7. enloquecido
Al amanecer, los dos
se dieron un baño para desperezarse sin decirse una sola palabra, ni dar
ninguna mirada furtiva. Posteriormente reanudaron su viaje, esta noche los
enloqueció, así que estaban apurados, se habían atrasado un poco en el
recorrido de entregas de madera. João no quería tocar el tema de la noche
anterior, esperaba que fuera Glauber quién lo hiciera, para él fue una
placentera experiencia pero no sabía sí para su acompañante también lo fue,
esperaba que así fuera y no producto de una extraña noche, manejaba sin
atreverse a ver a Glauber, se pasaba las manos por la barba sin afeitar,
encendió un cigarrillo, oía algunos movimientos de Glauber a su lado sin
arriesgarse a pronunciar una sola palabra.
Su cabeza iba a
estallar si no escuchaba algo de su acompañante, le hizo el amor y esto quizás
no se lo perdonaba, seguramente lo odiaba por aprovecharse de un momento tan
dramático para él, tal vez era sólo eso un violador de su intimidad, un
monstruo que hallaba la oportunidad en una posibilidad de mil a uno. Después se
decía a sí mismo que no podía ser así, ya que Glauber respondió a su entrega,
accedió a su pasión y descargó en él su ímpetu. Él debió darse cuenta primero
que algo sucedía, tal vez desde el primer momento que lo vio, se perdió en sus azules
ojos.
Pero el no saber que
sentía Glauber, lo volvía loco. Comenzó a ponerse más nervioso hasta el punto
de querer salir corriendo. No dejaba de hacer movimientos raros, se sentía
oprimido por una furia incomprensible.
Felizmente fue
Glauber quién vestido con el overol hasta la cintura y una franelilla blanca,
dijo para romper la pared de hielo que se formó entre los dos.
- ¿Para quién trabajas?

- No te
vas por las ramas, eres directo en lo que deseas, esa es una cualidad que he
visto en ti en estos días. No sé que responderte, lo de anoche paso y punto, no
me arrepiento de nada, sí eso es a lo que te refieres, no te niego que me causa
desconcierto, nunca había tenido una relación así, puedo decir que tengo un
hombre, ya que fallé en tener una mujer- y soltó una pequeña risa por ese
último comentario. João detuvo el camión en el camino. Glauber pensó que no
hubo utilizado las palabras precisas. Pero por el contrario João, dijo con voz
entrecortada.
-Tenía miedo de que te echaras para atrás en
esto, pero doy gracias que no fue así, yo tampoco había tenido un amante y
mucho menos del mismo sexo. Aunque he engañado a mi mujer, nunca lo había hecho
sentimentalmente como lo hago ahora – al decir esto quiso detenerse, sin
embargo, ya no podía. Le dijo que lo amaba y ya estaba hecho. Glauber pareció
escuchar su pensamiento y se adelantó.
-¿Qué sí te amó?- preguntó Glauber. Y luego quedo
pensativo y respondió – es totalmente
diferente a algo sentido por mí hasta ahora, emotivo, introspectivo y con vida
propia. No te siento como persona sino como un ente altamente punzo penetrante.
¿Definiciones? no sabría darte.
João no entendía su
jerga amatoria y ya poco le importaba, lo tomó de los hombros y miró a los ojos
por unos segundos, luego acercó su cara a la de él, hizo una pequeña inclinación
con una lentitud erótica, dio un beso en el que sintió a Glauber descargarse
internamente por lo fluido de sus venas, sintió el corazón en su lengua latir
al mismo ritmo del suyo. Glauber,
borracho de pasión se asustó y miró a ambos lados de la carretera, no podía
exponerse a besarse con cualquiera por allí.
João siguió
manejando, mirando alguna veces a Glauber, llegaron a un pequeño poblado en
dónde João bajo gran parte del cargamento. Glauber le pidió que se detuviera en
alguna parte con teléfono, así lo hicieron, Glauber se comunicó con Iberê. Éste
aún estaba en la empresa, eso era algo bueno, lo llenaba de orgullo el hecho de
que consideraban aún la idea de la venta por Internet, pero también le
molestaba que fuera, quizás Gilberto, quién se ocupaba de esto.
Allí hablaron con
más tranquilidad a diferencia del día anterior, Glauber le pidió que le contará
con calma lo que sucedía en la empresa, Iberê estaba de parte de Glauber y le
relató los últimos sucesos, le explicaba el gran revuelo que causó la
cancelación de la boda, Ligya alegó que fue ella quién hecho todo por tierra al
no encontrarse segura de lo que haría, así que los dos se dieron tiempo para
pensar todo nuevamente, el Señor De Sá también aprovechó esta resolución de
Ligya para ocultar tú renuncia, alegó que estarías de viaje algunos días. Todo
en la empresa seguía igual, pero había escuchado que tienen problemas con los
clientes de la carpeta de Glauber.
-Es perfecto- respondió Glauber a la
explicación de Iberê- es importante que
me crean fuera del juego, los haré pagar por lo que me hicieron-
Iberê se extrañó ante este comentario de Glauber, creía que en lo que decía
Ligya, así que no entendía el comentario de Glauber.
-¿A qué te refieres? ¿Qué sucedió
exactamente?- preguntó
Iberê.
- Después te explicaré más calmadamente, por
ahora necesito que te quedes en la empresa lo más que puedas y no digas a nadie
que hablas conmigo, eso incluye a Ligya, mi padre y sobre todo a Gilberto,
quiero que me mandes lo que te pedí a mi archivo de la web para revisar
cualquier error que pudiese darme una idea de hasta qué punto estoy perdido.
-Trataré, pero no te garantizó nada, estos
días me tienen muy vigilado, y no dejan que toque algunos archivos, Gilberto
desconfía de mí y sobre ahora que ya te has ido.
-Espero tú correo- colgó e instaló su computadora
personal e inmediatamente Iberê mandaba todos los archivos que pudo, para
Glauber fue una alegría, pudo enviar más de lo que esperaba, en los archivos
estaban todos los movimientos de la empresa.
João pasó buscándolo
y reanudaron la marcha, veía como Glauber se metía en el pequeño aparato que
tenía en las piernas, allí revisaba, sacaba cuenta y decía algunas veces.
-No, No, No- y otras veces -esto no me sirve, esto tampoco y esto menos-
así pasó gran parte de la mañana, compró algunas bebidas y tomaba de vez en
cuando y seguía revisando los archivos, algo le llamó la atención y marco con
colores llamativos.
-¿Que será esto?, parece una nueva empresa
anexa a la nuestra, una empresa de distribución, - lo anotó y volvió a seguir
husmeando- interesante, pero para que harían esto- anotó algunos números,
necesitaba volver a conectarse y habló con João.

- En la tarde tendremos que hacer algunos
despachos y recoger mercancía en el pueblo siguiente, sí quieres podría dejarte
allí para que puedas hacer lo que sea,
que malditamente, estés haciendo.
Glauber se calmó un
poco ante este nuevo comentario de João, se percató que lo estaba echando a un
lado. Cerró la computadora la guardó y habló del camino y lo nuevo que estaba
viendo, João volvió a cambiar su humor y se extendió en una conversación que sí
entendía, nunca habló así hasta ahora. Lo cierto era que se sentía feliz junto
a Glauber, no quería pensar en nada.
En la tarde dejó a
Glauber a un centro de comunicación y él siguió a despachar todo los que
tendría que hacer. Adentro Glauber pudo revisar algo que le diera una idea de
esta compañía y su porqué, no pudo conseguir nada que lo llevará a ella, quizás
podría acusarlo de negocios ilícitos, volvió a llamar a Iberê, pero éste pudo
ayudar, tampoco conocía nada del asunto y en los archivos que tenía a su
disposición poco aclaraban el asunto. Glauber se sintió muy contrariado y de
nuevo un estado de tristeza se apodero de él. Con lo que tenía nada podría
hacer en contra de los dos rivales, injurió y se sentó a esperar a João.
João lo tomó en
donde habían planeado el encuentro, al subir Glauber, él pudo notar lo molesto que
se hallaba, no habló en todo el camino hasta que llegó la noche. Pararon en un
pequeño motel donde pasarían la noche, comieron algo y Glauber pensó que João
iría a tomar como todas las noche, pero no fue así, se quedó con él en el
cuarto, este era pequeño con dos camas individuales, afuera el bullicio de una
bar cercano se oía en el fondo, cerraron las ventanas, Glauber paso al pequeño
baño un poco sucio, éste en sus paredes tenía adoquines de color azul y un
espejo arriba del lavamanos.
Cerró la puerta y se
quitó la ropa para bañarse, João estaba acostado viendo una película y tomando
alguna cervezas, Glauber no sabía que podía pasar, no quiso darle importancia a
nada; así que se dio un largo baño que quitara lo agitado de todo el viaje,
pensaba en como poder descubrir la empresa paralela que su padre llevaba
seguramente con Gilberto.
Iberê parecía un
buen muchacho, aunque un poco despistado, se preguntó si podría confiar en él o
estaba arriesgado demasiado en esta jugada, una nueva derrota no podría soportar.
Aunque pensándolo bien no podía caer más abajo, estaba en el fango.
Al salir de baño con
una toalla cubriéndole el torso, observó que João había salido -¿Adónde iría?- se preguntó luego se
acostó en la cama y sintió los pasos de João en el pasillo, éste abrió la
puerta y se acostó en la cama continua. Seguía algo molesto y tenso, Glauber
poco entendía este comportamiento, revisaba en su cabeza algo que podía haber
dicho, algún desliz, pero nada, para él estaba todo bien. Cansado ya de
silencio preguntó:
- ¿Qué tienes?- sin embargo, no recibió ninguna respuesta.
Siguió viendo la
televisión, no entendía que le pasaba a su amigo estaba actuando muy
extrañamente, después de un rato João se levantó y fue hasta él, se sentó a su
lado y comenzó diciendo.
-¿Qué quieres exactamente de mí? siento que
no se que esperar de ti, primero anoche ese encuentro que yo no esperaba de ti,
y hoy estas comportándote conmigo como sí no hubiese pasado nada, no te
entiendo, voy a decirte algo que quizás no comprendas, pero por ti estoy
poniendo muchas cosas en juego. Sabes, soy casado y tengo dos hijos que me
esperan a que regrese, y una esposa que me ama, y heme aquí “enamorado” de un
hombre que recogí en el camino.
Glauber reflexionó
un poco:
- Lo
siento, yo también estoy poniendo mucho en juego por ti, desde que me besaste
han pasado cosas por mi cabeza que debo ponerlas en claro, si hoy he estado
evitando no es porque me seas indiferente, lo que pasa es que mi mente necesita
tiempo para coordinar lo que últimamente
me sucede y que tengo que poner en claro- se tomó la cabeza y la movió de lado a lado
como si fuera un caballo, João no lo veía sino que por el contrario estaba
poniendo sus ojos en un punto del rincón.
-No temas de mí, esto llegará hasta donde tú
quieras y nada más, te lo prometo, incluso si lo terminamos aquí, lo entenderé-
se levantó y se
acostó en otra la otra cama.
Glauber se levantó,
caminó por la habitación, puso sus manos en la cabeza y exclamó fuertemente:
-Ese creó que es el problema, no sé hasta
donde quiero llegar con todo esto- se detuvo a mirar a João, quién se
levantó de su cama y lo abrazó enérgicamente, quitándole el paño y dejando su
cuerpo desnudo, que temblaba ante la fuerza con que João lo tomaba apretándolo
contra sí, jamás se sintió tan indefenso como ahora, quería ser barrido de este
mundo.
João lo besó y repentinamente tiró en la cama,
esta vez no era tan paciente como la última vez, sino que por el contrarío,
arremetía contra él con fuerza, besándolo una y otra vez, João se quito todo la ropa quedando tan sólo
con unos suspensores que levantaban más sus exuberantes nalgas.
Glauber miraba su
cuerpo, era lo que podía llamarse un verdadero cuerpo de hombre, su pecho era
grande y muy velludo, con pectorales desarrollados y terminados en dos hermosas
tetillas de buen tamaño, el abdomen fuerte parecía una batea de lavar ropa, con
todos los abdominales delineados, terminando en lo que era sus mejor cualidad,
dos inmensas piernas velludas y fuertes, donde podía verse cada músculo por
separado, cosa que Glauber le pareció importante tener si se quieren sostener
tan bellas nalgas, João se dejaba mirar. Se acercó a él y abrió las piernas de
Glauber, se puso en una esquina y al igual que su compañero detalló el cuerpo
que tenía al frente.
El cuerpo de Glauber
era más bien delgado, pero varonil, con brazos igual de delgado que daban a
unas manos grandes y dedos que parecían tener vida propia, su pecho y abdomen
tenían mucha definición, pero sin ser demarcados abruptamente, sino que al contrario
dejaban ver sugestivamente parte de su musculatura sin nada de grasa, ni vello,
más que en una línea que salía del ombligo y terminaba en un pubis, casi
desnudo y que se envolvían todo en una nube oscura, sus piernas eran
proporcionales con todo su cuerpo.
Era dueño la cara
más sublime que vio en ningún hombre, con una mandíbula bastante demarcada y
unos ojos de un color azul cielo cautivadores, quiso ir más allá en su estudió,
levantó sus piernas y Glauber presintió lo que quería, João tomó sus tobillos, abrió más sus muslos y miró el agujero de su
cuerpo, no era peludo, él se acercó y con su bigote brindaba en su ano un
cosquilleo que a Glauber ponía nervioso, el porqué lo supo un momento después
cuando sintió una lengua abrirse paso, comenzó
a gemir y notar como João introducía, primero uno, luego dos de sus
gruesos dedos, haciéndolo saltar, a la vez que sentía un extraño escalofrió que
recorría todo su cuerpo. No podía creer que estuviera en esa posición tan
humillante, pero necesitaba ser atravesado en ese preciso instante, así lo hizo
João.
Al despertar, João
no encontró a Glauber y se asustó, luego escuchó la regadera estar abierta y
fue al baño, pero la puerta estaba cerrada, así que esperaría hasta que
saliera, por su parte Glauber en el baño se sentía ahogado por sus propias
decisiones, a qué jugaba, cómo podía caer tan bajo en su depresión. Era un
estado de derrumbe en franca caída que nunca se imaginó, mientras llenaba su
cuerpo de jabón, lloraba por lo que se hacía así mismo, pero la pena de perder
todo lo que tenía le angustiaba de tal manera que no sabía sí podría algún día
volver a ser el mismo que alguna vez fue. Lo que sí estaba bien seguro era que
nunca nadie volvería a dañarlo como lo hicieron esta vez.
Al ver que no salía
João se preocupó y comenzó a golpear la puerta fuertemente, no escuchaba ningún
ruido y comenzó a golpearla más y más hasta que se abrió de par en par,
dejándolo ver algo que nunca sospechó,
Glauber se trataba de subir a una silla para ahorcarse con una soga que aguantaba
una ventana, corrió hacia él y lo tumbó al suelo mientras trataba de
aguantarles las manos. Glauber luchaba por soltarse sin hacer ningún ruido.
João al fin lo maniató y se tiró encima de él.
Quizás él tendría la culpa de esto, lo abrazó
de nuevo y levantó, llevándolo hasta la cama, allí lo vistió y montó en el
camión como sí de un muñeco de trapo se tratara, no reaccionaba para nada, de
sus ojos sólo las lagrimas salían, João se montó por el otro lado y reanudó su
viaje, no entendía como podría ayudar a Glauber, su pena era demasiado grande.
Se sintió tan poca cosa.
Algo tendría que
hacer por rescatarlo, pero que podría hacer él, sí estaba también a punto de
colapsar igual que su amigo, no sabía sí esa entrega de Glauber respondía a un
deseo o si era parte de un síntoma producto del shock emocional del que era víctima.
Él ahora también comenzó a estar confundido, todo este desastre producido en la
vida de Glauber lo arrastró a él, nunca se imaginó estar enamorado de otro
hombre y muchos menos el hacerle el amor, miraba a Glauber quién de nuevo cayó
en un sueño profundo, pidió que todo fuese una extraña pesadilla, sin embargo,
no era así, junto a él estaba un hombre como nunca conoció a otro, de finos
modales y hablar nutrido, que le pedía que lo amara y luego se trataba de
suicidar.
Maldijo dentro del
camión para tratar de poner su vida en orden, tras este revés de la vida, su
esposa no esperaría jamás este devaneo y él quizás nunca se lo diría pero en él
siempre estaría, se dijo –No, no y no-
tendría que dejar a Glauber en la próxima parada y que se arreglará por su
cuenta, alejándolo de él tal vez regresaría a su acostumbrada vida y borraría
de su mente todo lo que paso.
Lo odiaba por no
haber pensado en él y lo mucho que estaba sintiendo antes de tomar esa
resolución. Paró el camión lo levantó y de un solo golpe lo tiró del asiento,
éste no hizo nada por defenderse y João volvió a golpearlo. Lloraba mientras lo
hacía.
- ¿Qué demonios quieres hacer? ¿Quieres
matarte? Pues yo lo haré- y dio otro golpe Glauber, quién se hallaba como
idiotizado, João dio el último golpe en el estomago que sacó su aire y lo dejó
revolcarse en el camión. Allí lo dejó y
prendió el camión, pasado un tiempo se limpiaba las lagrimas y encendió la
radió.
Realmente no sé que decirte ante los textos de las dos novelas...Bueno me sale darte la enhorabuena por ellos y sobre todo muchas gracias por escribirlos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti, yo disfrute mucho escribiéndolos, es emocionante una vez que te metes en la historia, porque no sabes que harán los personajes... Un abrazo a ti también, espero tenerte a menudos en los comentarios. Saludos
EliminarSaludos Levis. Me ha llamado la atención vuestro trabajo literario; pero he querido iniciar desde tu primer escrito y no lo encuentro acá en tu blog. No sé si me puedas ayudar. Estoy acá en el 3/8/10 Cap. 7 Enloquecido. Creoque faltan los primeros 6.
ResponderEliminarTe agradeceré si puedes ayudarme. De antemano gracias.
Me puedes contactar:
josu.mende@facebook.com
sol_bonumvitae@hotmail.es
Holaaa, gracias por leernos, que raro, he revisado de nuevo link por link, y si, todos están ahí, debes darle clic a cada capitulo para abrirlos...la primera el Amante de Hudson, ha gustado mucho, y en Noviembre de este año estaré sacando la segunda parte que ya esta terminada se llamara "el rival de Hudson" ... así que lo que te puedo decir, es que intenta abrirla de otra pc, la grabas y luego la lees en tu pc, porque al parecer es problema de tu configuración, de todos modos también podrías buscarlo por el archivo del blog... en Julio de 2013 estaremos con la nueva novela"...al amparo del mal" espero te guste, a mi me tiene muy emocionado Saludos... Gracias pro estar allí.
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