8. Aguas Nocturnas


La mañana tomó a todas las patrullas policiales en desbandada por él desierto, revisaban varias granjas de los alrededores de la porcuna de Allen, una de ellas en especial, de acuerdo a cierto reporte que recibieron. Llegaron al sitio señalado y todo se notaba bastante tranquilo, los agentes entraron turnándose de posición hasta llegar a la puerta de la residencia, la tumbaron, no obstante, no hallaron nada, ingresaron a las demás habitaciones.

Bajaron a un pequeño sótano y allí encontraron a dos hombres atado de manos, habían sido golpeado hasta la muerte, Kurtain se acercó a uno de los sujetos muertos y notó que, aunque purpúreo por los golpes, era el empleado de Allen a quién vio con Manú la noche de las carreras y atendió el primer día que estuvieron en la granja de Allen, el otro; el joven moreno que la abrazaba.

El sitio estaba hecho un desastre, había sido golpeado salvajemente, junto a él se hallaban, otras amarraderas lo que hacía pensar que quizás hubiese más personas atadas allí. Kurtain salió afuera a respirar aire puro, Richard lo siguió.

Afuera ya, Kurtain vio a Allen llegar al sitio del suceso, lo vio venir en su camioneta, cuando llegó hasta donde su vista podía detallarlo, notó varios golpes en la cara. No tenía por qué decirle, sabía de donde los había sacado, era la firma de Chris Hudson. Algo se imaginaba.

Para Richard y los demás policías las cosas no estaban tan claras, como para Kurtain. Hubo un asesinato donde estaban envueltos golpes y empleados de la granja; Allen en ese momento se convirtió en un evidente sospechoso. Richard se fue hasta él y luego de saludarlo. Le preguntó por la extraña coincidencia:
-¿Dónde te hiciste esos golpes?- luego que Richard le preguntó, Allen miró a Kurtain, -problemas por ahí, ninguna importancia- contestó de mala gana. Él, entonces, le pidió que los acompañara para declarar en la policía; encogió los hombros en señal de resignación. No sabía cómo haría para explicarlo, seguro allí estaría Hudson y saldrían del malentendido.

Tiempo después Kurtain recibió una llamada de Caroline, había estallado el “boom”, que involucraba a la hija de Henderson y los jóvenes muertos en la granja. Los periodistas tenían fotos de la hermosa joven al lado de los sujetos muertos. Las cosas se retorcían. Allen se perfilaba como el principal sospechoso de la muerte de los jóvenes, incluso del secuestro de la hija de Henderson. Razón más que incuestionable.

Kurtain sólo quería desaparecer de allí, estaba acorralado, se sentía vulnerable ante todo sentía que todo su mundo se destrozaría, seguramente Hudson tendría que explicar de dónde había sacado esos moretones y no le quedaría otro que decir que era por celos hacia Allen, su idea de recuperar a Alissa acabaría; puesto que su “affaire” con Hudson saldría a la palestra y él se involucraría, no había nada que hacer estaba ciego de la rabia y frustración, quería matar a Hudson, a Fiona, a su hermano y Allen, se sentía acorralado en un ataque paranoico de persecución.  No podía entender cómo pudo cometer el error de golpear a Allen. Ni siquiera sabía porque lo había hecho. Esta vez no había vuelta atrás. Tendría que hacerle frente a todo.

II


Para el momento que se produjo la noticia Henderson daba una rueda de prensa, donde hacía gala de todo su sentimiento por tan abominables hechos, un reportero recibió toda la historia por teléfono y luego hizo la pregunta al entrevistado, ésta puso de malas al político, tanto que no pudo expresar otra palabra. Rojo de la ira, pidió excusas y se retiró del lugar, dejando un verdadero pandemonio en el sitio.  Nadie entendía que sucedía. Ni a donde llevaría esto.

Buscó hielo y se puso en la cabeza, mientras gritaba a todo su equipo, quería alguien que lo sacara de su ofuscación. Este error le costaría quizá las elecciones, no entendía que hacía su hija al lado de ese sujeto, estaba saliéndose todo de control, que demonios sucedía, por qué se veía envueltos todo esto.  Quería tenerla al frente para golpearla por todo lo que sucedió.

 Una llamada de la policía aumentó más el enojo de su rostro, en ella se le pedía no salir de la ciudad y que se presentara lo más pronto posible. Él gruñó y maldijo por todo, afuera una cuadrilla de periodista quería obtener declaraciones acerca del extraño suceso, cuyo principal detalle involucraba a su hija y a los dos sujetos muertos. Posibles secuestradores y un “auto secuestro” para todos.

Al igual que su hija, él llegó al departamento de la policía, Henderson gritaba esperando tener respuesta por esta ola de injurias a su persona y la de su adorable hija. Atormentado por la cólera mandaba a todos al diablo, Caroline lo recibió y le pidió que se calmara, él no podía hacerlo, no era común en esa ciudad que un político tan respetado fuera llamado a declarar por encontrarse sospechoso de algún delito. Seguía gritando, su hija por el contrario estaba más tranquila pero con los ojos hinchados por el llanto, la muerte de los jóvenes la consternaba enormemente, el giro que tomaron las cosas no le agradaba. Junto a otras personas se sentaron a esperar.

La presencia de Fiona llamó la atención de la triste joven; lo mismo Manú, quien la miró de reojos, -es ella- se dijo, la cara de sufrimiento de la pelirrubia le daba la certeza, estaba al lado de su hijo, quien se sentía inquieto, seguramente la policía no es un lugar muy divertido para un chico de su edad.

Manú se levantó y sentó muy cerca de la esposa de Hudson, quien reconoció la persona que fue secuestrada por la banda de criminales, seguro era otra más que escapó del terror de verse cautiva, recordó lo vivido en San Francisco. Quiso preguntarle algo; pero luego se detractó, estaba sumamente cansada, así que sólo se quedó allí. Le llenó de ternura, estaba viva y eso era una suerte para ella; muchas de las jóvenes que estaban en esto no lo contaron. Recordó la foto de la hermana de Susan.

Manú llamó la atención del jovencito, éste volteó y le dejó ver los hermosos ojos color violeta que lo enmarcaba, le preguntó que cómo se llamaba. Él, al principio, sintió mucho temor pero luego se calmó miró a su mamá y ésta le dijo que estaba bien. Él le contestó:
-Chris Hudson Jr.

Ella sonrió, luego siguió haciéndole otras preguntas, pronto entre ellos se formó una empatía. Los dos jugaban.

Kurtain llamó a Manú a la oficina, esperaba sacar algo de información sobre la extraña muerte de los jóvenes. Ella dejó al niño de Fiona y entró junto con Kurtain, ya adentro estalló en sollozos y dijo tampoco saberlo, también era raro para ella. Hasta hace poco lo había visto en una carrera de autos, no entendía que sucedió. No sabía en que estaban metidos, aunque eran pareja, ella estaba un tanto alejada de sus relaciones sociales, ella sabía que estaba metido en negocios turbios pero no sabía en cuales, simplemente se querían y eso era todo.

Él le hizo otras preguntas que Manú no pudo contestar, decía tampoco tener respuestas. Preguntó si ella sabía por qué los secuestradores podían querer ese niño que estaba allí, señaló por la ventana al joven Chris. Ella se sorprendió, dijo no entender por qué los secuestradores querían el niño. Calló en un mutismo y se ausentó. Para Kurtain era inútil tratar de sacar algo de la exasperante joven vestida de última moda.

Él la dejó ir y ella se sentó de nuevo donde momentos antes estaba, sólo que esta vez, con cara de espanto. Su mente trabajaba a mil por hora, se lamentaba por lo chiquilla que había sido durante todo este tiempo. Fijó su vista de nuevo en el joven que estaba a su lado. Miró a los policías. Su celoso padre estaba en conversaciones con la policía. En su mente el rostro de Dalton y otro nuevo llenó un vacío, el de su padre. No  cabía dudas algo muy grande paso.

 Ya en la noche, y luego de todos los acontecimientos del día, Caroline dejó a Stephen en su casa para que descansara, necesitaba hacerlo para estar con los sentidos alerta al siguiente día. Estaba volviéndose paranoico, comenzaba a luchar con fantasmas inventados por su mente en donde estaba al descubierto su homosexualidad, en su cabeza decía tener muchas cosas que perder si todos se enteraban, así que se prometió evitar que esto saliera a luz pública. 

Por otra parte, desde que Allen le había contado el extraño incidente con Hudson, no sabía nada de él. No conocía su paradero. Todo el día estuvo con el miedo que apareciera en cualquier momento. No podía perdonarse estar al pendiente de eso; pero lo cierto era que tenía el pecho oprimido y sentiría que le estallaría de un momento a otro. El episodio con Allen lo desconcertaba. Estaba totalmente fuera de lógica. La muerte de los jóvenes también lo dejaba perplejo. Quizás Hudson tendría que ver, pero de qué forma era un misterio.

Recordó todas las disputas que tuvieron en San Francisco y movía la cabeza de lado a lado, no cambiaba, seguía siendo el ser irracional que conoció en esa ciudad. En un momento lo pensó culpable de todo lo que había sucedido. Para tratar de relajarse decidió llamar a su hijo, el saber que siempre estaría en su vida lo tranquilizaba. Mas esta vez, no fue así la larga distancia trajo a su existencia más soledad. Pronto seguramente lo vería; era necesario ser fuerte. Se repetía una y otra vez, hasta que su cabeza lo aceptara; aunque no era la cabeza la que le preocupaba. En un momento quiso hablar con su esposa y contarle, pero cayó.

Sonó el teléfono y contestó con cierto temor, era Richard, respiró con tranquilidad y él habló varias cosas que no entendió muy bien.  Lo despidió, aunque cuando lo hizo un estado de ansiedad y temor se apodero de él. No podía aguantar más, estallaría dentro de su ser, estar en la misma ciudad que Hudson era muy poco espacio, en la casa no haría nada. Mejor iría a casa de Henderson a hacerle compañía a Caroline, se dijo. Metido aquí moriría. Se vistió nuevamente.  Pero a abrir la puerta de su casa, las lágrimas corrieron por sus ojos. Se limpió con furia se sentía acorralado. Estaba enloqueciendo. Se detuvo, tenía que relajarse.

Pensó que un bañó era lo que necesitaba, llegó hasta la pequeña alberca de la casa, apagó casi todas las luces, dejando sólo una encendida que daba al estanque; esa era la intimidad que necesitaba, se colocó un bañador y se introdujo en ella. El agua estaba algo fría, pero no le importaba, estaba haciéndole bien. Nadaba dejándose llevar por lo tranquilo de la noche, el que no hubiera luna era otro aspecto a su favor. Cerró los ojos, sintió un ruido a su lado y al abrir los ojos, tuvo que aguantar la exclamación de sorpresa. Hudson estaba dentro del agua juntó a él.

Hudson medio encorvado con sólo la mitad de la cara fuera del agua giraba en torno a él. Lo siguió con la mirada. Tenía más edad, pero era el mismo, sus ojos más tristes y algunas canas en su cabeza. Ninguno de los dos se hablaban, se miraban mientras estaban en este girar, como una fiera que es cautelosa con otra fiera de igual poder. Hudson no avanzaba ni un solo centímetro hacía Kurtain, este último únicamente giraba sobre sí mismo. Si bien quizás el agua estaba fría, a nadie le importaba.  Kurtain que tanta veces había pedido ser fuerte, no quería ni pensar sólo aspiraba estar en un solo punto en la tierra… y allí estaba.

Las preguntas sobraban, los ojos de ambos se seguían, Hudson no halló diferencia en Kurtain, aunque bien habían pasado algunos años, para él no habían sido significativo. No podía entender como lo podía engañar con Allen, su vida le pertenecía, su existencia estaba atada a él. Tantos años en agonía no podían terminar aquí. Lo necesitaba cerca. A diferencia de Kurtain no sentía el más mínimo temor de nada. Miraba al mismo Hudson que dejo en San Francisco al que amaba pero era tan lejano para él.

Hudson por un momento quiso que nada hubiese pasado y Kurtain lo amara como se lo demostró tantas veces. Quería abrazarlo, mas tenía tanto miedo que lo rechazara, si eso pasase, para él sería lo más doloroso que se enfrentara en su vida; además de ello quería golpearlo y no entendía por qué de este último deseo. Kurtain se cansó y no siguió su juego, por el contrario se detuvo a esperar que él girara.

 Cinco años y aún seguían jugando estas cosas. Hudson tiró algunas gotas a la cara de Kurtain, él ni se inmutó permanecía inaccesible e inquebrantable por fuera; pero por dentro su corazón estaba latiendo a mil, podía escuchar su palpitar ¿Qué pretendía Hudson aquí junto a él? Hudson se detuvo y dio un paso acercándosele, quedando a poco menos de dos pasos de Kurtain. La noche parecía haberse callado. Hudson volvió a lanzar agua a su cara, luego se sumergió en el agua. Para Kurtain la noche oscura se había llevado a Hudson, pasado un tiempo salió por su lado izquierdo pero más alejado. Lo buscó con la mirada pero sin moverse. Hudson se volvió a introducir en el agua y Kurtain vio su silueta dirigirse hasta él pasar rozando su cuerpo para quedar a su lado derecho pero más cerca. Esta vez él si giró y quedó a su frente.

Hudson no podía darse el lujo de volver a equivocarse, esperaba que fuera él que se acercara, sin embargo, no lo hacía, seguramente ya no lo amaba. No tenía el derecho de acercársele. Sin poder evitarlo los ojos de Hudson se llenaba de lágrimas, se sumergió para limpiarlas y que Kurtain no notara que lloraba.


Kurtain lo aparto y se dirigió a la orilla de la piscina y salió, atrás lo hizo él, Kurtain tomó una toalla y se la lanzó; tomó otra para él y juntos se secaron el agua, se vistieron. Hudson no volvió a mirarlo hasta que se hubo marchado, ya en la carrera vio su figura viéndolo. Para siempre había perdido al agente Stephen Kurtain y con él todos los años en los que espero este momento.

Kurtain se introdujo a la casa una vez que él se fue. El verlo no había aliviado el dolor que estaba en su alma. Sólo había aumentado, llevándolo a niveles impresionables, pero que sabía sería lo último, se acostó en la cama y poco pudo pensar, su corazón se desconectó de su cuerpo y allí mismo quedó dormido. Un peso aprisionaba su pecho.  No sabía que significaba todo esto. Un ruido lo despertó, no era nada, sintió frió y allí se halló con mucha fiebre, no sabía qué hacer, ni a quién recurrir, estaba nuevamente sólo.

Esta era la prueba que necesitaba para saber que quizás Hudson había salido de su corazón para siempre, ya no le importaba si estaba o no estaba acá, él simplemente seguiría con lo que restaba de su vida, pensaba dentro de sí que no sucumbiría la los infortunios del amor nuevamente.

III


Al día siguiente, y después de poner en claro un poco sus sentimientos, Kurtain llegó de mejor humor al departamento de policía, tanto que poco le importó encontrarse a Hudson allá. Esperaba tómaselo con calma, aparentemente, debido al extraño encuentro, llegó a la conclusión que Hudson respetaría su condición y eso lo había sacado un poco de su inquietud. Si Fiona y su hermano no había hablado por todo estos años no esperaba que pasara ahora. Una desesperada calma aparente lo embargaba.

Desde que llegaron los dos personajes centrales no hablaron más de lo necesario, tan sólo Richard, lo hacía sin parar en ningún momento, por lo que ambos daban las gracias, no estaban de humor para decir ninguna cosa. Sólo esperaban que Caroline llegara para empezar el trabajo. Querían ponerse en marcha lo más rápido posible.

En cuanto Caroline hubo puesto un pie en la oficina, advirtió una gran tensión en el ambiente. Hudson no sabía de la existencia de tan bonita compañera. Kurtain tuvo que presentársela, pero para la hermosa detective, al igual que para todos los allí presentes, la personalidad de Hudson estaba escrita en su cara, así que no puso mucha efusividad en la presentación, por el contrario en su cara podía leerse todo lo que sentía por dentro. Aún con la antipatía que mostró la agente, Hudson sacó de lo más recóndito de su alma su estado simpático y cautivador, dando en el blanco, arrancó de ella una sonrisa. Kurtain sin poder evitarlo puso una cara de hastío, Richard interrumpió el coqueteo del agente Hudson.
-Perdóneme la interrupción, pero ya quedará tiempo de conocerse, bueno…- miró a Kurtain, y después rectifico su comentario- si se puede, pongámonos a trabajar.

Todos se sentaron y Caroline tomó el mando, Hudson quedó apartado de la escena y miró apoyando el codo de la mano izquierda en la palma de la otra, a la vez que la pasaba por la barba y humedecía los labios con la lengua, a Caroline, aunque no quisiera, le parecía muy sexy, lo cierto era que no podía dejar de sentirse atraída por este tipo de hombres. Comenzaron a trabajar sin más. Cuando buscaban una estrategia ante las muertes, llegó Allen.

Ahí estaba de nuevo el Rancherito, -pensó Hudson- y, si bien aún le dolía los golpes que le dio, no le temblaría el pulso si tuviera que volverle a romper la cara a ese cretino. Preguntaba por Kurtain, quien lo citó en la policía, tenía muchas cosas que explicar. Los dos pasaron a un sitio apartado. Hudson quiso seguirlos, llevado quizás por el estado en que se encontraba, pero Caroline lo detuvo.
-No creo que puedas ir a donde ellos están- le dijo Caroline. Hudson se detuvo y salió al frente de la estación, tomó un soplo de aire, encendió un cigarro. Se sentó en el pasamano de la escalera. Bajó la cabeza y se entregó a la meditación.

Pensaba acerca de que, quizás y a pesar de todo su esfuerzo, todo esto fue un error, estar aquí era demasiado doloroso. Hasta él llegó Caroline, quien se sentó a su lado.
-¿Ustedes fueron amigos anteriormente o siempre se han llevado así?- luego, al percatarse de que acaso lo que había dicho era una indiscreción, ante un hombre que apenas conocía, carraspeó para tratar de aclararse la voz y se disculpó- esto lo digo porque es evidente la tensión entre ambos.
-Sí,- contestó secamente Hudson- solíamos ser inseparables; sin embargo, cometí un error y ya ves.
-No quiero que me cuentes que pasó, pero ha debido ser muy malo para que Kurtain no quiera ni verte, el poco tiempo que tengo aquí he notado que no es de tipo volátil, ni rencoroso. Te voy a decir algo para que trates de suavizar las cosas, eso que él siente por usted no se parece al odio, alguna vez cometí un error como ese y como tú no entendía lo mucho que se me quería.
-Gracias- dijo Hudson- quisiera hacer algo por evitarlo; no obstante, sé que sólo estropearé más el asunto, así que no tiene caso alguno tratar de hacer las paces con él. No digo que no entienda muchas cosas pero… seguro está equivocada– Caroline no entendía este último comentario, poco le importó. Se identificada con la historia vivida con su compañero. Sabía que al igual que Hudson, nada podía hacer por recuperar la historia junto a él. Su amor hacía Kurtain creció, y uno nuevo empezaba a asomarse.

 Pasado algún tiempo, Hudson, vio salir a Allen y Kurtain de la oficina, se dio la vuelta para no tener que hablar con ellos, revisaba unos papeles que allí se encontraban, pero fue inútil ambos fueron hasta él. Se lamentó, muy internamente quería estar en otro lugar en ese momento. Sufría los estragos de los celos. No podía ni siquiera verlos juntos, iba a enloquecer y para colmo no entendía muy bien qué hacía allí.
- Espero que lo dos no vengan a pedirme que me disculpe por lo de ayer- soltó de improviso esta frase, que dejó en claro el infierno que vivía por dentro, estaba tan fuera de sí que no notó su fijación en el dolor. 
- No tiene caso ya hablar de nada de eso, espero que quede en el pasado- habló primero Kurtain, tratando de detener los dos animales salvajes que se había vuelto Allen y Hudson. Este último, con la declaración de Kurtain, se sintió humillado, era la confirmación, por lo menos para él, de que los dos tenían algo nuevo y que ya no recordaba la historia vivida los dos. Estaba sintiéndose furioso, si hubiese podido matar a Allen en ese momento seguro lo hubiese hecho. Necesitaba tener a Kurtain de su lado.

Pero como poder derribar la muralla que había puesto Kurtain y ganar de nuevo su confianza. Lo conocía de sobra, sabía que era terco, y aunque lo  amara jamás se permitirá eso entre los dos.

 

3 comentarios:

  1. diooos me senti en el momento q hudson se sumergio en el agua cada capitulo que leo siento que estoy alli viendo como pasa todo y los celos lo esta carcomiendo pensando que kurtain y allen tienen algo bueeeno hasta los momentos no es asi vamos a ver que pasa en los proximos capitulos que leere jejejejej...

    Saludos Arniel Levis

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  2. Saludos a ti, Hudson debería ponerse los pantalones y luchar por lo que siente, pero algunos closeteros son así... esperemos que un rayo haga cambiar, reúna la fuerza y luche por el amor de Kurtain. Y también Kurtain pueda perdónalo, no la tiene fácil..... veremos... que sucede.

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  3. Creo que de los dos Kurtain lleva la peor parte, el amor por Hudson lo desgarra, pero tal como dices, ambos son culpubles y sufren...Me alegra que te guste.. y que nos sigas semana a samana, en noviembre Liopleurdonte... :o la nueva novela del Blog novelas gays...

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