunta lo incomodó, pero trató de dar una
leve explicación. Muy similar a la del doctor, pero siendo más crudo en sus
comentarios. Incluso le dijo que él también lo era, que por ello Pete lo dejaba
estar a su lado. Esta confesión sacó de balance a Lewis, nunca lo sospecho,
sintió alegría por ver que no era como los otros sujetos a pesar de llevar
tiempo como spunk. Ralph le explicó como no tenía tanta suerte como él, sus
inicios fueron duros, era víctima de violaciones tumultuosas y por ello había
optado por ello.
Lewis preguntó
acerca del sexo oral. Y el en respuesta Ralph sacó una gran lengua. Luego le
dijo que era una excelente alternativa si quería sobrevivir. Las mismas
palabras del doctor. La idea es hacerlo olvidar que tienes rabo. Muchos allá fuera ni entendería la manera de
subsistir, pero no estaba tratando con parámetros normales de sociedad, como lo
dijo. Este era más bien un mundo raro.
Los dos rieron, era extraño.
-¿Crees que me
venda?- preguntó Lewis.
-¿Pete?- Hizo una
pausa- no creo, es rico dentro la
prisión, de todos modos es bueno que lo incites a que te cuide de cogidas por
el rabo con otros que no sea él, engánchalo, te llevará tiempo, pero lo sabrás
cuando él valla más allá de una simple fornicada, alguna caricias, un toque y será suficiente,
no esperes más- Luego de esto no quiso seguir hablando de nada. Se enterró
en tu trabajo.
También lo hizo Lewis hasta la hora de la comida. Tuvo
cuidado en no quedarse esta vez sólo, de camino al comedor, se le unió Pete, le
extraño sobre medida, luego lo condujo y se sentaron juntos. Aunque Lewis
quería sentarse con Ralph, no quiso desobedecer como la última vez. En la
comida Pete tampoco vario de su actitud de la celda, no habló nunca. Lewis,
pensó todo lo que dijo Ralph y el doctor Evans.
Su caso era un poco extraño. Pensó. ¿Una caricia? Era
cómico porque él estaba siendo víctima,
no sólo de un caricia, estaba siendo amado por Pete. ¿Será eso? Se preguntó,
pero después se respondió que no podía ser así, Ralph dijo con el tiempo. Pero
si era así, tendría que corroborarlo.
Siguió comiendo. Estaba seguramente alucinando. Tendría que pensar en
frió. Ahora sentado a su lado se sentía por primera vez desde que entró a este
sitio, seguro. Conocía el poder que tenía Pete en la prisión y como él se
beneficiaba de eso.
De nuevo en la celda, los dos internos se hallaban
acostados, la noche pronto llegó, Lewis seguía sin hablar con Pete. Se atrevió
a hablar, tenía que preguntarle ciertas cosas que le interesaban.
-¿Qué tipo de
relación tienes conmigo?- preguntó Lewis. Pero no
obtuvo respuesta.
Lewis estaba hastiado de este comportamiento, no entendía
que quería Pete, que esperaba de él.
Extrañaba su mundo anterior. Espacio donde se desenvolvía con
naturalidad. Desde el momento que se mudó
de ciudad, con doce años de edad, y se ubicó en una de las mejores escuelas, un
mundo nuevo se abrió para él, reconocimientos y medianos éxitos. Con la suerte
de debutar en uno de los más importantes centros, aunque, era consiente que no
era el más virtuoso al piano, se dedicó a viajar con una pequeña orquesta,
primero de las manos de su padres y luego sólo, en compañía de sus
representantes y amigos, siempre fue cuidado de alguna forma, cualquier deseo
era una orden para sus acompañantes; sin embargo, ahora se lamentaba el no
haber aprendido la naturaleza de la personas de un mundo diferente para él.
Nunca aprendió a pelear, la verdad es que para qué servía
esto en un concertista, sólo le limitaba a esculpir su cuerpo para atraer
chicas, el aprender canciones era lo único que importaba en su mundo, eso y
deberse al público conocedor de selectas obras y de modales finos, siempre
estructuró su mundo con una idea clara del vivir, a sus veintiséis años de
edad, comenzaba para él una etapa madura. O al menos eso pensaba él, aquí sólo
era un crío emocionalmente inmaduro y con un conocimiento escaso en lo
importantes aspectos de la vida. No
sabía cómo obtener lo que quería, era un código diferente a lo que él pudo
pensar y que estaba acostumbrado a vivir.
No encontraba respuesta a todo lo que le sucedía, era
arrancado de sabanas de seda y tirado a la basura, a las fieras del desierto, que
demonios pasaba en este infernal mundo. Mientras recordaba comenzó a llorar
nuevamente. Para que quería toda esta educación; si no podía sobrevivir aquí,
de que valía que conociera Mozart o Beethoven si no estaban allí para ayudarlo.
Esto era la vida en un mundo crudo donde el tiempo no importaba, la justicia
era personal, no esperabas probidad de nadie y la solidaridad era poco menos
que utopía.
Atrás quedaba tarde de conciertos, cenas entre eruditos de
fulgentes carreras en las artes, una vida cómoda de luchas tan sólo en el
ámbito profesional. Se miró las manos. De nada le servían ahora, que le
importaban si sostenían un cuerpo que no ayudaban en nada. Aborrecía su cuerpo,
él era el culpable de tanta crueldad. Sentía asco consigo mismo. Comenzó a
arrancarse la ropa hasta quedar en calzoncillos.
Lo más cercano a un amigo era esa cosa acostado a su lado, que
bien pudiese llamarse verdugo, sin que quisiera hablarle. En condiciones
normales a ejemplares como él ni siquiera hubiese mirado, no se le pudiese
meter en la cabeza en relacionarse con quién quizás era sólo un producto de
intercambio. Esta idea lo obsesionaba. Temblaba sólo de pensar en el sida como
alternativa de muerte.
Aún tenía golpes en la cara. Pero recordaba a los otros y
su corazón se estremecía. Cuando estaba allá afuera pensaba de forma diferente
a este ahora. En ese momento se dijo a sí mismo que importancia tenía lo que
pensaran lo que estaban a fuera, sí lo señalan, sí no lo entendían. Él iba a
sobrevivir de cualquier forma, iba a salir de allí, tal como le dijo el doctor,
tomaría esto como un paréntesis en su vida y saldría triunfante. No le importaba si con ello tuviera que
entablar una relación con esa cosa sentado a su lado. Él lo cuidaría y era lo
único que interesaba en ese momento, bajo el auxilio de la ignominia.
Esa noche sufriría otra desilusión, al acostarse notó como
Pete sacaba una cuerda y caminó hacia él, cosa rara porque era ilícito tener
esta clase de instrumentos dentro de la prisión.
-¿Te vas a quedar
quieto?- le preguntó.
-¿Qué quieres hacer?-
un poco extrañado y asustado se incorporó en la cama.
Pero al ver hacer nudos a Pete sabía a lo que venía.
Le dijo que
solamente quería atarlo para jugar un poco. La adrenalina en Lewis comenzó a
subir. No podía negarse, eso sería exponerse a una nueva oleada de golpes, una
nueva locura. Lewis dejó que lo desnudara, y luego atará, primero con una
cuerda; la muñeca izquierda de su tobillo, y posterior la muñeca derecha del
tobillo derecho. Apretó muy fuertemente
después pidió que se desatara, pero todos los esfuerzos de Lewis fueron
inútiles se sintió maniatado con las rodilla flexionadas, luego desnudo como
estaba, Pete comenzó a golpearlo muy suavemente, mientras se reía. En seguida aumentó su fuerza.
Lo último que recordaba era la entrada de cinco sujetos en
su celda, gritaba pero de nada servía, se desesperaba más nada podía hacer,
estaba oscuro y no observaba nada, ni quienes lo ultrajaban. Si bien tantas noches de espera de esto que sucedía
ahora se hizo realidad, parecía mentira, esperaba que terminara. Estaba
asqueado. Odiaba a Pete como jamás odio a nadie. Les gritaba a todos y llamaba-
¡Cobardes!
Mientras era vejado se sintió de nuevo burlado, nunca
dejaría de ser así, entre ellos, él sería quizás quien resultaba un soñador y
Pete un escorpión que lo mordería sin remedio; porque era su naturaleza.
Depositar sus esperanzas en un sujeto acostumbrado a golpear, afrentar, era un
disparate, no podía modificar su conducta. Fueron momentos de gran salvajismo,
pero él los convirtió en lo menos traumático posible, dio gracias al doctor por
los profilácticos, afortunadamente ninguno de las sombras que estaban sobre él,
trato de acariciarlo. Solamente con algunos golpes trataban de hacerlo seguir
el ritmo, dejó de gritar y se resignó estoicamente, su mirada se volvió intensa
y llena de odio, resistía cada embestida de la que era objeto, estaba en medio
de la nada; estaba sin ayuda; estaba sólo; estaba muerto. Pero aun así su
corazón latía fuertemente.
Una vez terminado las sombras se fueron, él se relajó, más
Pete no lo soltó, quizás temía que pudiese hacer algo, lo dejó atado toda la
noche. A él poco le importaba, se tumbó de lado y se durmió, no tendría nada
que esperar de este sitio. Ninguna caridad parecía natural en este lugar, que
cada día odiaba más.
Ingenuamente había
dejado que Pete lo utilizará porque apreciaría todo lo que hacía. Las caricias,
los besos e incluso el tratar de ser amigo. En este punto no pudo resistir y de
nuevo lloró irremediablemente. Las cuerdas comenzaron a causarles daño. No obstante,
quiso soportarlo como medida de castigo por lo que había permitido.
Estaba sufriendo irremediablemente una suerte que jamás se
imaginó, tendría que aprender a luchar por estar cada día un poco más fuerte.
que desilucion, pensé que pete era bueno
ResponderEliminarBueno... :( es un poco complicado este punto de la historia... pero asi es Pete y Lewis afortunadamente esta aprendiendo a sobrevevir a Pete... espero sigas leyendo, la historia avanza, y Lewis necesita hacerse fuerte, y Pete... bueno... saludos desde el Blog Novelas Gays... :(
Eliminar