La mañana tomó a todas las
patrullas policiales en desbandada por él desierto, revisaban varias granjas de
los alrededores de la porcuna de Allen, una de ellas en especial, de acuerdo a
cierto reporte que recibieron. Llegaron al sitio señalado y todo se notaba
bastante tranquilo, los agentes entraron turnándose de posición hasta llegar a
la puerta de la residencia, la tumbaron, no obstante, no hallaron nada,
ingresaron a las demás habitaciones.
Bajaron a un pequeño sótano y allí
encontraron a dos hombres atado de manos, habían sido golpeado hasta la muerte,
Kurtain se acercó a uno de los sujetos muertos y notó que, aunque purpúreo por
los golpes, era el empleado de Allen a quién vio con Manú la noche de las
carreras y atendió el primer día que estuvieron en la granja de Allen, el otro;
el joven moreno que la abrazaba.
El sitio estaba hecho un desastre,
había sido golpeado salvajemente, junto a él se hallaban, otras amarraderas lo
que hacía pensar que quizás hubiese más personas atadas allí. Kurtain salió
afuera a respirar aire puro, Richard lo siguió.
Afuera ya, Kurtain vio a Allen
llegar al sitio del suceso, lo vio venir en su camioneta, cuando llegó hasta
donde su vista podía detallarlo, notó varios golpes en la cara. No tenía por
qué decirle, sabía de donde los había sacado, era la firma de Chris Hudson.
Algo se imaginaba.
Para Richard y los demás policías
las cosas no estaban tan claras, como para Kurtain. Hubo un asesinato donde
estaban envueltos golpes y empleados de la granja; Allen en ese momento se
convirtió en un evidente sospechoso. Richard se fue hasta él y luego de
saludarlo. Le preguntó por la extraña coincidencia:
-¿Dónde
te hiciste esos golpes?- luego que Richard le preguntó,
Allen miró a Kurtain, -problemas por ahí,
ninguna importancia- contestó de mala gana. Él, entonces, le pidió que los
acompañara para declarar en la policía; encogió los hombros en señal de
resignación. No sabía cómo haría para explicarlo, seguro allí estaría Hudson y
saldrían del malentendido.
Tiempo después Kurtain recibió una
llamada de Caroline, había estallado el “boom”, que involucraba a la hija de
Henderson y los jóvenes muertos en la granja. Los periodistas tenían fotos de
la hermosa joven al lado de los sujetos muertos. Las cosas se retorcían. Allen
se perfilaba como el principal sospechoso de la muerte de los jóvenes, incluso
del secuestro de la hija de Henderson. Razón más que incuestionable.
Kurtain sólo quería desaparecer de
allí, estaba acorralado, se sentía vulnerable ante todo sentía que todo su
mundo se destrozaría, seguramente Hudson tendría que explicar de dónde había
sacado esos moretones y no le quedaría otro que decir que era por celos hacia
Allen, su idea de recuperar a Alissa acabaría; puesto que su “affaire” con Hudson saldría a la
palestra y él se involucraría, no había nada que hacer estaba ciego de la rabia
y frustración, quería matar a Hudson, a Fiona, a su hermano y Allen, se sentía
acorralado en un ataque paranoico de persecución. No podía entender cómo pudo cometer el error
de golpear a Allen. Ni siquiera sabía porque lo había hecho. Esta vez no había
vuelta atrás. Tendría que hacerle frente a todo.
II
Para el momento que se produjo la
noticia Henderson daba una rueda de prensa, donde hacía gala de todo su
sentimiento por tan abominables hechos, un reportero recibió toda la historia
por teléfono y luego hizo la pregunta al entrevistado, ésta puso de malas al
político, tanto que no pudo expresar otra palabra. Rojo de la ira, pidió
excusas y se retiró del lugar, dejando un verdadero pandemonio en el
sitio. Nadie entendía que sucedía. Ni a
donde llevaría esto.
Buscó hielo y se puso en la cabeza,
mientras gritaba a todo su equipo, quería alguien que lo sacara de su
ofuscación. Este error le costaría quizá las elecciones, no entendía que hacía
su hija al lado de ese sujeto, estaba saliéndose todo de control, que demonios
sucedía, por qué se veía envueltos todo esto.
Quería tenerla al frente para golpearla por todo lo que sucedió.
Una llamada de la policía aumentó más el enojo
de su rostro, en ella se le pedía no salir de la ciudad y que se presentara lo
más pronto posible. Él gruñó y maldijo por todo, afuera una cuadrilla de
periodista quería obtener declaraciones acerca del extraño suceso, cuyo
principal detalle involucraba a su hija y a los dos sujetos muertos. Posibles
secuestradores y un “auto secuestro”
para todos.
Al igual que su hija, él llegó al departamento
de la policía, Henderson gritaba esperando tener respuesta por esta ola de injurias
a su persona y la de su adorable hija. Atormentado por la cólera mandaba a
todos al diablo, Caroline lo recibió y le pidió que se calmara, él no podía
hacerlo, no era común en esa ciudad que un político tan respetado fuera llamado
a declarar por encontrarse sospechoso de algún delito. Seguía gritando, su hija
por el contrario estaba más tranquila pero con los ojos hinchados por el
llanto, la muerte de los jóvenes la consternaba enormemente, el giro que
tomaron las cosas no le agradaba. Junto a otras personas se sentaron a esperar.
La presencia de Fiona llamó la
atención de la triste joven; lo mismo Manú, quien la miró de reojos, -es ella- se dijo, la cara de sufrimiento
de la pelirrubia le daba la certeza, estaba al lado de su hijo, quien se sentía
inquieto, seguramente la policía no es un lugar muy divertido para un chico de
su edad.
Manú se levantó y sentó muy cerca
de la esposa de Hudson, quien reconoció la persona que fue secuestrada por la
banda de criminales, seguro era otra más que escapó del terror de verse cautiva,
recordó lo vivido en San Francisco. Quiso preguntarle algo; pero luego se
detractó, estaba sumamente cansada, así que sólo se quedó allí. Le llenó de
ternura, estaba viva y eso era una suerte para ella; muchas de las jóvenes que
estaban en esto no lo contaron. Recordó la foto de la hermana de Susan.
Manú llamó la atención del
jovencito, éste volteó y le dejó ver los hermosos ojos color violeta que lo
enmarcaba, le preguntó que cómo se llamaba. Él, al principio, sintió mucho
temor pero luego se calmó miró a su mamá y ésta le dijo que estaba bien. Él le
contestó:
-Chris
Hudson Jr.
Ella sonrió, luego siguió
haciéndole otras preguntas, pronto entre ellos se formó una empatía. Los dos
jugaban.
Kurtain llamó a Manú a la oficina,
esperaba sacar algo de información sobre la extraña muerte de los jóvenes. Ella
dejó al niño de Fiona y entró junto con Kurtain, ya adentro estalló en sollozos
y dijo tampoco saberlo, también era raro para ella. Hasta hace poco lo había
visto en una carrera de autos, no entendía que sucedió. No sabía en que estaban
metidos, aunque eran pareja, ella estaba un tanto alejada de sus relaciones
sociales, ella sabía que estaba metido en negocios turbios pero no sabía en
cuales, simplemente se querían y eso era todo.
Él le hizo otras preguntas que Manú
no pudo contestar, decía tampoco tener respuestas. Preguntó si ella sabía por
qué los secuestradores podían querer ese niño que estaba allí, señaló por la
ventana al joven Chris. Ella se sorprendió, dijo no entender por qué los
secuestradores querían el niño. Calló en un mutismo y se ausentó. Para Kurtain
era inútil tratar de sacar algo de la exasperante joven vestida de última moda.
Él la dejó ir y ella se sentó de
nuevo donde momentos antes estaba, sólo que esta vez, con cara de espanto. Su
mente trabajaba a mil por hora, se lamentaba por lo chiquilla que había sido
durante todo este tiempo. Fijó su vista de nuevo en el joven que estaba a su
lado. Miró a los policías. Su celoso padre estaba en conversaciones con la
policía. En su mente el rostro de Dalton y otro nuevo llenó un vacío, el de su
padre. No cabía dudas algo muy grande
paso.
Ya en la noche, y luego de todos los
acontecimientos del día, Caroline dejó a Stephen en su casa para que
descansara, necesitaba hacerlo para estar con los sentidos alerta al siguiente
día. Estaba volviéndose paranoico, comenzaba a luchar con fantasmas inventados
por su mente en donde estaba al descubierto su homosexualidad, en su cabeza
decía tener muchas cosas que perder si todos se enteraban, así que se prometió
evitar que esto saliera a luz pública.
Por otra parte, desde que Allen le
había contado el extraño incidente con Hudson, no sabía nada de él. No conocía
su paradero. Todo el día estuvo con el miedo que apareciera en cualquier
momento. No podía perdonarse estar al pendiente de eso; pero lo cierto era que
tenía el pecho oprimido y sentiría que le estallaría de un momento a otro. El
episodio con Allen lo desconcertaba. Estaba totalmente fuera de lógica. La
muerte de los jóvenes también lo dejaba perplejo. Quizás Hudson tendría que
ver, pero de qué forma era un misterio.
Recordó todas las disputas que
tuvieron en San Francisco y movía la cabeza de lado a lado, no cambiaba, seguía
siendo el ser irracional que conoció en esa ciudad. En un momento lo pensó
culpable de todo lo que había sucedido. Para tratar de relajarse decidió llamar
a su hijo, el saber que siempre estaría en su vida lo tranquilizaba. Mas esta
vez, no fue así la larga distancia trajo a su existencia más soledad. Pronto
seguramente lo vería; era necesario ser fuerte. Se repetía una y otra vez,
hasta que su cabeza lo aceptara; aunque no era la cabeza la que le preocupaba.
En un momento quiso hablar con su esposa y contarle, pero cayó.
Sonó el teléfono y contestó con
cierto temor, era Richard, respiró con tranquilidad y él habló varias cosas que
no entendió muy bien. Lo despidió, aunque
cuando lo hizo un estado de ansiedad y temor se apodero de él. No podía
aguantar más, estallaría dentro de su ser, estar en la misma ciudad que Hudson
era muy poco espacio, en la casa no haría nada. Mejor iría a casa de Henderson
a hacerle compañía a Caroline, se dijo. Metido aquí moriría. Se vistió
nuevamente. Pero a abrir la puerta de su
casa, las lágrimas corrieron por sus ojos. Se limpió con furia se sentía
acorralado. Estaba enloqueciendo. Se detuvo, tenía que relajarse.
Pensó que un bañó era lo que
necesitaba, llegó hasta la pequeña alberca de la casa, apagó casi todas las
luces, dejando sólo una encendida que daba al estanque; esa era la intimidad
que necesitaba, se colocó un bañador y se introdujo en ella. El agua estaba
algo fría, pero no le importaba, estaba haciéndole bien. Nadaba dejándose
llevar por lo tranquilo de la noche, el que no hubiera luna era otro aspecto a
su favor. Cerró los ojos, sintió un ruido a su lado y al abrir los ojos, tuvo
que aguantar la exclamación de sorpresa. Hudson estaba dentro del agua juntó a
él.
Hudson medio encorvado con sólo la
mitad de la cara fuera del agua giraba en torno a él. Lo siguió con la mirada.
Tenía más edad, pero era el mismo, sus ojos más tristes y algunas canas en su
cabeza. Ninguno de los dos se hablaban, se miraban mientras estaban en este
girar, como una fiera que es cautelosa con otra fiera de igual poder. Hudson no
avanzaba ni un solo centímetro hacía Kurtain, este último únicamente giraba
sobre sí mismo. Si bien quizás el agua estaba fría, a nadie le importaba. Kurtain que tanta veces había pedido ser
fuerte, no quería ni pensar sólo aspiraba estar en un solo punto en la tierra…
y allí estaba.
Las preguntas sobraban, los ojos de
ambos se seguían, Hudson no halló diferencia en Kurtain, aunque bien habían
pasado algunos años, para él no habían sido significativo. No podía entender
como lo podía engañar con Allen, su vida le pertenecía, su existencia estaba
atada a él. Tantos años en agonía no podían terminar aquí. Lo necesitaba cerca.
A diferencia de Kurtain no sentía el más mínimo temor de nada. Miraba al mismo
Hudson que dejo en San Francisco al que amaba pero era tan lejano para él.
Hudson por un momento quiso que
nada hubiese pasado y Kurtain lo amara como se lo demostró tantas veces. Quería
abrazarlo, mas tenía tanto miedo que lo rechazara, si eso pasase, para él sería
lo más doloroso que se enfrentara en su vida; además de ello quería golpearlo y
no entendía por qué de este último deseo. Kurtain se cansó y no siguió su
juego, por el contrario se detuvo a esperar que él girara.
Cinco años y aún seguían jugando estas cosas.
Hudson tiró algunas gotas a la cara de Kurtain, él ni se inmutó permanecía
inaccesible e inquebrantable por fuera; pero por dentro su corazón estaba
latiendo a mil, podía escuchar su palpitar ¿Qué pretendía Hudson aquí junto a
él? Hudson se detuvo y dio un paso acercándosele, quedando a poco menos de dos
pasos de Kurtain. La noche parecía haberse callado. Hudson volvió a lanzar agua
a su cara, luego se sumergió en el agua. Para Kurtain la noche oscura se había
llevado a Hudson, pasado un tiempo salió por su lado izquierdo pero más
alejado. Lo buscó con la mirada pero sin moverse. Hudson se volvió a introducir
en el agua y Kurtain vio su silueta dirigirse hasta él pasar rozando su cuerpo
para quedar a su lado derecho pero más cerca. Esta vez él si giró y quedó a su
frente.
Hudson no podía darse el lujo de
volver a equivocarse, esperaba que fuera él que se acercara, sin embargo, no lo
hacía, seguramente ya no lo amaba. No tenía el derecho de acercársele. Sin
poder evitarlo los ojos de Hudson se llenaba de lágrimas, se sumergió para
limpiarlas y que Kurtain no notara que lloraba.
Kurtain lo aparto y se dirigió a la
orilla de la piscina y salió, atrás lo hizo él, Kurtain tomó una toalla y se la
lanzó; tomó otra para él y juntos se secaron el agua, se vistieron. Hudson no
volvió a mirarlo hasta que se hubo marchado, ya en la carrera vio su figura
viéndolo. Para siempre había perdido al agente Stephen Kurtain y con él todos los
años en los que espero este momento.
Kurtain se introdujo a la casa una
vez que él se fue. El verlo no había aliviado el dolor que estaba en su alma.
Sólo había aumentado, llevándolo a niveles impresionables, pero que sabía sería
lo último, se acostó en la cama y poco pudo pensar, su corazón se desconectó de
su cuerpo y allí mismo quedó dormido. Un peso aprisionaba su pecho. No sabía que significaba todo esto. Un ruido
lo despertó, no era nada, sintió frió y allí se halló con mucha fiebre, no
sabía qué hacer, ni a quién recurrir, estaba nuevamente sólo.
Esta era la prueba que necesitaba
para saber que quizás Hudson había salido de su corazón para siempre, ya no le
importaba si estaba o no estaba acá, él simplemente seguiría con lo que restaba
de su vida, pensaba dentro de sí que no sucumbiría la los infortunios del amor
nuevamente.
III
Al día siguiente, y después de
poner en claro un poco sus sentimientos, Kurtain llegó de mejor humor al
departamento de policía, tanto que poco le importó encontrarse a Hudson allá.
Esperaba tómaselo con calma, aparentemente, debido al extraño encuentro, llegó
a la conclusión que Hudson respetaría su condición y eso lo había sacado un
poco de su inquietud. Si Fiona y su hermano no había hablado por todo estos
años no esperaba que pasara ahora. Una desesperada calma aparente lo embargaba.
Desde que llegaron los dos
personajes centrales no hablaron más de lo necesario, tan sólo Richard, lo
hacía sin parar en ningún momento, por lo que ambos daban las gracias, no
estaban de humor para decir ninguna cosa. Sólo esperaban que Caroline llegara
para empezar el trabajo. Querían ponerse en marcha lo más rápido posible.
En cuanto Caroline hubo puesto un
pie en la oficina, advirtió una gran tensión en el ambiente. Hudson no sabía de
la existencia de tan bonita compañera. Kurtain tuvo que presentársela, pero
para la hermosa detective, al igual que para todos los allí presentes, la
personalidad de Hudson estaba escrita en su cara, así que no puso mucha
efusividad en la presentación, por el contrario en su cara podía leerse todo lo
que sentía por dentro. Aún con la antipatía que mostró la agente, Hudson sacó
de lo más recóndito de su alma su estado simpático y cautivador, dando en el
blanco, arrancó de ella una sonrisa. Kurtain sin poder evitarlo puso una cara
de hastío, Richard interrumpió el coqueteo del agente Hudson.
-Perdóneme
la interrupción, pero ya quedará tiempo de conocerse, bueno…-
miró a Kurtain, y después rectifico su comentario- si se puede, pongámonos a trabajar.
Todos se sentaron y Caroline tomó
el mando, Hudson quedó apartado de la escena y miró apoyando el codo de la mano
izquierda en la palma de la otra, a la vez que la pasaba por la barba y
humedecía los labios con la lengua, a Caroline, aunque no quisiera, le parecía
muy sexy, lo cierto era que no podía dejar de sentirse atraída por este tipo de
hombres. Comenzaron a trabajar sin más. Cuando buscaban una estrategia ante las
muertes, llegó Allen.
Ahí estaba de nuevo el Rancherito, -pensó Hudson- y, si bien aún le dolía
los golpes que le dio, no le temblaría el pulso si tuviera que volverle a
romper la cara a ese cretino. Preguntaba por Kurtain, quien lo citó en la
policía, tenía muchas cosas que explicar. Los dos pasaron a un sitio apartado.
Hudson quiso seguirlos, llevado quizás por el estado en que se encontraba, pero
Caroline lo detuvo.
-No
creo que puedas ir a donde ellos están- le dijo Caroline.
Hudson se detuvo y salió al frente de la estación, tomó un soplo de aire, encendió
un cigarro. Se sentó en el pasamano de la escalera. Bajó la cabeza y se entregó
a la meditación.
Pensaba acerca de que, quizás y a
pesar de todo su esfuerzo, todo esto fue un error, estar aquí era demasiado
doloroso. Hasta él llegó Caroline, quien se sentó a su lado.
-¿Ustedes fueron amigos anteriormente o siempre se han llevado así?- luego,
al percatarse de que acaso lo que había dicho era una indiscreción, ante un
hombre que apenas conocía, carraspeó para tratar de aclararse la voz y se
disculpó- esto lo digo porque es evidente
la tensión entre ambos.
-Sí,-
contestó secamente Hudson- solíamos ser
inseparables; sin embargo, cometí un error y ya ves.
-No
quiero que me cuentes que pasó, pero ha debido ser muy malo para que Kurtain no
quiera ni verte, el poco tiempo que tengo aquí he notado que no es de tipo
volátil, ni rencoroso. Te voy a decir algo para que trates de suavizar las
cosas, eso que él siente por usted no se parece al odio, alguna vez cometí un
error como ese y como tú no entendía lo mucho que se me quería.
-Gracias-
dijo Hudson- quisiera hacer algo por
evitarlo; no obstante, sé que sólo estropearé más el asunto, así que no tiene
caso alguno tratar de hacer las paces con él. No digo que no entienda muchas
cosas pero… seguro está equivocada– Caroline no entendía este último
comentario, poco le importó. Se identificada con la historia vivida con su
compañero. Sabía que al igual que Hudson, nada podía hacer por recuperar la
historia junto a él. Su amor hacía Kurtain creció, y uno nuevo empezaba a
asomarse.
Pasado algún tiempo, Hudson, vio salir a Allen
y Kurtain de la oficina, se dio la vuelta para no tener que hablar con ellos,
revisaba unos papeles que allí se encontraban, pero fue inútil ambos fueron
hasta él. Se lamentó, muy internamente quería estar en otro lugar en ese
momento. Sufría los estragos de los celos. No podía ni siquiera verlos juntos,
iba a enloquecer y para colmo no entendía muy bien qué hacía allí.
-
Espero que lo dos no vengan a pedirme que me disculpe por lo de ayer- soltó
de improviso esta frase, que dejó en claro el infierno que vivía por dentro,
estaba tan fuera de sí que no notó su fijación en el dolor.
-
No tiene caso ya hablar de nada de eso, espero que quede en el pasado- habló
primero Kurtain, tratando de detener los dos animales salvajes que se había
vuelto Allen y Hudson. Este último, con la declaración de Kurtain, se sintió
humillado, era la confirmación, por lo menos para él, de que los dos tenían
algo nuevo y que ya no recordaba la historia vivida los dos. Estaba sintiéndose
furioso, si hubiese podido matar a Allen en ese momento seguro lo hubiese
hecho. Necesitaba tener a Kurtain de su lado.
Pero como poder derribar la muralla
que había puesto Kurtain y ganar de nuevo su confianza. Lo conocía de sobra,
sabía que era terco, y aunque lo amara
jamás se permitirá eso entre los dos.
Segui @LevisTorres1
diooos me senti en el momento q hudson se sumergio en el agua cada capitulo que leo siento que estoy alli viendo como pasa todo y los celos lo esta carcomiendo pensando que kurtain y allen tienen algo bueeeno hasta los momentos no es asi vamos a ver que pasa en los proximos capitulos que leere jejejejej...
ResponderEliminarSaludos Arniel Levis
Saludos a ti, Hudson debería ponerse los pantalones y luchar por lo que siente, pero algunos closeteros son así... esperemos que un rayo haga cambiar, reúna la fuerza y luche por el amor de Kurtain. Y también Kurtain pueda perdónalo, no la tiene fácil..... veremos... que sucede.
ResponderEliminarCreo que de los dos Kurtain lleva la peor parte, el amor por Hudson lo desgarra, pero tal como dices, ambos son culpubles y sufren...Me alegra que te guste.. y que nos sigas semana a samana, en noviembre Liopleurdonte... :o la nueva novela del Blog novelas gays...
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