5. Historias del Mar
La noche estaba
tranquila, David el polizonte, se hallaba en la proa mirando el mar, las gaviotas volaban en la lejanía, el
atardecer era calmado, envuelto en este mundo de hombres de pescadores se
sentía perdido, mañana llegarían al próximo destino de la pesca de camarones,
el cocinero había sido paciente con él, tratando de explicarle todo lo
referente a la pesca del crustáceo. Era
un hombre de ciencias y no un pescador. Más su habilidad para recordar detalles
de algo podría servir.
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El
sol se ocultaba tras el horizonte y miraba el mar y entre las ondas creía ver
una sombra que ocultaba y luego seguía
al bote, pero eran paranoias suyas esas sombras la proyecta el agua entre
ola y ola, lo cierto era que estaba muy nervioso. Necesitaba llegar a su
destino, en una semana, en un mes, no sabía cuándo pero debía hacerlo. Tenía
que solventar este problema y en este bote no sabía si lo estaba logrando.
Todo
era tensión con el capitán, quien le hacia la vida de cuadritos. Se mantenía en
un estado tenso, sentía que lo aborrecía y lo lanzaba al mar cada vez que quería,
se sentía frustrado. No lograba entenderlo, quizás empezó con el pie izquierdo.
Y puso muchas esperanzas en este bote.
A
su vez, por detrás de David, el capitán lo miraba, desde el timón del barco. Y este a su vez no
sentía la mirada del cocinero que lo veía, al percatarse de esto se puso
nervioso y miró al frente hacia el curso.
-¿Es una persona difícil?-
preguntó el capitán mirando la silueta del Polizonte.
-¿Quién?-
preguntó ausente del capitán el cocinero, que sospechaba la batalla que dentro
de sí tenía Martin.
-¿David?, parece un sujeto que lo
tiene todo en la vida, por eso no entiendo que hace aquí. He escuchado de los
otros que algo raro se trae solo quiere llegar a la isla a como dé lugar ¿Lo
conocías antes? – preguntó el cocinero sin dejar de
mirarlo.
-Lo vi la noche anterior en el bar,
estaba con unos amigos. La mañana que partimos lo vi rondando por ahí. –Dijo
el capitán- me pidió que lo trajera y le
dije que no, quería darme dinero. Te digo que algo se trae, incluso lo oí
decidiendo que sabe que es eso que nos sigue. Creo que está loco. – decía el capitán con cierto
tono de burla.
-Si quieres puedo quedarme con el
timón para que puedas preguntarle, como Capitán, ¿Qué hace acá? Además creo que
le debes una disculpa por haberlo tirado al mar, ha podido morirse.
-Tú definidamente estás loco, no le
debo una disculpa a nadie, él se me metió de polizonte en mi embarcación, y no
puedo tenerlo acá, si me devolví es que no quiero tener una muerte en mi
cabeza, por más nada, pero si pudiera lo tirara ahora mismo al agua.
-Eres más inteligente que eso
-Dijo el cocinero enseñando sus amarillos dientes, -ve allá.- le dio un empujón con la mano.
Se
acercó a la sombra mirando en horizonte, al hablarle éste se estremeció, estaba
sumido en sus pensamiento.
-Perdóname por asustarte.
-No te preocupes, estoy un poco
nervioso eso es todo. Alguien me tiró por dos horas al mar y yo…pensé morir. – argumento
el polizonte de forma irónica.
-Te montaste en mi bote a pesar de
que te dije que no lo hicieras. –acrecentó la voz
-Y este mugroso bote te da la
libertad de lanzarme al agua como si fuera cualquier cosa, estás loco, vete al
demonio.
-Muérete tú.
–el capitán salió de sus casilla y dio media vuelta, lo tomó de la camisa y el
pantalón y nuevamente lo tiro al agua. Luego
tranquilamente se dirigió de nuevo a la
cabina del capitán.
-Ya ves lo que saco por al hacerte
caso- le dijo al cocinero que había escuchado el pequeño
altercado desde la cabina.
- Creo que no pusiste nada de tu
parte. – Luego rio, detuvo el arrástrelo y gritó, -¡Hombre al agua!
Otro
altercado con el polizonte y el capitán, los marineros reían a carcajadas, el
mar se convertiría la segunda casa del polizonte.
El
cocinero se retiró con una pequeña risa sin que lo viera el capitán del bote.
Caminó hacia su puesto.
Martin
quedo cavilado un poco, se sentía molesto por la situación que estaba envuelto,
no quería pelear con el sujeto pero no podía evitarlo, una extraña rabia
consumía su alma. No podía ni acercarse. Creía ser dueño de la situación, pero
no era así, esta lo estaba sobrepasando.
David
también se sentía molesto, ese sujeto raro un verdadero patán, pensaba mientras
se cambiaba de ropa, entre tantos botes que tuvo la oportunidad de embarcarse
escoger en el único que se sentía al borde de la muerte, con un capitán loco.
Una densa neblina se acercaba a lo lejos, no debía quedarse despierto las cosas
al igual que esa niebla iban a ponerse para él demasiado difusas. Mañana
pascarían y eso quizás eliminaría las asperezas con el capitán. Si, mañana… un
ruido en la distancia se escuchó y su corazón se estremeció.
La
pesca estuvo bastante buena, aparentemente David se portó con bastante tino para la vida
marinera, pronto era parte del grupo de pesca, su presencia era motivo quizás
de buena pesca, estaban felices y atrás quedaban las preocupaciones de los días
de tormenta y la extraña ballena partida en dos. Los camarones afloraban en
bastante número, pese a la campaña por las autoridades de decir que la pesca
había disminuido alarmantemente.
Tres
peces bastantes raros afloraron junto a los camarones, peces que según el viejo
marino vivían en las profundidades abisales, nuevamente peces extraños, pero dijo que algunas veces esto es normal...durante
las afloraciones, los peces de las profundidades suben hasta la superficie.
Incluso
sacaron de entre las redes un extraño
pez que el viejo llamó pez remo, aunque tenía algo así como ocho metros él dijo
haberlos visto de 20 metros. Parecía una serpiente, con una aleta dorsal
cristalina y una boca temible.
-¡Veinte metros!
-exclamó el joven moreno y dejo el pez en suelo, no quería encontrarse con una
serpiente como esta de veinte metros.
El
biólogo explico que estos peces abisales
los estudio en materias en la universidad y que la verdad tampoco había visto
uno en real, así que le parecía maravilloso, todo lo que sacaba el carguero.
Sin embargo, el más joven de la jornada, el hombre de color, no se comía el cuento, estaba nervioso, algo
estaba en el fondo del mar.
El
viejo Lucas soltó una risa, no era posible que el pensara que esto era
otra señal. Habló con él para tranquilizarlo.
-Encontrarse peces de esta magnitud
es normal, no te preocupes, no creo que encontremos dos en un mismo día, ni
siquiera en un mismo año, ni creo en diez años, en mis días de marineros solo
he visto un par de ellos, viven a bastante profundidad, así que deja la
paranoia.
Dejo
al pez a un lado y siguió recolectando las masas de camarones, todos estaban de
acuerdo que era una excelente pesca.
Reían.
El
capitán ocupado en la navegación miraba de reojo a los marineros, en especial
el nuevo marinero. Tenía decidido dejarlo en próximo puerto y con esta
abundante pesca era una excusa perfecta para dejarlo allí, puesto que tendrían
que ir al puerto.
Entre
el cocinero y los demás tripulante una vieja sospecha renacía y maldecían este
hecho, amaban al padre del capitán y traspasaron esto a su hijo, odiaba que eso
pasaran, si bien antes no habían tomado cartas en el asunto, era hora de poner
un punto final a esta tormenta que se avecinaba y que nada podían sortear, como
un gigante embravecido se acercaba a ellos, destruyéndolo todo. El capitán
estaba a los ojos de todos, enamorado. Esta vez no había vuelta atrás, era
demasiado obvio lo que sucedía en el camaronero. Este su fuente de alimentación
y toda su familia, era prioridad para
ellos, el salvar su puesto y al capitán de aguas oscuras de la homosexualidad.
Por
supuesto esto lo pensaban por separado cada uno, era un tema inefable para
marineros. Cada quien estaba pensado en su preservación, pero en este caso se
topaba con la vida de cada uno y ponía en riesgo su tranquilidad. Detrás de ese
joven había una historia, si bien estaba resultando un buen marinero y una
persona bastante capaz. No obstante, la avalancha de pensamientos y reacciones
naturales de las personas los llevaba a concluir que debían salir de la causa del problema, el
amor entre dos hombres.
Toda
el día lo pasaron bien, pescando o bien limpiado y acomodando la pesca, el gran
pez venido de las extrañas de mar fue
echado al agua por el viejo, lo veía como en gran presagio, quizás algo estaba
perturbando la fauna de esos lados, ver un cachalote picado por la mitad era
algo que jamás había visto. Todos vieron como el extraño pez fue descendiendo
por la columna de agua hasta no ver nada
más. El mar estaba a bastante tranquilo hoy, y sus aguas límpidas.
En
cierto momento el polizonte ayudó al cocinero con la comida. Mientras picaba
las verduras el cocinero vio en esta la posibilidad conocer un poco del sujeto.
-¿Por qué un sujeto como tú necesita ir un bote de marineros como este?
-Necesito llegar a las islas,- dijo
mientras picaba las papa- tengo algo allá
que necesito recuperar, y ya ves que no hay botes que lleguen hasta allá, mi
única oportunidad era venirme en un bote camaronero que sé pescan cercano allá.
No encontré nada más que quisiera llevarme.
-¿Y entre tantos botes por qué
escogiste nuestro bote?-sintió curiosidad el cocinero.
-No lo sé, en la mañana buscaba un
bote pequeño de poco tripulación y bueno allí estaba el “Serpiente Marina” me subí y ya ves aquí estoy.
El
cocinero seguía picando las verduras, y encendió un gran tabaco.
- Eres bien parecido, y no te has
casado, creo que eso es muy común hoy en día, lo digo por el capitán, que al
igual que tu no se ha casado. – lo señalo y miró la
reacción del científico.
- Pero yo por razones diferentes,
soy gay y hasta ahora no me interesado la posibilidad de unirme a alguien y
creo que nunca lo haga, el estudio del mar
ocupa toda mi vida.
El
cocinero siguió pelando la papa que tenía en la mano, y pasaba el cigarro de
lado a lado de su boca.
-Uf, no sé si eso sea bueno que lo
andes diciendo por allí, los marineros de este bote somos algo sensible con la
homosexualidad, así que te propongo que sea un secreto entre tú y yo. Pero la verdad yo ya lo sabía, te he
visto, y algo sospechaba.
¿Qué buscas en estas islas? – cambio
de tema, rápidamente, soltó la papa ya pelada escogió otra de la cesta.
-Hace tiempo fui a esos lugares con
un grupo de amigos investigadores, desviamos nuestro rumbo y quedamos en esas
islas. Pasamos la noche y nos sumergimos en una grutas muy cercanas a la islas, tenía
un mini submarino que costó mucho, lo deje allá y ahora se me pide sea
devuelto. Es un artículo muy valioso para mí y para el instituto en donde trabajo.
No puedo regresar sin él.
-¿Y piensas regresarlo acá?
-Sí, no ocuparía tanto espacio es
muy pequeño,
-Creo que al jefe no le gustará
mucho eso.
-Ni lo digas, pensé que sería
diferente con tu capitán, pero ya ves la verdad es que no congeniamos para
nada…no sé debido a que. Lo vi antes en
un bar, sabía que era el capitán de una embarcación pero un terror de acércamele
me impidió conversar con él, ahora que lo conozco creo que no hablar con él fue
una buena idea, tiene un carácter de los mil demonios.
El
cocinero rio, era cierto el capitán estaba totalmente fuera de si por el joven,
se defendía como fuera. - Es cierto que
pasamos por esas islas; pero hacer todo eso que dices tomara algo de tiempo, ni
sueñes que podrás busca en ninguna
gruta.
-He pensado eso mucho tiempo, no sé qué
hacer, necesito ese submarino, no tengo dinero y ustedes son mi única opción.
-Un científico, vaya pues, que cosa
tiene la vida. Pero no eres muy diestro en las aguas.
-No,-dijo
sonriendo y dejando ver dos hoyuelos en la cara- la verdad es que soy un ratón de
biblioteca y no conozco mucho del mar.
El
cocinero rió era una historia surrealista esa que contaba el polizonte, un
mini-submarino abandonado en unas islas en no sé qué grutas… como si leyera el
pensamiento el polizonte dijo:
-“Hoyos azules”
-Hoyos azules- repitió
el cocinero-… estoy seguro no podrás
llevar a cabo tu encomienda, aunque… no lo sé. Hay algo que quizás desconoces y
que te podría ayudar.
- ¿Y qué hay en esas grutas que
necesitas un mini submarino?- Pregunto de
imprevisto.
-Para empezar 8.000 metros de profundidad.
-Waooo, morirás allí, no puedes ver
una ballena muerta y quieres sumergirte ¿en cuánto me dijiste?
-No bajaré completamente, solo
puedo llegar hasta cierta distancia.
-¿Y por qué nadie viene contigo?
-Vengo escondido. Es una misión secreta,
no creo que nadie deba enterarse que estaré allá. Los del laboratorio no
conocen nada lo sucedido, creen que tengo el submarino en lugar seguro, pero la
verdad es que está hundido a poca profundidad,
debo recuperarlo. – quedo pensativo antes pensado, estaba
muy conmocionado por esos días que sucedió el encuentro.
El
cocinero no quiso seguir preguntando más, era evidente que este sujeto estaba
loco, o por lo menos algo no estaba bien.
Todos
se fueron a pescar.
El
cocinero se quedó pensando en todo lo que había escuchado, el capitán no le
gustará nada lo que él escuchó, sabía que si las cosas seguían así podría
convencerlo, estaba realmente solo, y
este joven representaba un sujeto fascinante. Hasta a él le agradaba.
En
la comida todos estaban platicando acerca de la buena pesca que habían
obtenido, fue una cosa excepcional, equivalía lo que podían recolectar en
varias faenas, estaban felices y platicaban a gusto, el único que estaba callado
era el cocinero, se puso a pensar todo lo que el joven le había dicho, algo
grande se ocultaba en esos hoyos para que quisiera arriesgar su vida con lo
temerosos que era para ir hasta allá, 8.000 metros, estaba realmente loco, algo más
ocultaba.
En
la embarcación todos estaban volcados a sus tareas, sintieron nuevamente el
golpe de algo contra el barco, apresurados corrieron a ver el mar, un grupo de
ballenas cerca al camaronero. Lucas dijo que estaban especialmente nerviosas,
pero estos golpes se estaban volviendo
comunes. Algo las tenía así, y debían descubrir que cosa era. Estaban desorientadas.
Al igual que el capitán…sumergido en una niebla de pensamientos.
Ohh, felices festas, estamos a bordo de un arrastrarero camaronero....muchas cosas pasando, y nuevos secretos al descubierto... :O Gracias a toods por seguirnos... Capitulo 5
ResponderEliminarGracias a ti, ya se esta poniendo mas interesante la historia.
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