3.
Enemigos en Houston
Kurtain, esa misma noche, mientras
se bañaba, pensaba en la discusión con
Alissa, a pesar de que la demanda de divorcio estaba en pie, esperaba que su
rabia pasara de un momento a otro, seguro se recuperarían de esta crisis.
Algunas veces él mismo estuvo a punto de terminar con todo, pero luego
finalizaba encontrando un punto intermedio. La admiraba mucho, sobre todo esa
capacidad de enfrentar el fracaso de manera tan estoica no importase la
intensidad de la situación. Sin embargo, los días pasaban y la negativa de
ordenar las cosas se hacía más incuestionable en ella. El cariño que se tenían
esta vez no sería suficiente para poder arreglar las cosas, los años vividos
eran un intenso error que le succionaba la vida y le pasaban factura, el amor
no estaba ya en ninguno de los dos.
La casa, que esta mañana parecía un
cuchitril, estaba muy limpia ahora; incluso los arbustos habían sido cortados,
presentado un rostro más presentable, pero aun así lo deprimía, la piscina
también estaba limpia, reflejaba el color azul oscuro del cielo.
Se calmó un poco con el agua, pensó
en la atractiva mujer tenía por compañera. -Nada
mal-, se dijo a sí mismo. Esta era una mujer de treinta y tantos años, unos
impactantes ojos verdes, pero sobre todo una hermosa cabellera rojiza, le
agradaría ser amigo, su amigo.
Aun cuando la primera impresión
dejó mucho que desear, se identificó mucho con ella, hablaban el mismo idioma,
y le comenzó a agradar el que siempre estuviera a la defensiva; tendría que
remediar ese contratiempo. Podría ser ella la persona con la cual pudiera
encontrar la paz que tanto necesitaba su alma. Pero de nuevo el error de una
mujer, necesitaba el cariño de alguien y no estaba aún seguro, a pesar de contar
con 35 años, de enfrentar la homosexualidad o seguir en el vacío de estar con
alguien que solo era una pareja para no estar solo.
Se acabó de bañar y se tiró en la
cama, desde allí por la ventana, la luna se veía bastante grande, quizás esta
mujer le ayude a superar el divorcio, si éste se diera, haber pasado por lo de
Hudson le era suficiente para saber que el terminar una relación no era cosa
fácil, al contrario, era mucho tiempo de amarga existencia, aunque la verdad
era que no sabía si sería igual.
Recordó todo lo que paso, mientras
trataba de salir de la tormentosa angustia de esa vieja y extraña relación con
Hudson, lo que más le dolía era esperar que en cualquier momento apareciera por
allí, tocando a su puerta; mas nunca fue así. Un buen día dijo no más… no podía
pensar en quien nunca podría amarlo como él amaba, y sólo desde allí empezó su
recuperación, entre comillas, porque nada lo haría olvidarlo. Quizás viviría en
su corazón eternamente.
Daba vueltas en la cama hasta que
se quedó dormido, pensando en Alissa, Caroline y sin poder evitarlo en Chris
Hudson, tiempo después el teléfono, lo despertó asustado, hacía un ruido de
vaca mugiendo, MUUUU… MUUU… se
levantó sobresaltado, temía que una estampida de reses estuviera en su sala.
Luego cayó en lo que posiblemente era.
-¡Carajo!
– expresó. – Qué idea más tonta, un teléfono que muge.
Se preguntó quién llamaría a esta hora, y al
ver la ventana vio que pronto amanecería, al contestar le habló el agente
Steel. Soltó una pequeña risa, aparentemente, no conocía mucho el horario de
trabajo. Era realmente un joven impetuoso y adicto a su labor.
-Perdone que lo moleste a esta hora, pero hemos recibido información de
la joven secuestrada, al parecer alguien localizó su carro en una de las
granjas de por aquí. Si queremos llegar temprano tendremos que salir ahora
mismo, cuanto antes mejor-. Kurtain, colgó y aún en ropa interior, unos
pequeños slip, sintió golpes a la puerta, lo dudo, abrió con cierta indecisión,
y ciertamente, ya su compañero estaba listo, lo saludó con una gran sonrisa… se
vistió lo más rápido que pudo, no terminaba de atarse la corbata salió, Steel mirándolo vestido con traje y corbata,
sugirió:
-Creo
que debería ponerse algo menos formal, se me olvidó participarle que iremos a
una granja en donde se crían cerdos, seguramente tendremos que revisar el lugar
y no parece que un traje sea lo más apropiado, algo más cómodo, quizás ¿No lo
cree?
Lo pensó un poco, -¿sabes qué? tienes razón- le contestó
Kurtain y se fue a cambiar, salió con unos jeans y una chaqueta de cuero color
marrón.
-¿Está
mejor así?- le dijo Kurtain a su compañero cuando
salió- ya dejémonos de modas y
larguémonos de aquí.
Al montarse en el auto, Caroline le
esperaba inquieta, llevaba un traje cruzado muy deportivo y su característica
melena de color rojizo.
-
Se ve usted mejor así, pero nos hubiese regalado la hermosa vista de verlo en
ese traje formal revisando la granja de
criadores de cerdos o mejor en esos interesantes slip que dio a ver primero- Se
rió sarcásticamente la pelirroja mujer.
-
También le deseo tenga usted buenos días- Kurtain
igualmente rió, pero con menos humor, cerrando la puerta con fuerza; de
inmediato Steel se percató de la tensión en el ambiente y cortó el pequeño
altercado.
-Me
informaron que el auto aún sigue allí, tendremos que investigar- los
dos notaron que el comentario hecho por Steel estaba fuera de lugar, pero
sirvió en su cometido, Kurtain se calló, al igual que Caroline, después de ello
no volvieron a hablar en el auto hasta pasado cierto tiempo, el agente Steel,
miró por retrovisor a Caroline y preguntó:
-
Nos comentó que está apartado de su mujer pero no nos ha dicho si todavía continúa
casado.
-Estoy
comenzando un molesto divorcio; tengo un hijo… ¿Y el porqué de la pregunta?-
Preguntó Kurtain extrañado y haciendo una pausa.
-No…
nada en particular, por ahí conozco a una amiga que seguro usted le
interesaría… y mucho- y volvió a mirar por el retrovisor a
Caroline, esta sólo veía por la ventana, roja de furia, por la última bromita
de Richard.
Steel notó que esta era una lucha
de los dos por imponerse, desde siempre la detective fue la “jefa” del sitio,
sus influjos e inteligencia habían hecho de ella el número uno en ese cuerpo,
desde que se enteró de la llegada de Kurtain, paso toda la semana investigando
sobre este hombre que vendría a suplantar temporalmente su puesto, e incluso,
en alguna oportunidad, le había confesado a Richard que esperaba un hombre,
molesto, pedante y mal educado policía de Los Ángeles.
Pero se llevó una sorpresa, aunque
sí era un poco pedante, no era ni molesto, ni mal educado, por el contrario le
pareció un buen tipo y tal vez a ella también y de seguro eso era lo que la
tenía de mal humor.
A pesar de llevar juntos cierto
tiempo, nunca la vio tan fuera de sí por un hombre, éste sería quien la
sometería de una vez por todas, no conocía mucho de su vida; pero paso por un
muy tortuoso divorcio con uno de sus antiguos compañeros, a quien conoció
recién entraba al departamento, todo un patán muy diferente a Kurtain. Por eso
no veía nada de raro que se enamorará de éste, al tanto que manejaba no quería
echar más leña al fuego, así que guardo silencio hasta llegar a su destino,
algo muy difícil para él. Encendió el radio del carro y dejó que la vida
siguiera su curso y el amor lo caminos que quiera.
Para Kurtain la extensa planicie
era enormemente relajante, grandes cactus de colores verdes oscuros y claros,
plantas de ramas espinosas y de hojas muy pequeñas, rocas que parecían salir
del centro de la tierra reclamando su espacio, todo esto le hacían ver que
estaba muy lejos de casa, el calor, aunque hasta ahora agradable, también era
molesto. Para sacar conversación y hacer el camino menos tedioso, le preguntó a
Richard de donde él era. Steel, haciendo uso de su elocuencia, contó que su
familia vivía en Seattle y se habían mudado aquí, donde él, afortunadamente,
hizo estudios, y bueno… aquí estaba. Desde hace un tiempo lo pusieron a las
órdenes de Caroline y no le había ido mal hasta ahora. Ella le ofreció otra
mirada acusadora. Se dijo que esto sería intenso por parte de Caroline, y él
estaba en el medio de todo.
Llegaron a la granja de cría de
cerdos, el sitio contaba, al comienzo, con una casa bastante grande,
seguramente, era la vivienda de los dueños, así lo pensó Kurtain, luego muy,
pero muy alejado de ésta se observaban varios galpones colocados uno seguido de
otro en manera circular, formando una gran plaza, y al frente algunos vehículos
de trabajo.
Por lo grande del lugar pudieron
notar que era bastante lo que se producía allí, el sonido de estos animales se
escuchaba desde muy lejos. Al acercarse más a las instalaciones, el ruido se
hacía más fuerte, las personas que allí laboraban poco notaron la llegada de
visitantes; seguían haciendo su trabajo.
En la escena varios trabajadores se
empeñaban en introducir algunos cerdos a un camión, hasta ellos se dirigieron
los agentes de la policía, una vez que dejaron el auto estacionado.
Kurtain se excusó por
interrumpirlos, y preguntó que a dónde estaba el auto encontrado, los trabajadores algo huraños y molestos por la
perturbación de sus actividades, hablaron entre ellos, se escucharon varios
nombres, hasta que por fin lo llevó hasta donde se encontraba uno de los
trabajadores, un sujeto de aspecto latino, estatura normal y cabello negro, con
una pequeña barba en forma de candado, tendría algo así como veintitrés años,
éste, al momento de interrumpir sus actividades, se ocupaba en darle comida a
los cerdos, le señaló una estructura bastante alejada de los galpones
centrales. Luego se puso en marcha, hasta allí lo siguieron los tres agentes,
un poco hastiados por el olor de los cerdos y por el calor que hacía.
El salir de la zona de cría fue un
alivio para todos, Caroline con su abundante melena era la más acalorada de
todos, esperaba no desmayarse en ese lugar y quedar en ridículo ante el nuevo
agente. Cosa que divertía a Kurtain, no le perdonaba que se hubiese reído de su
desatino y ahora era ella quien pagaba las inclemencias del clima, cuyo calor
sumaba el olor de los cerdos.
La estructura señalada, ya
maltrecha por el abandono, era un viejo granero algo apartado, tenía una puerta
central y arriba de ésta una pequeña ventana, en donde aún se veía cierta paja
ya muy seca. A lo lejos varios haces de luz se colaban hasta el interior
alumbrando a intervalos el lugar, allí estaba el auto, un BMW acomodado al
fondo y cubierto con un poco de hojarasca. El trabajador, de manera nerviosa,
dijo haberlo encontrado en la tarde anterior cuando se retiraba a su casa,
explicó que cuando lo hacía, llamó su atención el ver, desde la carretera por
donde pasaba, el sitio abierto, llegó hasta aquí y lo vio, posterior informó a
sus jefes… más nada que decir. La detective le preguntó si era fácil llegar
desde la carretera a este lugar.
-Esta
granja siempre tiene vigilancia,- respondió el ya
nervioso hombre- no obstante, esta zona
está abandonada y queda fuera del área de resguardo. Sabe cómo es.
-
¿Y el dueño? ¿Cómo se llama?- preguntó Kurtain. Mientras
Caroline y Richard tomaban notas de cuanto allí se observaban.
-El
dueño es el Sr. William Allen, no salió a recibirlos, puesto que estaba
metiendo algunos cerdos al camión cuando ustedes llegaron-
respondió el trabajador. Al escuchar el nombre Kurtain se sorprendió, y
dijo:
-De
veras el mundo es pequeño- El trabajador no entendió, Kurtain
argumentó:
-
Alguna vez fuimos muy amigos, lo conozco bien, me dará gusto volverlo a ver.
Detrás de ellos se escuchó un
pequeño vehículo, tipo furgoneta, que llegaba al sitio y de donde se bajó el
dueño de la granja, un hombre más alto que el promedio, de pelo castaño claro,
con vetas muy amarillas y una pequeña barba al descuido, se detuvo a ver el
grupo reunido y reconoció a su viejo amigo, corrió y lo alzó por las rodillas,
lleno de emoción.
-Yehay
¡Que sorpresa verte por acá Stephen! - la cara de Kurtain era roja al verse elevado por su
antiguo compañero. Trataba de desatarse, pero lo cierto, era que al él también
le agradaba volverlo a ver. Luego lo puso en el suelo y lo abrazó nuevamente.
-Demasiado
tiempo sin verte, pero veo que ahora eres un “Ranger de Texas”, yuhuuu-
dijo el aún emocionado ranchero.
-Sí,
ahora soy detective, pero sólo estoy aquí por un caso, trabajo en Los Ángeles-
contestó Kurtain, también emocionado por el agradable encuentro, si bien menos
efusivo que su compañero. Miró a sus colegas, quienes observaban atónitos el
encuentro de los dos amigos.
Kurtain presentó a William y luego
le dio un pequeño esclarecimiento de haberlo conocido en las carreras de autos,
cuando era joven aún y practicaba ese deporte.
-La
verdad es que no, desde que salí de San Francisco, hace varios años, no lo
práctico. El ritmo en Los Ángeles es algo intenso- dijo
Kurtain, sonriendo por lo recuerdos. Ya no estoy para estas cosas.
-Yo aún lo hago, cuando termines aquí te mostraré algunos carros que
poseo y que…-, la conversación la cortó el trasmisor de Allen, lo contestó
e informó la presencia de la prensa en la puerta de la granja.
Kurtain le sugirió que no la dejará
pasar, Allen se montó en el camión, en donde había llegado, y, por el trasmisor
que llevaba, dio la orden de detenerlos. Se bajó nuevamente y volvió a abrazar
a Kurtain llenó de emoción. Se marchó para solucionar el problema. Kurtain se puso más rojo, Allen aún sentía
una gran amistad por él.
Los detectives esperaban al grupo
que se encargaba de recoger las muestras, pero había muy poco que descifrar,
seguramente habían dejado el auto abandonado desde hacía varios días, tendrían
que llevárselo y examinarlo luego, también tendrían que hacer un interrogatorio
a todos los allí presente con el fin de conocer algo de eso. Más caminos largos
que transitar.
La prensa, al final, logró pasar y
abordó a los detectives con cámaras fotográficas y preguntas acerca del
hallazgo, Kurtain estaba de nuevo asediado por la prensa y seguro de que su
fotografía saldría en los periódicos haciendo de eso una molestia. Recordó al
Halcón Miller y deseó que estuviera de nuevo aquí, haciéndose cargo, hubiese
alzado su ceja y con voz fingida hubiese contado cualquier cosa que lo hiciera
parecer el héroe. Sin mencionarlos para nada.
Llevándose por supuesto todo el crédito.
El obrero de la granja estuvo con
ellos todo el tiempo por órdenes de Allen, más luego de un tiempo regresó
William pidiendo disculpas por no poder haber parado a la prensa, Kurtain le
dijo que no importaba y los dos se fueron algo apartado de los detectives que
hacían su trabajo.
-¿Dónde te quedas? ¿Por qué duermes esta noche en la granja? así hablamos
de los viejos tiempos-, expresó Allen.
-
No puedo, tengo que ir a Houston, pero puedo venir otro día o tú puedes ir
allá- respondió Kurtain, Allen afirmó con cara algo
desilusionada; ya había preparado todo para la estancia de su amigo. Estuvieron
allí todo el día y luego remolcaron el automóvil de la joven hasta la ciudad de
Houston. Se despidieron de todos y se pusieron en marcha, por fin, ese día
entre los cerdos había terminado. Con el único saldo de haberse encontrado a
Allen y un auto oculto.
Con todo lo cansado del viaje,
Kurtain se retiró hasta su casa, al llegar puso las llaves en la mesa junto al
teléfono y se deshizo de toda la ropa que traía puesta, se metió a la ducha,
luego que se bañó se quedó con una mantilla que le cubría de la cintura hasta
la piernas, hizo algunas llamadas que tenía pendiente y poco después escuchó que alguien tocaba a la puerta, vio
la hora en su reloj y era bastante tarde, pensó en lo obstinado que era Richard
para el trabajo y supuso que era él, el llamar a horas pertinentes no era,
precisamente, algo en lo que se destacaba.
Fue a abrirle, pero para su
sorpresa, encontró, vestido de vaqueros y con una camisa azul arremangada hasta
la mitad del brazo, a William Allen, apoyado un poco del marco de la puerta y
con la barba aún sin afeitar, al verlo Stephen soltó una pequeña risa nerviosa
y más nervioso se puso, cuando éste lo miró de arriba abajo, porque hasta ahora
se vio vestido con la mantilla.
-Aún
sigues teniendo el buen cuerpo de cuando nos conocimos-.
Dijo Allen al ver lo perturbado que se puso Kurtain, quien luego de controlar
su rubor lo invitó a pasar y le indicó que lo esperara, que ya se cambiaba y
así lo hizo, salió con unos pantalones de mezclillas y un suéter de color azul
celeste. Traía unas cervezas en la mano. Lo invitó a una pequeña terraza en la
casa que daba a la piscina. Una vez que se instalaron, William dijo de
improviso.
-
Nunca me volviste a llamar.
-Sí,
-
respondió Kurtain- así es, pero tú te
fuiste primero ¿recuerdas?... además yo también tuve que irme a estudiar, luego
fui a San Francisco y tiempo después a Los Ángeles y ya ves, perdí tú rastro.
Pero seguro me hubiese gustado estar contigo, han pasado muchas cosas y no
tenía muchos amigos precisamente, quizás
contigo el tiempo hubiese sido mejor, pero ya ves de nuevo te tengo en el
frente.
-
Yo te vi, en Seattle, en una competencia de autos, ibas con un jugador de
fútbol, pero, a pesar de todos los intentos que hice, no te pude alcanzar.
Perdí tú rastro entre la gente.
Sorprendido Kurtain exclamó:
-
¡Sabías que eras tú!, sí te escuché, luego al buscarte también te perdí entre
la gente, perdóname y no, no era un jugador de fútbol, era un compañero de
trabajo que tenía ese aspecto- luego hubo una pausa,
a pesar de gustarle la idea de que estuviera aquí, le inquietaba un poco,
trataba de no pensar y no darle un giró equivocado a la conversación.
-Pensé
en ti muchas veces- le dijo Allen y Stephen se ahogó con la
cerveza, tosió con mucha fuerza, aventando cerveza. - No te preocupes- rió Allen- poco
después encontré a mi alma gemela, me enamoré de mi esposa, y estoy felizmente
casado- Kurtain respiró más aliviado.
-
Yo también me enamoré y me casé, y ya que a ti puedo contártelo…-
se atrevió a decírselo a Allen, pero un frió corrió por su cuerpo- no corrí…no corrí con tanta suerte como tú
en lo otro, en lo otro- dijo Kurtain algo apesadumbrado.
-¿Qué
pretendes decir?- le preguntó Allen extrañado y un tanto
fuera de lugar.
-
Antes de casarme hubo otro ser en mi historia, sí sabes de lo que te habló-
Ahora fue Allen que hecho la cerveza en el suelo, pensaba que como lo fue con
él, eso fue sólo… un momento; sin embargo, no era así.
-
No quiero hablar sobre ello, no es algo de lo que me sienta orgulloso,
simplemente pasó y ya, quizás sea lo único que te diga-
sintió un alivió el poder contárselo a otra persona, hacia bastante tiempo que
no hablaba con nadie de ello. Aunque Allen notó cierto dolor en las palabras de
Kurtain, e insistió en ello.
-No
puedo entender lo que dices ¿Llegaste a algo formal o fue simplemente
platónico?
-No
te miento si te digo que no sé, lo que sí sé es que fue triste, muy fuerte. Él
no podía o no quiso corresponder mi amor; me sentía confundido y amargado, ora
me daba alas, ora me las cortaba, ora avanzaba, ora retrocedía, hubo un momento
en que sólo quería golpearlo, partirle la cara. Hoy sé, después de mucho
pensar, que me hice mucho daño con esa tormentosa relación y que no quisiera
volver a pasar por ella nuevamente. Se aprovechó del amor que le tenía para
mostrarse despiadado conmigo.
Fueron momentos de gran intensidad en mi vida…
todo parecía tener un ritmo vertiginoso.
Hudson, así se llamaba, jugaba con todo, incluso conmigo, al final, dijo
que se sentía confundido. El darme cuenta de que quizás, sólo quizás nunca me
quiso me tomó bastante tiempo y dejó una profunda herida en mi alma -.
En este punto se detuvo, tomó un trago de cerveza, su garganta se hubo quedado
completamente en seco-. Está bien por hoy
de eso. Hablemos de otra cosa ¿Te
quedaras aquí?
-No,
de hecho, ya me estoy yendo,- le explicó Allen- los trabajos en la granja comienzan muy
temprano y aquí no tendré tiempo de llegar, sólo quería verte de nuevo. Me
agrada mucho que la vida nos hubiese reunido de nuevo y quería asegurarme que
fuera así-. Se levantó, se despidió de Kurtain y se fue rumbo a la granja.
Kurtain permaneció sentado en donde
terminó de hablar con Allen, de nuevo, en dos días consecutivos, volvía a
hablar de Chris Hudson y lo que estaba encerrado en su corazón, todo esto
luchaba por encontrar un lugar en la vida, su ambigüedad en el amor. Tomó su
cerveza y acusó los ojos. Acaso estos días, cuando sentía que su mundo cambiaba
drásticamente, el recuerdo de Hudson aparecería haciéndose constante, emergía
como algo que estuvo fuertemente anclado en su vida, pero que él se empeñó en
ocultar entre murallas de arenisca.
Era una herida en su corazón algo
desabrida, un engrama en su mente; lucho por eso, sintió que puso todo de su
parte; porque tuviera un final menos doloroso, pero fue Chris Hudson quién
siempre tuvo el destino en las manos, y recién que habló de ello calló en
cuenta que él sólo era una marioneta. Víctima de su manipulación inconsciente.
Estaba enamorado de un hombre que adivinó en pocos momentos lo que a él le
llevó años traer a su parte consciente, el hecho de ser homosexual, sentía que
él se aprovechó de ello… y eso lo dejaba en desventaja ante Hudson, siempre fue
así, por mucho que pusiera de su parte por hacerse dueño de la situación su
corazón volcase hacía lugares insospechados, girando sobre su vida como un
remolino que no dejaba apartarse.
La espina en su corazón se afianzó
más en él, hasta que se hizo física, por primera vez pensaba en eso que sentía
como algo tangible y real, como un monstruo que lo devoraría entero. Sintió deseos de llamar a Alissa y a su hijo,
mas no lo hizo, luego sintió faltarle el aire, el estado de angustia lo
acorraló, fue una locura venir sin arreglar todos sus asuntos.
No deseaba atormentarse por todo lo
que paso con Alissa, pero sentía que tenía gran parte de la culpa. Se levantó
de silla donde se hallaba y fue a cambiarse, de nuevo la noche se volvería
larga y el luchaba por serenarse. Otra noche dando vueltas, otra noche sin
poder dormir. No podía tolerarlo.
Se levantó, se vistió y salió en el
auto, esperaba poderse perderse en la carretera. Tratando de olvidarlo, pero no
podía, estaba allí. Quizás tenía que sacarlo de su vida, su cabeza estaba a
estallar tenía que olvidar…por primera vez tenía ganas de perderse en una
relación sin sentido. Encontrar alguien a quien amar, sin ser torturado por
todo. Un amor de verdad.
Llegó a una pequeña cervecería,
estaba bastante lejos, se sentó en la barra y pidió una cerveza; varias
personas a su alrededor, en la televisión del local pasaban un juego en
diferido, se entretuvo viéndolo, cualquier cosa que le evitara pensar. Alguien
a su lado le hizo algún comentario del juego, el también argumentó algo. El
juego aumentó su intensidad y se vio rodeado de una decena de hombres gritando
los avatares de los jugadores en el partido.
Él se unió también al grupo y la noche se volvió bulliciosa.
Pasaron a una mesa y pidieron
varias cervezas más; pronto varios hombres lo rodeaban conversando algunas
cosas sin importancia, hablaba del juego, del trabajo y de otras cosas más. Era
un grupo bastante heterogéneo, había desde tipos con aspecto de camionero hasta
hombres de oficina.
Al transcurrir de la noche estaba
un poco ebrio, lo que ayudaba a olvidar lo que vivía, sin quererlo comenzó a
imaginar la vida del grupo que lo rodeaba. No eran hombres infelices y aunque
algunos se quejaban de sus matrimonios, lo cierto, era que se aceptaban tal
como eran, no estaban buscando nada más, lo que viniera lo aceptaban y punto.
Él no parecía pertenecer a ese
grupo sentía que estaba incompleto, algo faltaba en su vida y eso no estaba en
ese establecimiento, ninguno de esos hombres sería feliz al lado de otro
hombre, tan sólo una mujer podía llenar ese vacío que hiciera de vida algo
completo, entonces a él le faltaba ese complemento y ninguna mujer llenaría ese
espacio, en alguna parte allá fuera debía haber alguien a quien amar y que
contribuyera a su amor, que importancia tenía si terminaba quejándose en
cantinas. Necesitaba experimentar la aventura de vivir, y olvidar de una buena
vez a Hudson y Alissa.
Salió en su
auto a toda velocidad hasta otro local, nada llenaba el vacío, mandaría todo al
demonio, era un antro gay, nervioso se introdujo, muchos chicos bailaban o
conversaban entre ellos, al entrar lo miraron, mas luego siguieron en lo suyo,
la oscuridad del antro fue cómplice de Kurtain, la música fuerte y jóvenes
danzando lo hacían sentirse con la adrenalina en aumento, su mente se agobiaba,
la soledad de la casa donde se quedaba lo mataría, se dejó llevar por la música
y una bebida fuerte que compró en la barra.
Varios
jóvenes corriendo y riendo llamaron su atención, camino a la última parte del
bar y llegó a un sitio oscuro en donde en especies de cabinas se practicaba
sexo a través de hoyo (glory hole),
lo embriagado que estaba, lo fuerte de la música, el ambiente sexual, no permitía el pensamiento y pensó en
practicarle sexo, por primera vez después varios años sin contacto
homosexual, a un pene que ese hallaba
por fuera de agujero…lo tomó en su mano, sintió un arqueo, vomitaría, lo soltó
de nuevo, sin siquiera poder permitirse eso, dio vuelta y salió a toda velocidad del antro,
su vida se estrellaba tras la incertidumbre, un matrimonio destruido, un deseo
homosexual oculto por mucho tiempo y la idea de olvidar de una buena vez y para
siempre a Cris Hudson poco a poco enloquecía. Segui @LevisTorres1
cuando sale el proximo capitulo, muy buena historia
ResponderEliminarHolaa, gracias por leernos, el miércoles en la mañana, cuando mi Internet esta en su alto nivel, subo la historia, para no estresarme, jejeje...Gracias nuevamente por seguirnos, próximo capitulo Sr Herdenson... no te lo pierdas... y comenta... Saludos y recuerda que abajo oras historias, incluso la primera parte de esta interesante historia de amor...:)
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