4. Sr. Henderson


Kurtain notó la ausencia de Caroline, la mañana que se sentía más confundido que nunca; preguntó a Richard por ella, él, sintiendo un poco de alegría por la pregunta, respondió que estaba esperándolo en casa de la joven secuestrada; esta mañana, apenas llegó se había ido a casa de Henderson.

Nuevos indicios habían aparecido, aparentemente el padre de la joven tenía el nombre de la mujer que cuidaba a su hija mientras estuvo secuestrada, era un dato que los llevaría a descubrir más sobre los sospechosos. Varias cosas no concordaban, se hablaba de complicidad en la granja de Allen.

Kurtain se preocupó, no le gustaba la idea que alguno de los trabajadores o el mismo Allen pudiera estar metido en el secuestro de la joven, debía hablarlo con él, ahora tendría que moverse con más cuidado; aunque era absurdo que esto fuera así, no había razón aparente para que Allen estuviera implicado, lo notó bastante sincero la noche que hablaron, pero aun así no quería aparecer mezclado en nada. Los dos partieron a la casa del distinguido político.

Antes de salir Kurtain un poco apresurado, por ganarle el tiempo a Caroline, quien seguramente ya estaba con el papá de la indiciada, bajó las escaleras del primer piso de la estación, esto lo ajetreó, una molestia se afianzó en su pecho y tuvo que parar a tomar algo de aire, otra vez la sensación de angustia se apoderaba de él sin que pudiera remediarlo, recordó la escena de la estación. Tendría que tomarse las cosas con más calma. Respiró profundo se aflojó el cuello de la camisa y caminó más lentamente, colocándose la mano en el pecho. Steel, quien lo esperaba en el auto, no notó el estado de Kurtain.

Al tanto conducían, Richard comentó la posibilidad de investigar el pasado de la joven. Ésta tenía fama, según le informaron, de ser parrandera y codearse de amistades de mucho peligro, toda una chica problema. Hoy hablarían sólo con él papá, pero en otra oportunidad tendrían que hacerle una visita, estando sola, por supuesto, para tratar de hallar conexiones que pudiesen dar más pistas sobre el caso. Sentía la presencia de Henderson un tanto controladora y no dejaba fluir por sus propios caminos la investigación.

Al llegar a la residencia del Sr. Henderson, les hizo pasar la misma mujer de servicio. Situados, con unas copas en las manos, en la sala se hallaban el Sr. Henderson y el agente Caroline, está al verlos sonrió y levantó la copa en señal de saludos. Kurtain veía en esta acción algo de competencia, desde que llegó poco había ayudado a la investigación, principalmente se debía a que no era su terreno habitual. Salvo algunas excepciones, ella siempre se le había adelantado; sin embargo, procuraría que las cosas cambian a su favor.

Kurtain saludó a todos los presentes y se unió a la conversación, preguntó el nombre de la mujer que tuvo secuestrada a la joven hija de Henderson; sintió frió al escucharlo: Susan White.
-La conozco,- dijo Kurtain cuando hubo pasado su estupor- estuvo involucrada en los secuestros de San Francisco, era hermana de la mujer asesinada, quizás estuvo escondida todo este tiempo bajo las ordenes de Moore, también se cree que fue la que disparó contra Rhode Moore, antes del juicio, más de ello nada se aclaró.

 Pero…- se quedó pensativo- no entiendo porque vuelven de nuevo al secuestro, su negocio se basa en buscar chicas de bajo recursos y “alquilar su vientre”,- esto lo dijo señalándolo entre comillas- el que hayan secuestrado a esta joven me parece muy extraño.- Kurtain terminó de decir esto, y Henderson dijo, temeroso:
-   ¿Está tratando de decir que quizás mi hija alquiló su vientre por dinero?- acrecentó la voz- me parece absurdo que usted piense en eso, como podrá ver, somos de buena posición económica y no creo que esté pasando por problemas de ese tipo, siempre ha acudido a mí por inconvenientes de esa índole y cómo ve no falta el dinero- su ira iba en aumento. – Espero que con esto que aporté puedan extraer algo en concreto. Me está empezando a cansar su ineptitud. Siento dejar todo mi dinero en tal mal servicio.

Henderson no quiso seguir la plática con los agentes, en ese momento llevaba puesta una camisa de mangas largas; se la arremangó a los brazos y le pidió que los disculparan, excusándose, tenía una práctica de béisbol que no podía faltar.

Los agentes entendieron, se despidieron y se marcharon, su trabajo allí estaba ya hecho. Aunque quizás verían a Henderson muchas otras veces, nada sacarían de este incisivo personaje. Su próximo objetivo era desviarse a la granja de Allen, montaron los tres en él auto y salieron a toda velocidad.

El camino estuvo más animado que la última vez, Kurtain manejaba y dejó que Caroline se sentará a su lado, dejando a Richard en la parte de atrás.

Durante el viaje Kurtain habló de cómo conoció a Allen, omitiendo ciertos detalles personales, el que así fuera parecía a todos afortunado; puesto que al ser tan amigo de Kurtain, seguramente, les daría el apoyo que necesitaban. Contó cómo le fascinaban las carreras y como estuvo alguna vez obsesionado por los autos.



La granja de Allen estaba más movida, una importante entrega de cerdos iba ser despachada; de modo que, algunos trabajadores, subían lechones a varios camiones, entre ellos estaba William, quien al ver llegar a Kurtain, se alegró.

No pensó en verlo hasta la noche, estaba hecho un lió con el trabajo, los tres recién llegados sonrieron por la situación que se encontraba. Allen abrazaba con sus piernas y sus manos tres lechones que se mostraban inquietos, uno de ellos tenía puesto su sombrero. Como pudo se deshizo de los cerditos y fue hasta donde ellos se encontraban, le pidió un momento y que esperaran en la casa que se encontraban en la entrada.

Pasaron a la casa, antes de la entrada tenía unos muebles, muy cómodos, allí decidieron esperar, poco tiempo después llegó Allen librado de todo el lodo y la inmundicia del trabajo. Vestía esta vez de unos pantalones de mezclillas y una franela verde. Ahora sí les dio la mano a todos.
-Ustedes dirán- dijo con ese acento tejano, tan característico.- me alegra de nuevo verlos por acá; si bien sospecho que no es por nada bueno.- Le ofreció una mirada a Caroline fijándose en sus ojos azules.
-Es así- dijo Kurtain riendo- queremos algunos datos que espero nos facilites, te pedimos no comentes nada de lo que se hablara. Todavía no tenemos nada en concreto. Y bueno… ya vez como son las noticias en cualquier ciudad.

Los tres agentes pidieron datos de los trabajadores, también preguntó por cosas  específicas, necesitaban alguien que los llevará a Susan White, tendrían que interrogarlos a todos; así mismo, buscaban alguien joven que pudiese conocer a la hija de Henderson; la describieron lo mejor que pudieron, pero él dijo no conocer esa joven, sus trabajadores tenían vida propia y no era su costumbre meterse en ella, de ser así no acabaría nunca, dijo riendo, para dejar ver que sus trabajadores llevaban vidas bastantes diferentes.

Estuvieron largo rato, sin embargo, poca cosa sacaron de esto, quizás tendrían que volver otro día. A los compañeros de Kurtain les agrado mucho Allen, a Caroline menos que a Richard, quién como pudo ver Kurtain era más dado a las amistades, confiaba más en la gente, junto a Caroline hacía muy buena pareja, por ello quizás se habían mantenido juntos por tanto tiempo. Al unísono Caroline entendió esto; quizás, mantuvo a Steel siempre relegado; mas por estos días lo sentía más despierto y colaborador, él trabajar para una mujer no le hacía mucha gracia y se llevaba mejor entre hombres.

Esa noche, de nuevo, Allen fue hasta donde estaba Kurtain, le invitó a unas carreras a celebrarse en un lugar apartado. Kurtain lo dudó un poco, pero luego accedió, cualquier cosa que lo alejara de la locura de quedarse sólo en casa. Se subieron en el carro que Allen estacionó frente a la residencia, un Ford Mustan Boss 302. Al verla Kurtain exclamó:
 –Hui, es una maravilla, y dices que todos tienen de estas- lo dijo riendo ante la incredulidad del precio que debía seguramente tener este tipo de carros, toda su carrocería brillaba y sus colores eran bastante llamativos.
-Sí, -respondió Allen- todos son personas adineradas, como puedes ver, es un poco diferentes a las carreras en Seattle, desde allá hasta acá he recorrido algo de camino, te juró que nos vamos a divertir, móntate y verás-, Kurtain, esta vez, no lo pensó y entusiasmado se montó a toda prisa, el auto era de color azul y amarillo, blanco y rojo.

  Probaron el auto por un tiempo; Kurtain revisaba a detalle todo el sistema del auto, Allen explicaba algunas cosas que Kurtain desconocía, lo introducía en el tipo de motor… Kurtain algo entendía de este tipo de motor, siempre le pareció fascinante, después de un rato le pidió a Allen el conducirlo.

Le pareció cómico que, a sus cuarenta años, aún se emocionará con estas cosas, cuya práctica parecía un poco más para personas de menor edad. Pero allí estaba él haciendo lo necesario por perderse de su mente. Necesitaba drenar todo lo que sentía por el regreso de Hudson a su mente y el derrumbe de la mampara ante el hecho de saberse extraño ante el mundo. Quería entender que estaba relegado en el olvido y no podría volver a detonar de la forma que lo había hecho tiempo atrás. Su recuerdo era una tumba con un cadáver, que la verdad, no quería exhumar.

Llegaron a una granja apartada de cualquier otra, allí en un pequeño estacionamiento, una multitud se reunía, personas de todo tipo, algunos de muy mal aspecto y otros, por el contrario, parecían ser  persona de un indudable nivel económico. El grupo a que se dirigió Allen era muy agradable, estaba compuestos por dueños de ranchos y algunas chicas, los autos estaban colocados en líneas y cada cierto tiempo se formaban carreras a lo largo del circuito, éste formado por un ovalo que daba la vuelta a todo el rancho hasta llegar de nuevo al punto de origen. Había luces por doquier y muy buen ambiente. Música y también algo de bebida.

Pasado cierto tiempo le tocó el turno a Allen, Kurtain se animó e iría de copiloto, su rival era un Porsche 911 GT3 de rojo muy vivo, lo conducía un tipo que conocían como “Jota Pe” quien era un sujeto de aspecto fuerte, usaba la cabeza cubierta por un pasamontañas y unos bigotes que bajaban hasta el mentón, tenía la barba crecida, hablaba de manera pausada, aunque culta, no parecía cualquier tipo, poseía una mirada que Kurtain pareció conocida, luego lo pensó un poco, buscando en su cabeza donde habría visto esa mirada; sus ojos color violeta llegaron a su mente como un relámpago, el hijo de Chris Hudson.

Contra él iría Allen, discutían el montó de la carrera, llegaron a una suma que a Kurtain le pareció bastante alta. Se fueron hasta donde estaba parada una joven de curvilínea constitución; encargada de dar la partida, era parte del grupo de Allen y todos la llamaba simplemente “Yegua”, los dos autos se pusieron en línea y se dio la partida, las personas allí reunidas gritaron y los carros salieron a toda velocidad, misma que se fue haciendo mayor a medida que la carrera avanzaba.

En la primera curva parecía que “J.P.” ganaría: sin embargo Allen, afortunadamente, se pudo ubicar en la posición interna del circuito y pasar al auto rojo, la segunda vuelta sacó acrecentada ventaja; mas en la recta, el auto rojo escarlata, se colocó a su lado y faltando pocos metros para la llegada paso a la delantera llevándose el pote de la noche. Kurtain se bajó algo desilusionado, a Allen no le importó, se dieron la mano con el competidor y luego se fueron a seguir tomando con el grupo. Al parecer la historia de rivalidades entre los dos compañeros era bastante grande. Le recordó en algo la relación de competencia que mantenía con su antiguo y hoy muerto rival de carreras Bruce Smith.

Ya reunidos en grupos pequeños, “Yegua” contaba los errores de Allen, todos dieron su opinión también al respecto, Kurtain no entendía mucho de este tipo de motor, pero estaba seguro que no pasaría mucho tiempo para ponerse al día. Los autos de los compañeros de Allen, también estaban muy bien y se notaba que su costó era superior a todos los autos que acostumbraba a correr. Las ruedas, los rines, toda la carrocería era impactante, incluso hasta los colgantes del espejo retrovisor.

La noche avanzaba Kurtain tomaba y mientras lo hacía se sintió observado, buscó y vio al joven que trabajaba en la granja de Allen y que los acompañó durante el recorrido al auto. Lo notó un poco incomodó al ser descubierto, Kurtain lo saludó con un levantamiento de cabeza y éste respondió con un gesto similar; aunque, luego se fue hacia varias chicas que rodeaban un auto de color azul con dos líneas blancas atravesando la carrocería, y un particular joven de color oscuro, con cejas muy pobladas, que parecía el eje central de todo el grupo. Conversaba algo entre ellos. Kurtain quedó mirando todos los que rodeaban al joven, luego lo olvidó y siguió tomando y hablando con los a su lado reunidos.

Allen estaba contento, a pesar de haber perdido, y en cierto momento de la noche le preguntó a Kurtain por su relación con la bella pelirroja que lo acompañaba durante la investigación.

- No creo que yo pueda tener oportunidad con ella, es una bestia indomable, desde que llegué no hace sino tenerme al trote en todo el trabajo. Sus celos profesionales son enfermizos y para nada me ayuda una situación así, quisiera que se relajara pero mantiene la adrenalina en mí, en altos grados.
-Entonces, creo que hay romance por ahí- sugirió uno de los compañeros de Allen y, ante la cara de Stephen Kurtain completamente roja, todos rieron. Él tomó otro trago para aplacar el rubor del comentario de Allen y no pudo evitar dar con su vista al grupo en donde J.P. se encontraba.  Su mente no podía dejar de pensar en Hudson, el hijo de él, quizás tendría ya cinco años, un poco más que el suyo, no sabría cómo era, pero si recordaba sus ojos color violetas que curiosamente parecían los de J.P.

Algo le intrigaba de ese sujeto, el aspecto de hombre rudo que intentaba dar no cumplía su cometido, o por lo menos para él, sus ojos destacaban lo intenso de su mirada, éste revisaba junto a sus compañeros el motor de su auto; él pensó en ir hacia allá, mas no fue, estaba algo tomado. En cierto momento J.P. también lo miró, agudizando un poco sus ojos color violeta, ambos al toparse sus miradas rieron y después siguieron en sus respectivos grupos.

Esa noche Kurtain estaba de mejor humor, entre otras cosas le ayudó a drenar tensiones, veía todo desde otro punto de vista, ya no le importaba los celos profesionales de Caroline; al contrario comenzó a gustarle este juego. Sirvió para despejarse y además compartir con Allen. Serían de nuevo muy buenos amigos y quizás él le ayudaría a abandonar de una vez por toda su confusión. Le haría entender que era tan sólo una mala pasada del destino y que Hudson junto con su condición homosexual estaba totalmente muerta y olvidada para él.

Avanzada la noche hablaron por primera vez del evento que los excitaba y que era para ellos una tradición con un botín exorbitante, en una frenética carrera atravesando la ciudad. Kurtain escuchaba la conversación, no podía entender cómo podrían hacer eso sin atrapado por la policía, autos de este tipo corriendo por la ciudad a toda velocidad no era algo para pasar desapercibidos. Pero aparentemente lo harían dentro de poco, hacían apuesta, contaban anécdotas de las carreras, todo estaba preparándose para el evento. Sus corazones se aceleraban.


II

Henderson estaba en el baño pensando en lo ocurrido con su hija, sabía que ese comportamiento le llevaría hacía una desgracia, tomaba un Güisqui mientras se preparaba para el baño, se acostó en una banqueta, aún le quedaba bastante tiempo para el comienzo de la práctica béisbol, siempre soñó un futuro mejor para ella, pero desde pequeña mostró su negativa al estudio, luego de adulto su actitud rebelde, su madre sabría qué hacer con ella, pero ya no estaba para aconsejarla. Sabía que muy adentro, era una joven confundida. No tenía idea como demonios llegar a ella para poderla ayudar. No entendía que sucedía. No daba explicaciones a su comportamiento impulsivo. No conocía nada de su vida y otra vez cometía errores que aunque hasta el momento él tuvo a rayas no podía seguir mitigando.  

De lo que si estaba seguro; es que no podía seguir siendo la niña de papá, tendría que crecer y convertirse en una mujer de carácter si quería hacer algo con su vida. Para él era un secreto, aunque no contaba con la edad para andar de farras se mantenía hoy a sus veintitrés años como si fuera una adolescente. Cometiendo error tras error.

Ya tendría tiempo de discutir con Manú. Ahora sólo le interesaba la organización del juego, en donde participarían las principales autoridades de la ciudad, si bien, era un juego de caridad, se esmeró en darle calidad, invitando grandes personalidades, amaba el béisbol. Desde muy joven le gustó jugar este deporte, estas dos semanas faltantes se le harían una eternidad. Entró a la ducha y se relajó. Esperaba que la policía hiciera bien su trabajo. Pronto todo acabaría.

Henderson, antiguamente, había sido un jugador frustrado de béisbol, no contaba con la habilidad necesaria para optar por un puesto en los equipos profesionales. Su juventud la paso viajando en busca de una plaza donde desarrollarse, no obstante, nunca lo logró, con cada intento era una derrota, su brazo parecía no responderle con la regularidad que se requería, no pasaba de ser algunas veces “bueno” y otras “muy malo”, por más que se esforzó nunca sobresalió, cuando vio sus esperanzas desechas buscó consuelo en la política convirtiéndose en un gran prospecto.  Sin embargo, el sueño de ser pelotero estaba bien arraigado en él. Empezó trabajando con su padre y poco después de su retiro, ocupó su cargo y se abrió camino para convertirse en el personaje respetado que es hoy.

 Estaba casado con la dama de sociedad Theresa Lowrey, hija del prominente hombre de negocios Sr. Lowrey, lo que ayudó a Henderson abrirse camino en el ámbito económico, gozaban de una posición cómoda… y luego vino el embarazo, con esta noticias las ilusiones de Henderson comenzaron a florecer, esperaba un varón con que hacer realidad su frustrado sueño, lo llevaría hasta donde él nunca llegó. No acompañaba a su esposa a las consultas; pero estaba pendiente de preguntar el sexo del niño cada vez que ella tenía una visita con el doctor.

En el consultorio, el ginecólogo que atendía a la señora Henderson vio la cara de contrariedad que ella ponía; nacería una niña. Al principio sintió el miedo de lo que podría suceder, su matrimonio estaba en juego, el doctor trataba de consolarla. Pero era inútil, nacería una niña y nada podía evitar ese momento de ruptura en las relaciones con su marido, tal vez no le perdonaría que fuera una niña.

Al saberlo, Henderson, su humor se volvió sombrío llegando a envejecer más en ese momento, su actitud hacia la niña siempre fue lejano, no podía verla sin recodar su nuevo fracaso. Quería un niño, que pudiese brindarles las oportunidades de dedicarse a la pelota que su padre no le dio. Pero eso no sería todo, la muerte prematura de Theresa, lo dejó a cargó de una niña bastante rebelde que desencadenó lo que ahora era: embarazos no deseados y por supuesto un escándalo de proporciones épicas, que amenazaba con mandar su carrera por un despeñadero del que acaso no saliera bien librado.

La vida de Manú Henderson, siempre fue llevada por sus pasiones, algunas de ellas eran las drogas y sus novios, el último un distribuidor de las zonas bajas de Houston, el sujeto era ampliamente conocido por la policía por su amplio expediente. Henderson siempre quiso ocultar esto a los ojos de cualquiera, y le presentó un joven de su círculo de amigos que a los ojos de todos presentaba como su novio, pero todo era una cortina. Tenía que borrar el nombre de distribuidor para siempre. Y sin contar las series de errores que cometió durante sus primeros años de juventud. 

Manú se las ingeniaba para salirse con la suya, era una joven y bastante bonita, siempre se abrió camino para obtener lo que quería. A sus trece años se las arregló para conquistar un hombre bastante mayor que resultó un imperdonable fiasco pero que servía muy bien para vengarse del desprecio que siempre le demostró su padre.

La cosa empeoró drásticamente con un embarazo no deseado.  Su padre en cuanto lo supo dejó de hablarle por un tiempo. Henderson dijo que se encargaría de eso, mas fueron otros le ganaron la partida. El bebe como vino, se fue sin dejar huellas. Cosa que sumó la desconfianza que tenía su padre hacía la ya mujer. Él supuso que lo había abortado, nunca se planteó llegar hasta el fondo del asunto así que lo dejó allí; porque no quería un hijo bastardo que lo convertiría en la burla de la ciudad. 

Esa noche, en el estadio, también ella estaba sentada en las tribunas viendo a su padre jugar, llevó algunas amigas de su círculo y juntas gritaban al atractivo Sr. Henderson. Desde allí miró a uno de los limpiadores del estadio donde se encontraba. Sin ser vista fue hasta él y estuvieron hablando por largo tiempo, pactaron una cita en casa del último.

Los lanzamientos del señor Henderson aumentaron su efectividad, la adrenalina corría por sus venas, el éxito era algo que instalaba en su cuerpo y se hacía parte de él. Miró hacia donde su hija estaba, pero ésta se había ido. Pensó que ya estaba bastante grande para hacer lo que quisiera. La furia de cada lanzamiento era sinónimo de una posición frustrada ante un hecho que marcó un punto y aparte en su vida.


Hoy seguramente la vida le cobraba ese error, esa soledad que experimentaba. Debía continuar trabajando en ello, si quería que su existencia no se convirtiera en un laberinto de infelicidades. Cada lanzamiento penetraban como balas de plomo hacia el mundo. Necesitaba drenar la furia sentida por alguna parte, hubiese querido ser otra persona en ese momento, pero no podía. 

 


1 comentario:

  1. Capitulo cuatro entre nosotros... Kurtain perdido en le vació y con la sombra de Hudson junto a él... mientras las cosas se complican...una lucha por el amor... :( sigue cometiendo error tras error... no te pierdas el desenlace de esta novela... solo acá... Novelas gays

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