7. Ruidos
El ruido de algo arrastrándose levantó a Lewis esa noche, era
un ruido leve, pero un poco fuera de lo normal, se quedó atento por un momento;
mas luego no escuchó nada, miró hacia donde su compañero estaba, seguía
dormido. No podía creer lo que había dicho, -me ama- se rió de esto y pensó que estaba rodeado de personas
realmente inauditas aquí, el principal: Pete el Panadero, - ¡Qué rara forma de amar!-
pero qué podía esperar de él, era huraño y poco comunicativo; aunque, en honor
a la verdad, no era una persona del todo inculta, pese a los prejuicios que,
anticipadamente, podría tener de él, era más bien de modo pensante, razonador,
sosegado.
Un segundo ruido lo puso alerta, pero el igual que el
primero se disipó en la distancia. Miró de nuevo a Pete, trató de imaginarse como
sería su vida fuera del penal. Por su apodo podría pensar que era panadero, o
tal vez era una forma irónica de llamarlo, eso lo investigaría. Quizás había
horneado a su familia. Su corazón se aceleró.
Algunas cosas eran interesantes en él, esa manera tan
especial de ser y la forma como le hablaba, muy templadamente, intentando que
él entendiera todo lo que él decía. Buscando conclusiones lógicas de todo lo
que pasaba a su alrededor. Era un verdadero sobreviviente de este mundo, sí
antes lo criticó por lo bárbaro de su comportamiento, hoy estaba seguro que
tenía lo que hacía falta para vivir acá: mucho coraje; arrojó y, sobre todo,
ser indolente en un mundo que no perdona las sensibilidades.
Sí, también era cierto que algunas cosas no eran muy
morales; ni éticas. Pero acá, esa era una palabra que no tenía mucho
significado, por el contrario se debía eliminar la palabra justicia del
vocabulario para no morir de frustración., ante cada cosas que se debía hacer
para eliminar infamias.
Pensó que, a pesar
de lo cruel de su trato, para Pete, más que para él, el verse envuelto en esta
situación era sumamente peligroso, estaba poniendo en juego mucho, quién, al
fin al cabo, era el beneficiario de todo esto. Lo entendió, lo respetó y quizás
esa noche lo aprendió a querer.
Pasó un tiempo y, poco a poco, se quedó dormido. Un tercer
ruido lo despertó… mas esta vez se encontró atado en las manos y pies, metido
en una especie de saco, no podía respirar, era arrastrado… no podía ver. Trató de gritar, pero era inútil, algo le
tapaba la boca.
La oscuridad más fría se hizo en él dejándolo en una fatal
pesadilla. De sus ojos salían lágrimas y desesperación en su corazón. Era el
final. Cerró los ojos para morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario