8. sin vuelta atrás


8. sin vuelta atrás



Llegaron a un pueblo alejado de las ciudades, Glauber se hallaba muy consternado aún, tenía días que no se afeitaba; y su pasado intento de suicidio dejó en él  más abierta su honda herida, no quería hablar, João tampoco lo incitaba a hacerlo respetaba su dolor, y le hubiese gustado tener palabras sabias que decir en estos casos, pero no era así, jamás tuvo que consolar a nadie, no sabría qué haría en su caso, ni pensaba averiguarlo, así pasó el día sin que entre los dos una sola palabra se cruzara, solamente árboles que pasaban a su alrededor.

João estaba tan desconsolado como la noche anterior, no esperaba pasar de nuevo por una situación como la que vivió, hasta el momento que lo vio tratando de colgarse no entendía que tan afectado estaba Glauber, su mundo era un verdadero delta de confusión, se concentró en no dejarlo abandonado ni un solo momento. Si la noche anterior quería deshacerse de él, en el día pensaba en no dejarlo nunca.

Llegaron a una pequeño pueblo en la cual se hallaban los comercios donde bajarían su mercancía, éste estaba de fiesta, cohetes en la plaza central y muchas personas reunidas, anunciaban lo que se preparaba en la noche, João, rompiendo todo lo estipulado para el viaje, se detuvo y alquiló una habitación sin que Glauber se enterara, cosa que no le fue difícil, pues éste parecía ausente de todo.

Lo animó a bajarse del camión, Glauber no deseaba hacerlo, quería enterrarse allí de por vida. Empero,  al bajar notó todo en ambiente fiestero que en su alrededor se formaba, quedo estupefacto, jamás estuvo en ninguna fiesta de pueblo, así que quedo absorto mirando las luces que colgaban de lado a lado en las calles del pueblo, bambalinas empapelaban los árboles, la multitud caminaba de un lado a otro sin que hubiese lugares vacíos.

Todo era grito y niños que corrían por todos lados. La música parecía venir de todas partes, era una mezcla de caos y orden. Unos cohetes que estallaron  a su alrededor le hizo regresar a su presente.

No entendía nada de lo que pasaba, todo era algarabía y polvo, por una de las calles se oyó venir decenas de personas en lenta procesión hasta pasar por su lado, en el centro un santo era acarreado por varios hombres, mientras que las personas lloraban, rían, rezaban y tomaban sin que nadie viera esto raro, otros seguían solemnemente el santo sin que parecieran estar presentes, João lo alentó a seguir la gran multitud y confundirse entre ellos, así lo hizo, João se perdía y aparecía arrastrado por los presentes.
 
Al pasar por un comercio lo sacó de la procesión y allí compraron una bebida de sabor fuerte que le obligó a cerrar los ojos para poder tragarla, João rió y cambió el  semblante que trajo todo el día. Parecía poseído de una alegría desquiciante. Alrededor de ellos  todos comerciantes informales vendían en tarantines, juguetes, quincallería, imágenes del santo patrono, que por supuesto el no reconoció entre los dos o tres que estaban en su mente, y otras cosas. En uno de ellos João compró un sombrero de vaquero color negro y para él de regalo una pequeña armónica, cosa que le pareció tan extraña como todo João.  Ni siquiera sabía tocarla, es más, nunca había tomado una en sus manos.

Llegaron a la iglesia que parecía ser eje central de toda esta locura, ellos no entraron, se quedaron afuera esquivando niños que venían en todas direcciones, Glauber trataba de que el licor que traía en las manos no cayera al suelo, sin quererlo se dejó contagiar con todo lo que pasaba a su lado y se halló riendo, otro cohete estalló cercano a ellos e inmediatamente un circulo atado en un gran madero comenzó a girar impulsando por una mecha y pronto se halló prendido en vistoso colores de los fuegos artificiales, este círculo encendió otro y, este a su vez uno más grande, llenó todo el ambiente de humo producido por los petardos, pasado un tiempo estallaron dejando en el centro la imagen del santo venerado y los aplausos de las personas no se hicieron esperar. El también aplaudió  sin saber el porqué, todo esto le parecía absurdo pero no podía evitarlo. Estaba contagiado de colores.

Después de cierto tiempo se detuvo la cohetería y comenzó una gran orquesta que se hallaba en la plaza, y la fiesta tomó más vuelo, para ese instante Glauber se hallaba ebrio de tantas emociones encontradas, o era quizás la bebida que traía en las manos, no lo sabía, reía y seguía a João que parecía tener todo resuelto, el también estaba un poco fuera de sí,  llegaron a un bar y allí entraron.

A diferencia de otras bares, las paredes de este sitio eran más cortas dejando ver todo lo que pasaba en su interior, João se sentó en una de las sillas y pronto personas desconocidas le hacían rueda tomando y riendo como si fueran conocidos de mucho tiempo, todos se presentaron de manera informar y formaron un nutrido grupo, para Glauber todos los cohetes, la música y las situaciones eran totalmente nuevas para él.

Paso sólo poco tiempo y Glauber se hallaba totalmente borracho, hablando a su anchas como sí lo hubiese hecho toda la vida, uno de los presente notó cierto estado de tristeza en Glauber y fue entonces que João tomó la batuta de la conversación y contó por todo el mal rato que pasaba, mientras estuvo contando todos oían en absoluto silencio; pero luego de que João terminara con su relato en el cuarto de la casa de su mejor amigo haciendo el amor con su futura esposa, igual que lo hizo tiempo atrás João todos rieron a carcajadas, alzando la copa en señal de solidaridad, de nuevo Glauber se rió de sus problemas como lo hizo alguna vez con João. El sentir que aparentemente era más común de lo que parecía su alma se liberó de más  peso.

Todos querían escuchar la historia de nuevo, pero João contó otra acerca de él mismo y todos también rieron con esta y se olvidaron de la pasada, sí alguna vez la frase cinco minutos de fama tenía sentido estricto para Glauber, era éste. Nadie parecía recordar lo ya contado, sino que por el contrario lo vieron tan natural como si el nacimiento de un niño se tratara.

Avanzadas las horas, todo el sonido fue disminuyendo y la multitud junto con él, pero aún quedaban muchos aquí y allá. João quiso ir a otro bar que se encontraba más alejado y en donde jóvenes mujeres atendían los clientes, quienes pasaban la mano por sus traseros y colocaban dinero en sus descotes,  se sentaron en una de las mesa centrales cubierto de bambalinas, los atendió una de las muchachas que miró a Glauber y supo que seguramente tendría mucho dinero, se sentó con ellos y llamó a otras dos amigas que empezaron un juego con ellos, Glauber se sentía desinhibido y comenzó a tocar sus muslos, João fue más allá y colocaba dinero en sus bragas, mientras daba masajes a sus senos.

Dos estuvieron con João y otra se sentó muy cerca de Glauber, que intentaba colocar su boca en su exagerado busto, ella lo apartaba y le decía no con un dedo, pedían más bebidas y reían, a media noche la conversación se hizo más personal y la joven que estaba con Glauber esperaba llevarse a la cama al apuesto joven, João notó las intensiones de sus acompañante y sintió algo de celos, su alegría se esfumó y lanzó una fuerte mirada a Glauber, que no la entendió sino que al contrarió le devolvió una sonrisa y se sumergió en la lujuria que le proporcionaba la prostituta del local, lo que hizo parar a João con furia y tomarlo del cuello del suéter y levantarlo de la silla, sacó de su bolsillo mucho dinero y lo puso en la mesa, las tres mujeres se lo repartieron entre sí, João sacó a Glauber del bar.

Una vez a fuera, Glauber, le reclamó la razón que hiciera esa cosa, el no contestó sino que tomo del brazo y lo llevó al camino que llevaba al camión, Glauber no entendía la reacción de João, su intoxicación etílica se esfumó y no dijo nada hasta que llegó al camión, se subió y espero que João se montará por el otro lado, estando allí le reclamó todo lo pasado.
-¿Qué te sucede?- le preguntó a João, quién no hacía ningún comentario, encendió el camión y salió del pueblo, Glauber dejó de hablar y espero a que él lo hiciera, llevado algún tiempo manejando, João detuvo el camión y de improviso dio un fuerte golpe al volante del camión.
-¿Qué demonios te sucede a ti?- le gritó a un Glauber absorto.
 -No sé a qué refieres, pensé que la pasamos bien.
-Creo que has estado jugando conmigo, quién en realidad eres, me dejas avanzar contigo, porque creo que te gusto, luego tratas de suicidarte, ahora esto, no entiendo y es mejor que tengas una buena respuesta porque si no te dejaré aquí mismo sin que vuelva a verte jamás, me libraré de ti y no seguirás confundiendo mis emociones más, así que contesta ¿Qué en realidad sientes por mi?

Glauber puso sus manos en la cabeza, luego se echó hacia atrás, era cierto lo que decía João, que le sucedía, su mundo estaba de cabeza, haciendo cosas que tan sólo una semana atrás ni siquiera soñaría y hoy aquí, cayendo cada vez más abajo sin que nada pareciera detenerlo en su camino.
- No lo sé- fue su únicas repuesta, João entró en cólera abrió la puerta con una mano y con la otra dio un golpe a Glauber sacándolo del camión, quién perdió el balance y cayó al suelo, João cerró la puerta con furia y arrancó el automóvil dejando a Glauber a mitad del camino, no quería parar, deseaba borrarlo de su vida para siempre, piso el acelerador y no miró hacia atrás.

Glauber quedó en el medio de la noche, enfocaba los ojos para poder ver algo, pero inútil la noche estaba realmente oscura, se sentó a la orilla de la carretera, maldecía su suerte, entendía a João claramente, lo estaba envolviendo en ese mundo absurdo que se convirtió su vida, despojos de lo que fue alguna vez, se vio así mismo sin afeitar, descuidado y con las manos totalmente vacías, y en medio de la noche, una lluvia comenzó a caer, tendría que pasar la noche bajo ella, el frío se hizo notar, algunos ruidos nocturnos lo rodearon y el agua se tornó más copiosa.

 La desesperación se apodero de él, seguro moriría esta noche. Sí debía sobrevivir tendría que regresar al pueblo a media hora de camino en auto, a pie él le calculó dos horas, -Dos horas- se dijo a sí mismo.

Seguía la carretera, invadido por una gran sensación de temor y de soledad, no podía seguir en caída vertiginosa hacia la nada, su vida tendría que tener algún sentido, sus pasos se hicieron más pesados y después de quince minutos caminando se detuvo, la lluvia le impedía tener un paso constante, a este paso pasaría más de tres horas en llegar al pueblo, pero se exigió así mismo continuar, había soportado pruebas que requerían mayor constancia que esta absurda caminata bajo la lluvia en una noche sin luna. Un  ruido se escuchó a lo lejos parecía un auto, pero como podría pedir que se parara y lo llevará al pueblo, si se hallaba con esas vestimentas.

El sonido se fue acercando hasta llegarle las luces del automóvil, espero que llegara más cerca e igual que la primera vez,  se bajo el sujeto que manejaba y le dijo.
-Está muy lejos del lugar más próximo.-  Luego sonó la armónica y,  João, sacó su mejor sonrisa, le extendió los brazos con un impermeable en las manos, Glauber lo miró, no era momento de molestia, allí estaba tragándose su orgullo y salvándolo nuevamente, el fue hasta él y le dio un fuerte abrazo que se prolongó por un tiempo bajo la fuerte lluvia.

Los dos se montaron sin decir ninguna palabra, se sentían compenetrados y sabían que se tenían el uno al otro, João paro el camión en un desvió del camino, la lluvia no cesaba y era cosa a los dos no importaba, dentro del camión las cosas se sentían muy bien, João abrazó a Glauber dándole un calor que le quitara el frío pasado, Glauber se quitó la ropa mojada y quedo solo en la ropa interior que traía puesta, João también se desnudo y los dos pasaron a la parte trasera del camión, allí un pequeño sitio acondicionado para dormir, un colchón muy bien arreglado, aún quedaba algo de licor de la fiesta del pueblo, lo abrieron y siguieron tomando. Glauber también encendió un cigarro.

Acostados fue João quién comenzó la plática.
-Sentí unos celos terribles al verte abrazado con esa joven.
-No te excuses, por favor, estoy bien grandecito y sé muy bien lo que hice y creo que fui muy desconsiderado, así que no hablemos del asunto- respondió Glauber.
- No, él único quien falto fui yo, perdóname- João le dio un gran beso- quisiera que esta noche fueras tú, quien me hiciera el amor, ya no tengo miedo a nada al igual que tú, estaremos unidos lo quieras o no por toda la vida- se acostó de espalda con el torso medio girado mirando a un Glauber que le puso el sombrero negro que compró.

Acostados y abrazados repasaron por lo que había sido su aventura hasta ahora, los dos se tenían para poder luchar con lo que pudiese presentarse de ahora en adelante. Dos cuerpos abrazados acosados por la lluvia y resguardado por su calor, no sabían en que terminaría esto pero aún así lo enfrentarían sin temor.

La mañana los levantó seguros de amarse uno al otro, se desesperanzaban de la noche vivida, le era preciso aún pasar por algún que otro sitió antes de llegar a su destino final. El camino se hizo algo monótono, así que Glauber aprovechó para dormir un poco, la noche anterior había sido demoledora.

  El Brasil que estaba conociendo era otro, aunque si lo pensaba bien no era solo el Brasil, él mismo estaba siendo rodeado por un mundo nuevo, una realidad diferente y otra manera un poco mejor de ver las cosas, su pirámide estaba sufriendo un descalabro total.

-¿Siempre haces esta ruta?- pregunto Glauber a su amigo.
-Algunas veces voy hacia la parte sur, pero normalmente es ésta la que hago. – respondió un João extrañado por la pregunta. Luego lo pensó bien, y le explicó como era su vida en los viajes que hacía, regularmente eran bastante tedioso y al igual que aquí paraba en los bares que hallaba en el camino sin importar el aspecto, muchas veces conocía muchas personas, pero ya de esto también se estaba cansado y el ver una cara amiga para él era más importante.

Se había topado con muchas cosas en su camino, le explicó que quizás esta era la mejor que le había pasado, nunca había atenido compañía. Algunas veces lo había pensado, pero luego se hastiaba el buscar alguna persona para el cargo, por ello prefería hacerlo en soledad.
- ¿Tú habías viajado?- preguntó  João.
-Sí, he ido hasta Europa, durante mis estudios viaje a los Estados Unidos  y otros sitios, pero mis viajes eran más bien en plan de trabajo, nunca me desviaba mucho de mi ruta. Pienso que estaba ensimismado.

La carretera seguía pasando a su lado, sin que nada tuviera sentido, dónde estuvo metido, escondido del mundo, con una visión tan pequeña de las cosas. Pensaba que era una persona de mundo, que le agradaba viajar y resulta que, a pesar de ir a otro sitio, iba de su casa a una casa diferente, pero sin salir al exterior.

 


2 comentarios:

  1. Esto cada vez se pone mas interesante, espero leer pronto el siguiente capitulo. Gracias

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    1. Graciasssss...si..las cosas se tuercen para todos, Glauber tiene una sola palabra en su mente...venganza... Espero contar contigo para la próxima novela, saludos y hacia su final, "Sobrecarga"...Saludos.

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