4. La Tormenta





4. La Tormenta

L
impiaba la cubierta, trabajo que se le había impuesto hasta decidir que se podría hacer con él. En algún momento el cocinero se le acercó para preguntarle con que se había hecho eso, él le respondió que parecía un tiburón o una ballena, porque en algún momento sintió algo pasar a su lado. Algo muy grande y veloz.

El cocinero se había quedado extrañado por este particular, una ballena no tenía nada junto a ella que pudiera hacerle una herida como aquella, y jamás se hubiese pegado tan cerca de ella sin saber que era una ballena.
-¿Quizás un gran tiburón con su piel áspera?
- No,- dijo el joven, había sido algo más, algo tan grande como una ballena, pero no quería seguir hablando. El cocinero rio, era imposible que algo tan grande como una ballena le hubiese hecho eso. Ante tal intriga preguntó al viejo Lucas que limpiaba la red si podía saber que podía haberle hecho semejante cosa.

-La verdad es que no sé- respondió Lucas-no tengo idea quien pudiera hacerte una rajadura,- estaba de acuerdo que no era ballena pero no se le ocurría un animal tan grande como él dijo haber sentido, quizás un tiburón. Respondió algo contrariado, -los he visto muy grande el gran tiburón oceánico es bastante grande o una cachiporra. Pero si dices que te hizo con algún apéndice, no sé qué decirte.
El joven no quería seguir hablando y dijo que quizás tal como dices si fue un tiburón, o alguna barracuda.

El capitán muy joven para ser dueño de una embarcación de esa magnitud, escuchaba las respuestas algo impaciente pero sin desviar su mirada en el horizonte, ese barco lo había heredado de su padre que desde pequeño dispuso lo que sería un pescador igual que él, era conocido por su pericia en el mar, y  después de su temprana muerte a el capitán no le había quedado de otra que la de  hacerse marinero. Su padre había muerto en las aguas de esta mares, tragado por el mar, una noche de tormenta que resbaló por la cubierta.

El bote se había convertido desde que él era muy joven en su medio de viaje. Había surcado gran parte del territorio en busca del camarón, conocía someramente a todos los capitanes y juntos formaban como una especie de sociedad que los separaba de los marineros comunes, eso había sido una suerte para él. Quien no gustaba de tomar a todas horas; sino que el contrario podía apartarse del puerto, aunque algunas noches bajaba a los bares sin pasar de cierta hora, la soledad era algo que se llevaba mal con la bebida.

Esa noche que vio por primera vez al sujeto, fue una de esas noches había pasado el horario que se había estipulado y ya la embriagues se hacía dueño de él, no quería irse, su sangre comenzó a bullir. Y allí estaba sin más, un rayo lo atravesó de lado a lado. Un lindo chico.

Y hoy estaba junto a él ¿buscando qué? No se perdonaba el haberlo dejarlo en el mar, si hubiese sido un tiburón,  maldecía para sus adentros, la tormenta a lo lejos se mostraba más amenazante y perturbadora.  Pero su furia no pasaba, camino hacia el joven tirado en cubierta lo tomó de la pretina del pantalón y lo colgó en uno de los palos que sujetaban las puertas de hierro del arrastrero camaronero. Y luego lanzó el palo hacia fuera del bote, el polizonte quedó colgando muy cerca del agua.

Esta vez nadie se rio, corrieron a bajarlo de allí, el Capitán estaba loco. Mientras bajaban al sujeto, algo rozó fuertemente con el bote tanto que sintieron temblar la fuerte embarcación, el polizonte a punto de nuevo de  caer al mar, todos corrieron a mirar que cosa pudo ser, pero no lograron ver, una gran sombra se sumergía hacia las profundidades. El joven se preocupó, estaba seguro que eso que vio fue lo mismo que lo hirió. Se puso nervioso, pero el viejo marinero le sugirió que podía ser una ballena que tropezó con ellos y luego se sumergió seguramente, pronto la veremos asomar su cara por otro lugar. Pero el tiempo pasó y la ballena no emergió.

En el cielo las masas de aire se hallan en un movimiento perpetuo. Los vientos soplaban desde las altas presiones, hacia las bajas presiones; y cuando dos masas de aire entran en contacto se produce un frente que perturba el tiempo atmosférico. El perímetro del área afectada por estos vientos de gran fuerza destructora puede superar los 240 km.

La tormenta se acercaba más, con vientos que seguramente pasaban los 140 km/h, el joven sintió un frio que helaba los huesos, se sentía  muy nerviosos sabía que eso no ser una ballena, pero si no era que podía ser. No quería pensar, pero sabía que era…en un día estuvo a punto de ser engullido dos veces.

La tormenta los abrazó muy rápido, las olas comenzaron a hacerse más grandes, tanto que el bote se elevaba a la crestas de estas y volvía a caer en el vacío que dejaba la estela, la lluvia se hizo copiosa, tan rápido que los marineros comenzaron a correr de un lado a otro, el poco podía hacer no estaba acostumbrado a la vida en el mar.

Era una tormenta como nunca había visto otra, amenazaba  con hundirlos, estaban preso de una situación que poco entendía, sentía como el bote se elevaba y volvía a caer hasta lo más profundo, no saldrían con vida.

La perspectiva cambio rápidamente un golpe en la coraza del bote los dejó petrificados, algo los volvió a golpear… quedaron estáticos por un tiempo, el joven corrió para la única pared donde se sentía seguro la cabina del capitán. Se agachó junto a timón, el capitán también estaba preocupado.

Tiempo después vino el viejo marinero sugiriendo que quizás era un grupo grande ballenas algo desorientadas. El capitán rio para sus adentros tal vez lo había visto en la mar y aún se sentía angustiados por estas cosas.

El viejo marinero aunque había dicho aquello no estaba muy seguro de que es fuera en verdad un grupo de ballenas, la tormenta no lo dejaba pensar mucho debía estar al resguardo hasta que pasara, el capitán sorteaba lo mejor que podía las grandes olas.

Una especialmente gran los dejó suspendido en el aire y cayeron en picada, un vacío de apodero del polizonte, y calló estrellándose contra el piso de la embarcación mientras que las lluvia golpeaba el vidrio de la embarcación. Estaban en el ojo de la repentina tormenta tropical. 

Las olas se metían por ambos lados, el resbalo por la cubierta y pegó contra laterales del barco, a punto estuvo de caer, el viejo Lucas corrió y lo detuvo, lo tomó de la mano y el barco iba de lado a lado. La bomba de achique hacia su trabajo pero poco se daba basto. El chico estaba amarillo por la dureza de las condiciones del mar. Todo era caos en la embarcación, esta situación se prolongó por varias horas.

Después de un tiempo todo volvió a la relativa calma, el sol se colaba por las nubes en firmamento, parecían bañados por una luz divina después de la gran tormenta que los había hecho pasar tan malos momentos.

 El viejo marinero no estaba a gusto por los golpes del fuselaje, ni muchos menos por lo que el mismo se había dicho que era una ballena, decidieron revisar que todo estuviera bien por allá abajo, para ello debían entrar al agua y buscar que el cuerpo de la embarcación estuviera bien.

El gordo de barba fue el primero en ofrecerse a revisar el fondo de la nave, se tiraría al agua y le sacaría del terror de pensar cosas que solo existían en su imaginación.

Le preguntó al capitán si podía acompañarlo y él dijo que se llevara al polizonte, lo había visto muy nerviosos durante la tormenta y eso lo ayudaría a despejarse un poco la mente. No queremos hombres cobardes en nuestra embarcación, así se le quitara un  poco lo medroso. El gordo marinero no estaba muy de acuerdo pero lo cierto es que no quería estar solo allá abajo necesitaba una persona que lo acompañara. 

Le dijo al polizonte y este accedió  un poco desconfiado, estaba aterrado por los extraños suceso que acompañaron a la tormenta y a aunque ellos lo negaran estaba también preocupados, no sabía si es realmente era una ballena. 

Salió del camarote, lo que causo risa en las tripulación, parecía que iba a pasar un día hermoso de playa, vestido con unos bañadores de color negro, muy pequeños y una gran sonrisa, al notar el gran error que había cometido, pero todo estaba hecho, se tiraría al mar. El primero en lanzarse el gordo. Luego él se lanzó  con él, el agua estaba fría y el sintió el miedo inicial de encontrarse en el agua.

Comenzaron a revisar el bote por donde creía había golpeado la cosa, algunos arañazos en el fuselaje como garras dejó perplejo al gordo ya no le gustaba nada lo que veía. El joven miró por otro sitio. Miró la profundidad y era realmente intimidante la gran oscuridad lo envolvía todo, cuantos metros de profundidad le separaban del fondo oceánico, algunos 1500 metros o más no lo sabía.

De pronto de las profundidades una mancha roja  se acercaba, su nerviosismo llegó al paroxismo, era una sensación que nunca había sentido, un terror paralizante, su entorno se volvió rojo y todo oscuro, al reaccionar pudo salir nadando hasta la escalera, antes de subir una masa de algo que subía toco su pies, no recuerda más nada que verse pegando gritos y llegar a cubierta, todos le dieron la mano para subirlo, atrás también algo asustado, por lo que flotaba cercano  la embarcación, el marinero gordo llegaba al bote.

El capitán traba de ver la gran masa sanguinolenta que flotaba cercana al bote. Era una ballena muerta, eso era, o mejor dicho la mitad una ballena muerta picada en dos, y pedazos a su alrededor, luego esta se volvió a hundir en lo profundo del océano.

Trataron de darle explicación a este suceso sin poder encontrar respuesta, quizás una lucha entre ballenas, quías estaba en el fondo por muchos días y salía a flote por los gases antes de hundirse. Seguramente nuestro bote lo partió en dos. Había varias conjeturas.

-No lo creo- dio en capitán quien le empezaba a molestar un poco todo esto, no así el polizonte quien estaba aterrado por toda la cantidad de sucesos que veía en su alrededor y que conocía muy bien. Un viejo enemigo volvía de las profundidades.

El sujeto de color oscuro, no se sentía bien, aseguraba que esto era malos presagios, este viaje tenía algo extraño, a pesar de la buena pesca, algo estaba siguiéndolos, algo hizo esas abolladuras en el barco y algo pico una ballena en dos. Así pasaron el día, algo quizás los seguía. 

 

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